Trastornos de Procesamiento Auditivo: ¿cosa de niños?
Cuando hablamos de Trastorno de Procesamiento Auditivo (TPA) nos referimos a una disfunción funcional que hace que el cerebro no procese de forma adecuada los sonidos que percibe. Los investigadores estiman que este trastorno afecta a la población entre un 3 y un 5%, aunque, en ocasiones, es difícil de diagnosticar ya que la audición es aparentemente normal. Como causas se barajan la propia genética, un trauma de nacimiento, las infecciones de oído y, cada vez más en adultos, se asocia al envejecimiento biológico.
En el ámbito de la Audiología, es relativamente frecuente hoy en día escuchar y leer acerca de los Trastornos de Procesamiento Auditivo en niños, pero, ¿es posible que estos trastornos se presenten también en adultos?
La respuesta es «por supuesto». En realidad, es muy probable que los primeros casos reconocidos de Trastornos de Procesamiento Auditivo fueran en adultos, aunque no se etiquetaran inicialmente con esta denominación. De hecho, todos los datos de los que actualmente se dispone para evaluar las funciones auditivas centrales, se recogieron en adultos con lesiones conocidas en el sistema nervioso central.
De este modo, se ha podido investigar qué pruebas de las funciones auditivas centrales se correlacionan con disfunciones o alteraciones en áreas específicas del cerebro.
Por otra parte, durante décadas los pacientes han asistido a las consultas de otorrinolaringólogos quejándose de su cada vez mayor dificultad para oír y entender el habla, especialmente en ambientes ruidosos, teniendo sin embargo una sensibilidad auditiva periférica totalmente normal.
Frecuentemente, además, los audiólogos no estaban –y aún hoy día, en ocasiones–, no están preparados para evaluar el sistema auditivo en su totalidad, desde el oído hasta el cerebro, y se centraban por tanto, en el sistema auditivo periférico.
En la literatura pueden encontrarse algunas referencias como «disfunción auditiva oscura», que claramente describe a estos pacientes. Realmente, los pacientes adultos con Trastornos del Procesamiento Auditivo empezaron a ser identificados como tales cuando el término empezó a ser aplicado mayoritariamente a la población infantil.
Pero, ¿estos pacientes adultos podrían ser en realidad niños con Trastornos de Procesamiento Auditivo que ya han crecido?
Es probable que así sea. Los que trabajamos a menudo con niños de estas características, escuchamos con frecuencia a los padres relatar que ellos tenían las mismas dificultades cuando eran niños y muchos de ellos continúan teniéndolas. Esto hace pensar que hay algún componente familiar hereditario en ciertos tipos de Trastornos de Procesamiento Auditivo.
Pero tampoco tenemos que pensar que los niños con estos trastornos los padecerán durante toda su vida. Hoy día, con una evaluación, rehabilitación y seguimiento apropiados, junto con el paso del tiempo, que a veces ayuda a resolver aquellos casos en los que la raíz del trastorno se encuentra en la madurez neurológica, estos niños pueden perfectamente ser adultos normales.
Por otro lado, no son infrecuentes los casos de adultos con Trastornos de Procesamiento Auditivo que ocurren en familias en las que no hay antecedentes de este trastorno. Pueden ser consecuencia de una enfermedad neurológica, como un derrame cerebral o un tumor. El origen puede ser también iatrogénico, como resultado de una intervención quirúrgica en el cerebro, por ejemplo, o traumático, tras un accidente de automóvil.
Por último, cada vez se encuentran más evidencias de que, en realidad, algunos tipos de Trastornos de Procesamiento Auditivo están directamente ligados al proceso natural de envejecimiento, una condición que ha venido a llamarse con frecuencia «presbiacusia central» o «efectos centrales del envejecimiento biológico».
Los adultos presentan a menudo síntomas y quejas muy similares a las de los niños, que incluyen la dificultad para entender en ambientes ruidosos o en espacios con mucha reverberación, complicación para comprender el habla muy rápida, o de seguir indicaciones orales, y las confusiones de fonemas parecidos.
Quizá la mayor diferencia entre niños y adultos estriba en el impacto que el trastorno tiene en su vida cotidiana; mientras que en los niños, las mayores dificultades aparecen en el ámbito escolar y de aprendizaje, especialmente si se encuentran en proceso de adquisición del lenguaje y lectoescritura, en los adultos, las mayores consecuencias se aprecian en sus relaciones sociales y profesionales.
No obstante, si un paciente adulto accede de nuevo a la enseñanza para, por ejemplo, completar sus estudios o recibir una enseñanza específica de su interés, manifestará las mismas dificultades que los niños en edad escolar.
