Autor: Leticia Gómez
Audióloga y Logopeda
El oído humano es sensible a un delimitado rango de frecuencias. Somos conscientes de las que oímos, pero existe un amplio rango superior e inferior que nuestro cuerpo también es capaz de percibir. En la actualidad se están llevando a cabo investigaciones para conocer cómo estas frecuencias no audibles afectan a nuestra salud física y mental. ¿Qué hay de verdad en todo esto?
Seguramente no sea necesario traer a la memoria de ningún lector a qué se refieren los infrasonidos y los ultrasonidos, pero quizás debamos conocer más sobre sus características, cuáles son algunas de las fuentes de emisión que se conocen y los efectos que pueden ocasionar en la salud de la población expuesta a los mismos.
En esta ocasión nos centraremos en los infrasonidos, aquellas ondas sonoras de frecuencia inferior al mínimo audible por el oído humano, aproximadamente 20Hz. En el caso de los ultrasonidos, hablamos de aquellas ondas sonoras de frecuencia superior al máximo audible por el oído humano, alrededor de 20.000Hz.
Los infrasonidos son capaces de recorrer largas distancias atravesando incluso estructuras sólidas sin perder prácticamente energía y son poco direccionales en su propagación. El hecho de no oírlos no significa que no estén ahí, que no estemos expuestos y, por lo tanto, que no nos afecten.
Cuando un sonido es intenso no pasa desapercibido y sabemos que puede dañar nuestra audición o perturbar nuestro bienestar. Sin embargo, es normal que no reparemos en algo que no se hace perceptible, que no tomemos conciencia de que está.
Los efectos nocivos de los infrasonidos se producen cuando su frecuencia coincide o es próxima a la frecuencia característica natural del cuerpo o de órganos específicos, entrando ambos en resonancia y produciéndose un proceso vibratorio capaz de alcanzar células y tejidos. La frecuencia natural del cuerpo varía según los diferentes órganos y estructuras, oscilando dentro de la gama de los infrasonidos.
No todos respondemos exactamente de la misma forma a los estímulos físicos, sino que existe una variabilidad individual influenciada por factores que dependen del estado de salud de cada persona.
En los primeros estudios (Mohr et al. 1965), varios sujetos estuvieron expuestos durante dos minutos a intensos infrasonidos simulados de vuelos espaciales y reportaron sentir, entre otros síntomas, dolores de cabeza, de oído y náuseas.
Alves-Pereira y Castelo Branco (2007) han estudiado la enfermedad vibroacústica o EVA (VAD por sus siglas en inglés, Vibroacoustic Disease) en pilotos y tripulantes de cabina, marineros e infantes de marina, y otras poblaciones expuestas a IRBF (infrasonidos y ruidos de baja frecuencia < 500Hz).
1. Cabeza: 4 a 6 Hz y de 20 a 30 Hz.
2. Espina dorsal: 5 Hz y entre 9,4 y 13,1 Hz.
3. Brazo: 5 a 10 Hz.
4. Piernas: 2 Hz.
5. Pecho: 5 a 10 Hz.
6. Riñones y vísceras: 4 a 8 Hz.
7. Mano: 30 a 50 Hz.
X, Y, Z. Eje de coordenadas.
La EVA está asociada al crecimiento anormal de la matriz extracelular (aumento de colágeno y elastina) sin darse un proceso inflamatorio, observando en estos sujetos un mayor grosor en vasos sanguíneos y estructuras del corazón, tráquea, pulmones y riñones. La sintomatología que mostraban los pacientes dependía del tiempo de exposición, desde ligeros cambios de humor pasados 1-4 años, hasta problemas músculo-esqueléticos, tiroideos y psiquiátricos, entre otros, pasados los 10 años de exposición. La falta de un diagnóstico adecuado hace imposible tratar con eficacia el estado de salud del paciente y prevenir dolencias que podrían desembocar en un alto grado de incapacidad.
Otros trabajos de Alves-Pereira y Castelo Branco se han centrado en estudiar a la población que habita próxima a turbinas eólicas. Esta fuente tiene gran capacidad de generar intensos infrasonidos que coinciden con las frecuencias 1-4Hz correspondientes a las ondas EEG deltas, envueltas en el sueño profundo. Disrupciones frecuentes de esta fase afectan a la normal homeostasis debido al impacto negativo que se provoca en los sistemas endocrino y nervioso.
A día de hoy, no parece haber un consenso entre países en cuanto a la distancia mínima de seguridad para la población a la que deben instalarse los parques eólicos.
En la actualidad, se está llevando a cabo un estudio por la Universidad Flinders de Adelaide (Australia) para tratar de esclarecer si las turbinas eólicas interfieren en la salud de la población, más en concreto en la calidad del sueño, y los efectos en la salud que esta perturbación conlleva. Esta investigación tiene una duración estimada de cinco años, de los que aún falta, aproximadamente, un año y medio para su conclusión.
