¿Seguro que habéis escuchado alguna vez a alguien que no quiere ponerse los audífonos, porque sus oídos se volverán “vagos”? Nada más lejos de la realidad.
PREGUNTA:
Si me pongo los audífonos… ¿los oídos se vuelven “vagos”?
RESPUESTA:
Es frecuente que las personas con pérdida auditiva piensen que su sistema auditivo se mantendrá mejor cuanto más pospongan su decisión de adaptarse audífonos. Esta creencia es completamente errónea.
El elemento básico para mantener un correcto funcionamiento del sistema auditivo es precisamente la estimulación, y dicha estimulación sólo puede proporcionarse a través de los sonidos a intensidad suficiente.
La hipoacusia no sólo afecta a cómo se perciben los sonidos sino también, y lo que es más importante, a cómo se perciben las palabras. Una pérdida auditiva que se mantiene a lo largo de los años sin ningún tipo de estimulación produce a medio plazo una clara merma de la discriminación verbal, debido a que las áreas del cerebro encargadas de procesar la información auditiva no cuentan con la información necesaria para su correcto funcionamiento.
La adaptación de audífonos en una pérdida auditiva susceptible de amplificación no “frenará” la evolución de la pérdida, sea cual sea su causa, pero sí mantendrá la vía auditiva estimulada, y por lo tanto “preparada” ante una evolución desfavorable; de modo que la capacidad de entender se vea afectada en mucha menor medida.
Por otra parte, las terapias de “entrenamiento auditivo”, una vez adaptados los audífonos, contribuyen eficazmente a obtener el máximo rendimiento de la amplificación, así como a desarrollar estrategias para optimizar la comprensión del habla, incluso en ambientes desfavor