Desde los servicios de Pediatría de nuestro país se tiene claro que para no ocasionar retraso en el aprendizaje del lenguaje y como consecuencia en el desarrollo global del niño hay que intentar alcanzar el diagnóstico de la sordera lo antes posible, con el fin de instaurar el tratamiento adecuado y evitar sus posibles secuelas.
En el año 2003 se instauró a nivel estatal el Programa de Detección Precoz de la Sordera, que consiste en la realización de las siguientes técnicas objetivas:
- Emisiones otoacústicas evocadas (EOA) que no detectan las hipoacusias retrococleares, que son raras y su tasa de falsos positivos es mayor que con los potenciales evocados.
- Potenciales auditivos evocados del tronco cerebral (PAETC). Es la forma de detección precoz más precisa y fiable capaz de detectar retrococleares.
No obstante, este cribado identifica sólo al 50% de los recién nacidos con hipoacusia, lo que supone un elevado número de descubrimientos tardíos. Por ello se recomienda estudiar mediante pruebas objetivas a todos los niños, al menos una vez entre los 24 y 30 meses, independientemente de que hayan pasado el cribado neonatal, especialmente si poseen indicadores de riesgo asociados con hipoacusia: antecedentes y sospechas familiares de hipoacusia, infecciones en el embarazo (toxoplasmosis, sífilis, rubéola e infecciones virales), anomalías congénitas de cabeza y cuello, incluyendo anomalías del pabellón, atresias de conducto, implantación baja del pelo, peso al nacimiento menor de 1.500 gr., hiperbilirrubinemia que requiera exanguinotransfusión, exposición a medicamentos ototóxicos, meningitis bacteriana (especialmente por haemo- philus influenzae), asfixia neonatal, ventilación asistida más de 10 días, hallazgos correspondientes a síndromes que suelen incluir hipoacusia, traumatismo craneal, enfermedades neurodegenerativas, infecciones de la infancia que se asocian a hipoacusia neurosensorial como sarampión o parotiditis.
Aun disponiendo del cribado neonatal el pediatra debe valorar en los controles de salud la audición de sus pacientes y el seguimiento en el desarrollo del lenguaje en sus diferentes etapas:
EVOLUCIÓN AUDIOLÓGICA DEL NIÑO
• Del nacimiento a los 3 meses: se despierta con ruidos fuertes. Emite sonidos. Le gustan más los estímulos del habla que otros sonidos. Ríe y usa la voz cuando le hacen cosas. Mira la cara del que le habla.
• De 3 a 6 meses: trata de localizar el origen de los sonidos. Sonríe cuando se le habla. Le gustan los objetos que hacen ruido.
• De 6 a 9 meses: gira la cara y trata de mirar a la persona que le habla en voz baja y tranquila. Mira objetos o imágenes cuando alguien se refiere a ellas. Usa sonidos diferentes y parece nombrar cosas.
• De 9 a 12 meses: señala o busca objetos de familiares cuando se le pide. Sigue órdenes. Hace sonidos con la música y como respuesta a la voz humana.
• De 12 a 18 meses: comienza a emitir sus primeras palabras. Contesta cuando se le llama desde otra habitación. Responde a preguntas sencillas. Utiliza vocablos de más de una sílaba con significado.
• De 18 a 24 meses: entiende preguntas y frases simples. Usa su primer nombre y frases de dos palabras.
• De 24 a 30 meses: entiende las frases con contenidos negativos. Cumple instrucciones sencillas. Usa plurales. Emite de 100 a 200 palabras.
• De 30 a 36 meses: usa sin problemas frases interrogativas y negativas. Hace frases de cuatro a cinco palabras.
• De 3 a 5 años: entiende preguntas de “por qué”, muchos pronombres y situaciones contrarias. Utiliza formas diferentes de al menos 1.500 palabras activas y frases completas. Emite muchos sonidos correctamente. Habla libremente con familiares y amigos.
En resumen, el pediatra debe hacer un buen seguimiento en cada etapa del niño, haciendo especial hincapié en la evolución del lenguaje, en la presencia de factores de riesgo, retraso escolar, señales de alarma detectadas por la familia, infecciones respiratorias de repetición (hipoacusias conductivas ocasionadas por otitis serosas…).
Hay que tener en cuenta que el principal síntoma de sordera es la falta de desarrollo del lenguaje a la edad adecuada y aquellos niños con retraso en el lenguaje o bajo sospecha de los padres de posible pérdida auditiva deben ser estudiados con pruebas audiológicas.
No se recomienda pruebas de cribado auditivo en niños asintomáticos mayores de 1 año pero a partir de los 4-5 años debe realizarse una audiometría si se sospecha que pueda existir una hipoacusia.
Aunque el porcentaje de casos de la población en general de niños con hipoacusia está entre el 1 y el 3 por 1000, el pediatra debe intentar diagnosticar y tratar la sordera lo antes posible, de forma coordinada con el otorrino, para que afecte lo menos posible al desarrollo del lenguaje y a la relación sonora con su entorno.