Ver bien para escuchar mejor

28/11/2020 | Comparte:

Visión y audición, una unidad funcional en los procesos de aprendizaje

Autor: Marta Fransoy Bel

Escuchar es mucho más que oír porque supone una actitud que involucra también al equilibrio, la postura, la atención, la emoción y la memoria. Sin que seamos plenamente conscientes, la integración de la audición con la visión y otros sistemas del organismo es fundamental para el desarrollo, la comunicación, el aprendizaje y la conducta adaptada. Es importante, por tanto, tender puentes entre las distintas áreas de conocimiento para conquistar un lenguaje común que facilite las intervenciones interdisciplinarias.

La evolución de la optometría durante el último siglo ha permitido descubrir que la visión es mucho más que la vista, entendida como agudeza visual. Una evaluación visual completa debe valorar, además de la refracción y la salud ocular, las habilidades visuales de eficacia, rendimiento, procesamiento de la información visual y la consecuente integración y repercusión de dicha información en la interpretación del espacio y en la coordinación motora. Para poder determinar el impacto de las dificultades visuales en el motivo de una consulta, es necesario también, investigar el grado de sinergia que existe entre el sistema visual y el auditivo, sobre todo en los casos de dificultad de aprendizaje.

El aprendizaje de la lectoescritura, por ejemplo, que es la base de la integración social y profesional, requiere de la sincronización precisa de habilidades vestibulares, auditivas, visuales y motoras.

1. El tronco del encéfalo, donde hacen sinapsis los núcleos vestibulares con los pares craneales III, IV y VI que inervan los músculos extraoculares.

2. Los colículos superiores, en el mesencéfalo, donde se procesa la coherencia sensorial, los aspectos espaciales de la visión con los temporales de la escucha. Son una estructura subcortical y, por tanto, se trata de una función no consciente.

3. El lóbulo parietal posterior, en el que convergen aferencias del sistema visual magnocelular (visión periférica) y de la rama vestibular del VIII par craneal. Es el área que procesa la localización y las funciones motoras.

4. El lóbulo temporal inferior, al que llegan aferencias del sistema visual parvocelular (visión central) y de la rama auditiva del VIII par craneal. Es el área encargada de la identificación visual y auditiva, las funciones sensoriales.

5. El lóbulo prefrontal, que es donde reside la conciencia visual y fonológica y los procesos cognitivos ejecutivos como la atención, la memoria y la toma de decisiones.

Figura 1
Áreas cerebrales en la corteza y el cráneo.
Corticales (en blanco) y subcorticales (en gris) implicadas en la integración visual-auditiva.

Investigaciones recientes avalan la relevancia no solo de considerar la integración entre la visión y la escucha, sino de la conveniencia de evaluarla tanto en los exámenes optométricos como en los audiológicos. Entre otras interacciones, se ha descubierto que los tímpanos se mueven con los movimientos oculares, que la estimulación auditiva influye en la dilatación pupilar y que la adaptación de prismas oftálmicos tiene efecto sobre la percepción de variables sensoriales y temporales del estímulo auditivo, como son el tono y la duración del mismo.

Además, tanto el sistema visual como el sistema auditivo y el del equilibrio, ubicado en el oído interno, son receptores de información postural, junto con los demás captores posturales del cuerpo, que son: la articulación temporomandibular, la columna vertebral, las articulaciones, los haces musculares y los pies. Las vías aferentes de estos captores llegan al sistema extrapiramidal, en la corteza premotora del cerebro, que calibra, ordena y sincroniza las distintas informaciones recibidas para el mantenimiento de la postura. El organismo pues, debe considerarse un todo integrado en el que las funciones de los distintos sistemas son interdependientes y donde el cambio en una de las partes del organismo afecta al todo. Un claro ejemplo de ello es la dificultad para mantener el equilibrio y la postura en personas con pérdida auditiva, con implantes cocleares, o en usuarios primerizos de lentes de adición progresiva. Para audiólogos y optometristas, el estudio, evaluación y tratamiento de la repercusión de las dificultades de escucha y visuales en la postura se plantea como un nuevo reto a nivel de formación y de especialización para el enriquecimiento profesional.

«Vista es a visión» como «audición es a escucha»

Al igual que la visión es mucho más que la agudeza visual (vista), escuchar es mucho más que oír. Escuchar es utilizar la audición de forma atenta para extraer un significado relevante a partir de las ondas sonoras que llegan a nuestro tímpano. Para escuchar es imprescindible tener la intención de activar la atención.

Ambos procesos, «visión» y «escucha», tienen en común que empiezan con la recepción de un estímulo en los órganos receptores (retina y cóclea). Este estímulo, ya sea de naturaleza electromagnética como la luz, o de naturaleza mecánica como el sonido, se convierte en impulsos eléctricos que generan actividad neuronal.

Sea cual sea la tarea propuesta, visual o auditiva, siempre hay un receptor sensorial, una vía neuronal aferente de entrada de la información y su procesamiento en el sistema nervioso central, y una vía eferente de la información hacia los órganos efectores encargados de realizar la acción según la planificación motora prevista.

El grado de acierto de la interacción con la realidad que nos rodea depende de la precisión y calidad de este proceso. Cuando la acción no es lo suficientemente precisa, el mecanismo de retroalimentación (feed-back) informa al sistema de la necesidad de rectificación.

La figura 2 ilustra este proceso, que es el mecanismo mediante el cual actúa la terapia visual y la rehabilitación auditiva.

Figura 2 De la información a la acción.

