Doce razones para no esperar a usar audífonos si ya tienes pérdida auditiva

24/10/2024 | Comparte:

Autor/a: Sonia Bajo
Aunque muchos especialistas de la salud recomiendan esperar antes de usar audífonos en casos de hipoacusia leve o moderada, la evidencia científica demuestra que esta decisión puede tener efectos muy negativos a medio plazo. Según diversas investigaciones, no tratar la pérdida auditiva a tiempo aumenta el riesgo de deterioro cognitivo y de aislamiento social.

Las personas que presentan hipoacusia leve o moderada buscan la opinión de un especialista para valorar la necesidad de audífonos al detectarse el problema. No es infrecuente que en estos casos algunos profesionales formulen recomendaciones como «puedes esperar mientras te manejes», sugiriendo que, si la persona puede continuar con su vida cotidiana sin grandes dificultades, no es necesario el uso de audífonos de inmediato.

Aunque estas palabras pueden parecer tranquilizadoras y probablemente reflejan el conocimiento del especialista sobre la reticencia de los pacientes a adaptarse audífonos debido al estigma asociado o a los aspectos económicos, la evidencia científica muestra que retrasar el uso de audífonos conlleva consecuencias negativas.

El presente artículo recuerda los motivos principales por los cuales no es recomendable mantener una situación de privación auditiva en pacientes con hipoacusia leve o moderada. Estos pacientes, a menudo, presentan mayor incertidumbre sobre el momento adecuado para comenzar a usar audífonos y los profesionales de la salud muestran menos consistencia en sus recomendaciones, encontrando que al 28% de los pacientes se les indica no hacer nada cuando acuden al especialista buscando soluciones a su hipoacusia (Eurotrack, 2023). En estas líneas, vamos a analizar las consecuencias sociales de la privación auditiva, su impacto en el procesamiento auditivo y la neuroplasticidad, así como su influencia en el pronóstico a futuro del uso de dispositivos auditivos.

Según el informe Eurotrack 2023, al 28% de los pacientes con hipoacusia leve o moderada no se les recomienda la adaptación cuando acuden al especialista.

La deprivación auditiva, causada por la falta o deficiente estimulación sonora durante un período prolongado, tiene consecuencias notables en el procesamiento auditivo y la neuroplasticidad cerebral: «Más allá del impedimento obvio para la comunicación hablada, nos hemos dado cuenta de que también hay efectos ocultos de la pérdida auditiva que pueden tener consecuencias significativas tanto para la función cognitiva como para la integridad neuronal» (Wingfield&Peelle, 2012).

La primera de las consecuencias es la degradación de la vía auditiva central (Simon et al, 2020). El cerebro depende de la estimulación auditiva constante para mantener la actividad de la vía auditiva. La deprivación auditiva conlleva degeneración en la actividad neuronal en la corteza auditiva, afectando a la capacidad del cerebro para interpretar los sonidos de manera eficiente. Este fenómeno puede resultar en el deterioro de las vías auditivas centrales, dificultando el procesamiento efectivo de los sonidos incluso cuando estos son introducidos al adaptar audífonos años más tarde.

La deficiente estimulación auditiva causada por la hipoacusia genera también alteraciones en la plasticidad neuronal, es decir, en la capacidad natural del cerebro para adaptarse a cambios en el entorno. Cuando el cerebro no recibe la estimulación auditiva adecuada, su capacidad para reorganizarse y adaptarse al procesamiento de sonidos amplificados disminuye. Esto puede hacer que las personas que comienzan a usar audífonos tarde tengan mayores dificultades para adaptarse a los sonidos amplificados, debido a la deficiente estimulación previa durante el período con hipoacusia sin adaptar.

La deprivación auditiva conlleva degeneración en la actividad neuronal en la corteza auditiva, afectando a la capacidad del cerebro para interpretar los sonidos.

La tercera consecuencia, en términos de procesamiento y neuroplasticidad, afecta a la capacidad de resolución temporal y espacial. La capacidad de resolución temporal, entendida como la habilidad del cerebro para procesar cambios rápidos en los estímulos auditivos, así como la resolución espacial, que se refiere a la capacidad para localizar sonidos en el espacio, se ve comprometida en casos de hipoacusia no tratada. Numerosas investigaciones han demostrado que los individuos con pérdida auditiva prolongada presentan una disminución en estas capacidades, lo que impacta negativamente en su habilidad para discriminar entre sonidos rápidos y para identificar su ubicación en el entorno. Esto incide directamente en la capacidad para mantener conversaciones cruzadas o en ambientes ruidosos que requieren un procesamiento auditivo preciso, generando aislamiento en dichas situaciones.

Otro efecto negativo es el aumento en la carga cognitiva por la falta de información auditiva. Ante la pérdida parcial de información auditiva el cerebro emplea más recursos cognitivos para interpretar el sonido, lo que resulta en una mayor carga mental y fatiga auditiva. Este esfuerzo adicional para comprender conversaciones en entornos ruidosos o seguir el habla rápida puede afectar a la capacidad de atención y concentración, contribuyendo a la fatiga general de la persona. Este efecto se denomina «esfuerzo cognitivo», definido por Pelle (2018) como «la demanda cognitiva para interpretar señales auditivas en condiciones subóptimas», y se manifiesta en términos de cambios cerebrales y efectos en el comportamiento del individuo.

Siguiendo en esta línea, la hipoacusia no tratada puede generar una reorganización cortical significativa en el cerebro. ¿Esto qué significa? La ausencia prolongada de estímulos auditivos provoca cambios en las áreas cerebrales asociadas con la audición, como el córtex auditivo, que pueden experimentar una reducción en su actividad y densidad de materia gris. Este fenómeno lleva a una reasignación de funciones, en la que regiones del cerebro que normalmente procesan información auditiva pueden asumir roles en otras modalidades sensoriales, como la visión o el tacto. La reorganización cortical refleja la capacidad del cerebro para adaptarse a la falta de estímulos auditivos. Al respecto, Sharma & Campbell en sus estudios destacan que, aunque esta reorganización puede permitir cierta compensación, también puede complicar la rehabilitación auditiva. Sharma sugiere que las intervenciones tempranas y adecuadas, como el uso de audífonos y las terapias auditivas, son cruciales para mitigar los efectos negativos de la hipoacusia no tratada y facilitan una recuperación más efectiva del procesamiento auditivo.

