El Articulo

Cómo mejorar los resultados con audífonos reforzando las experiencias auditivas positivas

Estudios recientes han analizado las causas del escaso tiempo de uso de audífonos entre un importante porcentaje de pacientes a los que se les prescriben. Los expertos coinciden en que mejorar la percepción del beneficio obtenido por los pacientes es clave para incrementar la satisfacción y prolongar su uso, un objetivo que podría alcanzarse mediante un adecuado consejo terapéutico especializado. La importancia del consejo terapéutico (counseling), es hoy día incuestionable para todos los que trabajamos en el ámbito de la audiología. Sus aplicaciones han sido ampliamente estudiadas en las etapas iniciales por las que transita un paciente con hipoacusia, acompañándole desde el inicio del proceso para explicarle cuestiones relacionadas con la hipoacusia, bajo una perspectiva profesional, pero al mismo tiempo cercana y empática, favoreciendo la escucha activa, cuidando el lenguaje corporal y tratando de proporcionar respuestas a sus múltiples interrogantes e inquietudes, así como posibles alternativas de tratamiento. Sabemos también que algunas terapias concretas, como la T.R.T. (Tinnitus Retraining Therapy), aplican el consejo terapéutico como su herramienta principal. No obstante, las aplicaciones del consejo terapéutico van mucho más allá y, por supuesto, no terminan cuando el paciente toma la decisión de adaptarse unos audífonos, tanto si ya es usuario de estos previamente como si es la primera vez que los utiliza. Uno de los retos más importantes que se plantea en la rehabilitación auditiva con audífonos es que hay un porcentaje considerable de pacientes que no utiliza sus audífonos o que los usa esporádicamente. Un estudio de la EHIMA (European Hearing Instrument Manufacturers Association), cuyos datos se recogieron entre 2018 y 2022, concluyó que entre el 20 y el 40% de los usuarios de audífonos utilizaban sus prótesis auditivas menos de cuatro horas al día.  Numerosos estudios se han centrado en analizar no solo las causas de esta «desidia» en el uso de los audífonos, sino también y sobre todo, las posibles herramientas que permitan mejorar esta situación. Un estudio de la EHIMA concluyó que en torno al 40% de los usuarios de audífonos utilizan sus prótesis auditivas menos de cuatro horas al día. Todos ellos apuntan hacia la misma conclusión: enfatizar el beneficio obtenido con los audífonos puede incrementar la satisfacción y el tiempo de uso de nuestros pacientes. Por tanto, mejorar la percepción del beneficio que los usuarios obtienen de sus audífonos parece ser un camino certero hacia el éxito, y esto es algo que solo se puede conseguir a través del consejo terapéutico. El estudio realizado en 2022 por Rakita, Joy y Singh, arroja resultados esclarecedores en esta línea, concluyendo que aquellos pacientes que recibieron un consejo terapéutico positivo sobre los audífonos antes de la adaptación obtuvieron mejores resultados en el QuickSIN (una prueba estandarizada de inteligibilidad en ruido), que aquellos que recibieron un consejo neutro o negativo, utilizando los mismos audífonos en el grupo experimental y en el de control. Otras investigaciones realizadas la pasada década arrojan resultados similares, y si bien no hay unanimidad en lo que respecta a los argumentos o elementos narrativos más «efectivos», lo que sí parece evidente es que hay factores no audiológicos que pueden influir en la experiencia auditiva del usuario. Así las cosas, cabe preguntarse lo siguiente: ¿qué efectos puede tener que animemos a los usuarios a describir sus experiencias positivas de audición y a hablar sobre ellas? Es probable que si lo hacemos, aprecien más la ayuda que reciben de los audífonos y mejore su percepción de los mismos, frente a experiencias negativas que puedan «ensombrecer» este beneficio. Enfatizar el beneficio obtenido con los audífonos puede incrementar la satisfacción y el tiempo de uso de nuestros pacientes. En la práctica clínica sabemos que los usuarios tienden con frecuencia a magnificar sus experiencias negativas; en una primera revisión de sus nuevos audífonos, un paciente puede conceder importancia a la dificultad que encuentra para cambiar los filtros y no reparar en el hecho de que utiliza los audífonos 17 horas diarias y ya no puede vivir sin ellos. Un extraordinario trabajo realizado en este mismo año 2024 por Lelic, Parker et Al. y publicado en el International Journal of Audiology, aborda estas interesantísimas cuestiones, ya que según los propios autores, no existe hasta la fecha ningún estudio que evalúe específicamente en qué medida poner el foco repetidamente en las experiencias de escucha positivas de la vida cotidiana puede influir en la satisfacción de los usuarios y la percepción de los resultados con audífonos. Básicamente, en el estudio de Lelic y colaboradores, se seleccionó una muestra de 21 participantes a los que no se aclaró inicialmente el objetivo concreto del estudio para evitar sesgos de intención. Simplemente se les indicó que se pretendía aprender de las experiencias de los usuarios de audífonos para entender mejor sus demandas y necesidades. Los participantes se dividieron en dos grupos, uno de 10 usuarios (grupo de control) y otro de 11 (grupo experimental). Todos los integrantes de la muestra tenían experiencia con audífonos de al menos un año. Otros criterios de inclusión utilizados fueron: pérdida auditiva neurosensorial susceptible de adaptación de prótesis auditivas, dominio del idioma (danés, en este caso) y usuario hábil con la tecnología de aplicaciones móviles y smartphones. Se excluyó a los pacientes con deterioro cognitivo incompatible con el objeto de estudio, a los que no se podían desplazar al laboratorio de pruebas (tenían que hacerlo en dos ocasiones) y a los que padecían patologías auditivas complejas, como el síndrome de Ménière. Todos los participantes se descargaron una aplicación móvil, My Hearing Experience, a la que accedieron con un código individual. Una vez en la aplicación, rellenaron una serie de cuestionarios: a) En primer lugar, una encuesta sobre personalidad, llamada «Inventario Big 5», en la que, a través de 44 ítems, se evaluaba las cinco grandes dimensiones de la personalidad: extraversión versus introversión, amabilidad versus antagonismo, meticulosidad versus desorganización o neuroticismo versus estabilidad emocional.b) Una pregunta sobre su grado de satisfacción con los audífonos, a valorar en una escala de 1 a 10 (1 nada satisfecho y 10 extremadamente satisfecho). A través de esta pregunta se pretendía obtener una valoración global del beneficio subjetivo, no referida a escenarios o situaciones concretas.c) El International Outcome Inventory for Hearing Aids (IOI-HA) (Cox et al., 2000), un cuestionario con siete preguntas orientadas a evaluar la efectividad de la adaptación protésica, ampliamente utilizado en la investigación audiológica.d) Por último, el Hearing-Related Life style Questionnaire (HEARLY-Q) (Lelic et al., 2022), un cuestionario basado en el CoSS (Marco de Escenarios Sonoros Comunes), para evaluar el estilo de vida auditivo, las demandas, las necesidades y los beneficios que se obtienen en las situaciones auditivas cotidianas. Según los autores, este es el primer cuestionario que indaga en el día a día «auditivo» de cada usuario, utilizando 23 escenarios comunes en los que se les pide que evalúen cuatro factores: frecuencia con que se presentan, importancia de oír bien, dificultad para oír en esa situación concreta y grado de satisfacción con los audífonos. ¿Qué efectos puede tener que incitemos a los usuarios a describir sus experiencias positivas de audición y a hablar sobre ellas? El objetivo de recabar toda esta información inicial era comprobar que los dos grupos estaban equilibrados desde el punto de partida respecto a varios parámetros que pueden influir en la percepción del beneficio y la satisfacción con sus audífonos. Una vez cumplimentados los cuestionarios, se animó a los usuarios a contestar un formulario cada dos horas durante una semana a través de la aplicación móvil, desde las 9 de la mañana hasta las 9 de la noche (EMA). A través de esta herramienta, los autores pudieron recoger impresiones puntuales sobre situaciones auditivas inmediatas y diversas sin el sesgo de la memoria. Después de este primer proceso, los participantes visitaron el laboratorio. Se les realizó un estudio audiométrico de control, se les explicó que se les iban a adaptar nuevos audífonos a todos ellos y se les preguntó sobre sus expectativas. Igualmente, se aplicó a todos los pacientes el cuestionario COSI (Client-Oriented Scale of Improvement), en el que se instó a los participantes a identificar al menos 5 situaciones auditivas en las que les gustaría mejorar y a asignarles una puntuación en función de su importancia. A continuación, se adaptó a todos los participantes el mismo modelo de audífonos, con el mismo formato y el mismo software. Todos ellos fueron adaptados por el mismo audiólogo siguiendo las recomendaciones del fabricante, tanto en lo relativo a los adaptadores (olivas o micromoldes), como en lo relativo a la ganancia, ya que se permitió una desviación máxima de ± 6 dB. Se indicó a todos ellos que utilizaran estos audífonos durante las tres semanas siguientes y que pasados 15 días volvieran a rellenar los cuestionarios en la aplicación móvil. Igualmente, se instó al grupo experimental a prestar especial atención a aquellas situaciones auditivas en las que habían experimentado mejora o que valoraban como positivas, simplemente clicando en un icono sonriente que aparecía en la aplicación del grupo experimental, pero no en la del grupo control. Obviamente, al grupo control no se le dio esta instrucción. Después de dos semanas de uso, período que se considera suficiente para una persona con experiencia con audífonos, todos contestaron de nuevo los cuestionarios especificados previamente y volvieron a registrar sus experiencias auditivas durante la siguiente semana, la tercera, cada dos horas, de 9 de la mañana a 9 de la noche. Cuando el audiólogo anima al paciente a reflexionar sobre el beneficio concreto que le aportan las prótesis auditivas, se mejora considerablemente la aceptación de los audífonos. En su segunda y última visita al laboratorio, se revisó y rellenó de nuevo el cuestionario COSI, se repasaron las situaciones que los usuarios habían descrito inicialmente como «conflictivas» desde el punto de vista auditivo y se les animó a evaluar la evolución o el grado de cambio que habían experimentado y el nivel de satisfacción final para cada una de esas situaciones. Por último, se les realizó una entrevista semiestructurada para recoger sus impresiones generales del estudio y todos ellos devolvieron los audífonos adaptados para la prueba. El análisis de los datos reveló lo que los autores ya vaticinaban al inicio; reparar en las experiencias positivas de escucha mejora la percepción del beneficio con los audífonos. Esto se observó en el pretest-postest de los dos grupos, tanto en el registro diario de situaciones auditivas (EMA), como en los cuestionarios cumplimentados en la aplicación, y especialmente en el COSI, en el que se registró una relación estadísticamente significativa entre el grado de cambio a mejor en las situaciones auditivas y el número de veces que se clicó el icono sonriente en la aplicación. Es decir, los participantes que registraron más situaciones auditivas positivas tenían mejores puntuaciones en la escala COSI en lo relativo al cambio experimentado, respecto al grupo de control. Otro de los resultados esclarecedores de este estudio se relaciona con la entrevista semiestructurada final. El grupo de control habló del experimento en sí mismo, de la aplicación móvil, de los cuestionarios o las indicaciones, pero ninguno de ellos hizo mención alguna a los audífonos adaptados. Sin embargo, la mayor parte de los integrantes del grupo experimental, reportaron las experiencias positivas que habían tenido con los audífonos. Todo parece indicar que el hecho de tener que reparar en las experiencias positivas y reportarlas, mejora la percepción general del beneficio. Hay que reparar en el «efecto dominó» de esta práctica: es más probable que aquellos pacientes que están contentos con sus audífonos y los recomienden. Este enfoque de colaboración, en el que el audiólogo acompaña y anima al paciente a reflexionar sobre el beneficio concreto que le aportan las prótesis auditivas en diferentes situaciones parece erigirse como herramienta fundamental para mejorar su adaptación, su aceptación y el reconocimiento de que los audífonos se han convertido en una ayuda eficaz para su vida. Es importante señalar que simplemente escribir estas experiencias en un papel no parece tener el mismo efecto que compartirlas, bien presencialmente con el audiólogo o bien a través de la aplicación móvil (Lambert et al. 2012). Los autores reparan también en el «efecto dominó» que esta práctica puede aportar: es más probable que aquellos pacientes que están contentos con sus audífonos y que verbalizan sus experiencias positivas los recomienden a sus familiares y amigos, que aquellos que no lo están o que no hablan de ello. Considerando, por supuesto, las limitaciones de este estudio y la dificultad para extrapolar los resultados a todos los pacientes con hipocusia, sus conclusiones apoyan una idea que ya muchos otros autores habían avanzado previamente; nuestro trabajo como audiólogos y, concretamente, el beneficio que nuestros pacientes perciben está condicionado por factores «no audiológicos» de incuestionable importancia que tenemos que analizar, cuidar y revisar periódicamente. Cada centro auditivo puede buscar la herramienta más adecuada a sus circunstancias e idiosincrasia, pero la excelencia de nuestro trabajo, incluso ante otros potenciales usuarios, depende también de ello. Nuestro trabajo como audiólogos y el beneficio que nuestros pacientes perciben está condicionado por factores «no audiológicos» que tenemos que analizar, cuidar y revisar periódicamente. Referencias bibliográficas Dina Lelic, Daniel Parker, Petra Herrlin, Florian Wolters&KarolinaSmeds (2024) Focusing on positive listening experiences improves hearing aid out comesInexperienced hearing aidusers, International Journal of Audiology, 63:6, 420-430, DOI:10.1080/14992027.2023.2190006https://doi.org/10.1080/14992027.2023.2190006 Myriam GonzálezAudiólogo / Audioprotesista CV Autor Licenciada en Pedagogía y Máster de Logopedia.Técnico Superior en Audiología Protésica.Especializada en Audiología Infantil y Evaluación de los trastornos del PAC en RV Alfa Centros Auditivos.Docente en el Máster de Audiología de la Universidad Europea Miguel de Cervantes.