Analogías y diferencias funcionales

La visión y la audición son las principales modalidades sensoriales que proporcionan información del espacio alocéntrico o extrapersonal. Como dos sondas, captan la información que llega desde más allá del espacio egocéntrico o peripersonal, que está delimitado por la zona que abarcan nuestros brazos, en la que el tacto es una fuente de información relevante. Según el filósofo francés Maurice Merleau-Ponty (1908-1961) «la visión es la manera que tiene el cerebro de tocar el mundo». De forma análoga, el sonido se transmite mediante ondas de presión, un estímulo mecánico que «toca» nuestros tímpanos y nuestra piel. No es extraño entonces, que las células de Corti estén presentes tanto en la cóclea como en la piel.

Además de compartir la función de captar información de un entorno lejano, ambas modalidades sensoriales presentan otras analogías remarcables (tabla 1).

Tabla 1
Vista es a visión como audición es a escucha. Analogías funcionales

«Visión» y «escucha» tienen componentes centrales y periféricos. La conciencia visual central permite identificar y centrarse en los detalles, mientras que la visión periférica proporciona claves para la localización del estímulo. En cuanto a la escucha, diferenciamos entre la preferencia del procesamiento auditivo central que permite concentrarse en el mensaje y la del procesamiento auditivo que es más periférico, percibiendo con más facilidad el entorno sonoro. Estos estilos perceptivos tienen una repercusión muy importante en el aprendizaje, puesto que el alumno eficiente es aquel que puede mantener la atención centrada en escuchar al docente mientras mira la pizarra aunque la visión periférica esté captando estímulos en movimiento. Cuando la visión/audición periférica domina sobre la central, la etiqueta del caso suele ser TDA-H, trastorno por déficit de atención, con o sin hiperactividad. Vemos pues, la importancia capital de realizar la evaluación completa de las habilidades visuales y auditivas para una detección diferencial y temprana de la naturaleza de la disfunción.

Por otro lado, entre la «visión» y la «escucha» hay unas diferencias importantes, que los hacen procesos complementarios (tabla2).

Tabla 2
Diferencias funcionales entre visión y escucha.

Un claro ejemplo de la integración visual-auditiva es la lectoescritura. Leer y escribir implica asociar una secuencia de grafías (aspecto espacial de la visión) a una secuencia de fonemas (aspecto temporal de la audición). La función de captar imágenes se procesa principalmente en el hemisferio derecho del cerebro, mientras que la discriminación auditiva es función del hemisferio izquierdo. Por esta razón, la integración interhemisférica es un hito fundamental del desarrollo. El pleno funcionamiento del cuerpo calloso y la organización lateral de las funciones del cerebro son imprescindibles para aprender a leer y escribir.

La dislexia es el recurso diagnóstico que se utiliza muchas veces antes de haber hecho un examen exhaustivo de las habilidades visuales, de escucha, de integración visual-auditiva y de la lateralidad, direccionalidad e integración bilateral del niño. Este es uno de los argumentos por los que, sobre todo en el caso de la lectoescritura, la visión y la audición deberían considerarse una unidad funcional en los procesos de aprendizaje.

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MARTA FRANSOY
ÓPTICA – OPTOMETRISTA

Diplomada en Óptica y Optometría, UPC.
Profesora titular de la Facultad de Óptica
y Optometría de Terrassa.
Docente en: Máster en Optometría y Ciencias de la Visión, UPC.
Máster en Optometría y Terapia Visual, FPC-ACOTV.
Postgrado en Osteopatía Pediátrica, IASO-UPF.

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En el caso de hipoacusias asimétricas en las que uno de los oídos presente mejor discriminación que otro, se sugiere proponer al paciente el uso del control de volumen o aplicaciones móviles para que, en situaciones complejas o en presencia de entradas altas en las que el oído con «rollover» no ayude o interfiera, se limite o anule la señal por dicho oído. Esta misma herramienta se propondrá si el paciente detecta fatiga por el uso de la amplificación, proponiéndole reducciones de volumen en los momentos que no sea imprescindible. Sin embargo, la efectividad de estas medidas, pueden ser limitadas si las vías neuronales están significativamente comprometidas. No existe una fórmula mágica que pueda cambiar una condición inicialmente desfavorable. Por consiguiente, cuando el especialista (ORL) recomienda la adaptación de audífonos, el audiólogo debe estructurar su intervención considerando desde el principio otros aspectos. En el caso de hipoacusias asimétricas en las que uno de los oídos presente mejor discriminación que otro, se sugiere proponer al paciente el uso del control de volumen o de aplicaciones móviles. En primer lugar, es muy importante la gestión de expectativas. Se sugiere proporcionar al paciente la información necesaria para que comprenda las limitaciones de su hipoacusia, destacando que la simple adaptación de audífonos no constituirá la única intervención propuesta. Es importante explicar la importancia de realizar entrenamiento auditivo como parte de un programa de rehabilitación auditiva, fundamental para facilitar la adaptación del paciente a su pérdida auditiva. Además, es recomendable informar inicialmente sobre la necesidad de complementar la adaptación de audífonos con otros dispositivos de asistencia auditiva, tales como los sistemas FM y accesorios de conectividad, que mejorarán su participación en las actividades diarias. Será conveniente desarrollar estrategias de comunicación efectivas en su entorno por lo que se recomienda incluir a los familiares en el proceso. Advertencias antes de comenzar a hablar, favorecer la lectura labial y realizar los ajustes necesarios en el hogar como colocar avisos visuales de timbres y alarmas, pueden mejorar la comodidad y la seguridad del paciente, ayudándole a mantener su independencia. Para las personas con hipoacusia retrococlear, las interacciones sociales pueden ser difíciles, pero este tipo de relación es vital para el bienestar emocional, por lo que los expertos proponen que se promueva una comunicación abierta con amigos y familiares sobre la condición. Los encuentros sociales podrán requerir planificación, como elegir lugares más tranquilos para seguir disfrutando de una vida social activa. 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La revolución de la Inteligencia Artificial en la Audiología