Por último, son numerosos los estudios que demuestran el vínculo entre la pérdida auditiva no tratada a largo plazo y el mayor riesgo de deterioro cognitivo y demencia. Las personas con pérdida auditiva presentan una probabilidad mayor de desarrollar deterioro cognitivo y demencia en comparación con aquellos de audición normal, debido a que la hipoacusia no tratada fomenta el aislamiento social y reduce la estimulación mental, factores que pueden aumentar el riesgo de deterioro cognitivo. 

Ante la pérdida parcial de información auditiva el cerebro emplea más recursos cognitivos para interpretar el sonido, lo que provoca mayor fatiga auditiva.

Pero, ¿qué observamos si ponemos el foco en el aspecto social y en la calidad de vida de las personas? ¿Cuáles son los efectos de la hipoacusia no tratada?

La hipoacusia no tratada tiene graves consecuencias en la calidad de vida de las personas afectadas repercutiendo no solo en su bienestar individual, sino también en su entorno social y familiar. Esta condición, que varía desde una pérdida auditiva leve hasta una severa, puede desencadenar efectos negativos que van más allá de la simple dificultad para escuchar, afectando significativamente a la vida cotidiana y emocional de quienes la padecen.

Uno de los principales efectos de esta hipoacusia no tratada es el aislamiento social. La audición es fundamental para la comunicación eficaz y cuando esta se ve comprometida, las personas experimentan dificultades para seguir conversaciones, especialmente en entornos ruidosos o cuando hay varias personas hablando simultáneamente. Esta dificultad en la comunicación puede llevar a desconexión y exclusión, haciendo que las personas afectadas eviten situaciones sociales. La evidencia muestra que este aislamiento se convierte en un círculo vicioso, donde el individuo evita más interacciones sociales, lo que a su vez incrementa su aislamiento y soledad privándole de la estimulación necesaria para que su sistema auditivo responda eficazmente en dichas situaciones.

La dificultad para comunicarse puede provocar tensiones en las relaciones, generando frustración tanto en el individuo con pérdida auditiva como en sus familiares.

Lo anteriormente expuesto hace que, a menudo, el impacto emocional de la hipoacusia no tratada se manifieste en forma de depresión y ansiedad. Al no poder participar plenamente en las actividades cotidianas y en las interacciones sociales, las personas pueden sentirse frustradas y desanimadas. La falta de comunicación efectiva también puede llevar a malentendidos y conflictos interpersonales, lo que exacerba el estrés emocional. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), existe una clara correlación entre la pérdida auditiva no tratada y un aumento en los síntomas de depresión y ansiedad, debido a la frustración y al sentimiento de aislamiento social.

Todo ello hace que la hipoacusia no tratada tenga repercusiones significativas en la calidad de vida de la persona, de los miembros de su familia y de sus allegados. La dificultad para comunicarse puede provocar tensiones en las relaciones familiares, generando frustración tanto en el individuo con pérdida auditiva como en sus seres queridos. Esto puede generar que los familiares tengan que realizar ajustes constantes para facilitar la comunicación, lo que puede llevar a una sobrecarga emocional y física. En casos extremos, esta situación puede afectar al equilibrio familiar y al bienestar general de los miembros del hogar, generando un ambiente de estrés y conflicto.

El impacto negativo de la hipoacusia no tratada también influye en el entorno laboral. Compañeros de trabajo pueden verse en la necesidad de repetir información, de ajustarse a las limitaciones auditivas del individuo y enfrentarse a la frustración derivada de la comunicación deficiente. Esto afecta a la dinámica de trabajo, pues puede influir en la productividad y en el ambiente laboral en general. Las dificultades de comunicación en el trabajo pueden contribuir a una mayor carga de estrés tanto para el individuo con hipoacusia como para sus compañeros, generando un impacto negativo en el rendimiento y en las relaciones laborales.

En resumen, la hipoacusia no tratada tiene un impacto muy importante en la vida de las personas afectadas y en sus entornos. La reducción en la calidad de vida debido a la dificultad para comunicarse, el aislamiento social, el aumento en la incidencia de problemas emocionales como la depresión y la ansiedad, y el estrés adicional sobre familiares y compañeros, son consecuencias significativas de esta condición. Por lo tanto, es crucial considerar la intervención temprana y el tratamiento adecuado lo antes posible para mitigar estos efectos y mejorar tanto el bienestar personal como el social de quienes padecen pérdida auditiva y su entorno.

La reorganización cortical refleja la capacidad del cerebro para adaptarse a la falta de estímulos auditivos.

Aunque una adaptación tardía de audífonos puede ofrecer mejoras en la audición, no siempre revierte completamente los efectos negativos ya establecidos. Es por ello importante abordar las consecuencias de una intervención tardía sobre el pronóstico futuro con audífonos.

Las investigaciones muestran que aquellos que comienzan la rehabilitación auditiva de manera temprana tienden a experimentar una mejor aclimatación a los audífonos, tienen adaptaciones más eficientes y su satisfacción con el uso de estos dispositivos es mayor. Esto se debe a que el cerebro, al recibir estimulación auditiva constante, mantiene y refuerza sus conexiones neuronales, lo que facilita el procesamiento de sonidos amplificados.

Por otro lado, la privación prolongada del sonido tiene consecuencias perjudiciales para la adaptación y rehabilitación posterior con audífonos. La falta de estimulación auditiva durante un período extenso como se ha indicado unas líneas más arriba, reduce la plasticidad neuronal, lo que hace que el cerebro sea menos flexible para adaptarse a los nuevos sonidos amplificados proporcionados por los audífonos. Esto significa que las personas que comienzan a usar audífonos trascurrido un largo período de privación auditiva pueden enfrentarse a mayores dificultades en la adaptación, ya que las áreas del cerebro responsables del procesamiento auditivo pueden haber experimentado una reorganización o una pérdida funcional significativa (Jerger). Si la intervención se retrasa demasiado, el impacto de la deprivación auditiva puede ser tan profundo que las mejoras posibles con los audífonos se vuelven más limitadas.

