Cinetosis, un trastorno muy común en los viajes.
Hospital Italiano de Buenos Aires
A las puertas de las vacaciones estivales, muchos de nosotros viajaremos en diferentes medios de transporte para cambiar de aires e intentar desconectar de nuestro día a día. Es en estos viajes donde una parte de la población cercana al 15% (aunque no existen estimaciones oficiales) padecerá un trastorno común, la cinetosis, que se produce en el organismo a causa del movimiento y cuyo cuadro clínico incluye malestar general, náuseas, sudores o vértigo.
Viajar en coche, metro o tren, en avión o en barco es una actividad muy frecuente, pero puede convertirse en un gran problema si padecemos de cinetosis y aún más, si no sabemos qué conlleva esta molestia.
La cinetosis es un trastorno que se genera al ser transportados pasivamente en un medio de transporte terrestre, aéreo o marítimo, debido a una discordancia entre la información visual y la vestibular.
Las plataformas de realidad virtual y simuladores también pueden desencadenar esta discordancia sensorial y, por ende, cinetosis.
Analicemos lo que ocurre normalmente en este proceso. El mantenimiento del equilibrio se produce gracias a que la información que llega al cerebro, principalmente desde el vestíbulo (oído interno), y la que entra por los ojos es idéntica. De esa manera, el cerebro procesa estos datos y logra mantener la estabilidad de nuestro cuerpo. Un buen ejemplo sería cuando giramos la cabeza hacia un lado y tanto los oídos, que actúan como un giroscopio, como nuestra vista, que informa del movimiento del campo visual, transmiten al cerebro dicha información al unísono permitiéndole procesar esta información y elaborar una respuesta que nos mantiene estables.
Ahora bien, ¿qué pasa si vamos en un coche? El campo visual se mantiene estable al mirar hacia adelante pero el oído puede percibir las aceleraciones y desaceleraciones que se realizan, y por lo tanto, se produce una discrepancia de información, lo que lleva al cerebro a generar una respuesta totalmente diferente a la que se explicó anteriormente, comenzando a aparecer los síntomas de la cinetosis: sensación de estómago revuelto, náuseas, vómito, palidez, sudoración, bostezo, aumento de la salivación y dolor de cabeza; más raramente, pérdida de apetito y aumento de la sensibilidad a los olores.
En muchas ocasiones, estos síntomas son intensos y pueden hacer que una persona tenga que bajarse antes de tiempo de un medio de transporte.
La posibilidad de que una persona padezca este trastorno se basa en dos aspectos fundamentales: el primero, la susceptibilidad que cada uno tiene y el segundo, el tipo de transporte, la forma en que se desplaza. Por ejemplo, en un avión pequeño que viaja a baja altitud y que debe atravesar un área de turbulencias, se estima que el 25% de los pasajeros padecerán algún grado (algún síntoma) de cinetosis; por el contrario, en la misma situación de turbulencia, pero en un avión de mayor envergadura, esta incidencia será mucho menor, cercana al 1%. (Murdin et al. 2011).
Los bebés y los niños menores de dos años, en general, no lo padecen, sin embargo, a partir de esta edad y hasta fines de la adolescencia suele presentarse frecuentemente, en especial cuando los niños viajan en el asiento de atrás en el coche al ir al colegio o en viajes de vacaciones familiares.
Es más frecuente en las mujeres y en especial, en aquellos que padecen migraña o cefalea. Suele haber antecedentes familiares, es decir, padres e hijos con cinetosis.
Su impacto puede ser importante tanto en la vida laboral como social de quienes la padecen y en estos pacientes, las terapias para prevenir o reducir su aparición cobran mucha relevancia.
El diagnóstico es clínico y surge de la entrevista médica, en general no requiere la realización de estudios complementarios.
Los tratamientos que existen pasan por tomar ciertas medidas a la hora de viajar, con el objetivo de minimizar el conflicto sensorial, tales como:
— Si es en coche, se recomienda que sea la persona afectada la que conduzca, con lo cual desaparece todo el inconveniente. Si no puede ser, se debe viajar preferentemente en el asiento del acompañante.
— Mirar hacia adelante, al horizonte.
— Evitar viajar recostado.
— Evitar leer, mirar el teléfono móvil o mandar mensajes de texto.
— Reducir los movimientos de cabeza.
— Comer poco antes de viajar.
— Abrir un poco la ventanilla.
— En viajes en avión, conviene intentar dormir durante la mayor parte del tiempo.
Otra medida previa al viaje puede ser tomar medicación específica que suprima la respuesta ante esta discordancia y, por ende, disminuya los síntomas. Para ello, es recomendable acudir a un otorrinolaringólogo de confianza que pueda asesorarnos.
También se puede ofrecer al paciente un tratamiento de rehabilitación para lograr una habituación, consistente en una exposición a los estímulos frecuente y graduada. Dicha exposición es suave al principio y luego se incrementa paulatinamente.