La Inteligencia Artificial (IA) está transformando diversas disciplinas y la Audiología no es una excepción. Desde la mejora de la calidad de los audífonos hasta la optimización de los diagnósticos o el desarrollo de nuevas herramientas terapéuticas, la IA se está posicionando como una tecnología clave en el tratamiento y gestión de los trastornos auditivos. A lo largo de estas líneas, vamos a mostrar cómo está influyendo en nuestro sector y cuál es su impacto directo en la evolución de la profesión. IA en audífonos: más allá de la amplificación Tradicionalmente, las prótesis auditivas han sido dispositivos de amplificación de sonido para ayudar a las personas con pérdida auditiva a escuchar mejor. Sin embargo, en la actualidad, los audífonos inteligentes no solo cumplen esta función, sino que también adaptan sus prestaciones al entorno auditivo y a las necesidades del usuario. Y ¿cómo lo hacen?: PERSONALIZACIÓN DEL AJUSTE La personalización es uno de los avances más significativos impulsados por la IA en la tecnología de los audífonos. Estos dispositivos, ahora, pueden ajustarse automáticamente a las diferentes situaciones acústicas, lo que significa que los usuarios no tienen que intervenir manualmente para cambiar configuraciones de volumen o modo. La IA permite que el audífono reconozca el entorno en el que se encuentra la persona (ruido de fondo, conversación en grupo, ruido ambiental, etc.) y adapte automáticamente los parámetros en tiempo real para mejorar la experiencia auditiva. Los audífonos inteligentes reconocen el entorno en el que se encuentra la persona y adaptan automáticamente los parámetros para mejorar la experiencia auditiva. Aquí juega un papel fundamental el conocido como machine learning, una parte la Inteligencia Artificial que a través de algoritmos, permite a los ordenadores identificar patrones a partir de la recopilación de datos masivos para tomar decisiones autónomas. El análisis constante de datos hace que estos sistemas se vuelven más rigurosos y eficientes. MEJORA DE LA DISCRIMINACION DEL HABLA Los audífonos equipados con IA también mejoran la capacidad de discriminación del habla. Esta tecnología permite que las nuevas prótesis auditivas diferencien entre la voz humana y los ruidos no deseados, lo que mejora la inteligibilidad del habla, incluso, en entornos ruidosos. Este proceso se realiza a través de las redes neuronales profundas (DNN), una tecnología que imita la forma en que el cerebro humano procesa la información y es capaz de aprender para tomar decisiones.  Las redes neuronales pueden reconocer patrones específicos en la señal auditiva y filtrar los ruidos molestos, lo que facilita la comprensión en entornos y situaciones de difícil audición. Por tanto, la configuración del audífono se adecua a las preferencias de cada usuario, al tipo de pérdida que padezca y a su estilo de vida. MONITORIZACIÓN Y ADAPTACIÓN CONTINUA Algunos modelos de audífonos inteligentes utilizan la IA para monitorear el comportamiento auditivo del usuario durante el día. Con el tiempo, la IA puede identificar patrones en el uso de la prótesis auditiva y realizar ajustes automáticos para optimizar el rendimiento. Además se conectan con plataformas en la nube para que los audiólogos accedan a los datos del audífono en tiempo real, con el fin de poder realizar ajustes remotos sin necesidad de que el paciente acuda a una visita física en el gabinete. La IA está revolucionando la forma en que se realizan las pruebas auditivas, ofreciendo resultados más rápidos, precisos y con menos intervención humana. Los audífonos inteligentes pueden incluir asistentes virtuales, monitorizar indicadores de salud auditiva o traducir idiomas de forma simultánea. Implante coclear con IA: el ajuste perfecto Los implantes cocleares también se han visto beneficiados por la IA, optimizando sus ajustes y su programación. Con esta tecnología, se adaptan los niveles de estimulación de los electrodos en el momento en que se produce el sonido y esto contribuye a mejorar la comodidad del usuario. Los algoritmos analizan la respuesta neural del paciente para optimizar los mapas de estímulos eléctricos en función de su percepción auditiva. Además, la IA permite un seguimiento remoto continuo, garantizando los ajustes perfectos. IA en el diagnóstico auditivo: precisión y eficiencia El diagnóstico temprano de los trastornos auditivos es fundamental para una intervención eficaz. La IA está revolucionando la forma en que se realizan las pruebas auditivas, ofreciendo resultados más rápidos, precisos y con menos intervención humana. Pero, ¿de qué estamos hablando exactamente?: LAS EVALUACIONES AUDITIVAS AUTOMATIZADAS El machine learning se ha aplicado en el análisis de datos audiométricos con un elevado rango de eficacia. Las pruebas tradicionales como las de umbral auditivo, requieren que un audiólogo evalúe los resultados. Sin embargo, el uso de algoritmos para analizar los audiogramas puede detectar y catalogar rápidamente si la pérdida auditiva es conductiva, neurosensorial o mixta. Además, las redes neuronales profundas son capaces de identificar anomalías en los registros de otoemisiones acústicas y potenciales evocados auditivos con una sensibilidad superior al diagnóstico humano. En consecuencia, se facilita la automatización del proceso y su fiabilidad. Los sistemas basados en IA están permitiendo diagnósticos audiológicos remotos y automatizados con informes detallados y sin intervención de un audiólogo. Con ellos se pueden realizar pruebas auditivas online o en entornos de «telemedicina», utilizando algoritmos que estudian las respuestas del paciente e interpretan los resultados para ofrecer un diagnóstico preliminar y pautar recomendaciones. Además, la IA puede identificar patrones y tendencias en los datos de los pacientes que podrían pasar inadvertidos en una evaluación de rutina, lo que aumenta la precisión del diagnóstico.     