En conclusión, cuanto antes se inicie el uso de audífonos en personas que han comenzado a experimentar pérdida auditiva, mayor será la probabilidad de preservar tanto su salud auditiva como cognitiva. Además, la prolongada privación auditiva puede afectar de manera considerable a la capacidad de adaptación a los audífonos en etapas posteriores, limitando su efectividad. Es responsabilidad de los profesionales de la salud informar adecuadamente a los pacientes sobre estos riesgos, así como comprender los efectos negativos que puede tener la actitud de «no me adaptaré mientras me maneje» en su tratamiento y calidad de vida.

Una adaptación tardía de audífonos puede ofrecer mejoras en la audición, pero no siempre revierte los efectos negativos que ya se hayan producido.


Referencias

Sharma, A et al. (2014). Cross-modal re-organization in adults with early-stage hearingloss. PLoS ONE, 9(2), e90594. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0090594

Glick, H. A., & Sharma, A. (2020). Cortical neuroplasticity and cognitive function in early-stagemild-to-moderatehearingloss: Evidence of neurocognitive benefit from hearingaid use. Frontiers in Neuroscience, 14, 93. https://doi.org/10.3389/fnins.2020.0009Peelle, J. E. (2018). Listeningeffort: Howthe cognitive consequences of acoustic challenge are reflected in brain and behavior. Ear and Hearing, 39(2), 204–214. https://doi.org/10.1097/AUD.0000000000000494


Sonia Bajo
Audióloga / Audioprotesista

CV Autor

Técnico Superior en Audiología Protésica.
Diplomada en Logopedia.
Habilitación Tinnitus & Hyperacusis Therapy MC.
Experta en Acúfenos e Hiperacusia, tratamiento TRT, en RV Alfa Centros Auditivos.
Docente en el Máster de Audiología Universidad Europea Miguel de Cervantes.

Publicado en:
GA #58

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Estar dentro del rango de adaptación establecido por la FDA (de leve a moderada) no es fácil y es prácticamente imposible saberlo sin una evaluación auditiva profesional. Las pruebas auditivas que realizan estos dispositivos tienen limitaciones en este sentido ya que normalmente ofrecen ajustes en tres bandas de frecuencias (graves, medios y agudos), pero carecen de los ajustes específicos de frecuencia necesarios para una pérdida auditiva compleja. Las recomendaciones a los usuarios que están considerando comprar unos audífonos de venta libre nos conducen una vez más al punto de partida; poner en valor el asesoramiento profesional. El mejor consejo, según los expertos, es tratar de que un profesional evalúe la audición, de forma que el paciente sepa cuál es su situación real y pueda controlar la progresión de su salud auditiva con el tiempo. El informe de la GAO (Government Accountability Office), publicado recientemente en un blog de la FDA, no refleja tampoco que los audífonos de venta libre hayan marcado la diferencia en el tratamiento de la pérdida auditiva que el Congreso de los Estados Unidos esperaba. No obstante, dicho informe refleja alguna conclusión esperanzadora, como que el interés de los consumidores en el tratamiento de la pérdida auditiva aumentó inicialmente después de la emisión de la norma de la FDA sobre los audífonos de venta libre y, lo que es más llamativo, que se incrementó también el interés por asistir a gabinetes audiológicos especializados. Parece que los usuarios prefirieron trabajar con profesionales de la salud auditiva en persona en lugar de comprar sus audífonos por internet y que frecuentemente sentían inseguridad a la hora de comprar estos productos sin la supervisión de un profesional. Si la sociedad estuviera más sensibilizada con la salud auditiva, la evaluación de la audición se iniciaría hacia los 65 años y sería posible identificar un sector más amplio de población «objetivo». Sin duda, estas conclusiones que parten del mercado norteamericano son claramente extrapolables a nuestro país, en el que la venta de audífonos a través de internet ha tenido, hasta el momento, un impacto bastante discreto en el mercado. No obstante, esta tendencia podría revertirse a medio plazo ya que algunas publicaciones anuncian la previsible incursión de los grandes fabricantes de audífonos en este mercado emergente a través de acuerdos con grandes empresas de audio. En resumen, podría considerarse que el mercado de venta libre de audífonos no ha experimentado el éxito que sus defensores vaticinaban en un primer momento; tratándose de la salud, el potencial usuario de prótesis auditivas necesita estar bien informado y acude a los profesionales para obtener esta información. Parece evidente que, al menos a medio plazo, la audiología «biológica» y el tratamiento «persona a persona» está lejos de desaparecer, y que lo imprescindible en este momento es la formación permanente de los audiólogos para poner a disposición de sus pacientes la mayor efectividad y rentabilidad que puedan proporcionar las nuevas tecnologías. Los profesionales de la salud auditiva parecen valorar positivamente las incursiones de estas grandes potencias tecnológicas en el mercado de los audífonos, defendiendo la idea de que «hay sitio para todos» y de que la involucración de grandes empresas en un problema de salud pública que en pocos años se considerará de primer orden, puede contribuir a desestigmatizar la pérdida auditiva y a normalizar su evaluación y tratamiento. Referencias: Wix, Peter (2024, octubre) Apple’s hearin gaid feature is no forbidden fruit – Starkey President sees the positives. Audiology Worldnews. Contreras, Cesáreo (2024, septiembre) Apple’s AirPods Pro 2 will feature a clinical grade hearing aid function. Can they give hearing a big improvement? Northeastern Global News. Koh, Sara (2024, noviembre) AirPods Pro 2 doubles as hearing aids, widens access to hearing health tech. The Straits Times (Singapore). Kim, Juliana (2024, septiembre) FDA approves some Apple AirPods to be used as hearing aids. National Public Radio USA Alexiou, Gus (2024, octubre) Will Apple’s New Air Pods Hearing Health Suite Disrupt The Hearing Aid Market? FORBES. Myriam GonzálezAudióloga / Audioprotesista CV AUTOR: Licenciada en Pedagogía y Máster de Logopedia. Técnico Superior en Audiología Protésica. Especializada en Audiología Infantil y Evaluación de los trastornos del PAC en RV Alfa Centros Auditivos. Docente en el Máster de Audiología de la Universidad Europea Miguel de Cervantes.

Goya: ¿cómo le afectó su sordera en la pintura?

