Faq’s #25
El papel del audiólogo en la orientación de las familias con niños hipoacúsicos ha cambiado sustancialmente con la detección precoz. El éxito en la rehabilitación del niño está estrechamente ligado a la familia, por lo que esta se sitúa dentro del contexto doméstico. Las estrategias para aconsejar a las familias son decisivas para el futuro del niño hipoacúsico, ya que los padres tomarán decisiones basadas fundamentalmente en el consejo profesional.
Metodologías de rehabilitación
Los enfoques metodológicos para la rehabilitación del niño con hipoacusia se dividen básicamente en dos grupos: los que tienen una orientación principalmente auditiva y los que tienen una orientación visual. Las familias necesitan recibir información completa sobre cada uno de ellos, teniendo en cuenta que no todos los métodos son adecuados para todos los niños.
Influencia y decisiones de los padres y la familia
El 95 % de los niños sordos nacen de padres oyentes y sus familias esperan que el niño aprenda a escuchar y a hablar.
Al impacto emocional que supone la noticia del diagnóstico de hipoacusia, hay que añadir la carga de responsabilidad que implica empezar a tomar decisiones sobre temas que los padres aún no acaban de comprender en profundidad y que hasta hace muy poco tiempo, eran completamente desconocidos para ellos. Para generar más ansiedad el tiempo corre en contra, ya que las decisiones que tomen serán más efectivas cuanto más inmediatas sean.
En ocasiones, los padres son aconsejados de forma contradictoria por diferentes profesionales, lo que crea confusión e incertidumbre. La claridad para transmitir la información, la explicación del diagnóstico y el conocimiento de las opciones existentes ayuda a los padres en la toma de decisiones. Tras documentarse sobre los enfoques de rehabilitación, deben decidir cuál es el que desean para su hijo. En este punto es necesario orientarlos e informarlos, pero nunca coaccionarlos. El contacto con otras familias que ya han pasado por esta situación disminuye la angustia que acompaña al proceso de asimilación y, además, les permite conocer a otros niños que se desenvuelven competentemente dentro de la modalidad de rehabilitación elegida.
Factores que hay que considerar
La elección de la metodología de rehabilitación de un niño con hipoacusia debe tener en cuenta las características de la familia y del niño. Existe una población muy heterogénea, con expectativas y valores muy diversos. Factores como su disposición para participar en la terapia o la condición social, económica y cultural, influyen considerablemente en la toma de decisiones.
Pero son las características del niño las que finalmente definen el método de intervención idóneo, a saber: edad de diagnóstico de la hipoacusia, tiempo de evolución, grado, causa, uso de amplificación, habilidades auditivas y comunicativas, nivel intelectual, habilidades de los padres o cuidadores, etc.
El éxito de la rehabilitación se puede definir como el logro de los resultados expresados por la familia como objetivo, al implementar el método de comunicación elegido.
Lengua de signos (bilingüismo)
Las lenguas de signos son «las lenguas o sistemas lingüísticos de carácter visual, espacial, gestual y manual, en cuya conformación intervienen factores históricos, culturales, lingüísticos y sociales, utilizadas tradicionalmente como lenguas por las personas sordas, con discapacidad auditiva y sordociegas».
Las lenguas de signos son, por tanto, lenguas no vocales desarrolladas de forma natural por el colectivo de personas sordas para establecer un canal de comunicación y un acceso a la información básica, cuya finalidad es la de relacionarse con su entorno social, conformado por sordos u oyentes. Son lenguas que han ido evolucionando a través de las interacciones comunicativas entre las personas sordas a lo largo del tiempo. Tienen una estructura gramatical propia y diferente a las lenguas orales.
El 95 % de los niños sordos nacen de padres oyentes y sus familias esperan que el niño aprenda a escuchar y a hablar.
Tradicionalmente las lenguas de signos no han tenido mucho reconocimiento social ni han sido consideradas como una lengua, aunque en los últimos años, gracias a las investigaciones lingüísticas, han ido adquiriendo mayor relevancia. En España se reconocen, por la Ley 27/2007 de 23 octubre, la Lengua de Signos Española (en adelante LSE) y la Lengua de Signos Catalana.
Esto ha hecho a su vez que surjan en las escuelas modelos bilingües basados en la coexistencia de la lengua oral y la de signos. Así, esta última no es solo una herramienta de interacción comunicativa, sino también una lengua de enseñanza, incorporándose un área curricular específica para la lengua de signos. Asimismo, estas escuelas integran adultos sordos competentes en la lengua de signos que actúan como figuras de referencia para los alumnos sordos o con discapacidad auditiva.
