Audiología pediátrica

06/09/2019 | Comparte:

La identificación y tratamiento de los niños con alteraciones auditivas transita por una nueva era en la que los profesionales responsables de su diagnóstico, tratamiento y educación afrontan cambios de tal magnitud, que suponen una verdadera «revolución».

La tecnología disponible y la rehabilitación intensiva se combinan para dar todo tipo de oportunidades al niño con dificultades auditivas para acceder al mundo del sonido. También los niños con hipoacusias moderadas o unilaterales, severas o profundas, o con alteraciones en el procesamiento y umbrales auditivos normales, tienen la posibilidad de desarrollar habilidades auditivas y lingüísticas que les permitan nivelarse con su grupo de edad.

La identificación de la hipoacusia en el momento del nacimiento mediante el cribado neonatal y la implementación de un programa de rehabilitación inmediato, posibilitan estos cambios, que también se reflejan en el sistema educativo (Ross Roesery – Marion Downs).

El audiólogo pediátrico asume la gran responsabilidad de brindar al niño con discapacidad auditiva de cualquier índole y a su familia todos los recursos de evaluación, diagnóstico audiológico, rehabilitación protésica y estimulación auditiva disponibles en cada momento.

Desarrollo del lenguaje en el niño con discapacidad auditiva

La audición es el sentido principal ligado al lenguaje oral, ya que el niño normoyente aprende a hablar a partir de lo que oye de sí mismo y de los demás. Las características lingüísticas del habla de un niño con discapacidad auditiva varían dependiendo del tipo de hipoacusia, edad de detección, adaptación Audioprotésica y método de rehabilitación utilizado.

La hipoacusia profunda determina la incapacidad para desarrollar el habla espontáneamente y las estructuras del idioma (Bosch Galcepan, 2006), si no se compensa con la amplificación y rehabilitación adecuada y de modo precoz.

Durante los primeros meses de vida, no hay diferencias en el desarrollo del lenguaje entre un niño normoyente y un niño con discapacidad auditiva; ambos desarrollan el balbuceo reflejo y el juego vocal propioceptivo. Alrededor de los 7-9 meses, la audición empieza a tener un papel relevante y comienza a desfasarse el desarrollo del niño hipoacúsico.

La ausencia de este feedback auditivo ante la imposibilidad de escucharse a sí mismo o imitar sonidos de otros, contribuye a la desaparición de las vocalizaciones. La comunicación es preponderantemente visual, con mayor riqueza de gestos y mímica, y se apoya en la observación para facilitar la comprensión.

El pronóstico, en cuanto al desarrollo del lenguaje, está directamente relacionado con el momento de detección de la hipoacusia y la intervención realizada. Si el niño hipoacúsico es diagnosticado precozmente, es adaptado con prótesis auditivas adecuadas y es rehabilitado con metodologías que potencien el canal auditivo (y no el visual), puede desarrollar el lenguaje oral igual que un niño normoyente.

Se debe lograr que el niño sordo comprenda y asimile el lenguaje oral construyéndolo desde su propia actividad en permanente interacción con el medio, descubriendo y creando emisiones verbales, en lugar de incorporar pasivamente modelos externos (Bosch Galcepan, 2006).

Evaluación audiológica del niño. Diagnóstico precoz de la hipoacusia: Cribado Neonatal

Imagen cedida por Otometrics a division de Natus.

La hipoacusia es la alteración sensorial más frecuente en el ser humano (Pozo et al.,2008) en la mayoría de los países desarrollados (Seewald, 2010).

Aproximadamente, tres de cada mil niños nacen con pérdidas auditivas severas y profundas bilaterales. La incidencia en pérdidas moderadas y leves es mucho mayor, uno de cada cien (Comisión para la Detección Precoz de la Hipoacusia Infantil CODEPEH, 2014).