Doce razones para no esperar a usar audífonos si ya tienes pérdida auditiva

Aunque muchos especialistas de la salud recomiendan esperar antes de usar audífonos en casos de hipoacusia leve o moderada, la evidencia científica demuestra que esta decisión puede tener efectos muy negativos a medio plazo. Según diversas investigaciones, no tratar la pérdida auditiva a tiempo aumenta el riesgo de deterioro cognitivo y de aislamiento social. Las personas que presentan hipoacusia leve o moderada buscan la opinión de un especialista para valorar la necesidad de audífonos al detectarse el problema. No es infrecuente que en estos casos algunos profesionales formulen recomendaciones como «puedes esperar mientras te manejes», sugiriendo que, si la persona puede continuar con su vida cotidiana sin grandes dificultades, no es necesario el uso de audífonos de inmediato. Aunque estas palabras pueden parecer tranquilizadoras y probablemente reflejan el conocimiento del especialista sobre la reticencia de los pacientes a adaptarse audífonos debido al estigma asociado o a los aspectos económicos, la evidencia científica muestra que retrasar el uso de audífonos conlleva consecuencias negativas. El presente artículo recuerda los motivos principales por los cuales no es recomendable mantener una situación de privación auditiva en pacientes con hipoacusia leve o moderada. Estos pacientes, a menudo, presentan mayor incertidumbre sobre el momento adecuado para comenzar a usar audífonos y los profesionales de la salud muestran menos consistencia en sus recomendaciones, encontrando que al 28% de los pacientes se les indica no hacer nada cuando acuden al especialista buscando soluciones a su hipoacusia (Eurotrack, 2023). En estas líneas, vamos a analizar las consecuencias sociales de la privación auditiva, su impacto en el procesamiento auditivo y la neuroplasticidad, así como su influencia en el pronóstico a futuro del uso de dispositivos auditivos. Según el informe Eurotrack 2023, al 28% de los pacientes con hipoacusia leve o moderada no se les recomienda la adaptación cuando acuden al especialista. La deprivación auditiva, causada por la falta o deficiente estimulación sonora durante un período prolongado, tiene consecuencias notables en el procesamiento auditivo y la neuroplasticidad cerebral: «Más allá del impedimento obvio para la comunicación hablada, nos hemos dado cuenta de que también hay efectos ocultos de la pérdida auditiva que pueden tener consecuencias significativas tanto para la función cognitiva como para la integridad neuronal» (Wingfield&Peelle, 2012). La primera de las consecuencias es la degradación de la vía auditiva central (Simon et al, 2020). El cerebro depende de la estimulación auditiva constante para mantener la actividad de la vía auditiva. La deprivación auditiva conlleva degeneración en la actividad neuronal en la corteza auditiva, afectando a la capacidad del cerebro para interpretar los sonidos de manera eficiente. Este fenómeno puede resultar en el deterioro de las vías auditivas centrales, dificultando el procesamiento efectivo de los sonidos incluso cuando estos son introducidos al adaptar audífonos años más tarde. La deficiente estimulación auditiva causada por la hipoacusia genera también alteraciones en la plasticidad neuronal, es decir, en la capacidad natural del cerebro para adaptarse a cambios en el entorno. Cuando el cerebro no recibe la estimulación auditiva adecuada, su capacidad para reorganizarse y adaptarse al procesamiento de sonidos amplificados disminuye. Esto puede hacer que las personas que comienzan a usar audífonos tarde tengan mayores dificultades para adaptarse a los sonidos amplificados, debido a la deficiente estimulación previa durante el período con hipoacusia sin adaptar. La deprivación auditiva conlleva degeneración en la actividad neuronal en la corteza auditiva, afectando a la capacidad del cerebro para interpretar los sonidos. La tercera consecuencia, en términos de procesamiento y neuroplasticidad, afecta a la capacidad de resolución temporal y espacial. La capacidad de resolución temporal, entendida como la habilidad del cerebro para procesar cambios rápidos en los estímulos auditivos, así como la resolución espacial, que se refiere a la capacidad para localizar sonidos en el espacio, se ve comprometida en casos de hipoacusia no tratada. Numerosas investigaciones han demostrado que los individuos con pérdida auditiva prolongada presentan una disminución en estas capacidades, lo que impacta negativamente en su habilidad para discriminar entre sonidos rápidos y para identificar su ubicación en el entorno. Esto incide directamente en la capacidad para mantener conversaciones cruzadas o en ambientes ruidosos que requieren un procesamiento auditivo preciso, generando aislamiento en dichas situaciones. Otro efecto negativo es el aumento en la carga cognitiva por la falta de información auditiva. Ante la pérdida parcial de información auditiva el cerebro emplea más recursos cognitivos para interpretar el sonido, lo que resulta en una mayor carga mental y fatiga auditiva. Este esfuerzo adicional para comprender conversaciones en entornos ruidosos o seguir el habla rápida puede afectar a la capacidad de atención y concentración, contribuyendo a la fatiga general de la persona. Este efecto se denomina «esfuerzo cognitivo», definido por Pelle (2018) como «la demanda cognitiva para interpretar señales auditivas en condiciones subóptimas», y se manifiesta en términos de cambios cerebrales y efectos en el comportamiento del individuo. Siguiendo en esta línea, la hipoacusia no tratada puede generar una reorganización cortical significativa en el cerebro. ¿Esto qué significa? La ausencia prolongada de estímulos auditivos provoca cambios en las áreas cerebrales asociadas con la audición, como el córtex auditivo, que pueden experimentar una reducción en su actividad y densidad de materia gris. Este fenómeno lleva a una reasignación de funciones, en la que regiones del cerebro que normalmente procesan información auditiva pueden asumir roles en otras modalidades sensoriales, como la visión o el tacto. La reorganización cortical refleja la capacidad del cerebro para adaptarse a la falta de estímulos auditivos. Al respecto, Sharma & Campbell en sus estudios destacan que, aunque esta reorganización puede permitir cierta compensación, también puede complicar la rehabilitación auditiva. Sharma sugiere que las intervenciones tempranas y adecuadas, como el uso de audífonos y las terapias auditivas, son cruciales para mitigar los efectos negativos de la hipoacusia no tratada y facilitan una recuperación más efectiva del procesamiento auditivo. Por último, son numerosos los estudios que demuestran el vínculo entre la pérdida auditiva no tratada a largo plazo y el mayor riesgo de deterioro cognitivo y demencia. Las personas con pérdida auditiva presentan una probabilidad mayor de desarrollar deterioro cognitivo y demencia en comparación con aquellos de audición normal, debido a que la hipoacusia no tratada fomenta el aislamiento social y reduce la estimulación mental, factores que pueden aumentar el riesgo de deterioro cognitivo.  Ante la pérdida parcial de información auditiva el cerebro emplea más recursos cognitivos para interpretar el sonido, lo que provoca mayor fatiga auditiva. Pero, ¿qué observamos si ponemos el foco en el aspecto social y en la calidad de vida de las personas? ¿Cuáles son los efectos de la hipoacusia no tratada? La hipoacusia no tratada tiene graves consecuencias en la calidad de vida de las personas afectadas repercutiendo no solo en su bienestar individual, sino también en su entorno social y familiar. Esta condición, que varía desde una pérdida auditiva leve hasta una severa, puede desencadenar efectos negativos que van más allá de la simple dificultad para escuchar, afectando significativamente a la vida cotidiana y emocional de quienes la padecen. Uno de los principales efectos de esta hipoacusia no tratada es el aislamiento social. La audición es fundamental para la comunicación eficaz y cuando esta se ve comprometida, las personas experimentan dificultades para seguir conversaciones, especialmente en entornos ruidosos o cuando hay varias personas hablando simultáneamente. Esta dificultad en la comunicación puede llevar a desconexión y exclusión, haciendo que las personas afectadas eviten situaciones sociales. La evidencia muestra que este aislamiento se convierte en un círculo vicioso, donde el individuo evita más interacciones sociales, lo que a su vez incrementa su aislamiento y soledad privándole de la estimulación necesaria para que su sistema auditivo responda eficazmente en dichas situaciones. La dificultad para comunicarse puede provocar tensiones en las relaciones, generando frustración tanto en el individuo con pérdida auditiva como en sus familiares. Lo anteriormente expuesto hace que, a menudo, el impacto emocional de la hipoacusia no tratada se manifieste en forma de depresión y ansiedad. Al no poder participar plenamente en las actividades cotidianas y en las interacciones sociales, las personas pueden sentirse frustradas y desanimadas. La falta de comunicación efectiva también puede llevar a malentendidos y conflictos interpersonales, lo que exacerba el estrés emocional. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), existe una clara correlación entre la pérdida auditiva no tratada y un aumento en los síntomas de depresión y ansiedad, debido a la frustración y al sentimiento de aislamiento social. Todo ello hace que la hipoacusia no tratada tenga repercusiones significativas en la calidad de vida de la persona, de los miembros de su familia y de sus allegados. La dificultad para comunicarse puede provocar tensiones en las relaciones familiares, generando frustración tanto en el individuo con pérdida auditiva como en sus seres queridos. Esto puede generar que los familiares tengan que realizar ajustes constantes para facilitar la comunicación, lo que puede llevar a una sobrecarga emocional y física. En casos extremos, esta situación puede afectar al equilibrio familiar y al bienestar general de los miembros del hogar, generando un ambiente de estrés y conflicto. El impacto negativo de la hipoacusia no tratada también influye en el entorno laboral. Compañeros de trabajo pueden verse en la necesidad de repetir información, de ajustarse a las limitaciones auditivas del individuo y enfrentarse a la frustración derivada de la comunicación deficiente. Esto afecta a la dinámica de trabajo, pues puede influir en la productividad y en el ambiente laboral en general. Las dificultades de comunicación en el trabajo pueden contribuir a una mayor carga de estrés tanto para el individuo con hipoacusia como para sus compañeros, generando un impacto negativo en el rendimiento y en las relaciones laborales. En resumen, la hipoacusia no tratada tiene un impacto muy importante en la vida de las personas afectadas y en sus entornos. La reducción en la calidad de vida debido a la dificultad para comunicarse, el aislamiento social, el aumento en la incidencia de problemas emocionales como la depresión y la ansiedad, y el estrés adicional sobre familiares y compañeros, son consecuencias significativas de esta condición. Por lo tanto, es crucial considerar la intervención temprana y el tratamiento adecuado lo antes posible para mitigar estos efectos y mejorar tanto el bienestar personal como el social de quienes padecen pérdida auditiva y su entorno. La reorganización cortical refleja la capacidad del cerebro para adaptarse a la falta de estímulos auditivos. Aunque una adaptación tardía de audífonos puede ofrecer mejoras en la audición, no siempre revierte completamente los efectos negativos ya establecidos. Es por ello importante abordar las consecuencias de una intervención tardía sobre el pronóstico futuro con audífonos. Las investigaciones muestran que aquellos que comienzan la rehabilitación auditiva de manera temprana tienden a experimentar una mejor aclimatación a los audífonos, tienen adaptaciones más eficientes y su satisfacción con el uso de estos dispositivos es mayor. Esto se debe a que el cerebro, al recibir estimulación auditiva constante, mantiene y refuerza sus conexiones neuronales, lo que facilita el procesamiento de sonidos amplificados. Por otro lado, la privación prolongada del sonido tiene consecuencias perjudiciales para la adaptación y rehabilitación posterior con audífonos. La falta de estimulación auditiva durante un período extenso como se ha indicado unas líneas más arriba, reduce la plasticidad neuronal, lo que hace que el cerebro sea menos flexible para adaptarse a los nuevos sonidos amplificados proporcionados por los audífonos. Esto significa que las personas que comienzan a usar audífonos trascurrido un largo período de privación auditiva pueden enfrentarse a mayores dificultades en la adaptación, ya que las áreas del cerebro responsables del procesamiento auditivo pueden haber experimentado una reorganización o una pérdida funcional significativa (Jerger). Si la intervención se retrasa demasiado, el impacto de la deprivación auditiva puede ser tan profundo que las mejoras posibles con los audífonos se vuelven más limitadas. En conclusión, cuanto antes se inicie el uso de audífonos en personas que han comenzado a experimentar pérdida auditiva, mayor será la probabilidad de preservar tanto su salud auditiva como cognitiva. Además, la prolongada privación auditiva puede afectar de manera considerable a la capacidad de adaptación a los audífonos en etapas posteriores, limitando su efectividad. Es responsabilidad de los profesionales de la salud informar adecuadamente a los pacientes sobre estos riesgos, así como comprender los efectos negativos que puede tener la actitud de «no me adaptaré mientras me maneje» en su tratamiento y calidad de vida. Una adaptación tardía de audífonos puede ofrecer mejoras en la audición, pero no siempre revierte los efectos negativos que ya se hayan producido. Referencias Sharma, A et al. (2014). Cross-modal re-organization in adults with early-stage hearingloss. PLoS ONE, 9(2), e90594. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0090594 Glick, H. A., & Sharma, A. (2020). Cortical neuroplasticity and cognitive function in early-stagemild-to-moderatehearingloss: Evidence of neurocognitive benefit from hearingaid use. Frontiers in Neuroscience, 14, 93. https://doi.org/10.3389/fnins.2020.0009Peelle, J. E. (2018). Listeningeffort: Howthe cognitive consequences of acoustic challenge are reflected in brain and behavior. Ear and Hearing, 39(2), 204–214. https://doi.org/10.1097/AUD.0000000000000494 Sonia BajoAudióloga / Audioprotesista CV Autor Técnico Superior en Audiología Protésica.Diplomada en Logopedia.Habilitación Tinnitus & Hyperacusis Therapy MC.Experta en Acúfenos e Hiperacusia, tratamiento TRT, en RV Alfa Centros Auditivos.Docente en el Máster de Audiología Universidad Europea Miguel de Cervantes.

