Todos los seres vivos tienen la capacidad de comunicar, es decir, intercambiar información con el fin de enviar o recibir un mensaje concreto. Si bien, lo que a los humanos nos diferencia del resto de las especies animales, es que nosotros podemos realizar esta comunicación a través de un canal oral, y para ello, empleamos un «código» de signos verbales, la lengua.
Este código es compartido por todos los individuos de una misma comunidad atendiendo a la zona geográfica en donde viven, además de a aspectos culturales, educativos y sociales, entre otros, y está regido por unas reglas o normas lingüísticas, que son iguales para toda la comunidad de hablantes. Pero, ¿sabías que no es posible desarrollar el lenguaje oral correctamente si existe algún problema auditivo?
Tal y como recoge Palacios (2014), en el momento del nacimiento, la maduración tanto de los órganos de los sentidos como de sus vía y estructuras cerebrales correspondientes, tienen todavía camino por recorrer hasta llegar a los niveles característicos de los adultos, aunque el desarrollo completo se da en el plazo de semanas o meses.
Para que una persona logre adquirir buenas competencias comunicativas debe tener un correcto desarrollo evolutivo desde los primeros momentos de su vida, desde que nace.
Por tanto, para que una persona logre adquirir buenas competencias comunicativas debe tener un correcto desarrollo evolutivo desde los primeros momentos de su vida, desde que nace. Algunos de los hitos más relevantes en el desarrollo evolutivo de un niño entre los 0 y los 6 años, atendiendo a aspectos de desarrollo motriz, cognitivo, lenguaje y social, se presentan a continuación.
— En cuanto a su desarrollo motriz, desde apenas los primeros meses de vida (en torno a los 3) el bebé, en la mayoría de los casos, muestra ya que es capaz de sostener la cabeza y levantarla levemente, se incorpora con ayuda sobre los 4 o 5 meses y sin ella sobre los 6 o 7 meses, edad a la que también le salen sus primeros incisivos. Progresivamente, se va preparando para empezar a gatear (sobre los 10 meses sus rodillas y brazos ya tienen suficiente fuerza como para sostenerle durante el gateo) y sobre los 12 meses, comienza a caminar, primero con apoyo y más tarde sin él. Según Palacios y Mora (2014), se controlan antes las partes del cuerpo que están más próximas a la cabeza y al eje corporal que las más distantes. Por otro lado, hablamos de desarrollo de la motricidad gruesa, para acciones musculares más globales, como controlar el movimiento de los brazos, posición del cuerpo o gatear o andar, y de motricidad fina para las habilidades que implican a los músculos más pequeños del cuerpo, por ejemplo, manipular objetos, hacer la pinza con los dedos o abrocharse un botón. El bebé primero va desarrollando las habilidades de motricidad gruesa progresivamente y más tarde, sobre los 4 o 5 años comienza a dominar habilidades de la motricidad fina.
— Por otro lado, en apenas dos o tres meses desde su nacimiento, es capaz de responder a estímulos visuales, teniendo clara preferencia por los que se muestran organizados sobre los que no lo están. Por ejemplo, a los tres meses reconoce diferentes caras y manifiesta su preferencia por los rostros conocidos. Aproximadamente a los 6 meses, está muy cercano a alcanzar valores visuales similares a los de un adulto y sobre los 9, distingue rostros alegres, tristes, de enfado o sorpresa.
— En lo que a la parte auditiva respecta, la cóclea está totalmente formada a las 24 semanas de gestación, con lo que un bebé que aún está en el útero ya es capaz de percibir estímulos sonoros, lo que le permite un mejor reconocimiento y preferencia por la voz de la madre tras el nacimiento. Así, es capaz de atender a estímulos sonoros, e incluso, hace ciertas discriminaciones auditivas con precisión y demuestra predilección por la voz humana frente a otros sonidos, o puede distinguir un tono más alto y agudo de lo habitual en una frase corta y dirigida hacia él o una exageración de la vocalización. Desde muy temprano, discrimina sonidos muy semejantes como /ba/ y /pa/ y gira los ojos y la cabeza en dirección a la fuente sonora. Sobre los 3 meses comienza a distinguir el tono emocional de las expresiones (alegría vs enfado) y en torno a los 6 usa el sonido para estimar la distancia a la que se encuentran los objetos de su entorno.