En 1792, a la edad de 46 años, Goya sufre una extraña enfermedad neurológica que le provoca fuertes dolores de cabeza, vértigo, alucinaciones y pérdida de audición en ambos oídos. Tras dos años de convalecencia, no llegó a recuperarse del todo y le quedaron importantes secuelas permanentes en forma de sordera. La coincidencia de este episodio de su vida con un cambio en su estilo pictórico hace pensar a sus estudiosos en una fuerte influencia de la enfermedad en la obra del artista. Su sordera le provocó inseguridad, aislamiento, soledad, tristeza y todo este conjunto de emociones fueron reflejadas en cada cuadro de esta época. No es únicamente el artista lo que nos importa en este artículo, sino también el hombre. Surgido de un ambiente modesto, consiguió sortear los peligros de una juventud borrascosa y supo dominar su miedo a la pobreza, evitando caer en la ambición material cuando su tenacidad se vio compensada con la fama. Sin embargo, sus idas y venidas con sus continuas depresiones donde se aislaba del mundo, provocaron en Goya una tendencia a encerrarse en sí mismo, inapreciable al principio de su vida, puesta de manifiesto como consecuencia de la grave enfermedad que le dejó sordo a los cuarenta y seis años de edad, y en progresiva acentuación como consecuencia de una serie de circunstancias, como la guerra, la muerte de su esposa, el destierro, y como no, su propio envejecimiento. Todo ello conlleva que Goya se encierre en sí mismo y su pesimismo le invada en su producción pictórica. ¿Cómo afectó la sordera a su pintura? Aunque la grave enfermedad que lo dejó sordo no fue obstáculo para su carrera, sí marcó un nuevo rumbo en su vida. Durante la larga convalecencia, tal como cuenta en una carta:  «una serie de cuadros de gabinete en que he logrado hacer observaciones a que regularmente no dan lugar las obras encargadas y en que el capricho y la invención no tienen ensanche». Son obras ejecutadas con extraña delicadeza y animadas por una especie de inquietud que en pinturas posteriores habrían de alcanzar una intensidad alucinante, culminando en la Quinta del Sordo. Fruto también de esta obsesión son los álbumes de dibujos de Sanlúcar, que constituyen el material preparatorio para su primera colección de grabados: «Los Caprichos». Cansado de convencionalismos académicos y de disimular sus sentimientos al mundo, sus retratos no respondieron a los gustos cortesanos del momento. A partir de aquí se acentuaría progresivamente su retraimiento, dedicándose a pintar a su aire y grabar otras dos series: la Tauromaquia y los Disparates. Dispuesto a retirarse definitivamente, adquirió la que sería conocida como la «Quinta del Sordo». Las pinturas que la decoran son una síntesis de la forma monumental desarrollada en sus anteriores obras murales. La desgraciada muerte de Pepe-Hillo en la plaza de Madrid.Francisco de Goya, 1816.Aguafuerte. Grabado número 33 de la serie.Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Negras por su temática más que por su colorido, parecen responder a una íntima necesidad de exponer las fuerzas que el artista consideraba motor elemental y terrible de la existencia humana. Su sordera le provocó inseguridad, aislamiento, soledad, tristeza y todo este conjunto de emociones fueron reflejadas en cada cuadro de esta época. Todo ello, más los acontecimientos que estaban ocurriendo en la España de aquella época, provocaron en Goya una sensación de inseguridad en sí mismo que le llevó a exiliarse en Francia. Incendio Este es uno de los célebres cuadros de gabinete pintados por Goya durante la convalecencia de la enfermedad que lo dejó sordo. Ejecutado con absoluta libertad, marca el inicio de la tendencia que, a falta de mejor término, podríamos calificar de «expresionista». Deja de lado todo anecdotismo para concentrarse en la representación de los impulsos que mueven a este grupo de seres humanos, presa del pánico. La composición, con la mayor parte de la superficie dedicada al humo y al resplandor de las llamas, transmite magistralmente la impotencia y el terror de los protagonistas del drama, que se apiñan en la zona inferior derecha. La pincelada, de gran precisión, confiere rotundidad a los volúmenes mediante nerviosos toques de luz, sobre la mancha que termina la masa de los cuerpos. Incendio es uno de los cuadros pintados por Goya durante la convalecencia, ejecutado con absoluta libertad, marca el inicio de la tendencia que podríamos calificar de «expresionista». Probablemente, lo que quería transmitirnos con esta obra, sería sus propios miedos. El miedo a quedarse completamente aislado por su sordera; en un silencio total, que no pudiera relacionarse con nadie. Terror, nerviosismo… Un cúmulo de sentimientos muy bien representados en esta obra pictórica.  Con su obra El Perro quiso hacer visible su soledad. La cabeza del perro solo ocupa un uno por ciento de la superficie del cuadro. El perro mira hacia arriba con ojos asustadizos y suplicantes que claman por su libertad, como si esperara algo, pero nadie le salva. No hay nadie. Así se tuvo que sentir Goya. Visión fantástica o Asmodea(fragmento).Francisco de Goya, 1823.Óleo sobre lienzo, Museo del Prado. Asmodea y La Leocadia Pinturas procedentes de la Quinta del Sordo. Las pinturas negras son la culminación de la personalidad del artista como creador imaginativo y como técnico de la expresión pictórica. Difíciles de interpretar, nos enfrentan a un mundo alucinante, plagado de seres elementales que actúan movidos por oscuras fuerzas instintivas. Se recoge en ellas la esencia de todo aquello que Goya expresó a través de sus pinceles, cuando pintaba con absoluta libertad: barbarie, insensibilidad, instinto sexual, incongruencia, misterio, brujería, retraimiento emotivo… En el aspecto técnico se llega aquí casi al límite de la audacia de la pincelada y del modelado, creándose la imagen por efectos de contrastes de las tintas planas. La seguridad del pintor es absoluta y las deformaciones nacen de la voluntad de expresar vida y energía. Resumiendo, con su sordera entró en un momento de pánico, pero también encontró libertad. Le daba igual lo que opinaran, dijesen y pensaran sobre sus obras. Encontró liberación para hacer lo que quería y cuando quería y como quería. Sus últimas obras son un canto a la belleza y a la vida. Goya empezó a buscar en sus obras intensificar al máximo los valores matéricos y textuales para transmitir la sensación de la vida. Carolina Caramés Posada, Licenciada en Historia, para revistadehistoria.es Bibliografía Carlos Carbonell Alfonseca y Carolina Caramés Posada: Historia de la Sordera: desde la Antigüedad hasta la Actualidad en Nonnullus, Revista de Historia nº 10, pp 74 – 75. 2012. Pies de foto portada: El pintor Francisco de Goya.Vicente López, 1826.Óleo sobre lienzo.Museo del Prado.