Entre los síntomas que puede presentar un adulto con un Trastorno de Procesamiento Auditivo podrían destacarse los siguientes:
– Dificultades para seguir indicaciones u órdenes complejas.
– Dificultades para realizar dos tareas, cuando al menos una de ellas es auditiva (por ejemplo, escuchar y tomar notas simultáneamente).
– Dificultades para deletrear, leer o escribir.
– Pérdida de la sensibilidad musical.
– Problemas para localizar la fuente sonora.
– Problemas para seguir una conversación telefónica.
– Problemas para seguir indicaciones o instrucciones.
– Problemas de comprensión cuando el habla se acelera o el acento es desconocido.
– Problemas para seguir conversaciones largas, aunque sea con un solo interlocutor.
– Dificultades en el aprendizaje de una lengua extranjera o en la comprensión cuando el lenguaje utilizado es técnico o poco familiar.
– Dificultades en las situaciones de relación social, tales como eventos familiares, reuniones de amigos, etc., en las que es preciso mantener una atención sostenida a varios interlocutores simultáneamente.
Tal y como se ha mencionado anteriormente, existe cada vez más evidencia de que algunos tipos de Trastornos en el Procesamiento Auditivo están ligados al proceso natural de envejecimiento. Recientes estudios sugieren que, en este sentido, hay diferencias entre hombres y mujeres. Parece claro que las funciones interhemisféricas (y por tanto las destrezas auditivas bilaterales relacionadas con ellas), se van deteriorando con la edad.
La edad de comienzo de este deterioro difiere entre sexos, de modo que los primeros síntomas se presentan en los varones alrededor de los 40 años y en las mujeres las funciones interhemisféricas tienden a preservarse hasta después de la menopausia, momento en el que se inicia un deterioro ligeramente más rápido que en los hombres. En torno a los 70 años, estas diferencias entre sexos ya no son significativas.
Estas diferencias «funcionales» entre los dos sexos están en relación con los cambios anatómicos del cuerpo calloso en estos mismos períodos de la edad adulta.
No obstante, el proceso de envejecimiento tiene un componente individual muy importante, y además puede estar influenciado por factores psicosociales o de otra índole, por lo que se requiere mucha más investigación que permita determinar las implicaciones funcionales de estos hallazgos.
Y, ¿qué ocurre con los audífonos?
El impacto funcional de los Trastornos de Procesamiento Auditivo, tal y como se ha descrito con anterioridad, puede presentarse en diferentes aspectos de la vida. Uno de estos aspectos, y quizá el de mayor relevancia para un audiólogo, es el que puede tener en la adaptación de prótesis auditivas, ya que con frecuencia es posible encontrar a pacientes con hipoacusia de diferente grado, incluso leve o moderado, que adicionalmente presentan este trastorno.
En los últimos años, se ha investigado sobre la relación entre las dificultades en la escucha dicótica (la capacidad para integrar señales auditivas distintas que se presentan casi simultáneamente en los dos oídos), y la insatisfacción en la adaptación binaural de audífonos.
Algunos de estos pacientes relatan que se encuentran mejor y su comprensión aumenta cuando llevan un solo audífono (habitualmente el del oído derecho), que cuando llevan los dos.
Aunque esto parece estar en contra de la creencia más extendida, podría tener sentido si tenemos en cuenta que los test de escucha dicótica evalúan directamente la integración y/o la separación binaural, y la amplificación binaural requiere de todas estas destrezas para su uso cotidiano en diferentes situaciones de escucha.
Por tanto, si una persona tiene una dificultad inherente para escuchar por los dos oídos, ese principio ampliamente extendido de que la estereofonía siempre es mejor, podría no ser aplicable.
Sabemos que la amplificación binaural tiene muchos beneficios (eliminación del efecto sombra de la cabeza, sumación binaural, mejora de la localización, etc.). No obstante, muchas de estas ventajas se sustentan, al menos en parte, en un adecuado procesamiento binaural.
Si una persona tiene un Trastorno de Procesamiento Auditivo que afecta específicamente al procesamiento binaural, el beneficio de esta, así como la satisfacción personal que el individuo experimente con dos audífonos, pueden verse seriamente comprometidos.
Este es un campo que requiere mucha más investigación y que puede ayudar a explicar, al menos en parte, por qué algunos pacientes adultos obtienen más y mejor rendimiento con dos prótesis auditivas que otros.
