Durante más de 100 años, la única prueba diagnóstica que hemos utilizado para adaptar audífonos ha sido, y continúa siendo, la audiometría tonal liminar. En la batería de pruebas que forman parte de las buenas prácticas de la adaptación protésica, figura la logoaudiometría, una prueba que podemos hacer tanto en silencio, como con ruido de competencia. Estas pruebas nos ayudan a realizar el pronóstico de la adaptación y el asesoramiento al paciente, aunque sus resultados no se utilizan en la programación de los audífonos, a pesar de que el habla en ruido sigue siendo el principal problema de las personas con pérdida auditiva.
La audiometría tonal liminar nos proporciona una información cuantitativa de la audición y no es suficiente para representar el problema de la discriminación del habla en ruido del paciente. Entender en ruido tiene dos factores que se modifican con la pérdida auditiva, la audibilidad y la distorsión. Podemos decir que tenemos una pérdida de audibilidad y una pérdida de contraste de la señal.
La pérdida de audibilidad está bien representada por el audiograma y es la base de partida para la adaptación de audífonos. La pérdida de contraste podemos definirla como la pérdida de la diferencia que una persona necesita entre el habla que quiere oír y el sonido indeseado del entorno sonoro. Y hasta ahora no había ninguna prueba estandarizada en la clínica que midiera la pérdida de contraste o el nivel de percepción del contraste.
Durante décadas, los investigadores han estado buscando este tipo de prueba, pero hasta 2013 no se estableció un test clínico que pudiera correlacionar las prestaciones en habla en ruido con la detección del umbral de modulación espectro-temporal.
Dicho test no podía aplicarse en la clínica diaria y los investigadores de Oticon e Interacoustics se propusieron realizar un trabajo conjunto para conseguir una prueba que superara todos esos problemas de aplicación y fiabilidad. El resultado ha sido la prueba ACTTM (Audible Contrast Thresohold) que podemos traducir como umbral de contraste audible.
Hasta ahora no había ninguna prueba estandarizada en la clínica que midiera la pérdida de contraste o su nivel de percepción.
Es fácil de realizar, ya que no necesita un equipamiento especial. Se utilizan los mismos auriculares y procedimiento que el de una audiometría tonal convencional y nos llevará de 2 a 3 minutos realizarla. No utiliza señales de habla, lo que le permite ser utilizada en cualquier persona, hable la lengua que hable.
La ventaja es que los resultados de la prueba ACT se muestran como un número en dBnCL que indica la pérdida de contraste en relación con la de los normoyentes. Se puntúa de 0, que correspondería a los resultados de normoyentes, a 16, que supone la mayor pérdida de contraste y, por lo tanto, la necesidad de mayor cantidad de ayuda de los audífonos para poder entender.
Como el resultado es un número, se incorpora a las informaciones que se proporcionan al software de adaptación (Genie2*) y se utiliza para prescribir y ajustar el nivel de ayuda que va a proporcionar el audífono. De esa forma, desde la primera adaptación, el audífono va a proporcionar la asistencia justa. En uno de los estudios realizados, más del 50% de los usuarios no estaban adaptados correctamente en el nivel de ayuda en ruido en la primera adaptación.
Además, esta prueba será útil en el asesoramiento para la elección del audífono adecuado, ya que cuanto mayor sea la pérdida de contraste, mayor será también la necesidad de que el audífono ofrezca la mejor relación señal ruido.
Nos va a ayudar en el pronóstico de la adaptación, así como en la recomendación en los casos de mayor dificultad para comprender el habla o sobre cuándo utilizar equipos de ayuda como el Adaptador de TV.
ACTTM será la nueva prueba que iremos incorporando a nuestros protocolos de trabajo y nos permitirá ayudar de forma más eficaz a entender en ruido desde la primera adaptación.
*ACT estará disponible en Genie 2 en el primer trimestre de 2024.