El audífono como herramienta clave de la rehabilitación auditiva

Todos los que trabajamos en el sector de la Audiología protésica tenemos muy claro que nuestra labor requiere de una formación y preparación permanente, tanto en lo relativo a la evaluación audiológica como en lo que respecta a la elección, adaptación y programación de prótesis auditivas. La necesidad de una formación especializada y continua para optimizar nuestros protocolos de trabajo está fuera de duda. No obstante, cabe preguntarse, a tenor de la «trayectoria histórica» de nuestro sector, hasta qué punto el usuario final es realmente consciente de este esfuerzo continuo por mejorar. La conciencia colectiva de que nuestro trabajo exige excelencia en la formación para ser realmente competitivos y, sobre todo, para proporcionar una ayuda eficaz a nuestros pacientes, se ha extendido en la última década. Las opciones de formación se multiplican en diferentes formatos y los fabricantes de audífonos se esmeran en sus presentaciones de nuevos productos, invirtiendo además buena parte de su tiempo y de su personal en instruir a los audiólogos para obtener el mejor rendimiento posible de las nuevas plataformas. Con algunos años en la profesión, no es nada extraño escuchar al usuario novel, tras haber estrenado sus primeros audífonos, pronunciar frases del tipo «pues yo creía que esto era más fácil», o «creí que la cuestión era ponérselos y ya está». Suelen sorprenderse de lo completa que es la evaluación, de lo meticulosa que es la selección del audífono adecuado y de lo detallada y objetiva que es la programación de la prótesis. Lo mismo podría decirse de las explicaciones que acompañan a la adaptación, relativas a la progresión en el uso, a la limpieza y mantenimiento, o al funcionamiento de accesorios y aplicaciones. La excelencia en todos los procesos es el sustento elemental de la confianza del paciente y sentará las bases de una relación fiel y duradera. En mi opinión, la excelencia en todos los procesos es el sustento elemental de la confianza del paciente, lo que, a buen seguro, sentará las bases de una relación fiel y duradera. Solo la dedicación y la meticulosidad en los protocolos favorecerá un cambio de paradigma que coloque el foco un poco más en el especialista y un poco menos en el precio del producto. No cabe duda de que, a día de hoy, contamos con avances tecnológicos extraordinarios que en cierto modo hacen más fácil nuestro trabajo, aunque exigiéndonos, ineludiblemente, una continua actualización. Pero también es cierto que, aun teniendo a la tecnología de nuestro lado, el beneficio no será suficiente si no tenemos plena conciencia de lo que tenemos entre manos.  Nuestros pacientes de hace años lo saben. Muchos de ellos establecen relaciones muy duraderas con sus audiólogos, completamente seguros de que su especialista siempre tomará la decisión acertada. Son capaces de hacer cientos de kilómetros para asistir al gabinete auditivo teniendo otras opciones a la vuelta de la esquina, a veces con ofertas económicas mucho más tentadoras. Solo la dedicación y la meticulosidad en los protocolos favorecerá un cambio de paradigma que coloque el foco más en el especialista y menos en el precio del producto. No cabe duda de que esta fidelidad «incondicional» se va gestando con el tiempo. Sin embargo, no es el tiempo el agente exclusivo para cimentar la confianza; pensemos, por ejemplo, en un paciente que, tras el diagnóstico del especialista y la indicación de audífonos, transita por los diferentes gabinetes auditivos en busca de su centro «ideal». Pacientes con esta idiosincrasia nos visitan de vez en cuando. Este perfil de paciente «itinerante» engloba, no obstante, dos tipologías bien distintas.  La primera de ellas es la del paciente que solo se preocupa por el presupuesto y prolonga durante meses su periplo por los centros auditivos con el único objetivo de encontrar el mejor precio, sin importar demasiado otras consideraciones. En estos casos el audiólogo debe emplearse a fondo para poner en valor su metodología de trabajo y probablemente tenga que recurrir a un descuento «extra» para atraer su atención. Quizá tampoco así consiga ganarse la confianza del paciente, pero un gabinete auditivo que se preocupa por la calidad de su trabajo y apuesta por la fidelidad, no debería considerar a este «candidato» como un paciente-objetivo a cualquier coste, ya que quizá, con gran esfuerzo y una buena oferta pueda ganárselo una vez, pero difícilmente tendrá garantizada su confianza. Incluso puede ocurrir que, meses después de nuestra adaptación, acuda al gabinete con un presupuesto más ajustado de otro centro exigiendo descuentos adicionales. Pero, como se mencionó previamente, hay otra tipología de paciente «itinerante» para el que el precio del audífono es importante, pero no prioritario. Suele ser un paciente exigente y meticuloso que, a menudo, pone a prueba nuestros conocimientos de audiología y, sobre todo, de tecnología. Esta tipología prolifera cada vez más y nos obliga a elevar nuestros estándares de exigencia. Pero, si después de su exhaustiva evaluación, considera que nuestro nivel de conocimientos y nuestros recursos tecnológicos y de equipamiento responden a sus expectativas, con toda seguridad podremos contar con su plena confianza. De hecho, sus conocimientos sobre tecnología y, especialmente, sobre conectividad y dispositivos electrónicos, pueden igualar o incluso superar los nuestros, aunque eso no suele ser un obstáculo para que nos considere buenos audiólogos y nos confíe su audición. Incluso valorará positivamente reportarnos sus experiencias para que nos sirvan de aprendizaje en futuras adaptaciones. Así las cosas, parece claro que muchos de nuestros pacientes depositan su confianza en una dualidad de factores, una combinación equilibrada entre nuestra metodología de trabajo y el producto en sí. Para llegar a esa percepción «holística» del proceso de adaptación auditiva, han tenido que recorrer el camino hacia el cambio de paradigma mencionado anteriormente, fundamentado en la confianza de que un audífono correctamente seleccionado y adaptado es una herramienta clave de la que dispone el audiólogo para la rehabilitación auditiva, pero eso no la convierte en protagonista exclusiva del proceso. Nuestros pacientes «incondicionales» han tomado conciencia también de que la rehabilitación auditiva es mucho más compleja de lo que aparenta a simple vista y consta de varias fases interdependientes e imprescindibles para garantizar el éxito. Las fases de la rehabilitación auditiva podrían resumirse como sigue: a) En primer lugar, una exhaustiva anamnesis en la que se recojan todos los datos relevantes de la historia clínica del paciente y sus antecedentes, pero que conceda relevancia también a sus intereses personales, su estilo de vida y sus experiencias y preferencias, partiendo, mediante la atención personalizada y la escucha activa, de la absoluta convicción de que cada paciente es «único». b) A continuación, una detallada evaluación audiológica que se inicie con una exploración del oído externo y medio para continuar con el estudio auditivo completo, incluyendo pruebas tonales por vía aérea y ósea y pruebas verbales, todas ellas empleando técnicas de enmascaramiento adecuadas en caso necesario. Deben considerarse además pruebas complementarias de evidente valor pronóstico, como las pruebas de inteligibilidad en ruido. En el caso de que el paciente ya sea portador de audífonos, adaptados o no en nuestro centro, habrá que valorar su antigüedad, analizar su funcionamiento y evaluar su funcionalidad en silencio y en ruido. c) Como colofón de esta primera fase de la rehabilitación auditiva, habrá que detenerse a examinar todos los datos recopilados en el proceso de evaluación para transmitir al paciente con un lenguaje profesional, pero al mismo tiempo cercano y asequible, todas las conclusiones de nuestro estudio y nuestras recomendaciones. Es una fase fundamental en la construcción de la confianza duradera. Hay que dedicar tiempo a escuchar y responder a sus interrogantes, y asesorar desde el conocimiento y la experiencia, pero considerando también las preferencias personales. Si las preferencias del paciente no coinciden con nuestras recomendaciones, deberemos tratar de argumentar convenientemente nuestras elecciones y, a ser posible, buscar un «consenso funcional», en el que el audiólogo cuente con los elementos esenciales para conducir una adaptación exitosa y el paciente, por su parte, pueda sentirse conforme o satisfecho con su elección. Encontrar este equilibrio no siempre es fácil, pero puede ser un elemento clave para una rehabilitación exitosa. La selección de la prótesis auditiva debe estudiarse al detalle, considerando las diferentes opciones en lo relativo a plataformas y formatos, pero también los distintos tipos de auriculares, adaptadores y moldes, filtros o accesorios de conectividad. d) Llegados a este punto, la adaptación de la prótesis auditiva implica un detallado conocimiento del software de programación por parte del audiólogo que le permita rentabilizar todos los recursos disponibles en beneficio de la funcionalidad auditiva del paciente. A ello contribuirán sin duda las audiometrías in situ, los tests de retroalimentación y las pruebas en oído real con sonda microfónica (de ganancia, de oclusión, de transposición o compresión frecuencial, etc.), entre otros procedimientos. Asimismo, el audiólogo deberá conocer a priori el funcionamiento y las estrategias de vinculación de los diferentes accesorios de conectividad, la instalación y manejo de las aplicaciones móviles para control de los audífonos y la técnica de habilitación de los ajustes en remoto en caso de que el paciente lo requiera. Las pruebas a campo libre verbales en silencio y en ruido, con y sin audífono/s, nos aportan información muy valiosa acerca de la ganancia funcional. Para la construcción de una confianza duradera por parte del paciente en el audioprotesista hay que dedicar tiempo a escucharle, responder a sus dudas y asesorar desde el conocimiento y la experiencia, pero considerando también las preferencias personales. e) La instrucción al paciente sobre el uso, mantenimiento y limpieza de los audífonos debe estar también convenientemente protocolizada en función de cada tipo y formato. Esta instrucción tiene que incluir idealmente una parte práctica que englobe aspectos de manejo diario de la prótesis, como por ejemplo, su colocación y extracción, el cambio de las baterías o la utilización de la base de carga y la sustitución de los filtros. f) Pero la rehabilitación auditiva no termina aquí; a partir de este momento, se inicia el proceso de adaptación propiamente dicho, en el que el paciente debe aclimatarse a su particular nueva forma de oír y su cerebro, a una diferente y más completa forma de procesar la información auditiva. En este punto, diversos factores condicionan la evolución, pero nunca debe considerarse que el trabajo de rehabilitación haya concluido. Para muchos de nuestros nuevos usuarios, especialmente los de edad más avanzada o hipoacusias más complejas, el proceso de adaptación requiere de un programa complementario y dirigido de rehabilitación y entrenamiento, en el que se trabajan destrezas auditivas de primer orden para favorecer la habituación y mejorar la inteligibilidad, tales como la tolerancia a los sonidos, la discriminación de palabras frágiles o la comprensión en ruido, entre otras muchas. Este programa se estructurará en contendido y duración en base a las necesidades individuales, con evaluaciones periódicas de su eficacia. g) Finalmente, solo cabe añadir que el proceso de rehabilitación auditiva nunca termina. La mayoría de nuestros pacientes van a seguir necesitando nuestra atención a lo largo de sus vidas. Su hipoacusia no se cura y siempre demandarán nuestra disponibilidad y nuestro conocimiento para ofrecerles los nuevos productos o servicios a todos los niveles. Para muchos usuarios, especialmente los de edad más avanzada o hipoacusias más complejas, el proceso de adaptación requiere de un programa complementario y dirigido de rehabilitación y entrenamiento para favorecer la habituación y mejorar la inteligibilidad. Por esta razón, se hace absolutamente imprescindible confeccionar un protocolo de seguimiento que nos permita revisar periódicamente su caso y mantenerles informados acerca de todos aquellos recursos que se adecúen a sus necesidades y permitan mejorar su calidad auditiva. Visto esto, la rehabilitación auditiva es claramente mucho más que vender un audífono, siendo este sin duda su vehículo principal. Convencer de esto a un paciente en su primera visita no es tarea fácil, pero lo será mucho más si nos esforzamos por la calidad en el trabajo y gestionamos nuestros recursos y nuestro conocimiento con ese fin último. Hace años escuché a un directivo de una casa comercial una frase que me parece significativa. Decía que nosotros, los audiólogos, vendemos un producto que, en el fondo, casi nadie quiere comprar. Y es cierto, por mucho que hoy en día la tecnología pueda ponerlo algo más fácil. Si conservamos a nuestros pacientes es, en gran medida, porque sabemos transmitir al mismo tiempo la seguridad en el proceso y en el producto. Confiemos en que, gracias a la gran aceptación que está experimentando en los últimos tiempos la formación en audiología, se extienda cada vez más, frente a apreciaciones ya obsoletas, la idea de que la rehabilitación auditiva es mucho más que vender un audífono y colocarlo en la oreja. Myriam GonzálezAudióloga / Audioprotesista CV Autor Licenciada en Pedagogía y Máster de Logopedia.Técnico Superior en Audiología Protésica.Especializada en Audiología Infantil y Evaluación de los trastornos del PAC en RV Alfa Centros Auditivos.Docente en el Máster de Audiología de la Universidad Europea Miguel de Cervantes

Hiperacusia, tinnitus, misofonía y fonofobia (Segunda parte)

