Aunque muchos especialistas de la salud recomiendan esperar antes de usar audífonos en casos de hipoacusia leve o moderada, la evidencia científica demuestra que esta decisión puede tener efectos muy negativos a medio plazo. Según diversas investigaciones, no tratar la pérdida auditiva a tiempo aumenta el riesgo de deterioro cognitivo y de aislamiento social.
Las personas que presentan hipoacusia leve o moderada buscan la opinión de un especialista para valorar la necesidad de audífonos al detectarse el problema. No es infrecuente que en estos casos algunos profesionales formulen recomendaciones como «puedes esperar mientras te manejes», sugiriendo que, si la persona puede continuar con su vida cotidiana sin grandes dificultades, no es necesario el uso de audífonos de inmediato.
Aunque estas palabras pueden parecer tranquilizadoras y probablemente reflejan el conocimiento del especialista sobre la reticencia de los pacientes a adaptarse audífonos debido al estigma asociado o a los aspectos económicos, la evidencia científica muestra que retrasar el uso de audífonos conlleva consecuencias negativas.
El presente artículo recuerda los motivos principales por los cuales no es recomendable mantener una situación de privación auditiva en pacientes con hipoacusia leve o moderada. Estos pacientes, a menudo, presentan mayor incertidumbre sobre el momento adecuado para comenzar a usar audífonos y los profesionales de la salud muestran menos consistencia en sus recomendaciones, encontrando que al 28% de los pacientes se les indica no hacer nada cuando acuden al especialista buscando soluciones a su hipoacusia (Eurotrack, 2023). En estas líneas, vamos a analizar las consecuencias sociales de la privación auditiva, su impacto en el procesamiento auditivo y la neuroplasticidad, así como su influencia en el pronóstico a futuro del uso de dispositivos auditivos.
Según el informe Eurotrack 2023, al 28% de los pacientes con hipoacusia leve o moderada no se les recomienda la adaptación cuando acuden al especialista.
La deprivación auditiva, causada por la falta o deficiente estimulación sonora durante un período prolongado, tiene consecuencias notables en el procesamiento auditivo y la neuroplasticidad cerebral: «Más allá del impedimento obvio para la comunicación hablada, nos hemos dado cuenta de que también hay efectos ocultos de la pérdida auditiva que pueden tener consecuencias significativas tanto para la función cognitiva como para la integridad neuronal» (Wingfield&Peelle, 2012).
La primera de las consecuencias es la degradación de la vía auditiva central (Simon et al, 2020). El cerebro depende de la estimulación auditiva constante para mantener la actividad de la vía auditiva. La deprivación auditiva conlleva degeneración en la actividad neuronal en la corteza auditiva, afectando a la capacidad del cerebro para interpretar los sonidos de manera eficiente. Este fenómeno puede resultar en el deterioro de las vías auditivas centrales, dificultando el procesamiento efectivo de los sonidos incluso cuando estos son introducidos al adaptar audífonos años más tarde.
La deficiente estimulación auditiva causada por la hipoacusia genera también alteraciones en la plasticidad neuronal, es decir, en la capacidad natural del cerebro para adaptarse a cambios en el entorno. Cuando el cerebro no recibe la estimulación auditiva adecuada, su capacidad para reorganizarse y adaptarse al procesamiento de sonidos amplificados disminuye. Esto puede hacer que las personas que comienzan a usar audífonos tarde tengan mayores dificultades para adaptarse a los sonidos amplificados, debido a la deficiente estimulación previa durante el período con hipoacusia sin adaptar.
La deprivación auditiva conlleva degeneración en la actividad neuronal en la corteza auditiva, afectando a la capacidad del cerebro para interpretar los sonidos.
La tercera consecuencia, en términos de procesamiento y neuroplasticidad, afecta a la capacidad de resolución temporal y espacial. La capacidad de resolución temporal, entendida como la habilidad del cerebro para procesar cambios rápidos en los estímulos auditivos, así como la resolución espacial, que se refiere a la capacidad para localizar sonidos en el espacio, se ve comprometida en casos de hipoacusia no tratada. Numerosas investigaciones han demostrado que los individuos con pérdida auditiva prolongada presentan una disminución en estas capacidades, lo que impacta negativamente en su habilidad para discriminar entre sonidos rápidos y para identificar su ubicación en el entorno. Esto incide directamente en la capacidad para mantener conversaciones cruzadas o en ambientes ruidosos que requieren un procesamiento auditivo preciso, generando aislamiento en dichas situaciones.
