Este artículo técnico, con el que inauguramos esta nueva sección en GacetaAUDIO, reproduce una tesis sobre la pérdida auditiva en odontólogos, realizada por Carlos Gejo Limia (Audiored/Optired-Valdemoro) para culminar su licenciatura en la Escola Superior de Tecnologia da Saúde de Coimbra (ESTeSC), de Portugal. La tesis la dirigió la Profesora Carla Matos Silva y ha contado con la colaboración técnica y equipamiento de Otometrics. El objetivo principal de este estudio fue comprobar si la exposición al ruido en el desempeño de las actividades odontológicas supone una amenaza para la audición de los odontólogos.
PALABRAS CLAVE: Ruido, PAIR, odontólogo, turbina, pérdida auditiva, pérdida auditiva laboral, odontología.
INTRODUCCIÓN
La pérdida auditiva inducida por ruido (PAIR), en el entorno laboral, puede ser el causante del deterioro de la audición, primordialmente por factores intrínsecos a él, como son la intensidad, frecuencia y tiempo de exposición; esta problemática está ampliamente respaldada por una gran variedad de investigaciones y artículos científicos desarrollados en los diferentes sectores del mundo laboral. Y es que el ruido es el agente nocivo más comúnmente encontrado en el ambiente laboral. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que el 15% de los trabajadores de los países industrializados o en vías de desarrollo están expuestos a intensidades perjudiciales para la salud (Dias & Cordeiro, 2008; OSHA, 2013). Cuando se habla de ruido respecto a la afectación hay que establecer la diferencia entre “nocividad” y “molestia”. La molestia es una medida demasiado compleja de medir, pero sí se establece una limitación a la nocividad por exposición al ruido. La OMS establece como valor inferior a la exposición de una intensidad de 85 dB (A) en un máximo de 8h de exposición, estableciendo la proporción por cada incremento en 5 dB (A), que supone una disminución a la mitad del tiempo (Johnson, 2001). Prasher afirmó que la exposición excesiva a una intensidad de ruido determinada produce lesiones a nivel del Órgano de Corti, ya sean por daños mecánicos o a través de sobrecarga metabólica por la sobre-estimulación o combinación de ambas (Prasher, 1998). La pérdida auditiva inducida por ruido en el trabajo (PAIRt) produce alteración de los umbrales liminares auditivos del tipo neurosensorial, con afectación de las frecuencias más características de 3 KHz a 6KHz, y posteriormente con la afectación de frecuencias más bajas y más altas (Katz, 2002). Además, pueden darse unos efectos psíquicos secundarios por la exposición al ruido que pueden dar lugar a alteraciones orgánicas, emocionales y sociales (Suter, 2001).
Así, en el sector odontológico, el ambiente laboral de un consultorio dental va a estar gobernado por un gran número de herramientas eléctricas que emiten ruidos de alta intensidad, que pueden variar de unos 31,5 dB a 87,1 dB (Berro, 2004). Todo esto comienza con el uso de la electricidad, a principio de siglo, y es en la primera década de 1950 cuando aparecen las primeras turbinas impulsadas por agua o aire, que resultan ser objetos determinantes en origen del ruido (Cristi, 2011).
El funcionamiento de la turbina de alta velocidad, hasta velocidades de 450.000 rpm, produce un ruido característico en forma de silbido, sonido de alta frecuencia (Vega del Barrio, 2010; Quezada, 2014). En una encuesta realizada sobre un grupo de profesionales del sector dental, la turbina fue señalada como el instrumento odontológico más molesto con un porcentaje superior al 98% entre los encuestados (Gonçalves, 2009). Estudios anteriores a los últimos 20 años han señalado a la turbina como la responsable del deterioro leve de la audición, a consecuencia de su uso frecuente en los gabinetes dentales. Estudios que así lo reflejan son el de Tayler (1965), el de Skurr (1970) y el de Weatherton (1972).
Por el contrario, existe una controversia al respecto puesto que en los últimos 20 años el sector mecánico-eléctrico de las turbinas y otras herramientas en odontología, como consecuencia de la mejora de los diseños y su eficacia, ha establecido que los niveles de emisión sonoros están por debajo de 80 dB (A) en un periodo de 8 h/día, que sería el límite máximo, según establece la OMS, para evitar que se produzca un daño auditivo (Keenan, 1999; Ragazzi, 2004; Brusis, 2008; Choosong, 2011).