La relación entre misofonía, tinnitus, hiperacusia y fonofobia no está completamente establecida, existen algunas conexiones y superposiciones entre estos trastornos auditivos como síntomas y características. Sin embargo, es importante destacar que son trastornos distintos. En raras ocasiones, se presentan individualmente, siendo lo más frecuente, encontrar en la clínica la aparición simultánea de varios de estos problemas a la vez. Misofonía Misofonía (del griego μίσος mísos «aversión» y φωνή foné «sonido») «fuerte odio por el sonido» o sensibilidad selectiva al sonido, describe una actitud negativa al sonido repetido y periódico. El término misofonía fue propuesto por primera vez por Pawel Jastreboff y Margaret Jastreboffen 2003 para descubrir una reacción anormalmente fuerte que ocurre en respuesta a un sonido que es significativo para ese individuo. La misofonía junto a la fonofobia se engloba en la esfera psicológica, ya que la molestia dependerá de las experiencias previas del paciente con dicho sonido, normalmente de carácter negativo. El rango de emociones reportadas en la misofonía es muy amplio. Incluye el término fonofobia: miedo al sonido. La fonofobia es una forma específica de la misofonía que se produce concretamente por el pensamiento irracional del miedo a los sonidos y los daños que estos pueden provocar en el sistema auditivo, como aumentar los tinnitus si existen y/o causar dolor físico (algiacusia). La algiacusia, al igual que la hiperacusia, puede confundirse con el reclutamiento como anteriormente se ha descrito. La misofonía junto a la fonofobia se engloba en la esfera psicológica (trastorno neurológico), ya que la molestia dependerá de las experiencias previas del paciente con dicho sonido (normalmente de carácter negativo), el contexto del mismo o su propio perfil psicológico. La reacción de intensidad del paciente está determinada no tanto por las características físicas del sonido desencadenante, sino más bien por su perfil psicológico, el contexto y las interpretaciones cognitivas que el individuo hace sobre la fuente específica de los sonidos que influyen en la intensidad y la falta de control de sus reacciones (Brout et al., 2018). La investigación sugiere que la misofonía podría clasificarse como un trastorno discreto, ya que los síntomas se presentan en un patrón estable y consistente y los pacientes informan vías de desarrollo similares (Schroder et al., 2013; Jager et al., 2020). Una dificultad en la regulación de las emociones y la presencia de habilidad afectiva exacerban la gravedad de los síntomas y pueden afectar el funcionamiento laboral, escolar y social del individuo a largo plazo (Rosenthal et al., 2022).  Según Swedo et al., (2022), son sonidos cotidianos producidos por el cuerpo de otras personas como comer, sorber o masticar, o por ciertos objetos que generen ruidos o pitidos los que pueden desencadenar ansiedad y conductas agresivas en el paciente. La ansiedad, según algunos autores, es de las emociones más sentidas, mientras que para otros autores esta sería principalmente anticipatoria. El cuadro sintomático de los sujetos misofónicos incluye correlatos neurofisiológicos como sensación de presión en el pecho, cabeza, brazos y tensión muscular general, entre otros. Sin embargo, la gama de emociones que se pueden experimentar es muy amplia y los sujetos también reportan tristeza, pérdida de control y alienación (Jager et al., 2020). A menudo, las reacciones de irritación o disgusto se convierten rápidamente en ira o incluso en odio, que se dirige al individuo que lo produce y no al sonido, incluyendo a menudo la idea de daño (Schroder et al., 2013). El cuadro sintomático de los sujetos misofónicos también incluye correlatos neurofisiológicos como sensación de presión en el pecho, cabeza, brazos y tensión muscular general. En menor medida también se reporta aumento de la presión arterial y ritmo cardíaco, dificultad para respirar, sudoración y dolor físico (Edelstein et al., 2013). Los estímulos que provocan las reacciones descritas se denominan disparadores y pueden ser tanto auditivos como visuales. La masticación y la respiración nasal son los detonantes más comúnmente reportados; los desencadenantes visuales se informan solo ocasionalmente; mientras que los sonidos ambientales ocurren únicamente de manera secundaria en comparación con los desencadenantes auditivos y visuales (Jager et al., 2020). En estos casos se desaconseja diagnosticar misofonía en sujetos cuya elicitación es generada únicamente por sonidos ambientales, invitando a considerarla solo como una hipersensibilidad genérica a los sonidos.  El contexto social parece jugar un papel importante en la regulación de las reacciones misofónicas. Estos parecen volverse más extremos si los sonidos son producidos por personas importantes para el individuo (Edelstein et al., 2013). La misofonía se asocia a untrastorno obsesivo-compulsivo de la personalidad. Etiología La misofonía se describe inicialmente como una manifestación particular de los trastornos de ansiedad, los trastornos obsesivo-compulsivos (TOC) o una afección subyacente relacionada con la audición (Norris et al., 2022). Hasta la fecha, algunos autores sugieren la posibilidad de tratar la misofonía como un potencial trastorno psiquiátrico discreto, ya que tanto la manifestación sintomatológica como sus vías de desarrollo ocurren de acuerdo con un patrón estable y coherente (Schroder et al., 2013; Jager et al., 2020). Estos avances en el conocimiento del fenómeno se han visto favorecidos por las numerosas investigaciones sobre la etiología, aunque todavía estamos lejos de respuestas ciertas debido a la escasez de estudios experimentales (Rouw y Erfanian, 2018). Dado el creciente número de personas con misofonía, que a menudo se identifican a sí mismas como tales en los grupos de apoyo en línea, es imperativo que esta condición atraiga más atención entre los investigadores y los médicos. Algunos informes sugieren que los síntomas misofónicos pueden ser parte de otras afecciones como el síndrome de Tourette, el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), la ansiedad generalizada y el trastorno esquizotípico, lo que indica que ciertos casos de misofonía pueden atribuirse a un trastorno subyacente. También se han reportado síntomas misofónicos e hiperreactividad sensorial en niños con TOC y varios otros trastornos del desarrollo neurológico, como el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), los trastornos del espectro autista y el síndrome X frágil. El patrón de síntomas de la misofonía también comparte algunas características que se encuentran en otros trastornos de ansiedad y personalidad (Ferreira et al., 2013). Valoración clínica Según Schroder et al. (2013), actualmente sugirieron que la misofonía se clasificara como un trastorno psiquiátrico distinto, en lugar de solo un síntoma de otra afección neurológica o psiquiátrica, y que podría clasificarse dentro de los trastornos del espectro obsesivo-compulsivo. Sin embargo, subrayó que clasificar la misofonía como tal sería prematuro y se necesitan más estudios sobre el tema. Otros autores también propusieron seis criterios diagnósticos para la misofonía:   A) La presencia o anticipación de sonidos específicos producidos por otras personas provoca una reacción física impulsiva y aversiva, comenzando con irritación o disgusto y que instantáneamente se convierte en ira.B) Esta ira desencadena una profunda sensación de pérdida de autocontrol con arrebatos potenciales, pero raros, agresivos.C) El individuo reconoce que la ira o repulsión es excesiva, irrazonable o desproporcionada a las circunstancias o factor estresante.D) El individuo tiende a evitar la situación misofónica o, si no tiene éxito, permanece en la situación con intensa incomodidad, ira o repulsión.E) La ira, aversión o evitación del individuo causa angustia o interferencia significativas en su vida.F) La ira, la aversión o la evitación del individuo no se explican mejor por otro trastorno, como el trastorno obsesivo-compulsivo o el trastorno de estrés postraumático. Tabla 1. Criterios diagnósticos para la misofonía (Schroder et al., 2013) Para algunos pacientes, el inicio de los síntomas parece estar relacionado con la sensación de disgusto al escuchar la masticación de los miembros de la familia durante la infancia, lo que resultaría en un proceso de condicionamiento después de la exposición repetida a estos eventos que lleva a manifestaciones misofónicas o conductas de evitación. Los síntomas pueden presentarse simultáneamente con trastornos neurológicos, de salud mental y especialidades médicas diferentes. Ciertas condiciones pueden ser descartadas a través de análisis de sangre y otras pruebas médicas como las genéticas. Muchos trastornos tienen como base la alteración de genes, «trastornos epigenéticos», donde los genes pueden activarse o desactivarse a través del medio ambiente. Las pruebas genéticas pueden parecer precisas, pero no se debe tomar como un resultado definitivo. Por último, la neurociencia puede presentarnos diferencias cerebrales y otras pruebas neuronales y fisiológicas, que ayudan con el diagnóstico. Sin embargo, esta es una transición extremadamente lenta y aún no se refleja en el DSM-5 o ICD-11 (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales- Asociación Americana de Psiquiatría y Clasificación Internacional de Enfermedades - Organización Mundial de la Salud), por lo que se tiene que encontrar con un diagnóstico diferencial: el proceso de distinguir las condiciones en las que los síntomas se superponen (Vitoratou et al., 2023) (Rosenthal et al., 2021). Para algunos pacientes, el inicio de los síntomas parece estar relacionado con la sensación de disgusto al escuchar la masticación de los miembros de la familia durante la infancia, lo que resultaría en un proceso de condicionamiento. Resultados El paciente puede sufrir misofonía por un trastorno neurológico de base, por experiencias negativas vividas con determinados sonidos, por estímulos auditivos malinterpretados por el sistema límbico o por un posible trastorno obsesivo-compulsivo de la personalidad por no saber controlar los impulsos sonoros. Los principales síntomas que podemos observar son reacciones específicas (ira, ansiedad, pánico), desarrollo de un trastorno neurológico asociado a los sonidos, aislamiento, o en casos graves, reacciones y comportamientos violentos hacia el foco sonoro (objetos, animales o personas). No hay cura para la misofonía, pero los tratamientos actuales tienen un enfoque más psicológico para tratar de disminuir los síntomas del paciente. La hiperacusia tiene sus causas más centradas en otras enfermedades de origen como la enfermedad de Lyme, enfermedad de Ménière, síndrome de Williams y capítulos traumáticosfísicos como contusión cerebral, exposición prolongada a volúmenes altos de sonido, impactos sonoros (explosión) o lesiones por cirugía del oído, entre otros. Todas estas causas dan lugar a que el paciente en la clínica refiera dolor de oídos, plenitud ótica, malestar, ansiedad o incluso en casos graves, ataques de pánico. El tinnitus es la patología más común que podemos encontrar en la clínica diariamente debido a la pérdida de audición, infección, problemas cardiovasculares, tumores cerebrales o de oído interno, estrés o bruxismo, entre otras. El paciente indicará principalmente que nota zumbidos en los oídos de características personales (rugidos, chasquidos, murmullo intermitente o constante, uni o bilateral, etc.). El tratamiento para el tinnitus es el más eficaz de todas las patologías mediante ayudas auditivas, generadores de ruido y terapia TRT, además de incluir una dieta baja en sal y un programa de actividades lúdicas en el día a día del paciente. Por último, la fonofobia tiene sus causas principales en conductas negativas aprendidas, malas experiencias o una función cerebral alterada. Los síntomas físicos del paciente en la clínica diaria son los propios de las fobias, acompañados de otros psicológicos y conductuales. Los tratamientos más efectivos y utilizados actualmente son la relajación y la terapia de conducta.  La misofonía se asocia a un trastorno obsesivo-compulsivo de la personalidad. En las siguientes tablas se indican las causas, síntomas y tratamientos de cada uno de los términos revisados:  Tabla 2 Causas de cada una de las patologías. Elaboración propia. MISOFONÍA*HIPERACUSIATINNITUSFONOFOBIA• Trastorno neurológico de base. • Experiencias negativas vividas con determinados sonidos. • Malinterpretación de los estímulos auditivos. • Posible asociación a un trastorno obsesivo-compulsivo de la personalidad.• Exposición a altos niveles de decibelios durante un tiempo prolongado. • Exposición violenta a altos niveles de decibelios en un tiempo corto (disparo arma de fuego). • Contusión cerebral. • Enfermedad de Lyme. • Enfermedad de Ménière. • Acúfenos. • Lesión por cirugía del oído. • Trastornos de la articulación temporomandibular. • Dehiscencia del conducto semicircular superior del oído interno. • Parálisis facial periférica.• Migraña. • Síndrome de Williams. • Depresión • Pérdida de audición.• Pérdida de audición inducida por ruido. • Infecciones del oído. • Enfermedades del corazón o de los vasos sanguíneos. • Enfermedad de Ménière. • Tumores (cerebrales, oído interno). • Estrés emocional. • Lesión cerebral traumática. • Cerumen excesivo. • Causado por varias partes del cerebro, y no solo aquellas que se encargan de la audición. • Medicaciones(que contienen quinina y quinidina). • Trastorno neurosensorial (percepción distorsionada de las señales sonoras).  • Bruxismo o trastornos temporomandibulares. • Disfunción de la trompa de Eustaquio.•Experiencias negativas. • Genética y conducta aprendida. • Función cerebral.*Lo cierto es que las causas verdaderas de esta afectación siguen siendo un misterio, aunque se han postulado algunas hipótesis como las antes mencionadas. No hay cura para la misofonía, pero los tratamientos actuales tienen un enfoque más psicológico para tratar de disminuir los síntomas del paciente. Tabla 3 Síntomas de cada una de las patologías. Elaboración propia. MISOFONÍA*HIPERACUSIATINNITUSFONOFOBIA• Desarrollo de trastorno neurológico asociado a los sonidos. • Reacciones específicas de cadapersona (desde ira, ansiedad o pánico). • Aislamiento progresivo para evitar cualquier tipo de sonido incómodo o intolerante para ellos. • En casos más graves, el paciente puede manifestar comportamientos violentos hacia los demás, hacia animales o hacia objetos involucrados con dichos sonidos.• Dolor de oído.  Sensación de tener cuerpos extraños dentro de los oídos. • Ataques de pánico.• Ansiedad protagonizada por episodios de llanto difícilesde justificar. • Acúfenos (percepción de sonidos generados dentro del oído del paciente). • Mareos y vértigo (hiperacusia vestibular) cuando se perciben sonidos desagradables. • Malestar. • Distorsiones e intolerancia general a muchos sonidos que no afectan a la mayoría de las personas. • Comportamiento de evitación de situaciones sonoras y sociales.• Zumbido en los oídos sin existencia de una fuente de sonido externa. • Rugidos. • Chasquidos. • Siseos. • Campanilleos. • Murmullos. • Sonido subjetivo. • Sonido persistente o intermitente. • Ronroneo. • Sonido de ruido blanco. • Grillos. • Sonido pulsátil. • Enfermedad de Wernicke.• Síntomas habituales de las fobias como son: — Síntomas físicos: sudoración, respiración anormal, aceleración del latido del corazón, temblores, escalofríos, dolor en el pecho, sequedad de boca, mareos, dolor de cabeza, etc. — Síntomas psicológicos: pensamientos distorsionados respecto a la situación o estímulo.   — Síntomas conductuales: evitación de la situación o estímulo temido. Tabla 4 Tratamientos para cada una de las patologías. Elaboración propia. MISOFONÍA*HIPERACUSIATINNITUSFONOFOBIA• La misofonía no tiene cura. Desde un enfoque psicológico suele acudirse a un tratamiento cognitivo-conductual para tratar los síntomas derivados del trastorno, así como los posibles pensamientos disfuncionales asociados al mismo.El objetivo es que la persona afronte sus miedos y pueda, además, desahogarse durante las terapias. Los profesionales de la medicina más apropiados para atender estos casos son los psiquiatras y neurólogos. Como las opciones terapéuticas distintas a la terapia mental son escasas, el enfoque cognitivo-conductual suele aportar mayores beneficios.• Restablecer la tolerancia del oído frente a los sonidos (terapias como por ejemplo T. Ruido de banda ancha y ruido rosa o T. Reentrenamiento para acúfenos) •Antiinflamatorios esteroideos. • Medidas preventivas como no exponerse a altos niveles de ruido. • Cesar la toma de cualquier medicamento en caso de sentir sensibilidad elevada a los sonidos. • Reducir el estrés y mejorar la calidad del sueño.• Adaptación de prótesis auditivas (en caso de pérdidas auditivas, momentos de estrés, con funciones de sonido y música). • Ocupación de la mente en tareas agradables para el paciente. • Convivencia con el propio tinnitus asimilándolo. • Dieta baja en sal y eliminar comida precocinada. • Terapia sonora secuencial (TSS) • Terapia de reentrenamiento auditivo (TRT).• Terapia de conducta (exposición progresiva a los estímulos fóbicos, entrenamiento en técnicas de manejo de ansiedad y reestructuración cognitiva orientada a combatir las ideas catastróficas), en ocasiones combinado con tratamiento psicofarmacológico. • Hipnosis clínica unida a la relajación. Conclusiones Las causas de la misofonía, hiperacusia, tinnitus y fonofobia son muchas y algunas comunes entre sí, por ello, es importante analizar lo que el paciente nos describe en la clínica y preguntarle sus sensaciones, síntomas, dolencias, qué cree que le produce los síntomas que siente. Escuchar al paciente es la clave. En clínica, es más común encontrar pacientes que sufran un cuadro clínico de varias patologías (tinnitus + misofonía, por ejemplo) que por sí solas, por lo que hay que prestar especial atención a sus explicaciones. Destacar que, mientras la hiperacusia y el tinnitus son afectaciones de funcionamiento del sistema auditivo que pueden ser tratadas, existe la posibilidad de desarrollar otras enfermedades secundarias a nivel de trastornos de conducta si el paciente no es correctamente tratado y escuchado. En este caso pasaríamos a otro nivel de tratamiento más psicológico para ayudar al afectado a sobrellevar la situación y no generar grados más altos de dolencias. El trabajo multidisciplinar es esencial para ayudar al paciente. Las causas de la misofonía, hiperacusia, tinnitus y fonofobia son muchas y algunas comunes entre sí. Por último, podemos clasificar la misofonía como un síndrome; hiperacusia y tinnitus como trastornos auditivos relacionados con patologías del sistema nervioso central (SNC); y la fonofobia como una enfermedad englobada en la esfera psicológica. En clínica, es más común encontrar pacientes que sufran un cuadro clínico de varias de estas patologías, que una por sí sola, por lo que hay que prestar especial atención a las explicaciones que aporten. Referencias bibliográficas American Psychiatric Association. (2013). Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, 5th Edition: American Psychiatric Publishing. Angulo, A., Brocal, F., Feijoo, S., Harguindey, A., Roselló, L., Salobral, S., y otros. (2018). Audiología: Teoría y práctica. Madrid, España: Egea Ediciones. Baguley, D. M., Cope T. E., McFerran D. J. (2016). 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La importancia de la atención centrada en la familia