Diagnóstico de enfermedades relacionadas con la audición La IA no solo mejora la detección de la pérdida auditiva, sino que también ayuda a identificar enfermedades auditivas subyacentes que podrían ser difíciles de detectar en una etapa incipiente. Esta tecnología puede analizar imágenes de la cóclea o de la vía auditiva central para detectar signos tempranos de patologías como la otitis media, la otosclerosis o, incluso, los trastornos neurológicos que afectan al procesamiento auditivo. La Inteligencia Artificial tiene el potencial de mejorar el procesamiento auditivo central, es decir, la forma en que el cerebro interpreta y comprende los sonidos. MONITOREO Y ADAPTACIÓN A PACIENTES Otro avance importante es el uso de la IA en el monitoreo remoto de pacientes. Con el aumento de la «telemedicina» y las consultas online, la IA permite a los profesionales de la salud auditiva supervisar el progreso de sus pacientes sin necesidad de que estos se desplacen a la clínica. A través de dispositivos conectados como audífonos y otros sensores auditivos, los datos sobre la audición del paciente pueden ser enviados automáticamente a una plataforma online, donde los algoritmos de IA analizan los resultados y ofrecen indicaciones personalizadas o alertan a los profesionales sobre cualquier cambio significativo en la condición del paciente. Rehabilitación a la carta La IA permite diseñar programas de rehabilitación auditiva personalizados, utilizando modelos predictivos basados en el historial clínico y el rendimiento auditivo del paciente. Por medio de apps con algoritmos de aprendizaje, se puede tratar al paciente con terapias auditivas a su medida. Otras aplicaciones de la IA Si todo lo anterior supone una auténtica revolución en la Audiología como la conocíamos hasta el momento, las posibilidades que se abren de cara al futuro no resultan menos prometedoras. ¿Curiosidad por saber hacia dónde se orientan las nuevas aplicaciones de la IA en el sector? Te lo contamos: IA EN LA MEJORA DEL PROCESAMIENTO AUDITIVO CENTRAL La mayoría de las tecnologías actuales se centran en la mejora del procesamiento auditivo periférico, es decir, la amplificación del sonido. Sin embargo, la IA también tiene el potencial de mejorar el procesamiento auditivo central, es decir, la forma en que el cerebro interpreta y comprende los sonidos. Los investigadores están explorando su uso para entrenar algoritmos que simulen esta capacidad del cerebro. Esto podría abrir nuevas posibilidades en el tratamiento de trastornos del procesamiento auditivo central (APD), que afectan a personas con audición normal pero que manifiestan dificultades para comprender el habla en situaciones complejas. Las redes neuronales profundas son capaces de identificar anomalías en los registros de otoemisiones acústicas y potenciales evocados auditivos con una sensibilidad superior al diagnóstico humano. IA EN EL TRATAMIENTO DE TINNITUS El tinnitus o acúfeno es un trastorno auditivo complejo que afecta a millones de personas en todo el mundo. Aunque no existe cura, la IA está ganando terreno en su tratamiento a través de la creación de terapias auditivas personalizadas. Los audífonos que cuentan con esta prestación pueden generar sonidos terapéuticos diseñados específicamente para contrarrestar el acúfeno de un paciente, proporcionando un alivio individualizado. Además, la IA puede adaptarse a la respuesta del paciente, ajustando continuamente los estímulos auditivos en función de la efectividad del tratamiento. INTEGRACIÓN DE IA CON OTRAS TECNOLOGÍAS EMERGENTES La integración de la IA con otras tecnologías emergentes, como la realidad aumentada (RA) o la realidad virtual (RV), también apunta a importantes transformaciones en la Audiología. Por ejemplo, mediante RA o RV, los pacientes podrían realizar ejercicios de rehabilitación auditiva en entornos inmersivos que simulasen situaciones de la vida real. Los algoritmos de IA podrían analizar las respuestas del paciente a estos ejercicios, proporcionando datos que serían utilizados para individualizar aún más el tratamiento y mejorar la rehabilitación auditiva. Como se deduce de todo lo expuesto, la Inteligencia Artificial está desempeñando un papel fundamental en la Audiología que va desde la mejora de la calidad de los audífonos hasta la optimización de los diagnósticos y tratamientos. La capacidad de la IA para personalizar la experiencia auditiva, automatizar evaluaciones y mejorar el seguimiento de los pacientes está llevando a nuestro sector hacia una nueva era de precisión, eficiencia y accesibilidad. Aunque aún estamos en las primeras etapas de su aplicación, el potencial de la IA para perfeccionar la forma en que diagnosticamos y tratamos los trastornos auditivos parece ilimitado y promete ofrecer soluciones cada vez más innovadoras y efectivas para aquellos que viven con pérdida auditiva.

