Estimular la audición desde pequeños es muy importante y debe ser un proceso continuo a medida que los niños crecen. Variar las actividades y adaptarlas a las edades y preferencias individuales de los más pequeños puede hacer que el progreso sea más efectivo y divertido.

La estimulación auditiva se basa en motivar al bebé desde sus primeros días de vida, e incluso en el seno materno, para ayudarle a diferenciar sonidos y animarle a reproducirlos. Normalmente, los niños con los que se trabaja la estimulación auditiva comienzan a hablar a edades más tempranas y con mejor pronunciación. Además, y directamente relacionado con esto, los pequeños aprenderán a socializar con su entorno mucho antes.
Somos conscientes de que el sentido del oído desempeña un papel fundamental en la adquisición del lenguaje, en la comunicación y en la comprensión del entorno durante sus primeros años. Ya en la etapa escolar, para hablar, leer y escribir es necesario saber discriminar los sonidos que escuchamos, por lo que el buen funcionamiento del oído es clave para garantizar un aprendizaje adecuado: cuanto mejor entrenado esté, más fácil les resultará a los niños la realización de estas prácticas.

Los niños con los que se trabaja la estimulación auditiva comienzan a hablar a edades más tempranas, con mejor pronunciación y socializan antes con su entorno.
El sentido del oído en los niños
Desde muy pequeños vivimos en continua escucha porque el oído está constantemente conectado sin que haya intencionalidad alguna por nuestra parte.
Sin embargo, para realizar una buena estimulación de este sentido conviene conocer cómo es su evolución en los primeros meses de vida de los niños. Hagamos un breve repaso de cuáles son los cambios que se producen en el oído en estas etapas iniciales:
— Recién nacidos: la voz de la madre, que ya identifican desde que estaban en el vientre, es su estímulo auditivo favorito porque les relaja y les tranquiliza. También perciben ruidos más bruscos que llegan a sobresaltarles. Por el contrario, si estos les agradan, pueden responder a ellos emitiendo algún sonido o a agitando los brazos. Aún no son capaces de captar el sonido con nitidez desde todos los ángulos. En esta etapa, son más sensibles a los sonidos de tono bajo que a los de tono alto, es decir, escuchan mejor los sonidos graves que los agudos.
— De 3 o 4 meses de vida: cuando el bebé escucha un sonido, busca de dónde procede con la mirada y puede, incluso, girar la cabeza hacia la fuente del sonido.
— De 5 a 6 meses de vida: su audición se vuelve más aguda y refinada. Esto es esencial para el desarrollo del lenguaje. Comienzan a prestar atención a los sonidos del habla y a intentar imitarlos.
— A partir de los 6 meses de vida: muchos bebés empiezan a balbucear y a producir sonidos que fortuitamente pueden llegar a ser palabras.
— Un año y medio: a partir de este momento, los pequeños de la casa ya identifican la procedencia del sonido: viene de arriba, de abajo o está a la izquierda, a la derecha, detrás o delante.
— Dos años: a esta edad, los niños ya son capaces de identificar todos los sonidos desde todos los ángulos posibles y tienen el oído en pleno funcionamiento. Su capacidad para escuchar y comprender el lenguaje continúa mejorando. Aprenden a distinguir entre diferentes palabras y a comprender las sutilezas del lenguaje, como el tono de voz y el significado emocional de las palabras.
— Hacia los 3 años: la mayoría de los niños han adquirido un vocabulario considerable y han desarrollado la capacidad de hablar de manera más coherente y comprensible. Esto se debe, en gran parte, a su capacidad auditiva en constante desarrollo, que les permite percibir y procesar los sonidos del lenguaje de manera más precisa.
No obstante, el desarrollo auditivo en los bebés puede variar de un niño a otro y estar determinado por factores genéticos y ambientales. Los padres y cuidadores desempeñan un papel crucial en la estimulación del desarrollo del sentido del oído al proporcionar un entorno auditivo enriquecido y al interactuar verbalmente con los bebés desde una edad temprana.