Otro efecto negativo es el aumento en la carga cognitiva por la falta de información auditiva. Ante la pérdida parcial de información auditiva el cerebro emplea más recursos cognitivos para interpretar el sonido, lo que resulta en una mayor carga mental y fatiga auditiva. Este esfuerzo adicional para comprender conversaciones en entornos ruidosos o seguir el habla rápida puede afectar a la capacidad de atención y concentración, contribuyendo a la fatiga general de la persona. Este efecto se denomina «esfuerzo cognitivo», definido por Pelle (2018) como «la demanda cognitiva para interpretar señales auditivas en condiciones subóptimas», y se manifiesta en términos de cambios cerebrales y efectos en el comportamiento del individuo.
Siguiendo en esta línea, la hipoacusia no tratada puede generar una reorganización cortical significativa en el cerebro. ¿Esto qué significa? La ausencia prolongada de estímulos auditivos provoca cambios en las áreas cerebrales asociadas con la audición, como el córtex auditivo, que pueden experimentar una reducción en su actividad y densidad de materia gris. Este fenómeno lleva a una reasignación de funciones, en la que regiones del cerebro que normalmente procesan información auditiva pueden asumir roles en otras modalidades sensoriales, como la visión o el tacto. La reorganización cortical refleja la capacidad del cerebro para adaptarse a la falta de estímulos auditivos. Al respecto, Sharma & Campbell en sus estudios destacan que, aunque esta reorganización puede permitir cierta compensación, también puede complicar la rehabilitación auditiva. Sharma sugiere que las intervenciones tempranas y adecuadas, como el uso de audífonos y las terapias auditivas, son cruciales para mitigar los efectos negativos de la hipoacusia no tratada y facilitan una recuperación más efectiva del procesamiento auditivo.
Por último, son numerosos los estudios que demuestran el vínculo entre la pérdida auditiva no tratada a largo plazo y el mayor riesgo de deterioro cognitivo y demencia. Las personas con pérdida auditiva presentan una probabilidad mayor de desarrollar deterioro cognitivo y demencia en comparación con aquellos de audición normal, debido a que la hipoacusia no tratada fomenta el aislamiento social y reduce la estimulación mental, factores que pueden aumentar el riesgo de deterioro cognitivo.
Ante la pérdida parcial de información auditiva el cerebro emplea más recursos cognitivos para interpretar el sonido, lo que provoca mayor fatiga auditiva.
Pero, ¿qué observamos si ponemos el foco en el aspecto social y en la calidad de vida de las personas? ¿Cuáles son los efectos de la hipoacusia no tratada?
La hipoacusia no tratada tiene graves consecuencias en la calidad de vida de las personas afectadas repercutiendo no solo en su bienestar individual, sino también en su entorno social y familiar. Esta condición, que varía desde una pérdida auditiva leve hasta una severa, puede desencadenar efectos negativos que van más allá de la simple dificultad para escuchar, afectando significativamente a la vida cotidiana y emocional de quienes la padecen.
Uno de los principales efectos de esta hipoacusia no tratada es el aislamiento social. La audición es fundamental para la comunicación eficaz y cuando esta se ve comprometida, las personas experimentan dificultades para seguir conversaciones, especialmente en entornos ruidosos o cuando hay varias personas hablando simultáneamente. Esta dificultad en la comunicación puede llevar a desconexión y exclusión, haciendo que las personas afectadas eviten situaciones sociales. La evidencia muestra que este aislamiento se convierte en un círculo vicioso, donde el individuo evita más interacciones sociales, lo que a su vez incrementa su aislamiento y soledad privándole de la estimulación necesaria para que su sistema auditivo responda eficazmente en dichas situaciones.
La dificultad para comunicarse puede provocar tensiones en las relaciones, generando frustración tanto en el individuo con pérdida auditiva como en sus familiares.
Lo anteriormente expuesto hace que, a menudo, el impacto emocional de la hipoacusia no tratada se manifieste en forma de depresión y ansiedad. Al no poder participar plenamente en las actividades cotidianas y en las interacciones sociales, las personas pueden sentirse frustradas y desanimadas. La falta de comunicación efectiva también puede llevar a malentendidos y conflictos interpersonales, lo que exacerba el estrés emocional. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), existe una clara correlación entre la pérdida auditiva no tratada y un aumento en los síntomas de depresión y ansiedad, debido a la frustración y al sentimiento de aislamiento social.
Todo ello hace que la hipoacusia no tratada tenga repercusiones significativas en la calidad de vida de la persona, de los miembros de su familia y de sus allegados. La dificultad para comunicarse puede provocar tensiones en las relaciones familiares, generando frustración tanto en el individuo con pérdida auditiva como en sus seres queridos. Esto puede generar que los familiares tengan que realizar ajustes constantes para facilitar la comunicación, lo que puede llevar a una sobrecarga emocional y física. En casos extremos, esta situación puede afectar al equilibrio familiar y al bienestar general de los miembros del hogar, generando un ambiente de estrés y conflicto.