El término «discapacidad de terceros» («Third – Party Disability») hace referencia a las dificultades que enfrentan los familiares o personas cercanas a alguien con una discapacidad debido a la condición de salud de esa persona. Dicha «discapacidad» fue identificada por la OMS y propuesta como un camino de estudio en 2001. Los problemas auditivos son la discapacidad de comunicación más común en las personas mayores. El amplio impacto de la pérdida de audición total o severa significa que no solo la persona con discapacidad experimenta las consecuencias, sino también los miembros de su familia. Estos las sufren en forma de aislamiento social y dificultades de comunicación en el núcleo doméstico. Suelen surgir sentimientos de frustración debido a la necesidad constante de repetir información. En este ámbito íntimo, aumentan los niveles de estrés, al tener que adaptarse a nuevas formas de comunicación. Todo esto puede llevar a que sea necesario hacer cambios en la dinámica familiar, requiriendo ajustes en actividades y conversaciones. Igualmente, pueden surgir problemas en las relaciones, con posibles malentendidos y tensiones, y una carga emocional significativa por la preocupación sobre el bienestar del familiar con discapacidad auditiva. En los últimos años, ha surgido este enfoque de «atención centrada en la familia» aplicado a los mayores en el ámbito de la salud, con resultados significativos tanto en la efectividad de los tratamientos, como en los índices de adherencia a los mismos. Los profesionales del sector somos conscientes del impacto emocional con el que llegan los familiares a la consulta, especialmente cuando la situación lleva instaurada largo tiempo. El concepto de «atención centrada en la familia» comenzó a ganar reconocimiento en el campo de la salud a partir de las décadas de 1980 y 1990. Este enfoque tuvo su origen en la atención pediátrica y la medicina de familia, donde se reconoció que involucrar a la familia en el cuidado del paciente podía mejorar los resultados de la intervención y el bienestar general. En los últimos años, ha surgido este enfoque de «atención centrada en la familia» aplicado a los mayores en el ámbito de la salud, con resultados significativos tanto en la efectividad de los tratamientos como en los índices de adherencia a los mismos. No es sorprendente, por lo tanto, que numerosos estudios en Audiología hayan concluido que los adultos mayores con discapacidad auditiva tienen más probabilidades de conseguir resultados satisfactorios con el uso de audífonos cuando se involucra activamente a la familia en el proceso. Cuando en audiología se utiliza un enfoque centrado en la familia, el audiólogo considera las necesidades del individuo, así como la de sus allegados. Estudios sobre la implementación de este enfoque documentan mejoras en múltiples aspectos (Dunst et al., 2007) incluidos el estado general del paciente, el comportamiento, la funcionalidad familiar y la autoeficiencia, y el acceso a los servicios de intervención y ayuda.  Tan solo un 27% de los familiares del paciente acude a las citas audiológicas y la participación de estos en las consultas es muy limitada, alrededor del 13%. A pesar de estas evidencias, los estudios (Ekberg et al., 2015, Preminger et al., 2012) demuestran que la asistencia de familiares a las citas audiológicas es baja (27%) y la participación de estos en las consultas, muy limitada (13%).  El análisis de estos encuentros muestra que los audiólogos solemos dirigir las preguntas al paciente sin alentar a la familia cuando quería participar. Esta actitud puede deberse, en parte, al esfuerzo del profesional por establecer una comunicación efectiva con el paciente, evitando subestimarlo cuando puedan existir dificultades en la comunicación. Al mismo tiempo, el audiólogo también busca que el paciente se sienta escuchado y comprendido, asegurándose de que no perciba que alguien está hablando por él. A menudo, notamos que, ante preguntas dirigidas al paciente, los miembros de la familia quieren contribuir respondiendo ellos. Considerando la importancia de la intervención activa de la familia en el proceso, los audiólogos debemos diseñar estrategias que fomenten la comunicación con los familiares. En este sentido, no solo es crucial la actitud del profesional auditivo, sino también la filosofía general de la organización en cuanto a la importancia de este aspecto y los costos asociados a implementar estas prácticas. Meyer et al proponen promover activamente la participación de la familia. Esto implica expresar a los familiares la importancia de su presencia y animarlos a acompañar al paciente en las siguientes citas. La anamnesis representa un momento crucial en el que los acompañantes pueden percibir la relevancia de su intervención o, por el contrario, sentir que su presencia no es necesaria si no se les alienta a participar activamente. Resaltar su papel se convierte en un nuevo objetivo. Involucrar a la familia durante la anamnesis permite obtener una perspectiva diferente de lo que realmente está sucediendo, especialmente en aquellos casos de personas mayores que no son plenamente conscientes de su discapacidad o no la reconocen. Promover una «comprensión compartida» de la situación es importante. No es inusual que la percepción del alcance del problema sea diferente entre ambos. No solo el paciente tiene problemas para escuchar a su familia, sino que su familia también se siente frustrada cuando no puede comunicarse con él. Se han identificado cuatro roles que los audiólogos pueden fomentar en los acompañantes durante el proceso de rehabilitación auditiva de su familiar: — En primer lugar, la participación de la familia en la toma de decisiones es fundamental. La familia proporciona información relevante que permite al audiólogo comprender mejor la intervención que se debe realizar. Asimismo, su implicación en la toma de decisiones es crucial para que compartan el proceso de rehabilitación y brinden apoyo a la persona con dificultades auditivas, generando así un esfuerzo conjunto para mejorar la situación familiar. Establecer unidos los objetivos del COSI (Client-Oriented Scale of Improvement) permitirá que todos se involucren también en su consecución. — En segundo lugar, los beneficios de que un miembro de la familia esté presente durante las citas para ayudar a comprender y recordar la información relevante proporcionada son incuestionables. Este aspecto es fundamental. Al igual que la familia puede apoyar el proceso de rehabilitación auditiva, también puede ser una fuente principal de rechazo al proceso si está poco informada o no tiene expectativas realistas sobre los resultados que se pueden obtener. ¿Cuántos pacientes han acudido a nuestras consultas decepcionados por el resultado de sus audífonos, después de que se les haya dicho en su ámbito familiar «no llevas los audífonos» cuando no han entendido un mensaje por algún motivo? La presencia de los miembros de la familia permite que comprendan conjuntamente las ventajas de cada opción, como audífonos, accesorios y estrategias de comunicación, haciéndose conscientes de las necesidades y posibilidades reales de solución. — En tercer lugar, la familia debe ser parte de la solución. Los audiólogos debemos ser capaces de hacer que los familiares se sientan protagonistas en el proceso. Es esencial educar tanto al paciente como a la familia en estrategias de comunicación; deben aprender a hablarse desde la misma habitación, a llamar la atención del paciente antes de comenzar a hablarle y a promover comunicaciones con buena luminosidad y de frente. Involucrar a la familia durante la anamnesis permite obtener una perspectiva diferente de lo que realmente está sucediendo, especialmente en el caso de personas mayores que no son conscientes de su discapacidad o no la reconocen. En este contexto, hay un aspecto crucial en el que, en algunos casos, la familia será determinante: al acudir a las citas con su familiar, tendrán la oportunidad de aprender tareas como insertar correctamente los audífonos en el oído, cambiar las pilas o manejar el cargador, limpiar los dispositivos y comprobar su funcionamiento. Sabemos que realizar estas tareas, o incluso recordarlas, puede suponer un reto para algunos usuarios. Involucrar a sus allegados para que comprendan que puede ser necesario que ellos asuman esta responsabilidad es crucial para que su familia pueda beneficiarse plenamente de estas soluciones. — Por último, vivir una discapacidad auditiva es complejo y la cita de adaptación de unos audífonos es realmente un momento emotivo para algunos pacientes. Sentir el apoyo de un familiar en esa situación, no afrontarlo solo, facilita el momento. El proceso suele necesitar tres citas: inicial, de adaptación y de revisión. Idealmente, sería beneficioso que se involucrara a la familia para asistir a todas ellas. La participación de la familia en el proceso de rehabilitación debe ser considerada un medio esencial para facilitar el buen manejo de los audífonos, lo cual redunda en una mejora de los resultados y, por ende, en la satisfacción del paciente. Al involucrar a los miembros de la familia y hacerlos participar activamente en el programa de rehabilitación, el paciente se siente apoyado por su entorno familiar. La asistencia de la familia en el programa de rehabilitación incrementa significativamente las probabilidades de éxito. La familia debe ser parte de la solución y los audiólogos debemos ser capaces de hacer que los familiares se sientan protagonistas en el proceso. ¿Qué factores condicionan la participación familiar según Meyer et al.? — El enfoque del centro sobre la participación familiar. El papel del audiólogo, así como la filosofía al respecto del centro determinarán la relevancia que se da a la presencia de la familia en el proceso. Se puede tomar un papel activo, convocando a los familiares a las siguientes citas. Frases como «¿hay alguien que te pueda acompañar en la siguiente cita?» o «la siguiente cita es muy relevante y puede ser de ayuda que acuda alguien contigo», motivarán la participación. Sería pertinente realizar un análisis de la relación actual de nuestros centros con los familiares para evaluar posibles mejoras en esta interacción.  — Limitaciones de tiempo. Agendar citas disponibles que convengan a los miembros de una familia con varios integrantes puede suponer un gran reto. Por otro lado, la cantidad de tareas que es necesario realizar en las citas audiológicas deja a los audiólogos poco tiempo para dedicar a las familias y proporcionar la atención necesaria. Un enfoque centrado en la familia puede requerir citas más extensas, lo cual podría no ser siempre viable en términos de costo y recursos humanos. — Conceptos erróneos sobre la rehabilitación auditiva. La percepción errónea de que la presencia familiar no es necesaria, similar a otros contextos de salud como visitas al dentista u óptico, puede llevar a que los pacientes acudan a las consultas iniciales sin acompañantes. Esta falta de comprensión sobre la complejidad del proceso de rehabilitación auditiva puede impactar negativamente en la participación familiar. — Necesidades y prioridades no coincidentes entre los miembros de la familia. La familia puede ser impulsora del proceso o detractora: algunas pueden minimizar las dificultades, mientras que otras pueden observar problemas que el paciente no reconoce, afectando así a su participación en el proceso. — Dinámica familiar. Las distintas dinámicas familiares requieren enfoques personalizados por parte de los audiólogos para asegurar una intervención efectiva. Algunas familias pueden no desear participar activamente, mientras que otras pueden ejercer una influencia negativa al estar en de-sacuerdo con el proceso. Situaciones de tensión entre los miembros familiares también pueden influir en la manera en que se aborda y se promueve la participación familiar. El análisis del papel de la atención centrada en la familia en la rehabilitación audiológica de adultos con discapacidad auditiva destaca la necesidad fundamental de la participación familiar en nuestra práctica profesional. Al examinar los roles que pueden desempeñar las familias en el proceso de rehabilitación, se pone de manifiesto la importancia de su implicación, siendo protagonistas secundarios de las consecuencias de la discapacidad auditiva de su familiar.  Los estudios respaldan que la participación activa de la familia en el proceso no solo incrementa la satisfacción del paciente, sino que también mejora los resultados del tratamiento. A pesar de esta evidencia, la proporción de pacientes que acuden acompañados es baja y, cuando lo hacen, su participación es limitada. La participación de la familia en el proceso de rehabilitación debe ser considerada un medio esencial para el buen manejo de los audífonos, lo cual redunda en una mejora de los resultados. Como audiólogos, nuestro papel tiene que centrarse en desarrollar estrategias y protocolos que coloquen tanto al paciente como a la familia en el centro del proceso de rehabilitación. Referencias Ekberg K, Meyer C, Scarinci N, Grenness C, Hickson L. Family member involvement in audiology appointments with older people with hearing impairment. Int J Audiol. 2015 Feb; 54(2):70-6.  Bamm EL, Rosenbaum P. Family-centered theory: origins, development, barriers, and supports to implementation in rehabilitation medicine. ArchPhysMedRehabil. 2008 Aug; 89(8):1618-24. Sonia BajoAudióloga / Audioprotesista CV Autor Técnico Superior en Audiología ProtésicaDiplomada en Logopedia.Habilitación Tinnitus & Hyperacusis Therapy MC.Experta en Acúfenos e Hiperacusia, tratamiento TRT, en RV Alfa Centros Auditivos.Docente en el Máster de Audiología Universidad Europea Miguel de Cervantes.

