Pérdida auditiva oculta, la gran desconocida
Publicado con la autorización de Auris Scientia, blog científico sobre audiología que ostenta junto a la autora el copyright del texto.
Con el término «pérdida auditiva oculta» nos referimos a la sinaptopatía o daño entre las conexiones de las fibras nerviosas auditivas y las células ciliadas internas. Aunque no está científicamente probado en humanos, el deterioro de estas conexiones puede provocar dificultades para entender el habla en entornos auditivos complejos. Sin embargo, resulta complicada de diagnosticar porque los audiogramas convencionales no son capaces de detectarla.
Jessica, una mujer de unos treinta años, está en un restaurante con sus amigas celebrando un reciente ascenso en el trabajo. Hay música a todo volumen y todas charlan y se ríen. Las amigas de Jessica pueden entenderse bien, pero a ella le cuesta seguir la conversación.
A Jessica le da vergüenza pedir a sus amigas que repitan lo que dicen y opta por fingir que está entendiendo todo. Unos días después, Jessica visita una clínica audiológica para que le hagan una prueba de audición. Ella puede escuchar en ambientes silenciosos, pero tiene muchos problemas para entender conversaciones cuando hay ruido de fondo.
El audiólogo realiza una audiometría, que es una evaluación estándar de la pérdida de audición. Sorprendentemente, el audiólogo encuentra que Jessica tiene umbrales de audición normales, «pero, ¿cómo puede ser eso posible?», piensa ella. Jessica sufre una pérdida de audición «oculta», la cual no es identificable a través de una audiometría.
Aproximadamente, entre el 1% y el 10% de los adultos que buscan tratamiento en clínicas audiológicas para tratar una pérdida auditiva presentan umbrales de audición normales. Muchas de estas personas indican tener grandes dificultades para entender conversaciones en entornos ruidosos (Hind et al., 2011).
Las pruebas audiométricas tradicionales han sido durante mucho tiempo la herramienta de diagnóstico estándar para la pérdida auditiva. Por lo tanto, durante décadas, se supuso que individuos con umbrales auditivos normales, pero con problemas para comprender el habla en ruido, padecían afecciones no relacionadas con daños en la vía auditiva (Saunders y Haggard, 1989).
Sin embargo, estudios recientes han proporcionado evidencia de un posible vínculo entre las pérdidas de audición «ocultas» y las lesiones en la vía auditiva. En estos estudios, los investigadores expusieron a animales a sonidos lo suficientemente intensos como para causar un cambio en los umbrales de audición de forma temporal (algo similar a lo que sucede cuando vas a un concierto y no haces uso de tapones para los oídos: tu audición parece verse afectada por un tiempo, pero vuelve a la normalidad al cabo de unas horas).
Estos investigadores descubrieron que la exposición al ruido dañaba las sinapsis entre las células ciliadas internas de la cóclea, las cuales codifican el sonido, y el nervio auditivo, el cual envía esas señales al cerebro.
Esta pérdida de sinapsis coclear se ha denominado «sinaptopatía auditiva» (SA). Curiosamente, se ha observado que la lesión sináptica persiste incluso después de que los umbrales de audición de los animales vuelvan a la normalidad. Esto quiere decir que los animales siguen mostrando unos umbrales auditivos normales en la audiometría, después de que la transmisión de la señal auditiva se haya visto afectada a nivel sináptico.
Pero, ¿por qué pensamos que la SA podría afectar específicamente a la percepción del habla en ruido?
Las fibras nerviosas auditivas conectadas a las células ciliadas internas de la cóclea a través de las sinapsis perdidas también degeneran, disminuyendo la efectividad del nervio auditivo para codificar y transmitir la información frecuencial y temporal del sonido, las cuales son fundamentales para codificar estímulos sonoros (Kujawa y Liberman, 2009). Esto causaría problemas para percibir el habla en condiciones de audición exigentes, como por ejemplo, en una habitación ruidosa.
Si bien hay mucha evidencia que respalda la existencia de SA inducida por ruido en modelos animales, ha sido mucho más difícil determinar si la SA se produce también en humanos y, lo que es más importante, si la SA contribuye a los problemas en la comprensión del habla en ruido.
El experimento ideal expondría a humanos a niveles controlados de ruido, examinaría las sinapsis cocleares de esos individuos y evaluaría la percepción auditiva para determinar si el procesamiento auditivo se ha visto afectado como consecuencia del daño en las sinapsis.
Sin embargo, no es ético exponer a los humanos a ruidos de alta intensidad, ¡y además no tenemos la capacidad de observar las sinapsis cocleares de los seres humanos vivos! Las investigaciones de SA en humanos han tenido que basarse en cuestionarios o entrevistas para evaluar el historial de exposición al ruido de las personas.
