Autor: Rosa Albaladejo
Una parte de los investigadores que se dedican a estudiar la pérdida auditiva defiende que el sistema eferente auditivo podría desempeñar un papel clave para conservar una buena audición por más tiempo. Recientes estudios muestran que puede existir una reducción funcional de este sistema previa al daño producido por el envejecimiento en las células ciliadas externas. De ser así, una detección temprana podría contribuir a retrasar la presbiacusia.
La audición es un proceso complejo que implica el funcionamiento correcto de numerosas estructuras. Estas trabajan en equipo para darle sentido a la información auditiva que entra a través de nuestros oídos.
En numerosas ocasiones hemos leído cómo es el engranaje de dichas estructuras y cómo funciona la vía auditiva aferente, que es el camino nervioso que nace en el oído, pasa por distintas estaciones para pre-procesar la información y compartir datos con otros sentidos y llega a la corteza auditiva, que es la parte más consciente de lo que percibimos.
Pero hay otro camino, llamado vía eferente, que se describe menos en las publicaciones. Pocos estudios logran desvelar sus enigmas y de su función, aún quedan interrogantes por resolver.
Muchos de los que nos dedicamos a la investigación en este campo pensamos que en una vía donde intervienen tantos neurotransmisores (GABA, dopamina, serotonina…) se tiene que esconder la verdadera clave para conservar nuestra audición joven por más tiempo.
El sistema eferente auditivo está constituido por el sistema olivococlear y por vías descendentes que provienen de la corteza auditiva y se dirigen a la cóclea. El sistema olivococlear se divide en una porción medial y otra lateral, con neuronas que inervan las células ciliadas externas y las fibras del nervio auditivo.
De todos los neurotransmisores hay uno que merece una mención especial, la acetilcolina, por ser una molécula fundamental para el correcto funcionamiento de esta vía. Las células ciliadas externas y las fibras del nervio auditivo poseen receptores para esta biomolécula, lo que implica que son sensibles a ella, obedeciendo sus órdenes, permitiendo un incremento intracelular de calcio en las células ciliadas externas y abriendo los canales de potasio que producen una hiperpolarización de estas células, y reduciendo la electromotilidad.
Existen varias teorías sobre cuál es el papel del sistema auditivo eferente:
— Permitir, durante el sueño, no prestar atención a estímulos auditivos no relevantes, pero si ocurre un hecho que puede entrañar un peligro o nos preocupa, se pone en funcionamiento el sistema de alerta que nos despierta para permitirnos actuar.
— Nos protege frente a sonidos de alta intensidad.
— Nos permite entender en ambientes de ruido.
— Interviene en la atención selectiva.
Está claro que los pacientes con pérdida de audición, desde los primeros conatos de su lesión, pueden presentar ya problemas para entender en ruido y desarrollar alteraciones en los procesos atencionales. Tienden a estar «más en las nubes», tienen mayor dificultad para focalizar lo que quieren oír y los entornos auditivamente desfavorables son para ellos un reto.
Estructuralmente hay evidencias que muestran que en el envejecimiento del oído se pierden de manera progresiva neuronas ganglionares y células ciliadas cocleares.
Experimentos realizados en ratones C57BL/6J con presbiacusia, cuyo genoma fue secuenciado por completo en el año 2005 después del genoma humano, demostraron una disminución del número de sinapsis entre las CCI y las neuronas ganglionares.
Estudios más recientes realizados en este mismo tipo de ratones, muestran una reducción del número de sinapsis entre fibras olivococleares mediales y CCE por el envejecimiento.
En otro tipo de ratones que se utilizan para investigar la base molecular de las disfunciones, se halló una disminución de la magnitud del reflejo acústico-olivococlear y, lo que es más interesante, todo parece indicar que esta reducción funcional del sistema eferente auditivo se puede producir antes del daño en las CCE relacionado con el envejecimiento, es decir, que antes de que haya una lesión coclear existe una disfunción de la vía eferente.
Curiosamente, en la enfermedad de Alzheimer, se experimentan cambios microscópicos en el tejido de ciertas partes del cerebro, así como pérdida gradual de la acetilcolina, que en el sistema nervioso permite que haya una comunicación neuronal y está implicada en procesos como el aprendizaje, memoria y pensamiento, áreas que también se ven afectadas en los pacientes con presbiacusia. Esto hace pensar que hay aquí otro factor común a ambas patologías, aparte de los descritos ya por la neurociencia.
Si bien aún queda mucho para esclarecer todos estos mecanismos y corroborar qué es lo que ocurre en humanos, el poder determinar la funcionalidad de la vía auditiva eferente en pacientes adultos que aún tienen audición normal, podría ser, en un futuro, una ayuda para predecir quiénes van a desarrollar presbiacusia. Es más, todos sabemos que, a veces, hay pacientes que se quejan de que no entienden en ruido, pero al hacer la evaluación audiológica la audición es totalmente normal. Sin embargo, su vía auditiva eferente está siendo disfuncional, quizás los niveles de acetilcolina ya estén disminuyendo y una intervención temprana podría implicar una prevención, no solo de la audición, sino de patologías neurológicas importantes.
En ratones modificados genéticamente para incrementar la función de la vía auditiva se obtuvo una gran resistencia al ruido de alta intensidad.
El equipo de la Dra. Elgoyhen, responsable del descubrimiento de las dos proteínas fundamentales que conforman el receptor del sistema eferente olivococlear dentro del oído interno, intenta desarrollar un fármaco efectivo para potenciar esta función de la vía aferente para poder administrarlo a sujetos que se vayan a exponer a ruido intenso.
Posiblemente podría ser también un tratamiento para aquellos pacientes que han desarrollado problemas de procesamiento auditivo, previo a la pérdida auditiva, pero nos toca esperar para saber si esto es una utopía o se convertirá en una realidad.
Referencias
Rasmussen GL. The olivary peduncle and other fiber projections of the superior olivary complex. J Comp Neurol 1946; 84: 141-219.
Rasmussen GL. Efferent fibers of the cochlear nerve and cochlear nucleus. En: Rasmussen GL, Windle WF. eds. Neural mechanisms of the auditory and vestibular systems. Springfield, IL: Thomas; 1960; 105-15.
Warr WB, Guinan JJ JR. Efferent innervation of the organ of Corti: Two separate systems. Brain Res 1979; 173: 152-5.
Délano P, Robles I, Robles L. Sistema eferente auditivo. Rev Otorrinolaringol 2005; 55-62.
Guinan JJ. JR. Olivocochlear Efferents: Anatomy, Physiology, Function, and the Measurement of Efferent Effects in Humans. Ear Hear 2006; 27(6): 589-607.
Rosa Albaladejo
Audióloga y logopeda
Diplomada en TAV por AGB Listening and Spoken Language, USA.
Máster en Terapia Orofacial y Miofuncional.
Máster en Psicología Positiva.
Experta en Procesos Cognitivos, Lenguaje y Comunicación.
Psiconeuroinmunóloga.
CEO en la Clínica de Intervención Cognitiva y Neurociencia, CLIC.