Pérdida auditiva, un problema global

La OMS ha puesto el foco en la urgencia de abordar la pérdida de audición a través de un informe que revela que en el mundo hay más de 430 millones de afectados y con unas previsiones de crecimiento alarmantes. Es el momento de aportar soluciones efectivas para revertir las cifras y disfrutar de una mejor calidad de vida en la Tercera Edad. En 2021, la Organización Mundial de la Salud publicó el informe «World Report on Hearing» 1. El informe se publica con el propósito de destacar ante los gobiernos la carga que, a nivel global, ocasiona la pérdida de audición, así como para fomentar la promoción de soluciones dirigidas a abordar eficazmente este problema. Sus objetivos se estructuran en cuatro áreas específicas: — Establecer la pérdida de audición a lo largo de la vida como una prioridad de salud pública entre los responsables políticos; — Llamar la atención sobre las soluciones existentes para prevenir y rehabilitar la pérdida de audición, así como sobre los desafíos que plantea su prestación y acceso;  — Documentar las pruebas científicas y las experiencias de los países sobre los enfoques para crear servicios integrados de atención auditiva y otorrinolaringológica centrados en las personas, prestados a través de los sistemas nacionales de salud;  El informe revela que alrededor de 430 millones de personas en todo el mundo viven con discapacidad auditiva, indicando que más del 60% de los casos se debe a causas prevenibles. — Formular recomendaciones y establecer objetivos que estimulen la adopción de medidas a nivel nacional para mejorar el acceso a la atención de los oídos y la audición, mediante la integración de un conjunto de medidas agrupadas bajo el acrónimo «HEARING», «ESCUCHAR» en español. El acrónimo «ESCUCHAR», se forma a partir de las siguientes premisas: • Enfermedades del oído: prevenirlas y tratarlas.  • Soluciones de comunicación para cada condición. • Comunidad empoderada y participativa.  • Uso racional de los dispositivos de audio y reducción del ruido. • CHequeo auditivo a lo largo de la vida.  • Acceso a las tecnologías.  • Rehabilitación. El informe revela que alrededor de 430 millones de personas en todo el mundo viven con discapacidad auditiva, indicando que más del 60% de los casos se debe a causas prevenibles, al encontrarse el origen en factores como infecciones, lesiones, exposición a ruido excesivo y enfermedades crónicas. Prevé, de acuerdo a las tendencias demográficas y de población, una prevalencia alta y creciente de la pérdida auditiva en todo el mundo a lo largo de la vida. Calcula que el número de personas con pérdida auditiva puede aumentar más de 1,5 veces durante las próximas tres décadas y que para 2050, más de 700 millones de personas experimentarán un nivel moderado o alto de pérdida auditiva. La Organización Mundial de la Salud, enfatiza la evolución del indicador AVD, «Años Vividos con Discapacidad», atribuible a la pérdida auditiva.  La pérdida de audición asociada con el envejecimiento se posicionó como la tercera causa más significativa de AVD a nivel mundial y la principal razón para los adultos mayores de 70 años. El criterio AVD es una medida utilizada en epidemiología y salud pública que cuantifica el número de años de vida saludable perdidos debido a la discapacidad. Se calcula multiplicando el número de personas afectadas por una discapacidad por la duración promedio de esta. Esta métrica ayuda a evaluar el impacto de la discapacidad en la carga de enfermedad de una población y a priorizar intervenciones de salud pública. Con relación a la discapacidad auditiva, el informe arroja luz sobre la severidad del problema: la pérdida de audición asociada con el envejecimiento se posicionó como la tercera causa más significativa de AVD a nivel mundial y la principal razón para los adultos mayores de 70 años. Como dato relevante, la Organización Mundial de la Salud (OMS) remarca la evolución de estas cifras: en 2019, el número global de años vividos con discapacidad atribuible a la pérdida auditiva era de 43,5 revelando un aumento del 73% desde 1990. El informe analiza el impacto de la pérdida auditiva en dos ámbitos: el personal y el económico, estrechamente relacionados. El impacto de la pérdida auditiva en una persona está determinado no solo por la gravedad y el perfil de la pérdida, sino también, en gran medida, por si la pérdida auditiva se aborda mediante intervenciones clínicas o de rehabilitación efectivas, y el grado en que el entorno responde a las necesidades de la persona. Si no se trata, tiene un impacto negativo en muchos aspectos de la vida: comunicación, desarrollo del lenguaje y el habla en los niños, cognición, educación, empleo, salud mental y relaciones interpersonales. La pérdida auditiva puede causar baja autoestima, a menudo se asocia con el estigma y puede afectar significativamente a las familias y a los compañeros de comunicación de las personas que viven con la afección.  Desde el plano económico, la OMS indica que, a nivel mundial, la pérdida de audición no tratada supone un coste anual de más de 980.000 millones de dólares. Analizado desde el plano económico, la OMS indica que, a nivel mundial, la pérdida de audición no tratada supone un coste anual de más de 980.000 millones de dólares. Esto incluye los costes relacionados con la atención sanitaria, la educación, las pérdidas de productividad y los gastos sociales. El propio informe analiza y promueve medidas para mitigarlos, mediante el uso de intervenciones eficaces en función de los costos. «La audición es un componente clave de la capacidad intrínseca humana; es el sentido en el que más se confía para comunicarse y relacionarse con los demás. Cualquier disminución de la capacidad auditiva en cualquier momento del curso de la vida, si no se aborda de manera oportuna, puede afectar negativamente al funcionamiento diario. […] la pérdida auditiva no tratada genera impacto negativo en las personas afectadas, sus familias y la sociedad en su conjunto.». En resumen, el «World Report on Hearing» destaca la necesidad urgente de acciones a nivel global para prevenir la pérdida de audición, mejorar el acceso a servicios de salud auditiva y promover la inclusión de las personas con discapacidad auditiva en la sociedad. En referencia a esto, en 2023 se publicó el estudio «Eurotrak 2023 Spain»2, elaborado por la ANA, en colaboración con EHIMA (Asociación Europea de Fabricantes de Audífonos). Es un estudio de satisfacción sobre los problemas auditivos, realizado en personas usuarias y no usuarias de audífonos. Estos datos extraídos de Eurotrak pueden ser correlacionados con el estudio de la OMS. En especial, en este artículo, se va a prestar especial atención a datos relevantes para nuestra responsabilidad como audiólogos. Eurotrak recoge la opinión de los usuarios sobre el impacto del uso de audífonos en aspectos como: — Relaciones en el hogar.  — Capacidad general para comunicarse de manera más efectiva en la mayoría de las situaciones.  — Capacidad para participar en actividades grupales.  — Sensación de seguridad.  — Vida social.  — Confianza en sí mismo.  — Sentido de independencia.  — Sentimientos sobre sí mismo.  — Salud mental/emocional.  — Relaciones en el trabajo.  — Habilidad mental.  — Éxito en el trabajo.  — Salud física. El 96% de los propietarios de audífonos indicaron que sus audífonos mejoran su calidad de vida al menos en algún momento. Los resultados señalan una mejora significativa en todas estas áreas de suma relevancia para la calidad de vida del individuo y su autonomía. El 96% de los propietarios de audífonos indicaron que sus audífonos mejoran su calidad de vida al menos en algún momento. Este hecho también impacta en la vida de las personas cercanas: la situación mejora cuando la persona con pérdida auditiva comienza a usar audífonos. Eurotrak también analiza los posibles ahorros de costes sociales debidos al uso de audífonos. El 96% de los propietarios de audífonos que trabajan, afirman que su competitividad laboral mejora con el uso de audífonos. Reconocen que los audífonos aumentan las posibilidades de conseguir un ascenso, obtener el trabajo adecuado y mejorar su salario. Con relación a la salud, el estudio indica que las personas con discapacidad auditiva que son usuarios de audífonos tienen menor riesgo de estar deprimidos, en comparación con los no usuarios. Además, los propietarios de audífonos se sienten menos agotados por la noche y su calidad de sueño también parece mejorar. En el estudio de la OMS se señala que la pérdida auditiva no tratada puede ser responsable de más del 8% de los casos de demencia entre los adultos mayores, con una contribución de riesgo potencial ligeramente mayor en los países de ingresos altos, aumentando significativamente el riesgo relativo de deterioro. Los aspectos adversos asociados a la hipoacusia no tratada son claros y son la causa de la elaboración del informe, abordándose de forma recurrente en estudios y publicaciones. Llama la atención por ello algunos aspectos reflejados en Eurotrak 2023 Spain. En España, solo el 39% de las personas con pérdida auditiva autodeclarada se adapta audífonos. Analizando el camino que siguen los pacientes hasta la adaptación, se observa que el 79% de las personas con hipoacusia acuden al médico de cabecera o al ORL para asesoramiento sobre el tema. ¿Qué ocurre tras estas consultas? Médicos de medicina general: — Derivan al 65% de los pacientes al ORL. — Derivan a un 25% de los pacientes a centros audiológicos. — Recomiendan a un 18% la adaptación de audífonos. — Recomiendan no hacer nada al 8% de los pacientes que acuden a su consulta buscando asesoramiento sobre el abordaje de su hipoacusia. ORL: — Derivan a un 39% a centros audiológicos. — Recomiendan la adaptación de audífonos a un 40% de los pacientes. — Recomiendan no hacer nada al 28% de los pacientes que acuden a su consulta buscando respuestas sobre el abordaje de su hipoacusia. En el estudio de Alonso et al. 20233 sobre «Factores de adherencia o rechazo al uso de audífonos», los autores destacan el papel de los médicos y profesionales de la salud en la promoción de la adherencia al uso de audífonos, describiéndola como crucial. «Los estudios han demostrado que una mejor adherencia se asocia con consultas médicas más frecuentes y un seguimiento más estrecho por parte de los profesionales sanitarios. Proporcionar información detallada y un seguimiento regular aumenta la motivación de los pacientes para buscar información, probar los dispositivos y, en última instancia, utilizarlos».  Abdellaoui et al. encontraron que un tercio de los pacientes con pérdida auditiva relacionada con la edad no completaron el seguimiento de su prescripción de audífonos con los servicios de otorrinolaringología, citando razones como limitaciones económicas o falta de motivación. Alonso et al. destacan que, a la hora de proporcionar recomendaciones, los médicos deben tener en cuenta la motivación de los pacientes, su entorno inmediato, su conocimiento sobre su discapacidad y sus ingresos, ya que estos factores influyen en su decisión, así como en sus criterios de elección de dispositivo y posteriores compras. Los otorrinolaringólogos desempeñan un papel muy importante, ya que prescriben el uso de audífonos y sirven como evaluadores iniciales. Si bien su papel puede ser limitado en el período de seguimiento, su participación es fundamental en el proceso de toma de decisiones de adquisición de un audífono. Kaplan-neeman et al. enfatizan la importancia de que los médicos informen a sus pacientes de que se puede lograr una mayor satisfacción con el dispositivo usándolo durante más horas cada día. En general, los profesionales de la salud, especialmente los otorrinolaringólogos, desempeñan un papel fundamental en la educación y el apoyo a los pacientes durante todo el proceso de adopción y uso de audífonos. Las consultas periódicas, la comunicación efectiva y el monitoreo continuo pueden contribuir a aumentar la adherencia y mejorar los resultados de los pacientes. De acuerdo a Eurotrak, los factores más relevantes en la decisión de adaptarse fueron la opinión del ORL o del médico de cabecera y el empeoramiento en su audición. Los audiólogos reconocemos la importancia de la opinión y la intervención del ORL en el proceso de toma de decisiones que viven los pacientes para abordar sus problemas auditivos siendo su prescripción, la motivación clave para comenzar el proceso.  El efecto negativo que conlleva el que, de las personas que consultan a los especialistas para que se les guíe en el abordaje de su discapacidad auditiva, el 8% de pacientes en medicina general y 28% en servicios ORL, no reciban la recomendación, necesitándola. De la misma manera, somos conscientes de los efectos desmotivadores que resultan de la falta de una prescripción clara cuando la pérdida puede ser tratada. Discursos como «si no te ves mal, puedes esperar», «mientras te manejes», desfavorecen la toma de decisiones y suelen generar que el paciente demore la intervención para solucionar su problema auditivo, con las consecuencias adversas a todos los niveles. Es por ello importante, entender el efecto negativo que conlleva el que, de las personas que consultan a los especialistas para que se les guíe en el abordaje de su discapacidad auditiva, el 8% de pacientes en medicina general y 28% en servicios ORL, no reciban la recomendación, necesitándola. Existen otros factores que retrasan la adaptación de audífonos (económicos, estigma, etc.). Al menos este, la falta de prescripción clara, es fácil de solucionar. Comparando la discapacidad auditiva con otras discapacidades, sería difícil entender que en la discapacidad visual o física se dejara al criterio del paciente sobre cómo se maneja la prescripción de soluciones o que el 28% de los pacientes recibieran la indicación de no hacer nada, pudiendo beneficiarse de estas. Poniendo el foco en la persona, sería deseable, habida cuenta de cómo la hipoacusia no tratada aumenta el criterio AVD, que esta situación nunca se diera y el paciente recibiera siempre la indicación más beneficiosa independientemente de factores como el estigma o los aspectos económicos. De acuerdo a los datos de Eurotrak, el 67% de los pacientes ya adaptados piensan que deberían haberse decidido antes, por lo que todos los especialistas debemos ayudar a que se tome la decisión en el momento adecuado. Referencias 1.www.who.int/health-topics/hearing-loss 2. EuroTrak-Spain_2023_Report.pdf (ehima.com) 3. Marcos-Alonso etal.«Factorsimpactingthe use orrejectionofhearingaids-a systematicreview and meta-analysis». J clinmed. 2023 jun 13;12(12):4030. Doi: 10.3390/jcm12124030. Pmid: 37373724; pmcid: pmc10299666. Sonia BajoAudióloga / Audioprotesista CV Autor Técnico Superior en Audiología Protésica.Diplomada en Logopedia.Habilitación Tinnitus & Hyperacusis Therapy MC.Experta en Acúfenos e Hiperacusia, tratamiento TRT, en RV Alfa Centros Auditivos.Docente en el Máster de Audiología Universidad Europea Miguel de Cervantes.