Un estudio de Winkler et al. (2003) demostró que, usando un método de respuestas eléctricas cerebrales, los recién nacidos segregan las líneas de sonido que se presentan de forma simultánea, por ejemplo, la voz de la madre y otros ruidos, permitiéndoles organizar toda la información auditiva entrante en función del origen del sonido. Esta separación se considera un paso crucial a la hora de identificar los objetos del entorno y su presencia en recién nacidos pone de manifiesto que estas habilidades ya están presentes en el momento del nacimiento.
La cóclea está totalmente formada a las 24 semanas de gestación, con lo que un bebé que aún está en el útero ya es capaz de percibir estímulos sonoros y reconocer la voz de su madre.
— También desde los primeros días de vida se ve que son sensibles al dolor y a los cambios de temperatura, y sobre los 3 o 4 meses distinguen los olores que son agradables de los que no lo son y perciben diferencias de sabor. Además, se introducen en la boca los objetos del entorno que pueden manipular con sus manos para repasar su superficie con los labios y la lengua y, después, examinarlos con la vista.
— En relación al lenguaje, las primeras emisiones vocálicas aparecen ya desde el nacimiento aunque hasta los 3 meses de vida son exclusivamente para mostrar relación con su entorno mediante respuestas automáticas que expresan hambre, sueño o dolor, entre otros estados. A partir de aquí comienza la etapa de interacción comunicativa que irá creciendo a medida que él se vaya desarrollando. Primero se ve una etapa, alrededor de los 3 meses conocida como «laleo o gageo» en la que el bebé comienza a experimentar su capacidad vocal y juega con sus emisiones, en clara conexión con el entorno y mostrando predisposición a la interacción. Progresivamente, va modulando sus emisiones hasta que sobre los 8 meses ya se evidencia una clara existencia de balbuceo canónico, donde realiza emisiones que presentan una estructura silábica, aún muy básica pero que refleja ya la capacidad que posee de emitir sonidos agrupados y repeticiones de los mismos, como por ejemplo /mama/, /papa/ o /tatata/. En los últimos meses del primer año aparece la «protoconversación», mostrándose capaz de encadenar varias sílabas y hacer variaciones entonativas para comunicar un mensaje. Las «protopalabras» son esas primeras palabras que aparecen en el bebé en las cuales se ve claramente la intención comunicativa con otros individuos y con el medio que le rodea, aunque todavía se trata de sistema muy incipiente. Progresivamente, irá depurando y dando forma a su lenguaje, de manera que, en torno a los 24 meses, tiene un vocabulario aproximado de 200 palabras, sobre los 4 años presenta un lenguaje altamente comprensible y alcanza el desarrollo lingüístico completo alrededor de los 7 años.

Todo lo que el pequeño va aprendiendo a lo largo del día de manera paulatina, se sedimenta durante la fase del sueño rem, por eso es de vital importancia que además de que el bebé duerma mucho, su ciclo de sueño sea bueno, que tenga calidad.
Desarrollo del niño de 0 a 6 años
De 0 a 6 meses | De 6 a 12 meses | De 12 a 24 meses | De 2 a 4 años | De 4 a 6 años | |
Motriz | Levanta la cabeza y se prepara para gatear. | Gatea y es capaz de dar algunos pasos y levanta los brazos. | Anda y se mantiene en pie sin apoyo. | Aprende a montar en bici y en patinete. | Salta, trepa, baila. |
Cognitivo | Atiende a estímulos sonoros y visuales. | Tiene un juguete favorito, desarrolla independencia y curiosidad. | Muestra interés por objetos como juguetes y libros de fieltro. | Señala o escoge dos imágenes iguales. Utiliza la Tablet de forma autónoma. | Empareja formas geométricas sencillas. |
Lenguaje | Se comunica a través del llanto, las risas y los balbuceos. | Dice sus primeras palabras. | Comienza a unir palabras. | Ha desarrollado el lenguaje casi por completo. | Expresa emociones y sentimientos. |
Social | Dependía total de los padres. | Es capaz de interaccionar con otros niños. | Va perdiendo el apego por los padres. | En esta etapa se desatan las rabietas. | Disfruta de los juegos en grupo. |
Cada niño tiene sus propios ritmos dentro del desarrollo evolutivo, por lo que se debe ser relativamente flexible con los plazos en la adquisición de los hitos del desarrollo y tratar de no alarmarse si alguno de esas metas se cumple con algo de demora sobre los tiempos establecidos de manera estandarizada. No obstante, los primeros indicadores que han de tenerse en cuenta para saber si el desarrollo se está dando de forma adecuada o no son la orientación visual y la auditiva. Por ejemplo, estaríamos ante un trastorno cuando el niño no se gira hacia el adulto que le habla en los primeros meses de vida, no busca contacto visual o no reacciona a su nombre cuando se le llama.