Aquellas que reportaron un historial de exposición a ruidos de alta intensidad, como consecuencia de, por ejemplo, haber asistido a eventos ruidosos o tener una ocupación laboral con presencia de altos niveles de ruido, serían presumiblemente individuos con alta probabilidad de mostrar SA inducida por ruido.
Además, sería esperable que estos individuos exhibiesen indicadores fisiológicos de la SA, como una reducción de la respuesta del nervio auditivo debido a su degeneración, así como un rendimiento pobre en tareas de percepción de habla en ruido.
Desafortunadamente, este no ha sido el caso. Muchos estudios con huma-nos no han podido vincular los historiales de exposición al ruido a ningún déficit en las medidas fisiológicas o perceptivas de procesamiento auditivo (Bramhall et al., 2019).
Esto podría deberse a la naturaleza subjetiva de las mediciones del historial de exposición al ruido o a las diferencias individuales en la susceptibilidad a padecer daño coclear cuando se tiene exposición a ruidos de alta intensidad. También podría ser posible que la SA se produzca en casos de exposición a ruido mucho más intensos que los que experimentaron los participantes de los estudios anteriores a lo largo de su vida (estos participantes eran normalmente estudiantes universitarios).
Aún así, la potente y clara evidencia de la existencia de SA inducida por ruido en modelos animales sigue impulsando la investigación en humanos en este área. Además, cabe destacar que algunos de los estudios anteriores encontraron grandes diferencias individuales en las medidas fisiológicas y de rendimiento del procesamiento auditivo que no estaban relacionadas con los umbrales de audición, la edad o la cognición (Bharadwaj et al., 2015).
Los resultados de dichos estudios sugieren que la variabilidad del grado de funcionamiento de la función periférica del sistema auditivo pudo contribuir a esos resultados y por lo tanto, podrían apoyar la existencia de SA inducida por ruido en la población de adultos jóvenes con umbrales de audición normal.
Actualmente, el campo de la SA en humanos se está moviendo hacia el desarrollo de pruebas para individuos que han experimentado niveles de exposición a ruido más intensos que estudiantes universitarios (por ejemplo, veteranos de guerra o músicos profesionales). Además, se están desarrollando mejores medidas fisiológicas de la SA.
En nuestro laboratorio en la Universidad Carnegie Mellon (Pittsburgh, EEUU) estamos creando evaluaciones relacionadas con la percepción de habla en ruido que puedan analizar la SA de forma más específica que las pruebas tradicionales de percepción de habla en ruido.
También estamos investigando otros factores relacionados con la SA, como los mecanismos de procesamiento neural, los cuales pueden contribuir a una percepción deficiente del habla en entornos ruidosos en personas oyentes con resultados audiométricos normales.
Aunque la SA inducida por el ruido se ha descubierto recientemente, muchos laboratorios de todo el mundo están realizando investigaciones en este área. Las investigaciones que intentan relacionar la SA con dificultades perceptivas del habla en ruido en humanos con umbrales de audición normal se están moviendo en una dirección emocionante. Somos optimistas en cuanto a que pronto habrá pruebas de diagnóstico y opciones de tratamiento fiables para las personas que sufren de este tipo pérdidas auditivas «ocultas», que no son identificables a través de una audiometría tradicional.
Referencias
– Bharadwaj, H. M., Masud, S., Mehraei, G., Verhulst, S., & Shinn-Cunningham, B. G. (2015). Individual differences reveal correlates of hidden hearing deficits. The Journal of Neuroscience, 35(5), 2161–2172.
– Bramhall, N., Beach, E. F., Epp, B., Le Prell, C. G., Lopez-Poveda, E. A., Plack, C. J., Canlon, B. (2019). The search for noise-induced cochlear synaptopathy in hu-mans: Mission impossible? Hearing Research, 377, 88–103.
– Hind, S. E., Haines-Bazrafshan, R., Benton, C. L., Brassington, W., Towle, B., & Moore, D. R. (2011). Prevalence of clinical referral shaving hearing thresholds within normal limits. International Journal of Audiology, 50(10), 708–716.
– Kujawa, S. G., & Liberman, M. C. (2009). Addinginsult to injury: cochlear nervedegeneration after “temporary” noise-induced hearing loss. TheJour- nalofNeuroscience, 29(45), 14077–14085.
– Saunders, G. H., &Haggard, M. P. (1989). Theclinicalassessmentofobscureauditorydysfunction–1. Auditory and psychologicalfactors. Ear and Hearing, 10(3), 200–208.
CV Autora:
Dra. Mishaela DiNino
PH.D. IN NEUROSCIENCE
Licenciada en Psicología.
Máster en Neurociencia Cognitiva.
Investigadora postdoctoral de la Actividad Cerebral y Percepción Sensorial.
Universidad Carnegie Mellon, Pittsburgh, (EE.UU.).