Método bimodal
El uso del sistema bimodal implica la utilización simultánea de la lengua oral con signos propios de la lengua de signos, es decir, se mantiene la estructura y vocalización de la lengua oral, pero con el apoyo de los signos. Es, por tanto, un sistema artificial que supone un intento de acercamiento entre la lengua oral y la de signos. Algunos autores lo definen también como un sistema «híbrido».
La ventaja del uso del sistema bimodal es que ofrece un método sencillo de comunicación. Para los profesionales y la familia se trata de un aprendizaje más fácil que la lengua de signos, ya que supone el uso de dichos signos pero manteniendo las estructuras sintácticas y la vocalización propia de la lengua oral correspondiente. El resultado es un «modelo de expresión más cercano al oral que al gestual en el fondo, aunque parezca más gestual que el oral en la forma».
Método oral
El método oral se basa en la adquisición de lengua oral con el apoyo de recursos visuales, táctiles, escritos y manuales. Este sistema se desarrolló con el objetivo de «dotar de palabra al niño sordo», basándose en la enseñanza del habla a través de la comprensión del significado de las palabras, es decir, el estudio del vocabulario y la gramática. Se persigue la correcta pronunciación a través de la articulación. El maestro trabaja la articulación, el ritmo y la impostación de la voz para lograr que el niño obtenga una pronunciación rítmica y clara. Otro apoyo de este método es la lectura labial.
La claridad para transmitir la información, la explicación del diagnóstico y el conocimiento de las opciones existentes ayuda a los padres en la toma de decisiones.
Método auditivo-oral
El método auditivo-oral u oralismo tiene como objetivo el lenguaje hablado. El uso de la audición potenciada por la amplificación se acompaña de lectura labiofacial y otros indicios (gestos naturales), para comprender la conversación o la información auditiva.
La elección de esta metodología se justifica cuando los niños, por diferentes razones, no son capaces de manejarse a través de la audición únicamente. El canal visual y el auditivo se trabajan de manera paralela. La competencia en las tareas enseñadas, su lenguaje y compresión no guardan relación con lo que escuchan. El verdadero potencial auditivo de estos niños no se desarrolla completamente.
La detección precoz, unida al desarrollo de la tecnología, permite que, hoy en día, la mayoría de los niños alcance un nivel de audibilidad suficiente para ser competente a través de la audición exclusivamente.
Terapia auditivo verbal (TAV)
La TAV se ha desarrollado como resultado de los avances en el conocimiento, habilidades y tecnología relacionados con la audición (Ling). Se ha extendido rápidamente, ya que la mayoría de los niños logran adquirir la capacidad para utilizar el lenguaje oral, interactuar con otros y obtener un nivel elevado de educación académica, con mayores opciones de empleo y pocas limitaciones en los aspectos personales y sociales de sus vidas. Los programas de cribado universal, la tecnología inteligente aplicada a audífonos e implantes, la intervención precoz y la participación de la familia en la educación y terapia, permiten que los niños hipoacúsicos accedan, cada vez más, al lenguaje oral a través del desarrollo de las habilidades auditivas.
La audición es la modalidad sensorial primaria para desarrollar el lenguaje y la comunicación. Los niños con cualquier grado de pérdida auditiva merecen la oportunidad de desarrollar la habilidad de escuchar y de usar la comunicación verbal con su familia y la comunidad.
La TAV debe ser considerada como la primera opción educativa si el objetivo es que el niño logre una competencia lingüística equiparable a los niños oyentes, con las características naturales de la voz.
Definición y fundamentos
La TAV no es una técnica ni una interacción, sino una «forma de vida» que se debe practicar cada día. El objetivo es que los padres aprendan los principios de la terapia y que los apliquen cotidianamente con sus hijos.
Los especialistas guían a los padres para que sean ellos quienes ayuden a sus hijos a desarrollar el lenguaje oral y la lecto-escritura, fundamentalmente, por medio de la audición.
Se pone así la atención en la defensa de una educación inclusiva, en el apoyo familiar y en servir de guía y soporte para la aplicación rigurosa de las técnicas, estrategias y procedimientos que posibilitan la adquisición del lenguaje oral a través de la audición. Progresivamente, los padres ganan confianza en sí mismos y en sus hijos para alcanzar las metas propuestas y aprenden a crear un ambiente sonoro constante a su alrededor.
Las lenguas de signos se han desarrollado de forma natural por el colectivo de personas sordas para establecer un canal de comunicación con su entorno y un acceso a la información básica.
Los objetivos primarios son: que los niños aprendan a escuchar y a hablar con competencia conversacional, que sean integrados en escuelas ordinarias y que cuenten con acceso a educación y opciones sociales ilimitadas a lo largo de su vida.