El reto de la audiología pediátrica: muchos roles y una sola misión

Han pasado más de 20 años desde que la CODEPEH (Comisión para la Detección Precoz de la Hipoacusia), instaurara en España el cribado auditivo universal en neonatos. Desde entonces se ha recorrido un largo camino, los protocolos de evaluación se han agilizado y mejorado y la detección y el diagnóstico de la hipoacusia en los primeros meses de vida es una realidad desde hace unos años. Las implicaciones en la Audiología de tan notables avances son innegables; los otorrinos infantiles, los fabricantes de audífonos y los especialistas dedicados tradicionalmente a la Audiología protésica pediátrica, han tenido que formarse y emplearse a fondo para poder responder con celeridad y precisión a esta nueva demanda de amplificación y estimulación auditiva a edades tan tempranas. Pero el trabajo en Audiología pediátrica va mucho más allá de la evaluación auditiva y la ulterior adaptación de audífonos. Jace Wolfe, especialista en Audiología pediátrica, escribe en un reciente artículo publicado en el blog de audiología del fabricante de audífonos Phonak, sobre los muchos «sombreros» que el audiólogo pediátrico debe llevar, con el objetivo de proporcionar el mejor asesoramiento posible a la familia y de optimizar los resultados de la estimulación. Aunque la evidencia de que la Audiología pediátrica tiene muchas caras existe desde que se publicaron los primeros «manuales» de Audiología en niños, allá por los años 70 (inevitable acordarse, por ejemplo, de la primera edición de Hearing in Children de Northern, en 1974), está claro que la detección precoz ha hecho que muchas familias entren por primera vez en el mundo de la pérdida auditiva con sus bebés de tres o cuatro meses, con la ilusión de la nueva vida ensombrecida por el reciente hallazgo y con una absoluta y total incertidumbre hacia el futuro. Como numerosos estudios concluyen, alrededor del 95% de los niños que nacen con hipoacusia son hijos de padres oyentes, que nunca tuvieron contacto alguno con niños con pérdida auditiva, y que quizá toda su relación con este mundo se reduce a algún abuelo o abuela que ha llevado audífonos en sus últimos años de vida. Alrededor del 95% de los niños que nacen con hipoacusia son hijos de padres oyentes, que nunca tuvieron contacto alguno con niños con pérdida auditiva. Así, uno de nuestros «sombreros» más importantes como audiólogos pediátricos consiste en ser «proveedores de esperanza», y brindar a las familias confianza, información y seguridad hacia el futuro. Hoy día todos los que trabajamos en audiología sabemos los excelentes resultados que los niños obtienen en todas las áreas de desarrollo y socialización en las que la audición se encuentra implicada (lenguaje comprensivo y expresivo, aprendizaje escolar, relaciones personales y familiares, etc.), cuando se brindan los instrumentos necesarios en el momento adecuado, tanto en lo referente a dispositivos de amplificación como a estimulación auditiva y rehabilitación. Ambos instrumentos son imprescindibles e inseparables; solo la conjunción de ambos permitirá alcanzar óptimos resultados y normalizar al máximo la vida de estos niños, equiparando su evolución a la de otros niños normoyentes de su edad lo antes posible. Tal y como menciona Wolfe en el blog, numerosos estudios ratifican esta afirmación. Hutchings y Hogan, en su estudio de 2018, evaluaron las tasas de progreso de un grupo de niños de preescolar con diferentes grados de hipoacusia, con y sin necesidades educativas especiales, después de aplicar un programa individualizado «Auditivo Verbal». Los niños desarrollaron el programa entre 2007 y 2017. Las conclusiones de este estudio mostraron que, en general, el 79% de los niños de esta cohorte alcanzaron puntuaciones de lenguaje hablado apropiadas para su edad. La edad de intervención es un factor determinante, ya que afecta directamente a la plasticidad neuronal y al desarrollo del sistema auditivo y sus diferentes conexiones. Los niños con necesidades educativas especiales, que representaban el 40% de la muestra, alcanzaron un desarrollo menor al de los niños con hipoacusia únicamente, si bien uno de cada dos de los niños con necesidades educativas especiales alcanzó un nivel de lenguaje acorde a su edad al final de su programa individualizado. Partiendo de los resultados de su estudio, los autores concluyeron que garantizar que las familias tengan acceso a una intervención temprana eficaz aumenta las posibilidades de que se adopte un enfoque de comunicación adecuado lo antes posible y de que un niño con necesidades educativas especiales adquiera la capacidad de escuchar y hablar a un ritmo acorde con su potencial. En lo relativo a la edad de implantación o adaptación protésica, las conclusiones son idénticas; la edad de intervención es un factor determinante, ya que la plasticidad neuronal y por tanto los efectos de la hipoacusia en el desarrollo del sistema auditivo y sus diferentes conexiones, cambian drásticamente con la edad, y las consecuencias de una intervención tardía pueden ser devastadoras. La Dra. Oshinaga-Itano, profesora de niños con hipoacusia, audióloga e investigadora, lleva los últimos veinte años estudiando