Con el buen tiempo y las estancias prolongadas en playas y piscinas, aumentan las infecciones de otitis externas como consecuencia de una exposición prolongada a la humedad. La otitis externa es también conocida como otitis del nadador o de las piscinas.
Entre los factores que favorecen esta infección, se encuentran los cambios de temperatura que suelen darse en época estival, la práctica de buceo, ya que provoca cambios de presión en el oído medio, y una mayor predisposición en las personas que tienen la membrana timpánica perforada y en los menores.
Hay que tener especial precaución con zambullirse en aguas poco saludables, ya que el agua sucia o contaminada contiene bacterias y gérmenes que pueden dañar tus oídos. Además, una entrada al agua muy brusca podría provocar por la diferencia de presión entrada de agua en los conductos auditivos y otras lesiones.

Entre el 80 y el 85% de las otitis externas tienen lugar durante el verano y son más frecuentes en niños entre 5 y 12 años, y es 5 veces más frecuente en nadadores.
Evitar la humedad es fundamental. Para ello, además de la manera en la que nos introducimos en el agua, es importante mantenerlos secos una vez volvemos a la toalla. Después del baño, procurar sacar el agua de los oídos y secarlos suavemente con el pico de una toalla o gasa.
La otitis externa es también conocida como otitis del nadador o de las piscinas.