MATERIALES Y MÉTODOS
Este estudio es de tipo observacional, descriptivo y correlacional; y fue realizado del 15 de julio al 30 de agosto del 2016 en las instalaciones de Otometrics en Madrid. En cuanto al corte del estudio es transversal. Los datos fueron tomados de 19 profesionales de la salud dental, de ambos sexos, con edades comprendidas entre los 23 y 37 años. Y con una experiencia en el sector de entre 5 y 19 años.
Como criterios de exclusión se utilizaron antecedentes auditivos personales o familiares que presentaran las siguientes condiciones: timpanometría diferente a tipo A, experiencia laboral por encima de los 20 años, profesionales por encima de los 55 años de edad y/o patología ORL pre-existente (otoesclerosis).
Para el análisis de datos se establecieron tres grupos tomando como base los años de experiencia profesional (incluyendo los dos años de preclínico). En el primer grupo (G5) se agruparon los profesionales en salud dental con experiencia de entre 5 y 9 años; el segundo grupo (G10) se formó por los que se situaban entre 10 y 14 años de trabajo; y por último el tercer grupo (G15) con aquellos que tenían entre 15 y 19 años de experiencia.
La recogida de datos para esta investigación comenzó con la realización de una anamnesis muy detallada. Se prosiguió con distintas pruebas audiométricas, que comenzaron con una timpanometría, utilizando OTOFLEX 100, donde los registros distintos a una Curva tipo A se utilizaron como factor de exclusión. Posteriormente, se realizó una audiometría tonal simple y de altas frecuencias, utilizando como transductor aéreo el HDA 300 (Sennheiser), en un rango frecuencial de 500 Hz, 1 KHz, 2 KHz, 3 KHz, 4 KHz, 6 KHz, 8 KHz, 10 KHz, 12,5 KHz, 14 KHz con el audiómetro ASTERA II, registrando su umbral liminar con un estímulo Pure Tone en minuciosos pasos de 2 en 2 dB. Y, por último, se efectuaron las otoemisiones de productos de distorsión en el rango frecuencial de 2 a 10 KHz, utilizando el equipo CAPELLA 2. Todos los registros fueron realizados bajo el software OTOsuite.
RESULTADOS
De entre los odontólogos participantes en este estudio sólo el grupo G15 manifestó tener problemas auditivos (60% del total de los individuos) y/o acúfenos (20% del total de los individuos); mientras que el grupo G10 junto con el grupo G15 de nuevo mostraron como síntoma extra-auditivo la irritabilidad por ruido en un 14% y 60 % respectivamente. En cuanto a la información de los problemas asociados por la exposición al ruido, sólo un 29% del grupo G5 y un 20% del G15 fueron informados en algún momento de su formación. También destacar que ninguno de los individuos del estudio hizo uso nunca en su vida de un protector auditivo.Todos estos datos fueron tomados en la exploración previa a las pruebas auditivas.
Los resultados de los umbrales liminares de la ATS basándose en las medias de cada grupo del oído derecho se mantuvieron dentro de los parámetros de normalidad (-10 a 20 dB HL), aunque descriptivamente se pudo observar un aumento de dB HL en el grupo G15, para las frecuencias de entre 3 KHz a 4 KHz, comparado con los otros dos grupos. Respecto al oído izquierdo, las medias resultantes de los análisis descriptivos estadísticos se encontraron dentro de los parámetros normales (-10 a 20 dB HL); y sólo en el caso del grupo G15 se sobrepasaron dichos rangos a los 4000 Hz, con una media de 21.20 dB HL. En resumen, se observó descriptivamente un aumento en los liminares auditivos que es evidente sólo en el grupo de más experiencia G15 (Gráfica 1 y Gráfica 2).
[vc_single_image image=»7835″ img_size=»full» add_caption=»yes» onclick=»img_link_large»][vc_single_image image=»7836″ img_size=»full» add_caption=»yes» onclick=»img_link_large»]Mientras, en los valores del umbral liminar aéreo de audiometría de la alta frecuencia (AAF) de ambos oídos, las medias de los umbrales por grupo de experiencia se mantuvieron inferiores a la normalidad (<25 dB HL); con excepción en la media en la frecuencia de 14 KHz en el oído izquierdo del grupo de mayor experiencia (G15) con un registro 25,2 dB HL (Tabla 1).