la importancia de la detección e intervención precoz. Para ella, es absolutamente crítico que la intervención se realice en los primeros seis meses de vida, para que los niños con hipoacusia congénita puedan alcanzar los hitos del lenguaje al mismo tiempo que sus pares normoyentes. Señala también que existe un período sensible en el desarrollo de la comunicación que requiere acceso al desarrollo del lenguaje en etapas tempranas de la vida. Aunque son muchos los factores que pueden condicionar la edad de intervención, es evidente que el sistema sanitario español cada vez se acerca más a estos estándares de excelencia. Actualmente, con algunas diferencias determinadas principalmente por el área geográfica de nacimiento, la gran mayoría de los niños diagnosticados con hipoacusia congénita son equipados antes de los seis meses. El tiempo de intervención puede dilatarse algo más en el caso de niños con otras patologías asociadas, especialmente si se trata de patologías graves, o con hipoacusias moderadas o con importante componente transmisivo que pueden dificultar el diagnóstico. Idealmente, según algunos autores, habría que «correr» un poco más, de modo que los niños con hipoacusia deberían tener adaptados sus audífonos a los tres meses y los implantes cocleares (cuando se considere necesario), como máximo entre los 6 y 9 meses. Es crítico que la intervención se realice en los primeros seis meses de vida para que los niños con hipoacusia congénita puedan alcanzar los hitos del lenguaje al mismo tiempo que sus pares normoyentes. Dado que está sobradamente demostrada la importancia de actuar cuanto antes con todo, nuestro papel consiste también en abordar estos temas con determinación cuando hablamos con las familias, especialmente cuando nos encontramos en tiempo «límite». En este sentido, podría decirse también, en palabras de Wolfe, que somos «constructores de cerebros». No es lo mismo hoy que mañana y no es lo mismo una sesión de rehabilitación auditiva a la semana que dos, o tres. En palabras de Carol Flexer, doctora en Audiología norteamericana de extraordinaria trayectoria profesional (la primera persona a la que escuché decir en una conferencia que «oímos con el cerebro») y autora de varias publicaciones sobre Audiología pediátrica, la pérdida auditiva es una «emergencia para el neurodesarrollo». En este sentido, las investigaciones mencionadas en el blog señalan que: — Las áreas cerebrales encargadas del lenguaje hablado se desarrollan durante el primer año de vida. — Hacia el final del primer año, cuando falta la estimulación auditiva, se produce una importante reducción de las sinapsis en las áreas auditivas del cerebro. La privación auditiva durante el primer o segundo año puede provocar cambios irreparables en las redes del lenguaje hablado. — Si los adultos que cuidan a los niños hablan de forma clara e inteligible, se desarrollan redes neuronales que optimizan las habilidades de lenguaje expresivo y lectura. En esta primera etapa tan esencial para el desarrollo, sin llegar a la saturación, podría decirse que «más es mejor», sin perder de vista el bien llamado «aprendizaje incidental», tan importante en este período, que se produce en situaciones no estructuradas de aprendizaje. Las familias tienen que conocer las claves para generar en la vida diaria entornos en los que este aprendizaje incidental pueda producirse y aprovechar al máximo estas oportunidades espontáneas de adquisición de conocimiento. Es vital que transmitamos a las familias la conexión que existe entre estas experiencias auditivas tempranas y el desarrollo del cerebro. Dice Wolfe que otro de nuestros sombreros (¡qué gran responsabilidad!), es ser catalizadores de sueños. De la misma forma que los buenos profesores son catalizadores de conocimiento cuando generan en sus alumnos la curiosidad o el interés por aprender, los audiólogos pediátricos somos catalizadores de sueños (de los niños y de sus familias), cuando favorecemos las condiciones para que alcancen un adecuado desarrollo del lenguaje comprensivo y expresivo. Según los interesantísimos estudios de Moeller y Tomblin (2015), nuestra responsabilidad como catalizadores de sueños es mucho mayor de lo que pensamos. Basta con leer sus conclusiones: — Los niños con pérdida auditiva de leve a severa/profunda corren el riesgo de sufrir un desarrollo del lenguaje insuficiente y la probabilidad aumenta cuando la hipoacusia es mayor y no está convenientemente equipada. — La adaptación de audífonos correctamente programados reduce el riesgo y brinda cierto grado de protección contra el retraso del lenguaje. Una mayor audibilidad con audífonos se asocia con mejores resultados en el lenguaje en edad preescolar. — Una proporción sustancial (más de la mitad) de los audífonos de los niños no se ajustan de manera óptima, lo que afecta negativamente a la audibilidad asistida. — La adaptación precoz de audífonos facilita mejores resultados en las primeras adquisiciones lingüísticas, pero los niños adecuadamente adaptados más tarde, presentan patrones de crecimiento acelerado en el lenguaje cuando dicha adaptación se lleva a efecto. La adaptación de audífonos correctamente programados brinda cierto grado de protección contra