¿Qué es la pérdida auditiva bilateral leve?

Aunque no es una discapacidad severa, la pérdida auditiva bilateral leve puede influir negativamente en la calidad de vida de los más pequeños. En los primeros meses de vida, la audición juega un papel fundamental en el aprendizaje del lenguaje. Un bebé con pérdida auditiva bilateral leve podría retrasar su capacidad de balbucear y, por consiguiente, de hablar. A medida que el niño crece, una hipoacusia de estas características no tratada, puede afectar a su habilidad para interactuar con otros niños o para desarrollar adecuadamente su vocabulario y comprensión del entorno. La pérdida auditiva bilateral leve se caracteriza por un umbral tonal promedio entre 20 y 40 dB en ambos oídos. Estudios recientes demuestran que aproximadamente un 0,05 % de los recién nacidos presenta este grado de hipoacusia (Sabbagh et al., 2021), mientras que entre los niños en edad escolar el porcentaje aumenta hasta el 9,2 % (Wang et al., 2019). Los métodos de screening auditivo neonatal puede que no descubran pérdidas auditivas leves en bebés, así como tampoco permiten detectar problemas auditivos progresivos o de aparición tardía. En estos casos, los niños evolucionan sin retrasos aparentes en el habla o el lenguaje en la edad preescolar. Cuando se detecta una pérdida auditiva leve en un bebé se suelen realizar múltiples exámenes para confirmar el diagnóstico con el consiguiente tiempo de espera entre las citas. Esto demora considerablemente el momento en que se adaptan los audífonos, cuando lo ideal es que, transcurrido un mes de la identificación de la hipoacusia, el bebé utilice ya sus audífonos de modo regular. Las pérdidas auditivas más severas se identifican con más facilidad por ser más evidentes. ¿Qué suponen las pérdidas auditivas leves? Las pérdidas auditivas leves comprometen la audibilidad de los sonidos más suaves del habla. Estos sonidos contienen rasgos distintivos que permiten diferenciar los fonemas con puntos y modos de articulación próximos, es decir, con gran similitud entre ellos. Una audibilidad reducida en bebés y niños de edad preescolar dificulta la adquisición del lenguaje y repercute negativamente en su desarrollo. Si bien los niños con hipoacusias leves no presentan dificultades en situaciones auditivas favorables y pueden responder bien al sonido, les resulta más difícil reconocer el habla en presencia de ruido y reverberación ya que no pueden percibir toda la información sonora necesaria para una discriminación eficiente. Además necesitan realizar un mayor esfuerzo auditivo, consumiendo mayores recursos cognitivos en condiciones sonoras adversas. Aproximadamente un 0,05 % de los recién nacidos presenta hipoacusia leve bilateral, mientras que entre los niños en edad escolar el porcentaje aumenta hasta el 9,2 %. La audición a distancia y el aprendizaje incidental se ven seriamente comprometidos. Un elevado porcentaje de lo que aprenden los niños procede de estímulos que se producen a distancia y de manera incidental, es decir, no se dirigen intencionadamente al niño, simplemente ocurren a su alrededor. Las pérdidas auditivas leves impiden que estos estímulos impacten en el cerebro del niño impidiendo los aprendizajes o adquisición de habilidades que resultan de los mismos. El uso de audífonos en este grupo de población es inferior al de los niños con pérdidas auditivas más severas. Entre los motivos más frecuentes que alegan los padres se recogen: la no recomendación por parte del otorrinolaringólogo o audiólogo, no percibir la necesidad de amplificación, estigma asociado con el uso de audífonos, coste elevado sin posibilidad de subvención, «esperar y ver» … Numerosos estudios actuales demuestran que los niños con hipoacusias leves pueden tener un bajo rendimiento escolar y del lenguaje, problemas psicosociales y peores habilidades lingüísticas que sus compañeros normoyentes. Se trata de niños a los que se les exige el mismo rendimiento que a sus compañeros sin considerar que ellos no parten de la misma situación y requieren de un mayor esfuerzo para realizar idénticas tareas. Los efectos de este esfuerzo solo son valorables a largo plazo, por eso resulta difícil tomar la decisión de adaptar audífonos cuando no se evidencian aún estas dificultades. Reconocer el impacto acumulativo sustancial de la hipoacusia en las habilidades lingüísticas y auditivas requiere tiempo, no es observable de manera inmediata. Cómo mejora la audibilidad con audífonos La mejoría de la audibilidad con el uso de audífonos puede manifestarse como un aumento de participación en conversaciones, mayor facilidad para seguir instrucciones, especialmente en entornos ruidosos, mayor claridad en el habla, etc. Pero sobre todo el niño dispondrá de un acceso más completo a los sonidos, posibilitando una mayor comprensión del habla y un desarrollo más completo de las habilidades auditivas superiores. El uso de audífonos en este grupo de población es escaso y los motivos citados principalmente son la ausencia de una recomendación por parte del otorrino, el estigma asociado o su coste elevado. Tomar consciencia de los posibles problemas asociados a las pérdidas auditivas leves en los niños permitirá lograr una intervención precoz y adecuada proporcionando las herramientas necesarias para nivelar sus condiciones de desarrollo y aprendizaje con el resto de sus compañeros con audición normal. Lidia RosellóFonoaudióloga CV Autor Licenciada en Fonoaudiología por la Universidad de Buenos Aires.Fundadora y directora de RV ALFA, Centro de Audiología, Logopedia y Audioprótesis.