TABLA 1
Los registros de las amplitudes superiores a 6 dB de DPOAE del oído derecho y oído izquierdo para cada grupo de experiencia se tomaron como un valor cierto de producto de distorsión, siendo la amplitud la diferencia entre el registro del producto de distorsión y el ruido (Morant, 1999; Battle, 2007). Descriptivamente se observó una disminución de las amplitudes de las medias de DPAOE en las frecuencias de 4 KHz y 6 KHz para el grupo G15 respecto al resto de grupos para ambos oídos (Tabla 2).
TABLA 2
En la realización del análisis estadístico sobre las medias de umbrales ATS se relacionaron los umbrales tonales entre grupos de experiencia, siendo la variable de agrupación la experiencia. Sólo se encontró como valor significativo estadístico el comparativo del OI en las frecuencias de 4 KHz con p=0,026 y 6 KHz con p=0,039, ambos por debajo de p≤0,05.
Al comparar en las frecuencias de las ATS afectadas entre los grupos de experiencia, solamente se encontró significancia estadística para el grupo G15, respecto a los otros grupos. Sólo se mostraron los valores con significancia para el OI en 4 y 6 KHz p=0,01, p=0,018.
En el análisis estadístico de los datos de las amplitudes PDOEA para ambos oídos con la variable de agrupación de la experiencia, se obtuvo para el OI sólo una estadística p=0,036 para la frecuencia de 4 KHz; mientras que para la frecuencia de 6 KHz, pese no haber significancia, se obtuvo p=0,53 muy cercana a un valor estadístico aceptable, p≤0,05. Pero en cambio en la comparación del grupo de más experiencia (G15) con el resto de grupos el valor p fue igual o menor a 0,05 para las frecuencias de 4 KHz y 6 KHz, con valores p=0,028, p=0,15.
Al correlacionar las medias de ATS y DPOAE, se dio lugar a una correlación bilateral significativa de nivel 0,01 entre umbral en 3 KHz, 4 KHz y 6 KHz del OI, con las amplitudes registradas de los productos de distorsión en esas mismas frecuencias, con unos valores p=0,001, p=0,005 y p=0,002 respectivamente. En estas mismas frecuencias se apreció que existía una fuerte correlación negativa mayor de -0,6.
En la correlación parcial entre las variables cuantitativas de ATS y PDOEA, con el control de la variable de la experiencia de ambos oídos, el OD en la frecuencia de 6 KHz poseía una correlación bilateral negativa significativa de p=0,004. Las frecuencias del OI en 3 KHz, 4 KHz y 6 KHz, con p=0,001, p=0,022 y p=0,001 respectivamente, se asociaron a una fuerte correlación negativa entre ambas variables.
DISCUSIÓN
En la valoración de los datos registrados en ATS del estudio, y basándose solo en la valoración BIAP para ambos oídos, se encontraron los umbrales por debajo de los 20 dB HL. Es decir, no se encontró hipoacusia tomando como referencias las medias en los grupos; pero sí se observó descriptivamente un aumento del umbral en el último grupo con más de 15 años de experiencia (G15). Estadísticamente también se observaron diferencias significativas en la comparación de algunas frecuencias entre éste último grupo con el resto de grupos (G5 y G10). El deterioro auditivo se ve corroborado con otros estudios realizados en el sector odontológico (Hinze 1998; De Oliveira, 2012; Paredes, 2013).
No se puede dejar pasar la controversia observada durante la revisión bibliográfica previa a esta investigación, donde se dejó entrever que el gabinete dental, por la mejora de la eficiencia del instrumental en los últimos 20 años, puede no suponer un riesgo para la salud auditiva porque la emisión de ruido está por debajo del límite recomendado (Brusis, 2008; Choosong, 2011). En cambio, a la vez la mayoría de artículos científicos sobre el deterioro de la audición en odontólogos señalan a la turbina como la gran responsable de la mayor emisión de ruido (Gonçalves, 2009; Xicoténcatl, 2016). La razón puede derivar que, a pesar de admitir que al inicio de la vida útil de las turbinas emiten ruido por debajo de 80 dB (A), en la práctica real las turbinas, ya sea por el alargamiento excesivo de esta vida útil y/o junto con un mal mantenimiento diario del instrumento, en la mayoría de los casos pueden terminar emitiendo intensidades por encima del límite perjudicial (Souza, 1998; Cenk Altinök, 2001; Kumar, 2011).
