Existen algunas características específicas que diferencian a los pacientes que se lamentan por padecer acúfenos (acúfenos no compensados), de aquellos otros que no lo hacen porque están habituados a este trastorno (acúfenos compensados). Un estudio sueco recientemente ha puesto de manifiesto algunas conclusiones al respecto, que os reproducimos a continuación.
Un estudio científico ha entrado de lleno en establecer algunas particularidades entre los acúfenos compensados y los no compensados, estableciendo una comparativa, a partir de la valoración de 84 pacientes. El estudio, que fue realizado en la Universidad de Göteborg (Suecia), por Erlandsson y col., expuso que 43 de estas personas buscaron ayuda profesional, al sufrir estos trastornos, mientras que 44 de ellas no buscaron ayuda, puesto que estaban habituados a esta situación.
En cuanto a la afectación por oídos, el oído más afectado fue el izquierdo. Así lo confirmó un 42% de las personas que se lamentaban y un 30% de los habituados (estos mismos resultados fueron encontrados por Tyler y Stouffer, en 1990), mientras que los acúfenos en el oído derecho tenían la misma prevalencia en ambos (un 26% frente a un 25%). No obstante, Erlandsson y col. también descubrieron que en los pacientes con estados depresivos a menudo el acúfeno se situaba más en el oído izquierdo.
El foco del acúfeno
Respecto a la localización de los acúfenos, el 14% de las personas que se lamentaban lo situaron en el centro de la cabeza. Una localización que también preciso el 6% de los ya habituados al problema.
Si hablamos de “fluctuaciones en la intensidad del acúfeno” la Tabla I, que mostramos a continuación, muestra la diferencia entre ambos grupos.
En cuanto a aquellas personas que se lamentaban por tener “acúfenos combinados”, basados en un tono más puro más tonos complejos, el porcentaje fue mucho peor, de un 51%, comparado con un 30% en aquellos ya habituados. En este sentido, Erlandsson y col. concluye que en los pacientes con “acúfenos combinados y acúfenos fluctuantes” puede ser un factor determinante la existencia de trastornos psicológicos añadidos a su patología.
En otro orden de cosas, un 33% de los pacientes de la muestra reportaron “dolor de cabeza algunas veces” (una o dos veces por mes). Sólo 9 de ellos pertenecían al grupo de pacientes habituados y 14 al de aquellos que lo lamentaban. Por otro lado, algunos reportaron “dolor de cabeza a menudo” (2 ó 3 veces por semana) y, al igual que en el resultado anterior, este índice era mayor en el número de pacientes no compensados que en aquellos habituados (14 frente a 7 pacientes).
La presencia de “bruxismo diurno y nocturno” fue un síntoma sin diferencia significativa entre los dos grupos (17 pacientes en el grupo de los no habituados y 15 pacientes en el grupo de los habituados).
En otras variables psicológicas, que se presentan a continuación en la Tabla II, sí que se observan significativas diferencias entre ambos grupos. Cabe destacar que no se apreciaron distinciones de sexo sobre estas tres variables que se destacaron.
Análisis audiológico
En cuanto a los datos audiológicos de la muestra y, según la experiencia de los autores de la misma, los pacientes con niveles normales de umbrales auditivos y severo disconfort ante el acúfeno no son una característica muy común en la práctica clínica.
En esta investigación expuesta anteriormente, Erlandsson observó en cuanto a la audición dos grupos distintos: el primero, constituido por aquellos para los cuales el mayor padecimiento fue el acúfeno y no la hipoacusia; y el segundo, compuesto por aquellos para los cuales el acúfeno y la hipoacusia tenían niveles de molestia casi iguales, incluso severos o más significativos que el acúfeno.
Diferencias entre la hiperacusia
y otras entidades similares
¿Cómo podemos diferenciar la hiperacusia de otras entidades que provocan similares trastornos de intolerancia o molestia a sonidos?
La disacusia es una discapacidad auditiva que no es primariamente una pérdida de la sensibilidad auditiva, y puede manifestarse en la porción periférica y/o central del sistema auditivo bajo la forma de:
1) Trastorno del procesamiento auditivo.
2) Hiperacusia.
3) Reclutamiento.
4) Diploacusia.
No debemos confundir la condición anormal para tolerar sonidos (hiperacusia) con la distorsión de la sensación acústica (reclutamiento) que genera también distorsión del sonido. Los sonidos moderados pueden ser percibidos como muy altos para pacientes con reclutamiento (Hyperacusis Network, 2000).
Padecer hiperacusia es como tener el control de volumen de los oídos constantemente al máximo. El origen de este trastorno puede ser periférico o central, mientras que el reclutamiento es un fenómeno puramente coclear; es un incremento rápido anormal de la sonoridad.
Como características audiométricas podemos encontrar hiperacusia en todas las frecuencias del audiograma, mientras que un paciente con intolerancia a los sonidos por reclutamiento sólo la presentará a partir de la frecuencia 2000 Hz., en adelante.
La hiperacusia es considerada un fenómeno auditivo comúnmente asociado al zumbido, y su prevalencia en la población general es incierta ya que se estima que va desde un 25 a un 50%. Incluso la Asociación Americana de Acúfenos dice que el 70% de los individuos hiperacúsicos reportan alguna pérdida de audición.
Por otro lado, Hazell (1999) verificó que la hiperacusia es una alteración en el procesamiento auditivo central de una cóclea frecuentemente normal que obedecería a un mal funcionamiento del efecto (atenuación) de la actividad aferente coclear.
En este sentido, hoy en día conocemos las ventajas que nos ofrecen los estudios complementarios como las otoemisiones acústicas y la audiometría de altas frecuencias para detectar alteraciones subclínicas en estos tipos de pacientes descritos anteriormente.