El Sistema Auditivo I

En el ser humano, al igual que en otros seres vivos, existen sistemas sensoriales (conjunto de receptores periféricos y conexiones nerviosas centrales) que hacen posible una relación con el mundo exterior y con el propio medio interno para garantizar su supervivencia. Extraído del libro, Audiología: Teoría y Práctica. Capítulo 2. Anatomía funcional y fisiopatología de los sistemas auditivo, vestibular y fonador. Diferentes estímulos (mecánicos, químicos, luminosos y de presión), que son percibidos por los respectivos receptores sensoriales específicos (auditivo, vestibular, visual, táctil, olfativo, gustativo, viscerales y músculo-tendinosos), son transformados (función de transducción) en mensajes nerviosos o impulsos eléctricos transmitidos por las neuronas. Esta información se analiza, integra e interpreta de forma conjunta a nivel del sistema nervioso central, estableciéndose una estrecha relación entre todos los sistemas sensoriales. Dicha interrelación se inicia durante el desarrollo prenatal y continúa a lo largo de la vida postnatal, especialmente en los primeros años, por existir una mayor plasticidad nerviosa y gran facilidad para el aprendizaje. Cuando se producen deficiencias en alguno de los clásicos sentidos, el sistema nervioso trata de compensar o suplir la falta de información desarrollando mecanismos de adaptación aún poco conocidos. Cuanto antes se detecte y se trate el problema adecuadamente, los resultados de la rehabilitación tendrán más posibilidades de éxito, sobre todo en los casos de deficiencias en los órganos de los sentidos considerados principales para la comunicación humana, como son la visión y la audición (Haines, 2013; Marco y Matéu, 2003; Purves, 2015). El sistema auditivo humano, en coordinación con el de fonación, hace posible el aprendizaje del lenguaje hablado. Conceptos funcionales El proceso fisiológico de la audición humana es realizado gracias a las estructuras anatómicas del sistema auditivo. Los sonidos producidos por fuentes sonoras del medio ambiente o del propio aparato fonador, son captados por el oído externo, transmitidos por el oído medio y percibidos por el oído interno del aparato auditivo periférico. Los estímulos nerviosos, generados tras la transformación de los estímulos sonoros, son analizados e interpretados de forma cognitiva y emocional por estructuras del sistema nervioso central (vías auditivas centrales y otras regiones encefálicas) hasta ser considerados como sensaciones sonoras conscientes, con un significado concreto condicionado por factores socioculturales aprendidos (Haines, 2013; Purves, 2015; Saldaña y Merchán, 1998). Figura 1 Vista anterior de una sección en el plano frontal de la cabeza en imagen de resonancia magnética, con la localización relativa de las partes anatómicas del aparato auditivo periférico. 1Encéfalo: Lóbulo parietal5Pabellón auricular9Cóclea2Lóbulo temporal6CAE10Aparato vestibular3Troncoencéfalo7Tímpano11Trompa de Eustaquio4Hueso temporal: Peñasco8Cavidad timpánica y huecesillos Además, esas sensaciones sonoras pueden desencadenar una determinada respuesta, o bien, ser almacenadas en la memoria para que, en una nueva exposición a los mismos estímulos sonoros, puedan ser recordados y reconocidos. Si son sonidos correspondientes al habla, el ser humano es capaz de aprenderlos y reproducirlos mediante su sistema fonador con autocontrol motor, auditivo y visual. El sistema auditivo humano, en coordinación con el de fonación, hace posible el aprendizaje del lenguaje hablado, capacidad que le diferencia de otras especies animales y favorece la comunicación oral con sus semejantes. La comunicación también se consigue por otros medios en los que no interviene la audición ni la voz, como por ejemplo el lenguaje escrito, el lenguaje de signos, los gestos faciales y corporales, el tacto, la vista, etc. (Davis, 2010; Haines, 2013; Purves, 2015). Conceptos filogenéticos Como consecuencia de un origen filogenético común y un desarrollo evolutivo posterior de las diferentes especies animales, algunas partes de sus aparatos periféricos comparten regiones (como el laberinto del oído interno) en el interior de los huesos temporales del cráneo. Sin embargo, cada una tiene características anatómicas y funcionales distintas e independientes para realizar una percepción de estímulos específicos de la audición y del equilibrio (Purves, 2015; Williams, 1998). Algunos animales, como los murciélagos y los delfines, utilizan la audición para guiarse por medio de una «visión sonora» o «localización por el eco». Los sistemas sensoriales auditivo y vestibular se sitúan simétricamente en la cabeza. Cada uno está constituido por sus aparatos periféricos (derecho a izquierdo, con los órganos sensoriales y otras estructuras) y por un conjunto de células nerviosas conectadas entre sí, que forman las respectivas vías sensoriales centrales localizadas en ambos lados del encéfalo. Los órganos sensoriales de los dos sistemas tienen semejanzas funcionales y evolutivas con otros mecanorreceptores constituidos por células ciliadas que son estimuladas por desplazamientos de sus cilios. La función del equilibrio para mantener una postura ante el efecto de la fuerza de la gravedad es la más básica y primitiva en la escala filogenética de las especies animales. Más tarde se añaden especializaciones para la función auditiva en animales más evolucionados. Desde el simple estatocisto de la medusa y la línea lateral de los peces y de algunos anfibios (especializados para percibir movimientos transmitidos por los medios acuáticos), se evoluciona hacia una diferenciación, la lagena de las aves y la cóclea de los mamíferos, que perciben vibraciones sonoras transmitidas por medios aéreos en la superficie terrestre (Gil-Carcedo, 2011; Suárez y cols., 2007). Para que fuera posible esta adaptación evolutiva, surgieron estructuras rudimentarias en ciertos anfibios y reptiles (tetrápodos) que equivalen a las del oído medio. Una membrana timpánica superficial conecta con unos huesecillos para transmitir las vibraciones aéreas a los líquidos del laberinto del oído interno. El primer esbozo de un conducto auditivo externo (CAE) y de relieves cutáneos con función de pabellón auricular aparecen en los reptiles cocodríleos y en las aves. Estas partes del oído externo varían en dimensiones y morfologías, según los diversos mamíferos, para mejorar la captación de sonidos procedentes de fuentes sonoras en el aire (Gil-Carcedo, 2011). Algunos animales, como los murciélagos y los delfines, utilizan la audición para guiarse por medio de una «visión sonora» o «localización por el eco». Al mismo tiempo que emiten