La aplicación de un protocolo de evaluación y adaptación protésica infantil tiene por objeto obtener la mejor correlación entre las necesidades auditivas de los niños y las características de amplificación de sus audífonos para lograr el máximo aprovechamiento de su capacidad auditiva residual de una manera rápida y eficaz. Por Lidia Rosselló y Ruth Torres, audiólogas de RV ALFA.
El órgano de la audición es una vía de acceso que conduce la información auditiva hasta el cerebro. El oído no es más que una de sus puertas de acceso.
Cuando una hipoacusia afecta a un niño impide o altera la llegada de estímulos auditivos al cerebro en un período crítico para el desarrollo de sus habilidades auditivas. Por ello, lograr un diagnóstico precoz es determinante para una adecuada estimulación y compensación de las capacidades cognitivas.
Tras el diagnóstico de la hipoacusia se requiere la obtención de datos audiológicos precisos en el menor tiempo posible y, por tanto, la planificación cuidadosa de cada sesión y la elección adecuada de los protocolos de evaluación en función de las capacidades del niño. Una anamnesis exhaustiva aporta información auditiva sobre el desarrollo madurativo y otros aspectos relevantes como la actitud de la familia frente al problema del niño.
Las pruebas objetivas deben complementarse con la evaluación subjetiva: por observación de conducta desde los primeros meses de vida, por condicionamiento visual a partir de los 6 meses y por condicionamiento lúdico a partir de los 24-30 meses. Serán necesarias varias sesiones de trabajo para obtener información suficiente que permita iniciar la adaptación protésica. En este punto es importante no retrasar el comienzo de la adaptación. Es posible que algunos datos audiológicos procedan de pruebas objetivas, o incluso que los umbrales hallados hayan sido obtenidos con distintos transductores (auriculares de inserción, vibrador óseo, campo libre, etc.).
AJUSTES Y PROGRAMACIÓN
La elección de los audífonos debe contemplar variables como el grado y configuración de la pérdida auditiva (elección de compresión frecuencial, o rango extendido de frecuencias, potencia, versatilidad, formato…), características pediátricas adecuadas (led indicador de funcionamiento, portapilas de seguridad, bloqueo de controles externos, blindaje antihumedad…), el tipo de molde, la opción de conectividad, la compatibilidad con sistemas de frecuencia modulada o radiofrecuencia, etc.
Los datos audiológicos son introducidos en el software de programación de los audífonos elegidos utilizando un método prescriptivo infantil (DSL5 preferentemente). Algunos fabricantes desarrollan sus propios algoritmos de programación pediátrica. El DSL entre otras ventajas ofrece la compatibilidad con datos ABR, es decir que los audífonos pueden ajustarse con precisión a partir de estos umbrales. El programa realiza las correcciones de los valores en función de la edad del paciente y propone los valores de ganancia, MPO y demás parámetros que pueden ser grabados en los audífonos.
El ajuste continúa en el analizador, midiendo la RECD (Real Ear Coupler Diference) en el acoplador HA-2 con ruido de banda ancha. Si la medición de la RECD se realiza en oído real con su propio molde, se obtiene un valor exacto para ese niño. En los casos de conductos auditivos (CAE) estrechos o niños muy pequeños, la medida se realiza en caja y se toma la RECD promedio especificando el transductor utilizado. Luego se ajustan los objetivos de ganancia y salida utilizando el acoplador.
Prescribir ganancia insuficiente priva al niño de estímulos auditivos importantes durante el primer año de vida, durante el que se produce el desarrollo de numerosas conexiones neurales. La amplificación de sonidos suaves y medios asegura una estimulación idónea para el desarrollo del lenguaje oral. Los protocolos actuales consideran que el niño debe discriminar el habla a 50 y a 35 dB para lograr un buen rendimiento funcional.
Los audífonos cuentan con potentes sistemas de compresión que protegen al niño frente a estímulos demasiado intensos, no obstante una compresión excesiva puede reducir el rango dinámico impidiendo que los sonidos lleguen a zonas auditivas útiles. La nueva tecnología aplicada a los audífonos abre infinitas posibilidades de programación. El procesamiento digital de la señal obliga a reconsiderar las estrategias de verificación válidas para sistemas tecnológicamente más antiguos.
Se requieren herramientas fiables para que todas las ventajas tecnológicas aseguren un mejor rendimiento de los audífonos.
Verificar los resultados de la amplificación midiendo los umbrales con audífonos no aporta información sobre las habilidades auditivas a nivel supraliminar ni asegura una amplificación efectiva en todas las circunstancias. Sólo demuestra la habilidad del niño para detectar la presencia de sonido en una cabina audiométrica.
Una vez que se ha completado el ajuste básico con el cálculo de la RECD y los ajustes en caja se aplican pruebas de verificación objetiva, speech-mapping o mapa del habla, que miden la amplificación obtenida, preferentemente en oído real, con estímulos de habla de intensidad suave, media, alta y MPO.
Los potenciales evocados auditivos corticales con amplificación utilizando estímulos de habla permiten evaluar las adaptaciones de audífonos en niños pequeños o con retrasos significativos en el desarrollo.
Las pruebas verbales o pruebas de percepción auditiva del habla adecuadas a la edad y nivel de lenguaje del niño constituyen otro recurso para validar funcionalmente la eficacia de los audífonos. Las pruebas de discriminación con audífonos a intensidades suaves y/o con ruido de competencia evalúan su capacidad de aprendizaje incidental.