El período estival es una estación propicia para el incremento de los casos de otitis, provocados al pasar más tiempo en ambientes húmedos. Esta dolencia puede llegar a ser muy molesta y si no se trata a tiempo, podría convertirse en una infección crónica. Para realizar un buen diagnóstico debemos diferenciar entre dos tipos de otitis: la bacteriana y la fúngica.
Con la llegada del verano, las consultas sobre otitis externa, también llamada «otitis de nadador» por su relación con el agua, aumentan. Es de origen bacteriano y se produce en la piel del conducto auditivo externo (CAE).
La piel del CAE es como la piel del resto del organismo y no precisa medidas especiales de protección contra el agua, se puede mojar. Pero hay varias particularidades del CAE que le hacen más vulnerable: la producción de cera en el tercio externo, donde puede quedar acumulada entre los pelos de esa zona; las enfermedades de la piel como los eccemas o la psoriasis que hacen que la piel sea más sensible a ataques externos; la irritación que se produce mucha gente con el uso de bastoncillos u otros útiles para limpiar o secar el CAE; la forma del CAE, a veces angulada o estrecha, que puede impedir la normal autolimpieza; o la presencia de exóstosis y osteomas que pueden producir acúmulos de descamación o hacer que la piel no se limpie de forma natural de la cera, por lo que la humedad puede afectarle en mayor manera. Existen algunos productos como el alcohol boricado que pueden ayudarnos a secar la piel, pero no es conveniente abusar de ellos.
A estos motivos, hay que añadir la limpieza o salubridad de las aguas que nos rodean. No hay que pensar solo en la contaminación de las aguas del mar o de las piscinas, sino también en los productos químicos que se usan para su desinfección y limpieza, y que pueden alterar la flora saprófita bacteriana de la piel, necesaria para su correcto funcionamiento.
Estos factores, individualmente o combinados, pueden favorecer la infección del CAE originando las otitis externas. Serán agudas, si son ocasionales y relacionadas con el agua o crónicas, si se repiten periódicamente. En estos casos, hay que descartar patologías crónicas de base, de tipo endocrinológico o autoinmune, como la diabetes, tratamientos inmunosupresores o déficits inmunológicos, que favorecen las reinfecciones.

Los síntomas serán los habituales de cualquier otitis: dolor de oídos (otalgia), supuración (otorrea) y, más difícilmente, fiebre o hipoacusia, que se produce por inflamación de la piel (edema) y que puede llegar a ocluir el conducto. Es característico el llamado «signo del trago positivo» que es un aumento del dolor al tocar el trago, el cartílago que hay delante del CAE.
En la otoscopia se observa inflamación de la piel del CAE con otorrea sobre ella. Si es posible ver el tímpano, este será normal.
El tratamiento consiste en la limpieza de la otorrea, normalmente mediante aspiración y no con lavados con agua que pueden sobre-infectar la piel. Habitualmente se aplican gotas antibióticas que suelen ir unidas a corticoides tópicos. En algunos casos, si hay edema de la piel del conducto, puede precisarse antibióticos y corticoides orales y otros antiinflamatorios, dado que las gotas no penetrarán adecuadamente o pueden no ser suficientemente efectivas.
El agente causal más habitual es la Pseudomona Aeruginosa, por ello las gotas más utilizadas serán quinolonas (ciprofloxacino) y gentamicina. Además del tratamiento médico y la limpieza, es importante evitar el agua hasta la curación completa. Por ello se aconseja usar tapones de baño durante este período. En los casos en que la otitis esté asociada a diabetes, y más si esta está descompensada, se hace imprescindible el control de la glucemia para la curación.
El otro tipo de otitis externa es la fúngica, debida a infección por hongos. También suele estar relacionada con el agua o los ambientes húmedos, e influyen todos los factores comentados anteriormente.
La otoscopia es algo distinta, ya que la otorrea es de tipo algodonoso. En muchos casos pueden verse las hifas fúngicas, blancas en los casos de Candida Albicans, y de color gris-verdoso en los casos de Aspergillus Niger, que son los más frecuentes.
El síntoma que la diferencia de las otitis externas bacterianas es el picor (prurito). El tratamiento también consiste en el aspirado de la otorrea, en el uso de gotas anti-fúngicas, en evitar mojar el conducto y en realizar revisiones hasta observar su completa curación. Suelen ser pacientes que ya han recibido tratamientos antibióticos previos por una otitis a los que no han respondido, ya que esta no estaba producida por bacterias. En algunos casos, esta medicación ha empeorado la situación porque ha favorecido la sobre-infección bacteriana, pues los antibióticos tópicos destruyen la flora saprófita local. Hay que comentar la relación con el uso de audífonos, ya que estos se comportan como cuerpos extraños y algunas pieles pueden no tolerarlos bien, ya sea por el contacto directo o por alergia al plástico usado en los moldes u olivas. En este sentido se ha avanzado mucho en los últimos años, tanto por el diseño «a medida» como por los materiales que se usan. Es conveniente, para los usuarios de audífonos, las visitas periódicas al otorrinolaringólogo para la limpieza auricular, ya que es fácil que puedan producirse más acúmulos de cera de lo habitual.
En cualquier caso, las otitis externas suelen estar relacionadas con el agua o la humedad, y empeoran si hay dermatitis, traumatismos locales por bastoncillos o variantes anatómicas del conducto.
Por ello, hay una serie de consejos que debemos seguir para evitar esta dolencia:
• No es preciso usar habitualmente tapones para el agua, pero sí deberá hacerse si se padece dermatitis o se va a estar mucho tiempo en contacto con el agua (nadadores, buceadores, surfistas).
• No usar bastoncillos que pueden irritar o lesionar la piel del CAE.
• Evitar aguas contaminadas.
• Secar bien los oídos con una toalla tras el baño o la ducha, tanto en casa como en la piscina o el mar. También después del spa, la sauna, etc.
• En caso de dermatitis, usar gotas de corticoides para el picor o aceites hidratantes.
• Evitar los lavados con agua en caso de exóstosis y osteomas, dermatitis o tapones epidérmicos.
• Si todos los veranos se producen otitis, se recomienda el uso de tapones de protección contra el agua.
• En caso de otalgia o prurito y otorrea hay que acudir al otorrinolaringólogo para un diagnóstico, limpieza y tratamiento adecuados, más aún en caso de fiebre.
Es difícil que una otitis externa se complique si se diagnostica y trata a tiempo, por ello no hay que demorarse en acudir a la consulta cuando se notan los primeros síntomas.
Autor

ALEJANDRO HARGUINDEY
Otorrinolaringólogo
Director Médico de la Clínica de ORL
y CCC de Madrid (IOM).
Coordinador del Servicio ORL
del Grupo Hosp. HM Madrid.
Coordinador de los cursos de Cirugía Otológica y Disección del Hueso Temporal.Otorrinolaringólogo