el retraso del lenguaje en edad preescolar. — El uso continuado de audífonos proporciona cierta protección contra el retraso del lenguaje y favorece el desarrollo auditivo. — Las dimensiones cualitativas de la intervención de los especialistas (audiólogos y logopedas) influyen en los resultados del lenguaje del niño. — Tanto el nivel de lenguaje receptivo como la audibilidad asistida influyen en las habilidades funcionales auditivas y de reconocimiento del habla de los niños. — Los niños con dificultades auditivas parecen tener un riesgo particular de sufrir retrasos en los aspectos estructurales, es decir, formales, del lenguaje. — La valoración fundamentada exclusivamente en puntuaciones normativas puede sobrestimar (yo diría que también subestimar) los resultados de los niños con dificultades auditivas. — Según las conclusiones de este estudio, los ajustes y prestaciones de la audibilidad asistida, el uso regular de los audífonos y las características del entorno lingüístico interactúan para moderar la influencia de la pérdida auditiva en los resultados de los niños. Es, por tanto, nuestra responsabilidad estudiar con detenimiento cada caso de hipoacusia infantil, valorar la adaptación protésica más adecuada, tanto en capacidad de amplificación como en formato y prestaciones, y utilizar todos los recursos a nuestro alcance para proporcionar una amplificación óptima: evaluación auditiva exhaustiva, tonal y verbal, método prescriptivo apropiado, medidas de la amplificación en oído real o en caja, valoración funcional de la ayuda proporcionada, seguimiento de la adaptación, etc. En lo relativo a nuestro papel en la adaptación, Wolfe hace referencia al cuarto y último de nuestros «sombreros»: el de coaches o mentores. No podemos eludir la enorme responsabilidad que tenemos a la hora de instruir a las familias sobre el adecuado uso de los audífonos. Son importantes las cuestiones prácticas de manejo y colocación, de limpieza, de cambio de pilas o recarga de baterías. También es conveniente orientarles sobre las ayudas técnicas de las que pueden disponer y que consideramos adecuadas en cada caso, así como de los procedimientos para acceder a ellas. Las familias tienen que conocer las claves para generar en la vida diaria entornos en los que el aprendizaje incidental pueda producirse y aprovechar al máximo estas oportunidades. Pero cuando Wolfe habla de mentores y coaches se refiere principalmente al compromiso de inculcar a los padres la absoluta necesidad de usar los audífonos de forma continuada y de generar, como hemos visto anteriormente, situaciones facilitadoras de aprendizaje. Señala la trascendencia de que los familiares hablen, canten, lean cuentos y jueguen con los niños desde el primer minuto, de que narren -como si fueran los comentaristas de un partido- las actividades cotidianas que realizan con ellos. Según sus propias palabras, el lenguaje hablado es el «nutriente» que mejor alimenta el desarrollo del cerebro, y hablar, cantar, leer y jugar son las mejores maneras de desarrollar los cerebros de los pequeños. Los audiólogos pediátricos somos catalizadores de sueños cuando favorecemos las condiciones para que estos niños alcancen un adecuado desarrollo del lenguaje comprensivo y expresivo. Una vez revisados todos estos aspectos, a nadie se le escapa que ser audiólogo pediátrico es una tarea compleja; no hay que tenerle miedo, pero hay que formarse bien y, a la vista de lo expuesto anteriormente, ser muy conscientes de lo que tenemos entre manos. Nuestros «sombreros» no solo son importantes para garantizar el desarrollo auditivo de los niños, sino también para abrirles las puertas a un futuro lleno de posibilidades, comunicación y calidad de vida. Este artículo es una adaptación personal de: https://audiologyblog.phonakpro.com/the-many-hats-pediatric-audiologists-must-wear/ Para saber más: Burigo, L. S. P., Quialheiro, A., de Paiva, K. M., dos Santos, T. V., Woide, L. K., Cigana, L. B., Massignani, J., & Haas, P. (2024). Hearing and Language Skills in Children Using Hearing Aids: Experimental Intervention Study. Journal of Personalized Medicine, 14(4), 372. https://doi.org/10.3390/jpm14040372 Moeller, M. P., Tomblin, J. B., & OCHL Collaboration (2015). Epilogue: Conclusions and Implications for Research and Practice. Ear and hearing, 36 Suppl 1(0 1), 92S–8S. https://doi.org/10.1097/AUD.0000000000000214. Sahli, a. s. (2024). Cochlear implantation in children with hearingloss. Current Research in Medicine and Health Sciences-2024, 57. Werker, J. F., & Hensch, T. K. (2015). Critical periods in speech perception: New directions. Annual Review of Psychology, 66, 173–196. https://doi.org/10.1146/annurev-psych-010814-015104 Yoshinaga-Itano C. (2003). From Screening to Early Identification and Intervention: DiscoveringPredictors to Successful Outcomes for ChildrenWith Significant Hearing Loss. Journal of deafstudies and deafeducation, 8(1), 11–30. https://doi.org/10.1093/deafed/8.1.11 Myriam GonzálezAudióloga / Audioprotesista CV autor: Licenciada en Pedagogía y Máster de Logopedia. Técnico Superior en Audiología Protésica.   Especializada en Audiología Infantil y Evaluación de los trastornos del PAC en RV Alfa Centros Auditivos.  