Hiperacusia, tinnitus, misofonía y fonofobia (Primera parte)

La relación entre misofonía, tinnitus, hiperacusia y fonofobia no está completamente establecida, existen algunas conexiones y superposiciones entre estos trastornos auditivos como síntomas y características. Sin embargo, es importante destacar que son trastornos distintos. En raras ocasiones, se presentan individualmente, siendo lo más frecuente, encontrar en la clínica la aparición simultánea de varios de estos problemas a la vez. Hiperacusia El término hiperacusia se originó por primera vez en el trabajo de Henry B. Perlman en 1938. También es conocida (y confundida) como algiacusia o misofonía, aunque realmente no es lo mismo. El matiz que diferencia el término algiacusia de la hiperacusia es que la primera supone sentir dolor físico ante un sonido de determinada intensidad, por lo que sería más un síntoma de la hiperacusia. La hiperacusia también debemos diferenciarla de fonofobia, que es un término en la esfera de la psicología que se define como una aversión fóbica a «ciertos sonidos concretos», que aparece incluso cuando estos presentan una intensidad moderada, ya que la molestia depende del tipo de sonido y no tanto de la intensidad como en la hiperacusia. En algunos pacientes coexisten ambas entidades simultáneamente. El matiz que diferencia la algiacusia de la hiperacusia es que la primera supone sentir dolor físico ante un sonido de determinada intensidad, por lo que sería más un síntoma de la hiperacusia. En la actualidad el concepto de hiperacusia engloba varios síntomas relacionados con la molestia ante el sonido, pero su sintomatología es diferente. La definición más utilizada para la hiperacusia es la siguiente: trastorno auditivo que consiste en la hipersensibilidad a los ruidos o sonidos moderadamente intensos (Jiménez, 2008). Las frecuencias afectadas y el nivel de tolerancia a la intensidad del sonido varían según cada persona. Quienes la padecen reaccionan de forma negativa a sonidos que otros individuos no identifican como irritantes o ni siquiera los consideran molestos. Mientras una persona sin problemas de hiperacusia tiene un umbral de disconfort auditivo (UCL) de 120 dB, un sujeto con hiperacusia se encuentra por debajo de los 100 dB. La percepción de la molestia se relaciona más con el sistema límbico y las emociones que con problemas concretos del sistema auditivo (Domínguez et al., 2009). Etiología Numerosas patologías de origen periférico han sido relacionadas con la hipersensibilidad al sonido según los mecanismos que la generan. Los mecanismos fisiopatológicos implicados en la hiperacusia abarcan alteraciones en la amplificación y la regulación de las células ciliadas externas cocleares o bien se extienden hacia desórdenes en el procesamiento central del sonido, implicando niveles subcorticales. El sistema límbico y el sistema nervioso se estimulan únicamente de forma secundaria, justificándose así la reacción psicoemocional de la hiperacusia. Contrariamente la fonofobia muestra una actividad neural sonora normal en la vía auditiva, con una reacción intensa anormal del sistema límbico y el autónomo (Domínguez et al., 2009). Causas estudiadas y aceptadas en el caso de la hiperacusia relacionadas con patología del Sistema Nervioso Central (SNC) son: migraña, depresión, síndrome de estrés postraumático, traumatismo craneoencefálico, enfermedad de Lyme, síndrome de Williams, síndrome de dependencia de benzodiacepinas, síndrome de fatiga crónica postviral, disfunción de serotonina, síndrome de Tay-Sachs (gangliosidosis), esclerosis múltiple y síndrome de hipertensión intracraneal benigna. Otros autores también se han referido a enfermedades asociadas o subyacentes, entre las cuales mencionan las de origen endocrino, infeccioso, producto de medicación, por deficiencia de minerales/vitaminas o genético/congénito (Herráiz et al., 2006). Respecto a las infecciones destacan la enfermedad de Lyme, neurosífilis, fiebre tifoidea y las alteraciones producto de medicación que involucran intoxicación aguda por fenitoína, por abstinencia a antidepresivos y por benzodiacepinas. Dentro de la deficiencia de minerales o vitaminas se ha descrito el magnesio y la piridoxina, mientras que las causas genéticas o congénitas abarcan el síndrome de Williams, síndrome de Cri Du Chat, síndrome de Cogan, síndrome de Fanconi, espina bífida o enfermedad de Tay-Sachs, entre otros.  En el caso de personas con audición normal que presentan hiperacusia, se propone como posible factor causal un defecto en el sistema eferente olivococlear medial, que impide una correcta regulación de la ganancia de amplificación coclear. La hiperacusia podría estar dada por una alteración en la capacidad de modular la ganancia central. Otra causa en casos de audición normal (para frecuencias de 125 a 8000 Hz) es que se puede obtener valores normales en estas frecuencias, pero no ser lo ordinario para altas frecuencias (más allá de 8000 Hz), indicando una alteración y modificación de los procesos auditivos, lo que puede generar la hiperacusia.  Cualquier tipo de pérdida auditiva neurosensorial puede causar hiperacusia que persista en el tiempo, dado que las alteraciones en la amplificación y regulación de las células ciliadas externas pueden provocar un aumento de la señal auditiva. Un sonido de moderada intensidad sería amplificado en exceso por la motilidad de las células ciliadas externas (CCE) que sobre estimularía la acción de las CCI provocando una molestia auditiva.  En el caso de personas con audición normal que presentan hiperacusia se especula como posible causa un defecto en el sistema eferente olivococlear medial que impide una correcta regulación de la ganancia de amplificación coclear. La hiperacusia también podría ser una disfunción de la plasticidad del cerebro tras una pérdida auditiva periférica: a medida que aumenta un estímulo, la actividad de las fibras nerviosas individuales y el número de fibras nerviosas de activación se incrementan también, por lo que ocurre lo mismo con la percepción de sonoridad. A veces, las neuronas corticales que reciben el aporte de fibras nerviosas de frecuencia específica son ocupadas tras un daño auditivo por las regiones vecinas del cerebro, lo que provoca una mayor actividad en esa área. Como consecuencia, se produce un aumento en la percepción del estímulo sonoro, lo que podría explicar el «control anormal de ganancia del sonido» que se traduce en hiperacusia.  Se han descrito también mecanismos que generan hiperacusia cuya clave estaría en el papel regulador del sistema eferente, sin una implicación de movimientos de las CCE ni otra lesión en el sistema auditivo periférico. Una alteración en este sistema haría que la función inhibitoria del sonido se realizara incorrectamente.  Por último, existen pacientes que no pueden incluirse en ningún grupo anteriormente mencionado ya que no hay una causa justificada para la hiperacusia. Presentan molestias reales, con sensaciones desagradables y, en muchos casos, modifican su vida social, laboral y personal para evitar la exposición a sonidos molestos o incómodos . En estos pacientes se produce una activación errónea del sistema límbico que a su vez activa otras regiones del cerebro involucradas en la percepción subjetiva del sonido. Estos casos son los que generan la mayor parte de las consultas sobre la hiperacusia (Angulo et al., 2018). Valoración clínica Muchas patologías auditivas provocan síntomas parecidos a la hiperacusia por lo que se debe realizar un diagnóstico diferencial antes de iniciar su tratamiento. El síndrome del tensor del tímpano o el síndrome otomandibular pueden producir además la sensación de ocupación, presión en el oído, cierto grado de distorsión sonoro e hiperacusia. Diferenciamos entre Tinnitus subjetivos, solo escuchados por la propia persona, que suelen estar asociados a algún tipo de hipoacusia; y los Tinnitus objetivos o somatosonidos, que son producidos por el organismo y conducidos hasta el oído. La evaluación médica inicial, por tanto, no se diferencia de la exploración otológica habitual. Realizar una anamnesis más exhaustiva que la simplemente limitada a la patología otorrinolaringológica, puede ayudar a detectar otras enfermedades generales que afecten a la musculatura, reumatológicas o endocrinológicas, involucradas en la etiología de la hiperacusia. Este punto es importante porque en el apartado anterior se ha podido ver cómo la hiperacusia está clínicamente asociada a múltiples etiologías. Tinnitus El término se utiliza para describir cualquier tipo de sonido o fenómeno perceptivo que nazca en los oídos o cabeza y que son audibles solo por la persona afectada, sin existencia de un sonido con fuente sonora externa. Es una actividad eléctrica aberrante dentro del sistema auditivo central (Henry et al., 2008). El tinnitus puede tener diferentes características e intensidad dependiendo del caso.  — Tinnitus subjetivos (solo es escuchado por la propia persona). No es atribuible a otoemisiones cocleares espontáneas o provocadas. En la mayoría de los casos están asociados a algún tipo de hipoacusia y, por tanto, su origen sería una disfunción en el sistema auditivo, pero también aparecen en pacientes con audición normal. No obstante, lo que se considera audición normal acorde a los resultados de una audiometría clásica, puede presentar claros indicios de alteración si se realiza una audiometría de alta frecuencia (Herráiz et al., 2002). — Tinnitus objetivos o somatosonidos son producidos por el organismo y conducidos hasta el oído. Son sonidos que escucha el propio paciente, pero en algunos casos pueden ser percibidos incluso desde el exterior (usando un estetoscopio cerca de la oreja, la cabeza o el cuello de la persona), aunque en condiciones normales no deberían escucharse. Los más comunes de este tipo de tinnitus son los pulsátiles circulatorios, los mioclonos de la musculatura palatina o peritubárica y los ruidos articulatorios. En ocasiones, se pueden presentar pacientes en la clínica indicando que oyen sonidos del exterior que nadie más puede escuchar. Los identifican como sonidos fácilmente perceptibles y con una fuerte convicción de que estos (que pueden ser música o voces) existen, pero que cuando se lo cuentan a la persona que en ese momento se encuentra junto a ellos no les confirman la misma experiencia. Este hecho se llama alucinaciones auditivas y pertenece a la rama de la psiquiatría (Bentall, 2014). Etiología La principal similitud de base entre hiperacusia y tinnitus es que ambas patologías tienen un componente común que es la existencia de una alteración o daño en el sistema auditivo, lo cual genera una actividad neural anormal, siendo esto la principal diferencia con la misofonía y la fonofobia (Baguley et al., 2016).  El tinnitus puede ser producido por: golpes, taponamiento de los oídos, enfermedades y situaciones de estrés. La causa más directa del tinnitus temporal es la exposición a sonidos fuertes en un tiempo determinado, transformándose en tinnitus persistente al cual concedemos mayor consideración en este trabajo por la afectación en la salud del paciente cuando este no cesa (Jastreboff et al., 2001).  La mayoría suele tolerar bien el tinnitus, y solo para un 1 o 2% de la población supone un problema significativo, pudiendo llegar a ser tan fuerte que el paciente es incapaz de oír una conversación normal.  El acúfeno está causado por la vibración de los tejidos que rodean al oído o por errores en el sistema auditivo. A veces, es atribuible a anomalías vasculares como presión alta en la cabeza y cuello, obesidad, diabetes, problemas de tiroides, o a contracciones musculares en los músculos del oído medio o en los que rodean a la mandíbula como la articulación temporomandibular (ATM), e incluso los problemas de bruxismo pueden agudizar el tinnitus (Bruxner, 2016). Algunos acúfenos se deben a señales generadas, en ausencia de ruidos, en los nervios implicados en el sistema auditivo. Afectan a personas de cualquier edad y, por lo general, suelen ser permanentes. Los acúfenos suelen ir acompañados de sordera (incluido en niños con pérdida severa de audición), pero también aparecen en personas con una audición normal. También puede presentarse como trastorno neurosensorial (percepción distorsionada de las señales sonoras). La principal similitud de base entre hiperacusia y tinnitus es que ambas patologías tienen un componente común que es la existencia de una alteración o daño en el sistema auditivo. Algunas veces, una alergia o anemia también puede estar implicada en el problema del tinnitus. Un golpe o lesión en la cabeza (como un traumatismo craneoencefálico -TCE-, o traumatismo encéfalo craneano -TEC- o embolia encefalocraneal -EEC-) puede generar, a personas sanas que no tienen ninguna percepción de tinnitus, el inicio de la generación de este. En el caso de los acúfenos subjetivos pueden percibirse en uno o en ambos oídos, en la cabeza o de manera incierta. Aunque la lesión se localice en el sistema auditivo periférico o en algún punto de la vida auditiva, la percepción es siempre central (Peña, 2008). En raras ocasiones, el tinnitus es signo de un problema serio, como un tumor o un aneurisma. Según Møller y colaboradores (2011), hay evidencia de que la pérdida auditiva en 4000 Hz (llamado escotoma en 4000), se asocia con una mayor probabilidad de tener acúfenos.  Señalando el efecto adverso de los medicamentos sobre el tinnitus, estudios recientes indican que el uso de medicamentos que contienen quinina o quinidina puede aumentar la sintomatología de estos. Los antibióticos en general, el ácido acetilsalicílico (aspirina) u otros fármacos, también pueden causar ruidos en los oídos. El consumo de alcohol, cafeína o el tabaquismo puede empeorar el tinnitus si la persona ya lo padece. Recientemente se ha descubierto que el acúfeno es causado por varias partes del cerebro y no solo por aquellas que se encargan de la audición (Zeng, 2013). Por último, simplemente la edad avanzada del paciente, puede ser la causa principal de la existencia del tinnitus. Evaluación clínica Al igual que en la hiperacusia, realizar una anamnesis más exhaustiva puede ayudar a detectar otras enfermedades involucradas en la etiología del tinnitus. Destacar que la acufenometría es una técnica de valoración y medida objetiva del acúfeno cuya relevancia de la información obtenida varía en función del tratamiento que se implemente (Herráiz et al., 2002). La fonofobia es una forma específica de la misofonía que se produce por el pensamiento irracional de miedo a los sonidos y a los daños que estos pueden provocar en el sistema auditivo. Fonofobia Fonofobia, ligirofobia, acustifobia (akou oír y phobos miedo) o acusticofobia es un miedo intenso e incontrolable a ruidos como gritos, disparos, truenos, silbidos, obras o llantos. Estos sonidos no tienen que ser necesariamente fuertes. Basta con que la persona alcance a oírlos para que se produzca una reacción de desagrado desproporcionada en el sujeto con este trastorno mental. La fonofobia es una forma específica de la misofonía que se produce concretamente por el pensamiento irracional del miedo a los sonidos y los daños que estos pueden provocar en el sistema auditivo, como aumentar los tinnitus si existen y/o causar dolor físico (algiacusia). Los síntomas de la fonofobia son subjetivos, es decir, que dependen solo de las sensaciones de cada paciente. Suele suceder que estos síntomas persisten incluso después de que la persona se haya alejado del sonido que le presenta el malestar, debido a que el recuerdo de dicho ruido permanece en la memoria del sujeto durante algunos minutos (American Psychiatric Association, 2013). La fonofobia se engloba en la esfera psicológica (es un trastorno neurológico), ya que la molestia dependerá de las experiencias previas del paciente con dicho sonido (normalmente experiencias negativas), el contexto del mismo o el propio perfil psicológico del paciente. Etiología Es importante no confundir la fonofobia y la hiperacusia. La principal diferencia para tener claro ante qué patología estamos es que la fonofobia no es un trastorno, sino que comparte ciertos síntomas con otros desórdenes de ansiedad, mientras que la hiperacusia sí que tiene claros indicios de que es un trastorno auditivo (es una amplificación anormal de la actividad neural evocada por el sonido en la vía auditiva, que sufre una activación secundaria del sistema límbico y vegetativo). No hay alguna explicación certera de por qué algunos sujetos presentan este trastorno. Está relacionado con una hipersensibilidad en las vías auditivas, pero lo complejo del asunto radica en que los sonidos que provocan el malestar son asociados a emociones negativas. Una experiencia negativa que haya tenido la persona en el pasado (trauma) podría generar la fonofobia. Al asociar un sonido específico con el suceso traumático del pasado, ocurre el malestar. En este caso la patología primaria sería el trastorno de estrés postraumático, que estaría ocasionando los síntomas de la fonofobia como enfermedad de fondo (comorbilidad) (Ferreira et al., 2013). Sin embargo, no siempre sucede así. Existen casos donde la fonofobia no está asociada a ningún trauma conocido y la relación del sonido con las emociones negativas es irracional. Se podría confirmar que sufrir hiperacusia o tinnitus puede desencadenar a su vez misofonía o fonofobia, lo cual dependerá del grado de afectación psicológico que le genere la propia hiperacusia o el tinnitus (Fassbinder et al., 2018). La fonofobia está relacionada con una hipersensibilidad de las vías auditivas, pero lo llamativo es que los sonidos que provocan el malestar son asociados a emociones negativas. Valoración Clínica El procedimiento de valoración clínica para la fonofobia sería similar al caso de la misofonía realizando una buena anamnesis del caso, con un estudio multidisciplinar y teniendo en cuenta que la fonofobia es una forma específica de la misofonía que se produce concretamente por el pensamiento irracional del miedo a los sonidos y los daños que estos pueden provocar en el sistema auditivo (Angulo et al., 2018). Guillermo EscuderoAudiólogo / Audioprotesista CV Autor Director técnico en Centro Auditivo Picarral.Técnico superior en Audiología Protésica.Máster en Audiología Clínica y Terapia de la Audición. Escuela de formación Superior SAERA (Castellón)