El diagnóstico precoz de las enfermedades supone el primer eslabón para llegar a un tratamiento eficaz. En los casos de hipoacusia en recién nacidos, resulta muy condicionante dada la relación existente entre audición, lenguaje y aprendizaje (CODEPEH, 2003).Este diagnóstico precoz determinará el pronóstico educativo y de inclusión del niño con hipoacusia, ya que permite aprovechar el período crítico de su desarrollo, que ocupa los primeros 3-4 años de vida. Estos coinciden con el momento de máxima plasticidad cerebral para la adquisición de determinadas habilidades cognitivas y lingüísticas, difícilmente recuperables si se pierde la oportunidad de actuar durante el mismo.

Se trata, por tanto, de un plazo de tiempo breve en que es necesario disponer de la información auditiva para el desarrollo del cerebro y para adquirir el lenguaje oral de forma global y automática.

De este modo, llegarán a interiorizar de forma natural y en el momento evolutivo que corresponde, los patrones fonológicos, los elementos lingüísticos y la estructura del lenguaje oral, de tal modo que la falta de audición no llegue a tener un efecto permanente sobre el desarrollo del niño, en concreto sobre el desarrollo del lenguaje oral y de las habilidades de aprendizaje y de comunicación que de él dependen (CODEPEH,2014).

La necesidad de lenguaje oral no solo se justifica por la comunicación, sino también por el papel que desempeña en el desarrollo de procesos cognitivos más complejos (Martin, G., et al, 2000). Está demostrado que se pueden instaurar de forma precoz tratamientos capaces de evitar las consecuencias de la sordera, o al menos, paliarlas de forma significativa (CODEPEH, 2014).

Por otra parte, no hay que olvidar que más del 95% de los padres de los niños con defectos de audición, son normoyentes (Mitchell y Karmchmer, 2002) y que casi la mitad de todos los bebés que presentan una pérdida auditiva no tienen ninguno de los factores de riesgo conocidos para esta alteración (Mauk et al,1991).

Todo ello fundamenta la necesidad de un cribado universal con un protocolo de aplicación en la población de riesgo. Sin cribado auditivo, la edad media de identificación de la hipoacusia es de 3años (CODEPEH, 2003). En un estudio realizado en Cataluña (Parente et al., 2003) los padres son en el 65% de los casos los que sospechan de la hipoacusia de su hijo y en el 15% los maestros de primaria.

Solo el 20% son identificados por pediatras u otorrinolaringólogos.

Con gran parte de estos argumentos, la CODEPEH (Comisión para la Detección Precoz de la Hipoacusia Infantil, formada en 1995) crea en 2003 el «Libro blanco sobre Hipoacusia. Detección precoz de la hipoacusia en recién nacidos». Su puesta en marcha y las correspondientes revisiones en los años sucesivos, permiten afirmar a día de hoy, que las implicaciones de la sordera se han modificado sustancialmente en España, gracias a la atención temprana y a la avanzada tecnología protésica, normalizando la situación educativa de los niños con hipoacusia, su desarrollo emocional, así como las vivencias y conductas familiares (CODEPEH, 2014).

Uno de los principales objetivos del cribado universal es que el diagnóstico definitivo y la intervención se establezcan antes de los seis meses de edad (CODEPEH 2003; Trinidad y Jáudenes, 2011).

Protocolo de evaluación infantil

Pruebas objetivas

Imagen cedida por Otometrics a division de Natus.

Aportan información directa sobre la función fisiológica del sistema auditivo, pero no evalúan la audición, ni la función cognitiva, ni el procesamiento central del sonido. Para ello es necesario además realizar pruebas conductuales.

Las principales pruebas objetivas que se utilizan para el diagnóstico audiológico infantil son las otoemisiones acústicas, los potenciales evocados auditivos de tronco cerebral y de estado estable, y la impedanciometría (Hall,2014, Madell y Flexer, 2014b).

En relación a su aplicación en la población infantil, las otoemisiones acústicas tienen la ventaja de ser fáciles de obtener, mediante una medida no invasiva y rápida. Además, no requieren la colaboración del niño. Para poder medirlas es necesario que el oído medio funcione con normalidad. Unas otoemisiones presentes con unos PEATC y reflejos acústicos ausentes pueden indicar la existencia de una neuropatía auditiva (Neault,2014).