Existen algunos signos que pueden alertarnos sobre un déficit auditivo durante los primeros meses de vida como que no reaccione o no se asuste ante estímulos sonoros fuertes (portazos o palmadas cerca de él); si tras los primeros meses de vocalizaciones sonoras, en torno a los 6 meses, deja de producirlas y desaparece por tanto el balbuceo; si no muestra signos de interacción cuando el adulto se dirige concretamente a él haciendo, por ejemplo, el juego de «cucú-tras»; o si no responde girando la cabeza o realizando una emisión vocal cuando se le llama por su nombre o suena un ruido.

Durante los primeros meses de vida, existen algunos signos que pueden alertarnos de un déficit auditivo, como que no se asuste ante estímulos sonoros fuertes o si desaparece el balbuceo.
Ante la presencia de una hipoacusia transmisiva a consecuencia de varias otitis medias (OM) recurrentes, se produce un retroceso del lenguaje o una latencia mayor en su adquisición con respecto a los hitos del desarrollo lingüístico, ya que el sonido no puede atravesar correctamente las cavidades auditivas y no consigue llegar adecuadamente hasta el oído interno para, posteriormente, enviarlo al córtex auditivo a través de la vía auditiva central, con el fin de ser procesado e integrado correctamente. Por supuesto, ocurre también un retraso en la adquisición de las competencias lingüísticas y una alteración en el desarrollo evolutivo normal ante la presencia de una hipoacusia neurosensorial no diagnosticada precozmente, aunque en ocasiones, si se trata de una hipoacusia leve o moderada, sobre todo si se presenta monoauralmente, es posible que pase desapercibida durante los primeros años de vida de este niño.
Afortunadamente, hoy en día existen programas específicos de cribado neonatal en los hospitales en los que se incluye la prueba de Potenciales Evocados Auditivos (PEA), con el fin de realizar de manera precoz un diagnóstico lo más acertado posible ante la existencia de una probable hipoacusia y poder así, poner en marcha una intervención terapéutica lo más pronto y eficazmente posible.
Y entonces, ¿por qué es importante la detección precoz de una hipoacusia en un niño y qué tiene que ver con el lenguaje?
Para que el desarrollo del lenguaje en el niño se dé correctamente debe existir una percepción sensorial del sonido, del habla, a través del órgano auditivo, y además, un feedback, una interacción entre él y otros individuos. Si el niño no tiene acceso auditivo, es imposible que pueda reconocer qué es lo que se le pregunta o qué instrucción se le está dando de forma verbal, no podrá relacionar la imagen acústica con la visual, no tendrá acceso al juego simbólico y a la capacidad de pensamiento abstracto. Además, las neuronas cerebrales predestinadas a realizar tareas auditivas y algunas de las destinadas a funciones del lenguaje pasarán a formar parte de otras áreas, normalmente las visuales, y una vez esta migración celular esté afianzada, será muy difícil volver a restaurarla.

En presencia de déficit sensorial auditivo no diagnosticado y no intervenido precozmente, se estará ante un niño o un adulto que no es capaz de comprender tampoco los signos extralingüísticos correctamente.
Pensar en el desarrollo evolutivo del niño desde un punto de vista global nos hará darnos cuenta de que los humanos empleamos nuestro lenguaje oral para mucho más que hablar; lo empleamos para comunicar y lo hacemos a través de las palabras y las oraciones, pero también lo efectuamos a través de signos extralingüísticos como son las inferencias, los gestos kinestésicos, las metáforas o las anáforas, entre otros elementos. En presencia de déficit sensorial auditivo no diagnosticado y no intervenido precozmente, se estará ante un niño o un adulto que no es capaz de comprender todos estos signos extralingüísticos correctamente y, por tanto, estaremos ante un déficit en la correcta y completa comunicación.
Para que el desarrollo del lenguaje en el niño se dé correctamente debe existir una percepción sensorial del sonido a través del órgano auditivo y, además, una interacción entre él y otros individuos.



Bibliografía
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Audióloga Protésica
CV Autor
Técnico Superior en Audiología Protésica.
Máster en Audiología Clínica y Terapia de la Audición.
CAAB Centro Auditivo Profesional.