Jeroglíficos y otros relatos sobre la pérdida de audición
Cuentan los antiguos jeroglíficos egipcios que hubo un escriba en el Alto Egipto (2.450 a.C.), Ptahhotep, cuyas enseñanzas morales sobre la vida han llegado hasta nuestros días en forma de proverbios. Su importante legado nos ha llamado especialmente la atención porque es la referencia más antigua registrada sobre la pérdida de audición provocada por la edad, no en vano, llegó a vivir hasta los 110 años.
Sin embargo, no será la única manifestación sobre la sordera que encontraremos en esta apasionante cultura. Una amplia cantidad de documentos egipcios de siglos posteriores evidencian la existencia de personas sordas.
El relato del «bote de la buena suerte» es uno de ellos, escrito por el persa Nasir Khosrau, que visitó Egipto entre los años 1046 y 1049. Describe un ritual celebrado anualmente, con el que daba comienzo la época de siembra y que contaba con el papel protagonista de personas sordas especialmente elegidas y gratificadas por el Califa. La ceremonia consistía en abrir el dique que contenía al río Nilo para que sus aguas pudieran alcanzar los campos de cultivo. Delante del muro de contención se situaban los botes de los lugareños para ser arrastrados por la fuerza de las aguas retenidas y el honor de ocupar la primera de esas barcas estaba reservado a las personas sordas porque se consideraba que atraían la buena suerte para que la cosecha fuera abundante.
Referencia La fuente original de esta historia es la traducción francesa del libro «Sefer nameh»: Relation du voyage, de Nassiri Khosrau. En Syrie, en Palestine, en Egypte, en Arabie et en Perse, 1881. BNF Gallica.