Cada profesional en nuestro respectivo ámbito tenemos unas preferencias que van ligadas generalmente a los resultados, al feedback obtenido y a la experiencia adquirida.
En la mía personal como audiólogo protésico, una de las prestaciones técnicas de los audífonos actuales que más me gustan, y que en la práctica clínica se ha revelado más útil en determinados casos es la conectividad inalámbrica e intercambio de datos entre los audífonos de alta gama, sobre todo en determinado tipo de perfiles auditivos y adaptaciones binaurales.
Todos tenemos ejemplos de pacientes exigentes que necesitan obtener una alta discriminación verbal en ambientes complejos, y sin duda la localización espacial de los audífonos “top gama” y la compleja información coordinada que se intercambian entre ellos de compresión, direccionalidad, reducción de ruido, volumen, etc. en tiempo real (milisegundos) dan en el blanco.
Hoy día en muchos casos no hay color entre un audífono ‘básico’ y uno de prestaciones superiores, sobre todo en pérdidas auditivas neurosensoriales y entornos sonoros complejos.
Es un lujo a día de hoy poder contar con una gama tan amplia de audífonos, desde pequeños intraauriculares que cubren casi todos los rangos de pérdidas sin riesgo de ‘feedback’ (otra característica técnica que ha mejorado mucho) hasta los potentes mini-retroauriculares de adaptación abierta casi invisibles que cubren presbiacusias sin oclusión ni feedback, hace años algo realmente impensable.