Estos argumentos conducen a concluir que realizar alguna prueba de procesamiento auditivo, previa a la adaptación de audífonos, puede no ser una mala idea, especialmente una prueba de procesamiento auditivo dicótico. No obstante, solo una evaluación íntegra de procesamiento auditivo realizada por un audiólogo experimentado puede ofrecer una información completa acerca de las habilidades de procesamiento auditivo de un paciente en particular.
Incluso las pruebas de discriminación en ruido, que empiezan a incorporarse de forma progresiva a las valoraciones de las adaptaciones protésicas, pueden verse influenciadas por múltiples factores.
Conocer esta circunstancia no tiene necesariamente que conducir al audiólogo a adaptar un audífono en lugar de dos. Es posible que el paciente necesite mayor tiempo de adaptación o quizá un mayor período de tiempo de consejo terapéutico; puede ser también que el paciente utilice la amplificación binaural en la mayor parte de las situaciones auditivas pero decida utilizar un solo audífono en algunas situaciones de escucha específicas.
Por otra parte, en estos casos cobra especial relevancia el entrenamiento auditivo. De todos es sabido que la plasticidad de nuestro cerebro disminuye de forma evidente con la edad, pero, en mayor o menor medida, está presente a lo largo de nuestras vidas.
Algunos estudios recientes evidencian que, en adultos, el entrenamiento auditivo permite no solo apreciar cambios funcionales muy claros, sino también alteraciones en las respuestas neurofisiológicas.
Así, por ejemplo, los pacientes adultos pueden ser entrenados para discriminar contrastes fonéticos que no están presentes en su lengua materna, y los ERP (Potenciales Relacionados con el Evento), también muestran cambios en su registro que reflejan esta nueva habilidad.
Estos hallazgos permiten concluir que, aunque se requiere mucha más investigación en esta línea, la edad por sí sola no puede ser una razón de peso para descartar intervenciones terapéuticas y entrenamiento auditivo correctamente dirigido en los adultos.
De todo lo expuesto, parece concluirse que, si bien es posible trabajar en el procesamiento auditivo de los pacientes adultos, evaluar sus habilidades, y programar un entrenamiento auditivo que permita mejorarlas y favorecer además los beneficios de sus adaptaciones protésicas, hay una parte de deterioro de estas habilidades que parece inevitablemente ligada al envejecimiento.
Cabe entonces preguntarse si existe alguna posibilidad de prevenirlo o evitarlo. Esta es la gran cuestión, que a día de hoy realmente no se puede contestar.
En la literatura popular (y en las aplicaciones de nuestros teléfonos móviles) es posible encontrar una gran variedad de métodos para mantener el cerebro supuestamente «activo» y frenar así el deterioro.
Es perfectamente posible que enfocar estas actividades hacia la discriminación, la localización, la separación y la integración binaural, la transferencia interhemisférica de información y otras destrezas similares, pueda ayudar a preservar las funciones auditivas, de la misma forma que la estimulación auditiva mediante la adaptación protésica puede parcialmente contrarrestar el impacto funcional de la presbiacusia.
No existe aún evidencia empírica de la efectividad de estos tratamientos en lo que respecta a la mejora a largo plazo de las habilidades de procesamiento auditivo en los adultos. Aún así, la lógica parece indicar que, a la hora de preservar las habilidades auditivas, también es posible aplicar la máxima ampliamente extendida de «úsalo o piérdelo».
Referencias
Bellis, T.J. When the Brain Can’t Hear; Unraveling the Mystery of Auditory Processing Disorder. New York: Pocket Books, 2002.
Bellis, Terri et al. (2005) Technical Report (Central) Auditory Processing Disorders. American Speech, Hearing and LanguageAssociation (ASHA).
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Musiek F.E., Shinn J.B., Jirsa R., Bamiou D.E., Baran J.A., Zaida E. GIN (Gaps in Noise) test performance in subjects with confirmed central auditory nervous system
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Obuchi Ch., Ogane S., Sato Y., KimitakaK,(2017) Auditory symptoms and psychological characteristics in adults with auditory processing disorders. Journal of Otology, 2017 Sep; 12 (3):132-137.
Myriam González
Audióloga / Audioprotesista
Licenciada en Pedagogía y Máster de Logopedia.
Técnico Superior en Audiología Protésica.
Especializada en Audiología Infantil y Evaluación de los trastornos del PAC.
Docente en el Máster de Audiología de la Universidad Europea Miguel de Cervantes.
Bien interesante, considero que debo estar sufriendo desde la infancia de TPA, pero que he aprendido a solucionarlo parcialmente< ultimamamente se ha incrementado a pesar de usar audifonos inhalambricos< seguiremos buscando informacion e intentando estrategias para evitar mas problemas.