La práctica de la TAV es la aplicación y el manejo de la tecnología auditiva, junto con las estrategias específicas y las técnicas y condiciones, que propician la adquisición del lenguaje hablado (básicamente, a través de la audibilidad de los sonidos de las voces propias, de las de otros y de todos los sonidos del entorno). La terapia siempre es individual con la asistencia de uno o de ambos padres, miembros de la familia o cuidadores a cargo del menor.
Las teorías actuales sobre el desarrollo normal del lenguaje proporcionan el marco y la justificación para la estructura de la TAV. Los bebés y los niños en etapa pre-escolar y escolar aprenden el lenguaje de manera más eficaz, a través de interacciones significativas y con el apoyo continuo y consistente de padres o tutores.
La mayoría de los niños con hipoacusia cuentan con audición residual útil. Con las prótesis auditivas adecuadas pueden detectar todos o casi todos los sonidos dentro del espectro del habla.
El uso de la audición residual a través de la amplificación (audífonos, moldes, sistemas de FM, implantes cocleares), permite la detección de los sonidos del espectro del habla, brindando al niño la oportunidad de desarrollar el lenguaje de una manera natural a través de la audición.
La TAV fomenta que un niño con pérdida auditiva no dependa del canal visual para reforzar los aprendizajes. La audición, en vez de ser una modalidad pasiva que recibe información, puede ser el agente activo del desarrollo cognitivo.
Escuchando con el cerebro
Existen aproximadamente 3500 CCI que transmiten la información auditiva a través del tronco cerebral a la corteza auditiva, donde esta información es procesada por más de 200 millones de neuronas.
Un bebé normoyente recibe estimulación auditiva desde la vigésima semana de gestación. La audición posibilita la activación de las conexiones neurales, que se desarrollan a partir de la información que reciben.
La TAV debe ser considerada como la primera opción educativa si el objetivo es que el niño logre una competencia lingüística equiparable a los niños oyentes, con las características naturales de la voz.
Durante el primer año de vida se desarrollan numerosas habilidades auditivas: la conciencia auditiva/percepción, la atención auditiva/inhibición/audición a distancia, la localización, la discriminación, la retroalimentación auditiva, la memoria auditiva y la memoria secuencial auditiva (procesamiento auditivo).
La hipoacusia impide que los sonidos alcancen el cerebro del niño. Los niños hipoacúsicos dependen del trabajo de los especialistas, de la familia y de la tecnología para que la información auditiva llegue al cerebro lo antes posible. Si no consiguen acceder a la audición durante los años críticos para el aprendizaje del lenguaje, la habilidad para utilizar de manera significativa el estímulo auditivo se reduce debido a factores fisiológicos (deterioro retrógrado de las vías auditivas) y psicosociales.
Desde el nacimiento y hasta los 3 o 6 años aproximadamente, la neuroplasticidad cerebral permite que el desarrollo de las habilidades auditivas se produzca de manera similar a un niño normoyente si recibe la estimulación adecuada. Si por el contrario, el sistema auditivo no recibe dicha estimulación, el cerebro se reorganiza ante la ausencia de sonido para recibir el input de otros sentidos, básicamente la visión (reorganización cruzada), lo que reduce la capacidad neural auditiva.
El elemento principal para favorecer el desarrollo de las vías y córtex auditivo es la estimulación que, a diferencia de la privación, permite la reorganización adecuada de la corteza cerebral.
La secuencia de desarrollo es: escuchar-procesar-hablar.
Principios de la TAV
Fundamentalmente promueven el diagnóstico e intervención precoz con la implementación inmediata de amplificación y terapia, y la responsabilidad de los profesionales para guiar y aconsejar a los padres hasta convertirlos en los pilares del tratamiento. Destaca el uso de la audición como modalidad sensorial primaria sin necesidad de apoyo visual, fomentando el desarrollo del lenguaje oral a través de las actividades cotidianas del niño. Se trata de ayudar al pequeño a controlar su lenguaje a través de su audición, realizar evaluaciones para comprobar sus avances y promover la integración en el aula junto con niños normoyentes.
Áreas de estimulación: audición, lenguaje, habla, comunicación y cognición
En la TAV no solo se marcan objetivos auditivos y del lenguaje, sino también los relativos al desarrollo integral del niño. El control cognitivo y la competencia lingüística se trabaja a través de actividades agradables que inviten a la participación del niño. Reforzar las capacidades de ejecución permite potenciar el aprendizaje, de modo que la motivación debe ser la característica principal de las actividades propuestas. Los niños desarrollan conductas auditivas conjuntamente con objetivos de habla, lenguaje, cognición y comunicación. Estas áreas no se trabajan de forma aislada, sino que se integran en cada actividad.
