La mayor parte de los niños que llegan a un gabinete de audiología van con su diagnóstico de hipoacusia en la mano, firmado por un ORL, para recibir un planteamiento de rehabilitación audioprotésica. De forma espontánea también podemos ver niños llevados por sus familiares pidiendo opinión sobre su audición. En este artículo nos centraremos en las particularidades del primer caso, en el proceso que va desde la consulta del ORL hasta la llegada al audioprotesista.
El primer caso, en el que el niño llega al gabinete para ser valorado por un audioprotesista con su diagnóstico procedente de una consulta de ORL, está englobado dentro de los Programas de Screening para la Detección Precoz de la Hipoacusia; en los que la labor del audioprotesista se concentra en la prevención terciaria de la rehabilitación auditiva.
Desde la Organización Mundial para la Salud (OMS), en el año 2000 se instó a todos los Estados a que detectaran la hipoacusia en lactantes y niños, y a que fueran diagnosticados con una edad media inferior a los 12 meses. Desde entonces, y amparados por la Comisión para la Detección Precoz de la Sordera Infantil (CODEPEH), se han desarrollado en las distintas Comunidades Autónomas de nuestro país diferentes Planes de Detección Precoz de la Hipoacusia con el objetivo de poner medios cuanto antes para su tratamiento en la fase prelocutiva del niño.
Y es que en España la incidencia de hipoacusia en recién nacidos ronda los 2,8 por cada 1000 bebés nacidos vivos; mientras que antes de los Programas de Screening la edad media de detección se situaba en los 3 años. Sin duda, todo un avance.
¿CÓMO SON LOS PROGRAMAS DE DETECCIÓN AUDITIVA?
Aunque en cada Comunidad los protocolos varían, estos se realizan siempre mediante potenciales auditivos de tronco auto- matizados PEATCA y/o otoemisiones acústicas automatizadas, realizadas desde el nacimiento hasta los 6 meses debido al riesgo de hipoacusia de aparición tardía. La diferencia entre potenciales y otoemisiones radica en que los potenciales son capaces de diagnosticar hipoacusias a nivel retrococlear (en toda la vida auditiva). Cuando se usan las otoemisiones, los grupos en riesgo de tener una hipoacusia retroclear se derivan a potenciales.
Estas pruebas se realizan justo en el nacimiento y si no se pasan o hay riesgo de hipoacusia tardía se harán otras nuevas pruebas con potenciales auditivos de tronco a los 6 meses.
En el siguiente gráfico se puede observar, por ejemplo, el proceso en la Comunidad de Madrid:

Una vez detectada la hipoacusia, el caso es referido a la Unidad de Otorrinolaringología para su diagnóstico y tratamiento si procede; y es incorporado al registro de hipoacusias.
Seguidamente se valorará la posibilidad de adaptación audioprotésica y, en caso afirmativo, se derivará a un gabinete auditivo. En caso negativo el niño entrará dentro del protocolo de implante coclear u osteointegrado.
Los implantes cocleares son aparatos capaces de transformar los sonidos del medio ambiente en energía eléctrica que estimula las aferencias del nervio coclear, produciendo a nivel cortical la sensación auditiva; por lo que su programación depende de equipos especializados.
Otro grupo de niños que podemos ver son los niños portadores de implantes osteointegrados.
Estos implantes son dispositivos electrónicos que transmiten el sonido a través de un anclaje en hueso.
Suelen ser niños con enfermedades de oído medio o externo que no permiten el uso de audífonos convencionales. Las causas más frecuentes son cavidades secundarias a masteidectomias por colesteatoma.
Estos niños afectados son derivados a los Centros de Atención Infantil Temprana que coordinan la atención de soporte: apoyo y orientación a las familias, logopedia, educación y formación.
Respecto al caso que planteábamos al principio en el que los niños nos lleguen de forma espontánea, lo más frecuente es que se trate de casos de otitis media serosas. Por eso, desde los servicios de Otorrinolaringología recomendamos siempre hacer un timpanograma previo a la audiometría y, en caso patológico, derivar al ORL.