La cuantificación de los infrasonidos es muy importante para proteger a la población, especialmente a aquella que está en ambientes potencialmente nocivos. Alves-Pereira y Castelo Branco (2004), defienden que los instrumentos utilizados para medir los infrasonidos no fueron diseñados para este fin, que subestiman la energía que realmente se está emitiendo al emplear la escala A basada en el rango de frecuencias audibles.
Según Salt and Kaltenbach (2011), la escala C incluiría frecuencias más bajas, con componente de infrasonidos.
Por ejemplo, en turbinas eólicas no encontraron presión sonora con la escala A a 10Hz; sin embargo, con la escala C o G, esa presión sonora la encontraron a 40-60dB. Para esta misma medición, Alves-Pereira recomienda el uso de la escala dB Lin (linear), diseñada para la medición de infrasonidos y más ampliamente utilizada en países del este como Rusia.
Utilizar instrumentos de medida apropiados es esencial para tener resultados fiables y emplear las adecuadas medidas de prevención y protección. Estas incluirían: filtros en los diseños de las fuentes con frecuencias diferentes a las de resonancia, atenuando así las vibraciones asociadas; disminuir el nivel de emisión de la fuente; usar materiales de amortiguación (poco efectivo); y, lógicamente, siempre que sea posible, alejarse de la fuente. Debido a la gran longitud de onda que tienen los infrasonidos, es realmente difícil poder protegerse de los mismos.
Existen aplicaciones móviles para detectar infrasonidos en el entorno, esperemos que, gracias al avance y la mejora de esta tecnología, se consigan usar en un futuro próximo con total garantía y fiabilidad.
Las fuentes de IRBF pueden ser naturales o artificiales, procediendo las primeras de fenómenos naturales y las segundas originadas y explotadas por el ser humano. Pueden ser audibles y a la vez emitir intensos infrasonidos y ruidos de baja frecuencia en forma de vibración. Muchas fuentes están identificadas, pero es probable que se desconozcan otras.
Ejemplos de fuentes naturales son: vientos fuertes, olas del mar, explosiones de volcanes, terremotos, avalanchas, tornados o descargas eléctricas.
Como ejemplos de fuentes artificiales encontramos: turbinas eólicas, trenes, camiones, coches, sistemas de ventilación y calefacción y determinadas herramientas.
Desde un punto de vista más optimista, los infrasonidos han sido propuestos en el campo de la medicina y la meteorología, incluso en la industria musical y cinematográfica.En la medicina, por ejemplo, para mejorar la adaptación neuromuscular y la densidad ósea en personas mayores (Brooke-Wavell and Mansfield 2009) emitiendo de forma controlada la frecuencia, intensidad y duración de los estímulos. En el campo de la meteorología para monitorizar movimientos a gran escala en la atmósfera. En la naturaleza, aquellos animales que son capaces de percibirlos como los elefantes, usan los infrasonidos para huir cuando detectan que se avecina un desastre natural.
Como hemos visto, más allá del rango de audición, la energía acústica está muy presente en nuestro medio y nos afecta. Apoyemos la investigación que busca conocer, informar y actuar a favor del bienestar global. Hagamos más consciente lo «inconsciente».
Referencias
Alves-Pereira. M., & Castelo Branco. N.A (2007) Vibroacousticdisease: biologicaleffects of infrasound and low frenquencynoiseexplainedbymechanotransduction celular signalling. Progress in Biophysics and Molecular Biology 93(1-3):256-79.
Pedroso de Lima, J.J. (2012) VibraçoesMecânicas de BaixaFrequência. Infrassons. Efeitos no Homem. Ouvido, Ondas e Vibraçoes. Aspectos Físicos e Biofísicos (pp. 383-400) Coimbra, Portugal. Escola Superior de Tecnologia da Saúde de Coimbra. Imprensa da Universidad de Coimbra.
Persinger, M.A. (2013) Infrasound, human health, and adaptations: anintegrativeoverview of reconditehazards in a complexenvironment. NatHazards, (2014) 70:501-525.
Swerdlow, A.J (2010) HealthEffects of Exposure to Ultrasound and Infrasound. Report of theindependentAdvisoryGroupon Non-ionisingRadiationDocuments of theHeatlhProtection Agency, UnitedKingdom. Recuperado de https://assets.publishing.service.gov.uk/government/uploads/system/uploads/attachment_data/file/335014/RCE-14_for_web_with_security.pdf
AUTOR:
Leticia Gómez
Audióloga y Logopeda
Técnico Superior en Audiología Protésica
Máster en Audiología, UCAM
Experto en Audiología, Universidad de Salamanca
Diplomada en Logopedia