Importancia de la familia
Los padres del niño hipoacúsico y la familia próxima constituyen el centro de la terapia, especialmente durante los primeros años de vida. El terapeuta procura empoderar y estimular a los padres, cuidadores, abuelos y miembros de la familia que conviven con el niño, con el fin de que asuman el rol de facilitadores primarios para la adquisición del lenguaje.
Los padres acuden y participan en las sesiones, aprenden a colaborar con el rehabilitador y a adaptar las actividades lúdicas a los intereses y a las habilidades del niño. Son los principales conocedores de su hijo, lo que les facilita la identificación de sus primeros intentos comunicativos.
Su participación les permite aprender y entender las etapas del desarrollo en las áreas de audición, habla, lenguaje, cognición y comunicación, e incorporar de manera interactiva las habilidades a desarrollar en rutinas y en nuevas experiencias de la vida diaria.
El terapeuta ayuda a los padres a desarrollar las tareas y actividades dentro de la sesión y les marca los objetivos; deberá adaptarse a las diferentes personalidades tanto de los niños, como de las familias.
Se convierten así en el mejor aliado del terapeuta, lo que contribuye enormemente a conseguir los objetivos que se persiguen.
El desarrollo del lenguaje y las habilidades auditivas del niño no depende del número de horas que asista a terapia, ni de la calidad y cantidad de material utilizado, sino de las interacciones naturales. El objetivo es conseguir que los padres capten el interés de sus hijos para cualquier actividad y la enriquezcan utilizando las técnicas de TAV.
El terapeuta ayuda a los padres a desarrollar las tareas y actividades dentro de la sesión y les marca los objetivos a largo plazo. Deberá adaptarse a las diferentes personalidades tanto de los niños, como de las familias, a sus estilos de aprendizaje y a sus intereses. La TAV puede realizarse en una gran variedad de lugares, incluyendo la casa del niño, una clínica u hospital, una consulta privada, etc., pero los mayores aprendizajes se producirán en el hogar y en la comunidad del niño. Las situaciones reales pueden convertirse en el tema de una conversación.
La misión de los padres consiste en jugar y conversar de manera natural, pero orientándose a ciertos objetivos específicos indicados por el terapeuta. Cuando ellos sienten que su compromiso es fundamental para alcanzar los resultados que esperan, tienden a implicarse más en todos los aspectos del proceso de rehabilitación de su hijo.
Estrategias y técnicas
Los terapeutas y padres utilizan estrategias y técnicas para mantener la audición como el centro del mundo del niño. Algunas estrategias se enumeran a continuación:
— Realce acústico: consiste en poner de relieve alguna cualidad acústica, enfatizando aspectos suprasegmentales o segmentales.
— Limitación del formato: ofrece alternativas de respuesta con formato cerrado.
— Elaboración: procedimientos utilizados para ampliar información añadiendo datos, asociando ideas o explicando definiciones.
— Palabra clave: repetir una palabra clave en una frase para favorecer la comprensión.
— Refuerzo: el niño demuestra que ha entendido parte del mensaje y pide la información completa.
— «Sandwich auditivo»: consiste en presentar el estímulo siguiendo el circuito audición-visión-audición.
— Repetición: llamar la atención del niño y repetir el mensaje completo o la parte que el niño no ha comprendido.
— «¿Qué escuchaste?»: preguntar al niño qué ha escuchado cuando demanda la repetición del estímulo.
— Silencio: dejar tiempo suficiente para procesar la información recibida.
— Cierre auditivo: el niño aprende a rellenar las partes faltantes con el objetivo de percibir una emisión completa con significado.
— Modelado y expansión: mejorar las emisiones de los niños ampliando información de los aspectos del lenguaje.
— Simplificación: emplear estructuras lingüísticas simples para que resulten más fáciles de decodificar.
En términos generales, el inicio del tratamiento en los primeros años de vida, la participación de los padres, que apoyan y entienden la dinámica de trabajo, y la utilización de la mejor tecnología disponible, garantiza en la mayoría de los casos, el desarrollo de una elevada competencia lingüística únicamente a través de la audición.
Notas:
Extraído del Capítulo 13 «Rehabilitación auditiva» del libro Audiología: Teoría y Práctica de Egea Ediciones.
CV Autor
Licenciada en Fonoaudiología por la Universidad de Buenos Aires.
Fundadora y directora de RV ALFA, Centro de Audiología, Logopedia y Audioprótesis.