Desde Beltone Ópticas creemos firmemente en la fuerte relación que existe entre los sentidos visual y auditivo; relación que se da en múltiples ámbitos, desde el empresarial, profesional, clínico, psicológico, hasta el fisiológico, que es sobre el que hoy queremos poner el foco.
Te invitamos a «mirar» lo que planteamos y «escuchar» las ideas que puedan surgirte.
La relación entre la visión y el oído se basa en la forma en que los dos sentidos se complementan para interpretar el entorno y crear una experiencia perceptual integrada.
Los sentidos representan nuestras «puertas» para recibir información del entorno, pero no están siempre disponibles, como en el caso de las personas ciegas o sordas. La ciencia sabe hoy bastante bien que el cerebro tiene la capacidad de adaptarse a distintas experiencias sensoriales y, en cierto modo, de «compensar» la falta de uno u otro sentido.
La visión y el oído no funcionan de manera aislada; interactúan para proporcionar una percepción más rica y precisa del entorno, lo cual es esencial para la comunicación, la atención y la orientación espacial.
El cerebro combina la información visual y auditiva para construir una percepción coherente del mundo. Por ejemplo, al ver a una persona hablar, se integran los movimientos de los labios (visión) con los sonidos de su voz (audición) para entender mejor el habla, un fenómeno conocido como el «efecto McGurk». Si la información visual y auditiva no concuerda, el cerebro puede generar una percepción híbrida.
El cerebro tiene una capacidad muy importante para adaptarse a los cambios en la información que recibe. Las alteraciones en un sentido conducen rápidamente a cambios en los demás, como si se encontrara un nuevo equilibrio.
La visión y el oído se sincronizan para interpretar eventos en tiempo real, como ver y escuchar una pelota rebotando. La precisión de la percepción temporal es esencial para tareas como entender el lenguaje, donde los ritmos visuales (gestos y expresión facial) y auditivos (entonación y ritmo del habla) se alinean.
La relación entre la visión y el oído se basa en la forma en que los dos sentidos se complementan para interpretar el entorno y crear una experiencia perceptual integrada.

La información auditiva puede influir en cómo se percibe lo visual y viceversa. Por ejemplo, en entornos ruidosos, como una fiesta, las personas tienden a depender más de la lectura labial. De igual forma, en situaciones de poca visibilidad, como la oscuridad, los sonidos pueden ser claves para localizar y distinguir objetos.
Con el uso de todos nuestros sentidos, especialmente la visión y la audición, podremos participar activamente en cualquier conversación, favoreciendo la integración del usuario de audífonos.
Esta relación nos puede llevar a entender por qué en ocasiones no se llegan a cumplir las expectativas del usuario de audífonos, que piensa que, con la mera adquisición del dispositivo, la audición se restaurará hasta el grado de poder entender una conversación que ocurre en el otro lado de la casa o incluso la de la mesa del fondo del restaurante. Considerando que el sentido de la audición es uno de los más complejos y que no oímos con el oído, sino que es el cerebro quien interpreta la información auditiva ambiental, si bien es cierto que el audífono hace más audible el sonido, la labor del cerebro aún necesita de apoyos adicionales que llegarán del resto de sentidos, porque el sistema completo está dañado. Es por ello que tanto el usuario de audífonos como sus familiares deben tener en cuenta que se requerirá información visual para poder tener un beneficio completo y una mejor comprensión de la conversación.