El sistema vestibular, el gran ignorado

Según recientes estudios, el sistema vestibular tendría más relevancia de la que se le ha concedido hasta la fecha. Sabemos que es el encargado de regular el equilibrio y el movimiento, pero las últimas investigaciones han identificado una red vestibular cortical mucho más extensa que podría tener una influencia directa sobre las funciones neurocognitivas. El sistema vestibular se compone de los órganos vestibulares periféricos en el oído interno y extensas proyecciones asociadas del sistema nervioso central. Su formación comienza aproximadamente en la tercera semana de gestación y se diferencia hacia la quinta semana, cuando se desarrollan utrículo, sáculo y canales semicirculares. El sistema empieza a funcionar antes del nacimiento, ya que durante el desarrollo fetal se han registrado respuestas a cambios de orientación y estímulos vestibulares. Según recientes estudios, esta red vestibular está tan ampliamente extendida que podría influir en múltiples funciones neurocognitivas. La información vestibular se ha considerado siempre como un input especializado para comportamientos básicos de orientación, como ajustes óculo-motores, control postural y orientación de la mirada. Sin embargo, en las últimas dos décadas, se ha identificado una red vestibular cortical mucho más amplia y generalizada, que va más allá de los circuitos reflejos de bajo nivel enfatizados por trabajos previos. Según recientes estudios, dado que esta red vestibular está tan ampliamente extendida, podría, en principio, influir en múltiples funciones neurocognitivas. Estas interacciones cognitivas incluyen la memoria, la atención, las imágenes mentales, la propiocepción e, incluso, la cognición social, es decir, aquellos procesos cognitivos y emocionales mediante los cuales interpretamos, analizamos, recordamos y empleamos la información sobre el mundo social. Un interesante estudio desarrollado por Russo et al. (2024), relaciona la percepción rítmica vestibular, táctil y somatosensorial con el desarrollo del lenguaje en la infancia. Según los autores, las primeras experiencias rítmicas ocurren ya durante la gestación. De todas las modalidades sensoriales, parece claro que las percepciones táctil, vestibular y somatosensorial juegan un papel crucial en el desarrollo del procesamiento temprano, aunque se ha profundizado muy poco en su influencia en el progreso del lenguaje. Por este motivo, estos investigadores de la Universidad de Padua (Italia) evalúan la influencia de estas habilidades en la adquisición del lenguaje en una muestra de 45 niños con una media de edad de 1,8 años. La primera conclusión a la que llegan es que la percepción vestibular, táctil y somatosensorial experimenta cambios relacionados con la edad y con la estimulación del entorno (cultural). A partir de aquí, se estudia si estas aptitudes tienen alguna influencia en el desarrollo temprano de destrezas fonológicas y prosódicas, cuyas características se examinan registrando los cambios en el diámetro de la pupila ante diferentes tipos de estimulación. Los autores han encontrado una más que probable relación entre el rendimiento en las tareas rítmicas y en las tareas lingüísticas. Además, el estudio aporta evidencias de la relación entre el procesamiento del ritmo y el procesamiento musical y del lenguaje. En otro estudio publicado en Alpha Psychiatry en 2023 se relaciona también la función vestibular con los «Trastornos Específicos de Aprendizaje», concluyendo que una inadecuada función vestibular se encuentra en el origen de algunos síntomas frecuentemente observados en los niños con este diagnóstico, como la inestabilidad postural, la falta de equilibrio o las alteraciones en la motricidad fina y gruesa. Revisando la literatura sobre el tema, otros trabajos parecen relacionar la disfunción vestibular con trastornos psiquiátricos y un reciente meta-análisis destaca la posible existencia de disfunciones vestibulares en niños con discapacidad intelectual, con déficit de atención e hiperactividad (TDAH), trastornos de espectro autista (TEA) y trastornos específicos de aprendizaje. Estudios de imagen realizados en humanos y animales han demostrado que la información vestibular alimenta las redes corticales que sirven a los sistemas viso-espaciales imprescindibles para el procesamiento, la memoria espacial e incluso las destrezas numéricas y que las disfunciones en estas conexiones neuronales podrían estar asociadas a una menor capacidad cognitiva. La sintomatología de una disfunción vestibular puede tener diversas manifestaciones dependiendo de su etiología, la más característica es el vértigo con o sin nistagmo. Paralelamente, la relación entre la disfunción vestibular y el deterioro cognitivo también ha sido objeto de estudio en los últimos años. Habilidades como la concentración y la memoria a corto plazo parecen tener relación, según los expertos, con patologías vestibulares de diversos tipos, especialmente en la tercera edad. Además, la vinculación entre la disfunción vestibular y la cognición conduce a nuevas áreas de investigación, dado que aún no está claro cómo se relacionan las disfunciones vestibulares y las disfunciones cognitivas. Una disfunción en el sistema vestibular tiene un impacto significativo en la calidad de vida. Los estudios epidemiológicos han demostrado que más del 35% de las personas mayores de 40 años han experimentado problemas vestibulares en alguna ocasión. Aunque los mecanismos exactos que vinculan el sistema vestibular con la cognición siguen siendo, como se ha mencionado, difíciles de describir, los investigadores han identificado varias vías. La disfunción vestibular puede conducir a la degeneración de las regiones de la red vestibular cortical y afectar negativamente a la plasticidad sináptica y la neurogénesis en el hipocampo, lo que en última instancia contribuye a la atrofia neuronal y la muerte celular, generando déficits de memoria y viso-espaciales. Además, el alcance del deterioro cognitivo varía según el tipo específico de enfermedad vestibular.  Así las cosas, parece evidente que el sistema vestibular merece más atención de la que tradicionalmente se le ha concedido, tanto en lo relativo al diagnóstico de sus alteraciones, como a su rehabilitación.  El diagnóstico de las alteraciones vestibulares incluye evaluaciones clínicas y pruebas especializadas, no sin antes realizar una completa anamnesis que debe incluir antecedentes personales y familiares, sintomatología y características de la misma (frecuencia de los episodios, duración y factores desencadenantes). La sintomatología de una disfunción vestibular puede tener diversas manifestaciones dependiendo de su etiología. La más característica es el vértigo con o sin nistagmo. Se define típicamente como una sensación de movimiento de características rotacionales sostenida, que aumenta con los desplazamientos de la cabeza y asocia movimiento aparente del entorno visual. Los pacientes generalmente prefieren acostarse en la cama con los ojos cerrados. Puede tener un inicio abrupto o gradual, con duración variable de minutos a días, aunque el pico de máxima intensidad ocurre habitualmente dentro de las primeras veinticuatro horas. No suelen existir factores desencadenantes o síntomas que anticipen el cuadro, aunque algunos pacientes con patologías tipo Ménière son capaces de predecir el momento de aparición de las crisis. Esta sintomatología vestibular, por su conexión con el sistema nervioso autónomo, desencadena manifestaciones vegetativas como náuseas, vómitos, sudoración fría, palpitaciones, etc. Otro de los síntomas propios de la disfunción vestibular es el desequilibrio postural y/o la inestabilidad en la marcha. El paciente sufre una deriva corporal global con tendencia a desplazar el cuerpo hacia el vestíbulo afecto (si es unilateral), con intentos de rectificación hacia el lado sano, tanto estática como dinámicamente. Se produce dificultad o imposibilidad para mantener el centro de gravedad del cuerpo dentro del área de estabilidad con los pies juntos. Sin embargo, puede mantener el equilibrio sentado o ponerse de pie sin ayuda con los pies separados, porque el cerebro aún puede utilizar la información visual y somatosensorial. Este desequilibrio es intenso en los primeros momentos y se corrige posteriormente, bien por recuperación del daño o por compensación central. Asimismo, pueden presentarse síntomas perceptivos, como ilusiones de frenada o aceleración, o síndrome de desembarco. Al margen de las exploraciones físicas pertinentes, es conveniente realizar pruebas de imagen, como la Resonancia Magnética o la Tomografía Axial Computerizada (TAC), y un estudio auditivo completo, para proceder a continuación a la evaluación específica de la función vestibular, realizando diferentes pruebas: a) Pruebas físicas, para valorar la estabilidad del paciente: Test de Romberg, Test de los índices de Barany, Test de marcha simulada, etc. b) Pruebas oculomotoras, como la Electronistagmografía (ENG), la Videonistagmografía (VNG) o el test de agitación cefálica, para medir los movimientos oculares involuntarios en respuesta a la estimulación vestibular. c) Pruebas en sillón rotatorio.  d) Pruebas calóricas, que consisten en introducir aire o agua a diferentes temperaturas en el conducto auditivo para estimular el oído interno y medir la respuesta en movimientos oculares. d) Pruebas de posturografía dinámica computerizada, que evalúa la capacidad para mantener el equilibrio en diferentes condiciones (desplazamiento del fondo, movimiento de la base de apoyo, etc.). e) Pruebas electrofisiológicas: VEMP (Potenciales Evocados Miogénicos Vestibulares), cuyo objetivo es evaluar y medir la función de los músculos y nervios relacionados con el equilibrio mediante respuestas musculares a los estímulos sonoros. Habilidades como la concentración y la memoria a corto plazo parecen tener relación con patologías vestibulares de diversos tipos, especialmente en la tercera edad. Dada la relación descrita en estos estudios entre el sistema vestibular y ciertas habilidades cognitivas, la detección de una disfunción vestibular debe conducir necesariamente a trabajar en su tratamiento y rehabilitación, con el doble objetivo de minimizar su sintomatología y reducir al máximo sus efectos colaterales en determinadas destrezas cognitivas. Generalmente, la rehabilitación vestibular consta de una serie de ejercicios que deben realizarse en la clínica, con supervisión por parte del terapeuta, y completarse en casa, bajo la vigilancia de familiares o cuidadores en el caso de los niños o de pacientes de la tercera edad. La mayor parte de los especialistas recomiendan en los niños una rehabilitación activa que permita al sistema nervioso central obtener claves sensoriomotoras normales para regular la función vestibular y facilitar la plasticidad neural. Algunos ejemplos de estos ejercicios podrían ser caminar o rebotar sobre una pelota mientras se está sentado, bailar, caminar sobre piezas separadas (como cruzando un río), correr sorteando obstáculos, atravesar un «túnel» arrastrando el cuerpo o caminar sobre una barra de equilibrio. Todos estos ejercicios implican cierto riesgo de caídas en niños con un sistema vestibular disfuncional, por lo que el terapeuta deberá primero ejercitar reflejos de protección y reacciones anticipatorias. Esto puede practicarse, por ejemplo, haciendo al niño sentarse en una pelota y empujando la pelota para provocar una pérdida de equilibrio y una corrección de la postura. De este modo, aunque el input del sistema vestibular no sea el adecuado, las percepciones somatosensoriales y las reacciones reflejas en situaciones predecibles pueden compensar y reducir el riesgo de caídas. En lo relativo a la tercera edad, un estudio publicado por Ribeiro et al. (2023), arroja resultados que asocian mejoría en algunas habilidades cognitivas, e incluso en ciertos síntomas emocionales y depresivos, en pacientes que realizan rehabilitación vestibular. La particularidad de la rehabilitación en este grupo de edad es que se focaliza especialmente en evitar el riesgo de caídas, que constituye una de las mayores preocupaciones en esta población. La rehabilitación vestibular consta de una serie de ejercicios que deben realizarse en la clínica, con la supervisión del terapeuta, y en casa, con la vigilancia de familiares o cuidadores. Por lo demás, y considerando que los ejercicios deben ser más pausados que en los niños, las actividades de rehabilitación se programan con vistas a mejorar el equilibrio y la estabilidad, reducir la sintomatología vegetativa y aumentar la confianza en las actividades cotidianas y la coordinación en general. De este modo, ejercitar la fijación de la mirada en un punto cuando el cuerpo está en movimiento, caminar en diferentes superficies o realizar giros y cambios de dirección de la marcha, junto con una gran variedad de ejercicios que pueden programarse por ordenador, pueden contribuir a mejorar sensiblemente la función vestibular. Como se ha comentado en el presente artículo, numerosos artículos publicados en la última década parecen reforzar la hipótesis del vínculo existente entre la función vestibular y la función cognitiva. Los mecanismos concretos de esta conexión aún deben ser estudiados en profundidad en el futuro. Lo que sí parece claro es que las implicaciones del sistema vestibular en las destrezas cognitivas son mayores de las que se le atribuían hace tan solo unas décadas y por tanto, su estudio, diagnóstico y rehabilitación debe ocupar un lugar preferente. Bibliografía: DEMIR, I., CENGIZ, D. U., DEMIR, A. Ç., ÇOLAK, S. C., BIRISIK, S. D., & ÖZCAN, Ö. Ö. (2023). Vestibular Evaluation of Children Diagnosed with Specific Learning Disorder. Alpha Psychiatry, 24(5), 211. GONZALEZ-SANCHEZ, Myriam et al. (2021). Síntomas y signos de la hipofunción vestibular unilateral y bilateral. Rev. ORL [online]. 2020, vol.11, n.1 [citado 2024-05-05], pp.7-17. Disponible:<http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S244479862020000100002&lng=es&nrm=iso>. ISSN 2444-7986.  https://dx.doi.org/10.14201/orl.21625. GUO, J., WANG, J., LIANG, P., TIAN, E., LIU, D., GUO, Z., ... & ZHANG, S. (2024). Vestibular dysfunction leads. Myriam GonzálezAudióloga / Audioprotesista CV Autor Licenciada en Pedagogía y Máster de Logopedia.Técnico Superior en Audiología Protésica.Especializada en Audiología Infantil y Evaluación de los trastornos del PAC en RV Alfa Centros Auditivos.Docente en el Máster de Audiología de la Universidad Europea Miguel de Cervantes
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