El logopeda que trabaja con niños con hipoacusia debe tener conocimientos de desarrollo infantil, formación en audiología y funcionamiento de las prótesis, así como estrategias para desarrollar los diferentes aspectos implicados en su comunicación.
Además, debe saber cómo adecuarse a la individualidad de cada niño y a su contexto familiar y educativo.
Las repercusiones de la pérdida auditiva se van a observar en el neurodesarrollo global del niño, más concretamente en la adquisición de la lengua oral y en todos los aspectos vinculados como son la comunicación, la interacción social, el pensamiento, la cognición y los aprendizajes.
El cerebro del niño se modifica continuamente gracias a sus experiencias sensoriales y la audición no debe aislarse de este proceso de maduración neurológica.
Es bien conocida la dependencia entre percepción auditiva y desarrollo del habla, pero desde una perspectiva global debemos tener presente también la relación entre la audición y otras áreas neurológicas, como el sistema vestibular, que nos posibilita un correcto equilibrio y orientación en el espacio, y su relación con la visión.
La estimulación auditiva tiene como principal objetivo el aprovechamiento de la plasticidad cerebral del niño y la amplificación de sus restos auditivos, con el objetivo de desarrollar nuevas habilidades de reconocimiento auditivo mediante experiencias auditivas placenteras que despierten el deseo y motivación por la audición, de forma natural y lúdica.
Los programas de entrenamiento auditivo siguen 5 niveles o etapas de terapia, de menor a mayor dificultad, partiendo del hecho de que los modelos y esquemas auditivos de los que disponen los bebés y niños pequeños con hipoacusia son simples e incompletos, o incluso pueden carecer de los mismos.
Se comienza por una fase de detección de presencia o ausencia de sonido, pasando por etapas intermedias de discriminación entre estímulos iguales o diferentes, identificación de patrones auditivos como la duración, ritmo, intensidad e identificación de oposiciones fonéticas o fonológicas y etapas de reconocimiento de elementos dentro de grupos abiertos, para finalizar con la comprensión, procesamiento y decodificación del lenguaje por vía auditiva con la última finalidad de lograrse una comunicación interactiva.
El sentido de la audición permite la percepción de los sonidos, pero será el razonamiento y procesamiento del input auditivo mediante funciones cognitivas superiores lo que posibilite la comprensión y producción del habla.
Para una completa estimulación lingüística, la intervención logopédica debe incidir también en todas las áreas que componen el lenguaje, trabajando a nivel fonético-fonológico, potenciando el desarrollo léxico y morfosintáctico y reforzando aspectos pragmáticos. El principal objetivo es conseguir que el niño con hipoacusia acceda al habla oral.
El papel del logopeda en la intervención en niños con discapacidad auditiva ha cambiado considerablemente con los avances tecnológicos en audífonos digitales e implantes cocleares. También se hace cada vez más evidente la necesidad de colaboración del logopeda con los otros profesionales implicados en la atención al niño hipoacúsico, con el fin común de mejorar el rendimiento auditivo.
Un articulo muy interesante e instructivo que nos permite a personas que estamos fuera del ámbito profesional de la logopedia entender sus procesos y soportes de terapia. Muy recomendable el artículo.