Sordera Súbita

¿Qué es la sordera súbita? La pérdida súbita de audición neurosensorial (oído interno), comúnmente conocida como sordera súbita, se produce como una pérdida rápida e inexplicable de la audición, ya sea de pronto o en el transcurso de varios días. Ocurre porque algo no funciona en los órganos sensoriales del oído interno y, normalmente, afecta a un solo oído. Las personas con sordera súbita a menudo descubren que han perdido la audición al despertarse por la mañana. Algunos pacientes se dan cuenta cuando intentan usar el oído en el que han perdido la audición, por ejemplo, al ir a hablar por teléfono. Otros, notan un sonido explosivo y fuerte, como un «pop», justo antes de perder la audición. Las personas con este trastorno también pueden manifestar algunos otros síntomas como sensación de plenitud en el oído, mareos o un timbre o zumbido en los oídos, como un tinnitus. A veces, los pacientes con sordera súbita no consultan al médico enseguida porque piensan que su pérdida de audición se debe a alergias, sinusitis, cera que tapa el conducto auditivo u otros problemas médicos comunes. Sin embargo, los síntomas de sordera súbita se deben considerar como una emergencia médica y se debe consultar con el otorrino de inmediato. Aunque aproximadamente la mitad de las personas con sordera súbita recuperan parte o toda su audición espontáneamente, por lo general en el transcurso de una a dos semanas desde el inicio de los síntomas, retrasar el diagnóstico y el tratamiento (cuando esté justificado) puede disminuir la eficacia de este. Por el contrario, recibir el tratamiento adecuado en tiempo y forma aumenta en gran medida la posibilidad de que se recupere al menos parte de la audición. Los expertos calculan que, cada año, la sordera súbita afecta a entre una y seis personas de cada 5000. Sin embargo, la cantidad real de nuevos casos anuales podría ser mucho mayor, ya que este trastorno, a menudo, no se llega a diagnosticar. La sordera súbita le puede ocurrir a personas de cualquier edad, pero con mayor frecuencia afecta a adultos de entre 45 a 55 años. ¿Qué causa la sordera súbita? Son varios los trastornos que afectan al oído y pueden causar sordera súbita, pero solo alrededor del 10% de las personas diagnosticadas presentan una causa identificable. Algunos de estos trastornos son: — infecciones. — trauma en la cabeza. — enfermedades autoinmunes. — exposición a ciertos medicamentos para tratar el cáncer o infecciones graves. — problemas de circulación de la sangre. — trastornos neurológicos, como la esclerosis múltiple. — trastornos del oído interno, como la enfermedad de Ménière. Los expertos calculan que, cada año, la sordera súbita afecta a entre una y seis personas de cada 5000 pero la cantidad real de nuevos casos podría ser mayor porque, a menudo, no se llega a diagnosticar. La mayoría de estas causas vienen junto con otros problemas médicos o síntomas que llevan al diagnóstico correcto. Otro factor que se debe considerar es si la pérdida de audición ocurre en uno o ambos oídos. Por ejemplo, los tumores en el nervio auditivo deben descartarse como la causa si la sordera súbita ocurre solo en un oído. En cambio, una enfermedad autoinmune puede causar sordera súbita en uno o ambos oídos. ¿Cómo se diagnostica la sordera súbita? Si nuestro paciente tiene síntomas de sordera súbita, debemos descartar una pérdida de audición conductiva, la pérdida de audición debida a una obstrucción en el oído por líquido o cera, previa consulta con el otorrinolaringólogo. Si al examinarle su médico no detecta una causa obvia e identificable para la sordera súbita, se deberá hacer una audiometría de tonos puros en el transcurso de unos días desde el inicio de los síntomas para identificar cualquier pérdida de audición neurosensorial. Una señal clara de sordera súbita sería que nuestro paciente presentara una pérdida de al menos 30 decibelios en tres frecuencias consecutivas en menos de 72 horas. Una disminución de este tipo en la audición puede hacer que una conversación suene como un susurro. Los pacientes podrían tener cambios más sutiles y repentinos en su audición, y su diagnóstico requeriría otras pruebas para tratar de determinar la causa subyacente. Estas pueden incluir análisis de sangre, pruebas de imágenes (por lo general, una resonancia magnética) y pruebas de equilibrio. ¿Cómo se trata la sordera súbita? El tratamiento más común para la sordera súbita son los corticoesteroides, sobre todo cuando no se conoce la causa. Los esteroides se usan para tratar varios problemas médicos y su función es reducir la inflamación y la hinchazón, y ayudar al cuerpo a combatir enfermedades. Anteriormente, los esteroides se recetaban en forma de pastillas. En 2011, un ensayo clínico financiado por el Instituto Nacional de la Sordera y Otros Trastornos de la Comunicación (NIDCD) demostró que las inyecciones intratimpánicas de esteroides (a través del tímpano) eran tan eficaces como los esteroides orales. Después de este estudio, los médicos comenzaron a recetar inyecciones intratimpánicas de esteroides directas en el oído medio, de donde el medicamento pasa al oído interno. Las inyecciones se pueden poner en los consultorios otorrinolaringólogos y son una buena opción para las personas que no pueden tomar esteroides orales o que quieren evitar sus efectos secundarios. Si la pérdida de audición es grave, no responde al tratamiento y ocurre en ambos oídos, se le puede recomendar el uso audífonos o incluso, que valore los implantes cocleares. Los esteroides deben comenzar a usarse tan pronto como sea posible para obtener el mejor beneficio, e incluso, puede que se recomienden antes de obtener los resultados de todas las pruebas. Si el tratamiento se retrasa de dos a cuatro semanas, las probabilidades de revertir o disminuir la pérdida de audición permanente disminuye. Si a nuestro paciente se le detecta una causa subyacente de la sordera súbita, es posible que necesite tratamientos adicionales, por ejemplo, si fue causada por una infección el tratamiento pasaría por tomar antibióticos; si fuera el resultado de los efectos secundarios de un medicamento tóxico para el oído habría que revertirla con otro medicamento; si la causa es una enfermedad autoinmune que hace que el sistema inmunitario ataque al oído interno, quizá haya que tomar medicamentos para suprimir el sistema inmunitario. Si la pérdida de audición es grave, no responde al tratamiento y ocurre en ambos oídos, se le puede recomendar el uso audífonos (para amplificar el sonido) o incluso, que valore los implantes cocleares (para estimular directamente las conexiones auditivas en el oído que van al cerebro). ¿Qué investigaciones se están llevando a cabo sobre la sordera súbita? Se sabe muy poco acerca de las causas de la mayoría de las sorderas súbitas. Los investigadores están considerando diferentes tipos, factores de riesgo y causas, por ejemplo, cómo los cambios en el oído interno, tales como una alteración en el flujo sanguíneo o una inflamación, pueden contribuir a la pérdida de audición. También están probando nuevas formas de utilizar las tecnologías de imágenes para ayudar a diagnosticar la sordera súbita y potencialmente detectar sus causas. Fuente NIDCD National Institute on Deafness and Other Communication Disorders.
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