El impacto negativo de la hipoacusia no tratada también influye en el entorno laboral. Compañeros de trabajo pueden verse en la necesidad de repetir información, de ajustarse a las limitaciones auditivas del individuo y enfrentarse a la frustración derivada de la comunicación deficiente. Esto afecta a la dinámica de trabajo, pues puede influir en la productividad y en el ambiente laboral en general. Las dificultades de comunicación en el trabajo pueden contribuir a una mayor carga de estrés tanto para el individuo con hipoacusia como para sus compañeros, generando un impacto negativo en el rendimiento y en las relaciones laborales.
En resumen, la hipoacusia no tratada tiene un impacto muy importante en la vida de las personas afectadas y en sus entornos. La reducción en la calidad de vida debido a la dificultad para comunicarse, el aislamiento social, el aumento en la incidencia de problemas emocionales como la depresión y la ansiedad, y el estrés adicional sobre familiares y compañeros, son consecuencias significativas de esta condición. Por lo tanto, es crucial considerar la intervención temprana y el tratamiento adecuado lo antes posible para mitigar estos efectos y mejorar tanto el bienestar personal como el social de quienes padecen pérdida auditiva y su entorno.
La reorganización cortical refleja la capacidad del cerebro para adaptarse a la falta de estímulos auditivos.
Aunque una adaptación tardía de audífonos puede ofrecer mejoras en la audición, no siempre revierte completamente los efectos negativos ya establecidos. Es por ello importante abordar las consecuencias de una intervención tardía sobre el pronóstico futuro con audífonos.
Las investigaciones muestran que aquellos que comienzan la rehabilitación auditiva de manera temprana tienden a experimentar una mejor aclimatación a los audífonos, tienen adaptaciones más eficientes y su satisfacción con el uso de estos dispositivos es mayor. Esto se debe a que el cerebro, al recibir estimulación auditiva constante, mantiene y refuerza sus conexiones neuronales, lo que facilita el procesamiento de sonidos amplificados.
Por otro lado, la privación prolongada del sonido tiene consecuencias perjudiciales para la adaptación y rehabilitación posterior con audífonos. La falta de estimulación auditiva durante un período extenso como se ha indicado unas líneas más arriba, reduce la plasticidad neuronal, lo que hace que el cerebro sea menos flexible para adaptarse a los nuevos sonidos amplificados proporcionados por los audífonos. Esto significa que las personas que comienzan a usar audífonos trascurrido un largo período de privación auditiva pueden enfrentarse a mayores dificultades en la adaptación, ya que las áreas del cerebro responsables del procesamiento auditivo pueden haber experimentado una reorganización o una pérdida funcional significativa (Jerger). Si la intervención se retrasa demasiado, el impacto de la deprivación auditiva puede ser tan profundo que las mejoras posibles con los audífonos se vuelven más limitadas.
En conclusión, cuanto antes se inicie el uso de audífonos en personas que han comenzado a experimentar pérdida auditiva, mayor será la probabilidad de preservar tanto su salud auditiva como cognitiva. Además, la prolongada privación auditiva puede afectar de manera considerable a la capacidad de adaptación a los audífonos en etapas posteriores, limitando su efectividad. Es responsabilidad de los profesionales de la salud informar adecuadamente a los pacientes sobre estos riesgos, así como comprender los efectos negativos que puede tener la actitud de «no me adaptaré mientras me maneje» en su tratamiento y calidad de vida.
Una adaptación tardía de audífonos puede ofrecer mejoras en la audición, pero no siempre revierte los efectos negativos que ya se hayan producido.
Referencias
Sharma, A et al. (2014). Cross-modal re-organization in adults with early-stage hearingloss. PLoS ONE, 9(2), e90594. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0090594
Glick, H. A., & Sharma, A. (2020). Cortical neuroplasticity and cognitive function in early-stagemild-to-moderatehearingloss: Evidence of neurocognitive benefit from hearingaid use. Frontiers in Neuroscience, 14, 93. https://doi.org/10.3389/fnins.2020.0009Peelle, J. E. (2018). Listeningeffort: Howthe cognitive consequences of acoustic challenge are reflected in brain and behavior. Ear and Hearing, 39(2), 204–214. https://doi.org/10.1097/AUD.0000000000000494
CV Autor
Técnico Superior en Audiología Protésica.
Diplomada en Logopedia.
Habilitación Tinnitus & Hyperacusis Therapy MC.
Experta en Acúfenos e Hiperacusia, tratamiento TRT, en RV Alfa Centros Auditivos.
Docente en el Máster de Audiología Universidad Europea Miguel de Cervantes.