sonidos, oyen dichas ondas sonoras reflejadas por cuerpos sólidos del medio ambiente. En casos de ceguera, algunos humanos son capaces de desarrollar esta habilidad y consiguen detectar por ecolocalización los obstáculos y cualquier objeto que esté a su alrededor (Kolarik y cols., 2014). Conceptos anatómicos topográficos Los huesos temporales derecho e izquierdo forman parte de la base y de las paredes laterales del cráneo. Dentro de su porción petrosa o peñasco, existen complicadas cavidades y conductos que forman el laberinto óseo del oído interno. Este contiene el líquido perilinfático (perilinfa) que rodea a un conjunto de sacos y tubos de paredes epiteliales denominado laberinto membranoso, el cual a su vez contiene el líquido endolinfático (endolinfa). En una posición anterior y medial (próxima a la línea media de la cabeza) se encuentra la cóclea o caracol, y en una posición posterior y lateral (o externa) está el aparato vestibular. Los límites óseos de la cavidad timpánica del oído medio, situada lateralmente al oído interno, también están labrados en el peñasco del temporal. Está ocupada por el aire que le llega a través de la trompa auditiva de Eustaquio, localizada ligeramente anterior e inferior respecto al oído medio, la cual comunica a cada lado con la cavidad nasofaríngea dispuesta en la línea media de la cabeza. En el oído medio se encuentran los huesecillos martillo, yunque y estribo, articulados entre sí y sostenidos por ligamentos y músculos, ver Figuras 1-4 (Drake y cols. 2015; Schünke y cols., 2015; Suárez y cols., 2007; Williams, 1998). Figura 2 Vista superior de la cavidad craneal (izquierda) y de la sección transversal de la cabeza (derecha) a la altura del peñasco del hueso temporal. 1Sección altura del Peñascodel hueso temporal5Cavidad timpánicay huesecillos8CAE porcióncartilaginosa2Cóclea6Trompa de Eustaquio9Troncoencéfalo3Aparato vestibular7CAE, parte ósea10Cerebelo4Orificio del CAI (izq.) paso del nervio estatoacústico VIII par11Lóbulo occipital cerebral Para poder comprender por qué ciertas patologías de cabeza y cuello pueden causar complicaciones en algunas de las regiones del aparato auditivo o viceversa, es importante conocer cuáles son las estructuras anatómicas próximas con las que existen determinadas relaciones espaciales (Tabla 1, Figuras 1-4) (Poch, 2006; SEORL, 2011; Suárez y cols., 2007). Embriología y malformaciones El proceso del desarrollo y crecimiento corporal, en el que intervienen factores hereditarios, individuales y ambientales, es continuo, mensurable y predecible, con una progresión céfalo-caudal en el tronco, y próximo-distal en las extremidades. En condiciones normales, la velocidad del crecimiento es variable, siendo más rápido desde la fecundación hasta el primer año y también durante la adolescencia. Existen curvas de crecimiento diferenciadas para cada sistema orgánico ya que no evolucionan ni maduran al mismo tiempo. El sistema nervioso es bastante inmaduro al nacer, con actividad predominantemente refleja, pero crece y se desarrolla a gran velocidad en los primeros años de vida, para declinar en la etapa preescolar y estabilizarse hacia la pubertad. El aumento de la masa encefálica en los primeros años determina el crecimiento del cráneo. Así, en el primer año triplica su peso, con un aumento del perímetro craneano de 12 cm. En el recién nacido el peso del cerebro representa aproximadamente un 10% del peso corporal, en el adulto solo un 2%. La mielinización de fibras nerviosas es esencial para conducir correctamente los impulsos nerviosos. Esta se inicia hacia el cuarto mes fetal y se completa cerca de los 6 años de vida. Las últimas fibras en mielinizarse son las de centros superiores, corteza cerebral y tálamo. El tono muscular (evidencia de conexión entre sistema nervioso y muscular) está en el recién nacido aumentado, observándose una flexión generalizada. Esta hipertonía es máxima en el primer trimestre, para luego disminuir hasta alcanzar un grado máximo de hipotonía entre el primero y segundo año de edad. Figura 3. Vista lateral de los huesos de la cabeza y el cuello. Porciones del hueso temporal del cráneoHuesos del cráneo1Escamosa5Ala mayor del esfenoides2Cigomática6Frontal3Timpánica7Parietal4Mastoidea8OccipitalHuesos de la caraHuesos del cuello9Nasal14Hioides10Cigomático15Vértebras cervicales11Maxilar  12Mandibular  13Articulación temporomandibular   Fases iniciales del desarrollo embrionario normal El embrión unicelular o cigoto, con 23 pares de cromosomas, se forma tras la fecundación del óvulo por el espermatozoide, con la fusión de sus núcleos y recombinación del material genético haploide (23 cromosomas) de cada uno de los progenitores. Durante las 24 horas posteriores a la fecundación, en su recorrido por el interior de la trompa de Falopio desde la ampolla hacia la cavidad uterina, se produce la primera mitosis y el cigoto pasa a ser bicelular. Por sucesivas divisiones celulares surgen nuevas células madre que forman un agregado compacto, de progresivo mayor tamaño, llamado mórula. A los 5 ó 6 días de gestación ocurre la implantación en el endometrio de la mórula (de unas 20 células) en el endometrio, la cual se transforma en blastocisto por la aparición en su interior de un espacio relleno de líquido que dará lugar a la cavidad vitelina del embrión. A los 7 u 8 días, una agrupación de unas 30 células madre forman el macizo celular interno o embrioblasto situado a un lado del blastocisto. Por un continuo proceso de diferenciación y especialización (segunda semana de desarrollo), dichas células se disponen en 2 capas (hipoblasto y epiblasto) dando lugar a un disco embrionario bilaminar. Las restantes células de la pared del blastocisto forman el trofoblasto, del que derivará la placenta (Sadler, 2012). A los 14 ó 15 días, el blastocisto se transforma en la gástrula por la aparición de las cavidades amniótica y celómica y del embrión trilaminar, con las 3 hojas embrionarias o capas blastodérmicas: ectodermo, mesodermo y endodermo. De ellas derivarán, tras progresivas especializaciones morfológicas y funcionales de sus células, los tejidos básicos (histogénesis) que forman todos los órganos (organogénesis) de los sistemas orgánicos del cuerpo: tejido epitelial, de soporte (conjuntivo o conectivo, adiposo, cartilaginoso y óseo) y muscular y nervioso, los cuales estarán presentes en algunas de las partes del sistema auditivo. Según el tipo de tejido originado o derivado de cada una de las 3 hojas embrionarias, su localización y evolución durante el desarrollo embrionario, se irán formando las diferentes estructuras definitivas del sistema auditivo y vestibular (Tablas 2 y 3). Una vez