A todo lo anterior, habría que sumarle tanto el daño por el efecto acumulativo del ruido con el tiempo, como indican en su trabajo (Badanian, 2011; Kujawa & Liberman, 2006). Otro factor sería el registrado en la anamnesis de este estudio donde 13 de los 19 odontólogos, pertenecientes a parte de la muestra, admitieron trabajar más de 8 horas diariamente (de 9 a 10 h/día), por su situación laboral de trabajador a cuenta propia (Gonçalves, 2009).
Por último, durante la anamnesis se registró que el 90% de la muestra eran diestros, lo que deja al oído izquierdo con mayor exposición a la fuente de ruido (turbina). Esta aseveración cobra relevancia con los resultados obtenidos en este estudio, donde el oído izquierdo registró descriptivamente medias más altas en algunas frecuencias, 4 KHz y 6 KHz, y estadísticamente diferencias significativas entre los grupos de experiencia para ese oído; mientras que para el derecho sólo se registró significancia en una sola frecuencia, 4KHz, sólo para la comparación entre el grupo G10 y G15. Este comportamiento ya se había descrito previamente en otros estudios (Gijbels, 2006; Lopes, 2012; Fuentes, 2013).
En esta investigación se encontró que los odontólogos con más años de experiencia (G15) presentaron alteraciones auditivas en sus resultados de ATS y DPOAE. El grupo de más experiencia se comparó, tanto en sus umbrales tonales y otoemisiones, con el resto de los grupos donde se obtuvo estadísticamente una diferencia significativa entre los grupos. Por tanto, en este trabajo sólo se observan alteraciones en ATS y DPOAE a partir del grupo de más de 15 años, en frecuencias de 4 KHz y 6 KHz en oído izquierdo; algo que como se ha citado anteriormente no coincide como en el estudio De Oliveira (2015), puesto que determinó alteraciones en grupos de más temprana experiencia.
Respecto a los resultados de las DPOAE sólo se encontraron resultados de significancia estadística, descriptivamente con reducción de la amplitud, en base a la experiencia en oído izquierdo, y que sólo fue en la frecuencia de 4 KHz con p<0,05 y mientras en 6 KHz con un p=0,53 estuvo cerca y sólo obtuvo significancia en la comparación entre G5 y G15; que sí se corresponde en parte con la literatura sobre el tema, en la significancia de 4 KHz para el oído izquierdo. Destacan estudios de la actividad odontológica como el de Theodoroff (2015), que halló significancia en 4 y 6 KHz.
Respecto al daño auditivo producido en altas frecuencias (AAF), la mayoría de autores coinciden al señalar a una mayor afectación en la frecuencia de 14 KHz (Sulaiman, 2015). Descriptivamente en este estudio la mayor afectación estuvo en 14 KHz en el grupo G15 del oído izquierdo, que superó la normalidad de 25 dB, pero careció de valor estadístico, p>0,05.
Por último, reseñar cómo en la investigación sólo un 20% del G5 y del G15 tenían información previa de los posibles riesgos de la exposición al ruido en su profesión, aunque ninguno conocía medidas preventivas como exámenes rutinarios audiológicos, el uso de protectores auditivos a medida con filtro de atenuación en frecuencias altas, paneles fonoabsorbentes, la vigilancia de la distancia de trabajo con la turbina… Todo ello con un buen mantenimiento diario de las turbinas y no alargando la vida útil por encima de lo aconsejado por los fabricantes (De Oliveira, 2012; Espinoza, 2013).
CONCLUSIONES
En esta investigación se verificó que, pese a no registrarse una pérdida auditiva evidente en ninguno de los grupos, sí se advirtió un deterioro del umbral liminar tonal sobre todo del oído izquierdo; oído expuesto a la fuente del ruido en el 95% de los casos, en las frecuencias características de la PAIR, 4 y 6 KHz. Eso sí, sólo en el grupo de mayor experiencia. Respecto al umbral tonal liminar de altas frecuencias no se pudo concluir un deterioro significativo estadístico con la variable de la experiencia; y respecto al registro producto de distorsión, se encontró sólo una correspondencia para la amplitud de 4 KHz en oído izquierdo, aunque sí se encontró una correlación negativa, entre los umbrales tonales simples y la amplitud de los productos de distorsión en base a la experiencia, con una alta significancia estadística. Es decir, en grupo G15 se evidenció un deterioro en OI en los 4 KHz y 6 KHz en las ATS, que se correspondió sólo en los 4 KHz para PDOEA.