¿Cómo estimular la percepción auditiva en los niños?
Dependiendo de la etapa en la que se encuentre el niño, podemos ayudarnos de diferentes herramientas y juegos destinados a este fin.
Para hablar, leer y escribir es necesario saber discriminar los sonidos, por lo que el buen funcionamiento del oído es clave para garantizar un aprendizaje adecuado.

Para los más pequeños:
— Hablarles con suavidad, manteniendo el contacto visual y utilizando frases muy sencillas, pronunciando bien y gesticulando para fomentar la imitación. Para los bebés no hay nada más estimulante a nivel auditivo que escuchar la voz de su madre o de su padre.
— Leerles cuentos y/o cantarles canciones de cuna infantiles que contribuyen a relajarles y a estimular su lenguaje, adquiriendo vocabulario. Además fortalece el vínculo madre-hijo.
— Hacerles cosquillas o caricias provocará su respuesta en forma de sonidos y eso les permitirá tomar conciencia de su propia voz.
— Permitirles la manipulación de sonajeros, cascabeles o llaveros, algo que activará su cerebro para relacionar los sonidos con el movimiento de estos objetos.
— Jugar a imitar sonidos de animales, vehículos u objetos cotidianos ayuda a los bebés a ir reconociendo y discriminando diferentes sonidos.
— Arrugar papeles de distintas texturas cerca de sus oídos, e incluso, dejar que sean ellos los que los arruguen con sus manitas, les resultará muy estimulante también a nivel del sentido del tacto.
— Jugar a repetir balbuceos y vocalizaciones, que además de ayudar a la estimulación del oído, es una manera de trabajar la memoria auditiva.
Cuando los niños sean un poco más mayores podemos utilizar otros recursos más complejos como:
— Cantar canciones infantiles en diferentes idiomas.
— Mantener conversaciones sencillas.
— Enseñarles rimas de palabras.
— Contarles cuentos o escuchar audiocuentos para desarrollar la comprensión auditiva y la imaginación. A partir de ahí, podemos pedirles que nos ayuden a inventar una historia, añadiendo lo que se les ocurra.
— Recitar palabras o números y pedirles que los recuerden y repitan.
— Componer una secuencia de sonidos para que los reproduzcan.
En los recién nacidos, la voz de la madre, que ya identifican desde que estaban en el vientre, es su estímulo auditivo favorito porque les tranquiliza.

La música, un gran aliado para la estimulación auditiva
Un capítulo especial merece la música ya que está demostrado que es una excelente manera de estimular el desarrollo auditivo. Hacer escuchar música relajante a los bebés es uno de los mejores ejercicios de estimulación temprana, ya que a la vez que les tranquiliza, despierta su sensibilidad auditiva. Se recomienda que sea una música clásica o instrumental a un volumen moderado. A partir del año, participar en actividades musicales o de baile fomenta la discriminación auditiva, el equilibrio, el desarrollo muscular y el ritmo.
Diversos estudios avalan los efectos de la música y con la ayuda de electroencefalogramas se ha comprobado que esta origina una actividad eléctrica cerebral. Así, se ha demostrado que la música clásica de Mozart es capaz de producir:
— Un aumento de la concentración de los niños y de su capacidad para memorizar.
— Mayor facilidad para resolver problemas matemáticos.
— Estimula la creatividad y la imaginación.
— Evoca recuerdos e imágenes y enriquece el intelecto.
— Estimula el desarrollo integral del niño.
Por este motivo, las terapias musicales son muy eficaces para niños con problemas de aprendizaje o con trastornos en su desarrollo.
Podemos concluir que el cuidado de la audición desde una edad temprana es imprescindible para garantizar un desarrollo saludable de los niños, ya que influye claramente en su capacidad para comunicarse, aprender, interactuar socialmente y mantenerse seguros en su entorno.