formadas las principales estructuras corporales durante el periodo embrionario humano (los dos primeros meses de gestación, equivalentes a 8 semanas cumplidas tras la fecundación), siguen creciendo y madurando durante el tiempo de desarrollo fetal, que abarca desde el inicio de la novena semana hasta el nacimiento, sobre la cuadragésima semana posfecundación (Sadler, 2012). Figura 4 Vista frontal del aparato auditivo. Oído externoOído interno1Pabellón auricular10Cóclea2Porción cartilaginosa del CAE11Sáculo3Porción ósea del CAE12UtrículoOído medio13Conducto semicircular posterior4Membrana timpánica14Conducto semicircular lateral5Cavidad timpánica15Conducto semicircular superior6Martillo16Ganglio del nervio vestibular7Yunque17Nervio coclear o auditivo8 Estribo 18Nervio vestibular (parte del nervioestatoacústico VIII par craneal) 9 Trompa de Eustaquio19Nervio facial VII par craneal  20Cavidad craneal  21Cavidad nasofaríngea  22Apófisis estiloides  23Apófisis mastoides  24Hueso temporal: Peñasco  25Conducto auditivo interno Origen del oído interno y receptor auditivo El desarrollo ontogénico de las distintas partes del sistema auditivo humano sigue un orden similar a su origen filogenético. Primero se identifican estructuras del oído interno y futuro sistema nervioso y luego, las del oído medio y externo, el cual incluso continúa su crecimiento en etapa postnatal. Todo esto ocurre entre la tercera y la décima semana de gestación, completándose su desarrollo hacia el octavo mes prenatal (Tabla 3). El desarrollo ontogénico de las distintas partes del sistema auditivo humano sigue un orden similar a su origen filogenético. Tabla 1 Relaciones espaciales de las partes del aparato auditivo con las estructuras anatómicas de la cabeza. Embrión humano de 6 semanas. Tabla 2 Origen embrionario de las estructuras del sistema auditivo y vestibular. Tabla 3 Principales cambios morfológicos y funcionales del sistema auditivo durante el desarrollo embrionario y fetal. Tabla 3 (continuación) Principales cambios morfológicos y funcionales del sistema auditivo durante el desarrollo embrionario y fetal. En la región dorsal del embrión humano, entre los 20 y 22 días después de la fecundación (1,5 mm de longitud), comienza el proceso de neurulación (formación de la placa, pliegues, surco, cresta y tubo neural) a partir de la diferenciación de células del ectodermo superficial (neuroectodermo), lo que dará lugar al sistema nervioso central: encéfalo y médula espinal. El tubo neural inicia su cierre en la zona dorsal media, a la altura de la cuarta a la sexta somita, continuando hacia los polos cefálico y caudal hasta quedar completamente separado de la superficie e inmerso en el mesodermo subyacente (Puelles, 1998; Williams, 1998). Al mismo tiempo, a ambos lados del tubo neural (a la altura del rombencéfalo) y también por diferenciación de células del ectodermo superficial, aparece la placoda ótica o auditiva, que por invaginación en el mesodermo, se transformará en fosa ótica y vesícula ótica u otocisto. De este derivan las estructuras epiteliales del oído interno (laberinto membranoso coclear y vestibular) y contiene líquido endolinfático proporcionado por vasos adyacentes (Tablas 2 y 3) (Sadler, 2012; Williams, 1998).  En la morfogénesis del oído interno existe una especificación del destino celular para dar lugar a los distintos tipos de células propios de cada una de las regiones anatómicas. En ciertas zonas del epitelio del laberinto membranoso empiezan a diferenciarse las células sensoriales de los órganos receptores vestibular y auditivo. Existe un proceso gradual que determina la inducción del inicio del desarrollo del oído (Noramly y Grainger, 2002). Durante este se expresan numerosos genes que codifican las moléculas responsables de múltiples mecanismos de señalización, así como sus respuestas, los cuales ya existen en las células mesodérmicas y ectodérmicas desde estadios embrionarios muy precoces (gástrula y placa neural). Por ejemplo, la red de señalización molecular Pax-Six-Elya-Dach aparece en los primeros estadios de especificación del territorio de la placoda ótica (Barald y Kelley, 2004). Por otro lado, la muerte celular programada o apoptosis (autodestrucción celular fisiológica para una correcta morfogénesis, renovación y eliminación de células malignas) es decisiva para: la formación temprana del laberinto membranoso, la correcta diferenciación de las células ciliadas y las de soporte del órgano receptor, y la renovación fisiológica del epitelio sensorial.  El conocer las señales intracelulares que son responsables de la inducción, crecimiento, supervivencia y diferenciación del oído interno de vertebrados contribuye a comprender algunas de las causas de las malformaciones auditivas y a seguir investigando en sus posibles terapias génicas, farmacológicas, etc. (Romand y Varela-Nieto, 2003). En la morfogénesis del oído interno existe una especificación del destino celular para dar lugar a los distintos tipos de células propios de cada una de las regiones anatómicas. A los 70 días del desarrollo humano, la cara anterior del conducto coclear empieza a dilatarse mostrando gran cantidad de mitosis. Esta proliferación celular se distribuye en dos zonas que hacen relieve, una externa y otra interna, quedando entre ellas un pequeño hundimiento llamado surco espiral.  En la eminencia externa, a partir del tercer mes en el humano, se empiezan a diferenciar las células ciliadas entre las células del epitelio más superficial. Este proceso depende de la expresión del gen Atonal homolog 1 (ATOH1) que codifica el factor de transcripción Math1 (Almeida-Branco y cols., 2015). Al mismo tiempo, llegan a estas células recién transformadas las dendritas de las neuronas del ganglio de Corti. De la eminencia interna (de mayor tamaño, llamada órgano de Kölliker) se formará el limbo espiral interno, del que surge la membrana tectoria como prolongación fribrogelatinosa que sobrepasa el surco espiral hasta cubrir la eminencia externa (Angulo, 1987; Angulo y cols. 1990). En el quinto mes, por diferenciación celular y apoptosis, aparecen los pilares de Corti delimitando más tarde el espacio del túnel de Corti que separa las células ciliadas en una hilera interna y tres externas. El resto de células epiteliales del conducto coclear se diferencian en los distintos tipos de células de sostén del órgano de Corti (Romand y VarelaNieto, 2003). Dra. Antonia AnguloProfesora universitaria CV Autor Doctora en Medicina y Cirugía.Especialista en Audiología y Audioprótesis.Profesora Titular de Anatomía y Embriología Humana en la Universidad de Alicante.
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