Los potenciales auditivos evocados de tronco cerebral (PEATC) y de estado estable (PEAee), no constituyen una prueba de audición en sí misma, pero representan la sincronía del nervio auditivo y del tronco cerebral. Si la respuesta es normal bilateralmente, se puede inferir que la audición periférica del niño es también normal. Por el contrario, si la respuesta es anormal, la interpretación es ambigua.

La impedanciometría no es una prueba de audición, es una evaluación del oído medio.
Un niño puede tener resultados normales con una hipoacusia neurosensorial considerable. En presencia de otitis media la función del oído medio puede ser inestable, por lo que la interpretación de los resultados solo se aplica al momento de la prueba (Cole, Flexer, 2015).

Pruebas subjetivas

El audiólogo pediátrico puede recibir consultas de niños para evaluar su audición a través de las vías más diversas. En ocasiones, el niño acude a evaluación por no haber superado el cribado auditivo neonatal. Algunos ya habrán sido sometidos a pruebas objetivas y necesitarán completarlas con las pruebas subjetivas, mientras que otros asistirán al existir sospecha de hipoacusia por parte de su familia o educadores.

En función de la trayectoria previa del niño y de sus padres, el audiólogo determinará qué pruebas estima necesario incluir en el protocolo de evaluación. En todos los casos es fundamental la consulta con un médico especialista en otorrinolaringología, por lo que si, por alguna razón, el niño aún no ha sido explorado por uno, el audiólogo indicará a sus padres la necesidad e importancia de realizar esta visita previa.

Las pruebas subjetivas aplicadas a la evaluación audiológica infantil han demostrado ser altamente fiables, si se aplican con rigurosidad y se respetan las normas de su aplicación. Si bien las pruebas objetivas aportan importante información sobre el estado del sistema auditivo, solo las pruebas conductuales evalúan la audición funcional.

Por eso es vital el uso de técnicas conductuales para evaluar la audición, incluso en bebés menores de seis meses.
A través de la anamnesis, la observación inicial y los informes previos aportados por la familia, generalmente, se obtiene información suficiente para elegir el procedimiento de valoración más idóneo.

Se trata de un período crítico, en que la rapidez para llegar a un diagnóstico juega un papel fundamental para el desarrollo del niño, por lo que resulta crucial aprovechar cada sesión planificándola cuidadosamente.

Conclusiones audiológicas

Imagen cedida por RV Alfa.

Las pruebas audiométricas deben ser utilizadas en conjunto para reforzar o descartar la existencia de una hipoacusia y sus características. Nunca una sola prueba es concluyente y se necesita la concordancia de todas las pruebas de la batería para establecer un diagnóstico. A medida que avanza la evaluación audiológica la información recopilada permite anticipar conclusiones, aun antes de llegar al diagnóstico final.

En ocasiones, los resultados de las distintas pruebas son concordantes y no dan lugar a dudas sobre la existencia de un problema auditivo y sus particularidades.

Sin embargo, en otros casos los resultados son dispares, fluctuantes, imprecisos, y es necesario repetir pruebas o añadir otras que no se habían considerado necesarias inicialmente. Se requiere la pericia del audiólogo para interpretar resultados ambiguos o incluso contradictorios. No todos los problemas auditivos pueden detectarse aplicando una batería de pruebas audiológicas básica. En ocasiones, el audiólogo debe remitir al paciente para interconsulta con otras especialidades.

Cuando la batería de pruebas aplicadas arroja resultados concordantes y suficientes como para establecer un diagnóstico y tratamiento inicial mediante audífonos, no es necesario esperar a completar los umbrales exactos para cada una de las frecuencias. La estimulación precoz mediante la amplificación posibilita un mayor desarrollo de los centros superiores de la audición, a la vez que permite obtener respuestas auditivas más precisas como consecuencia de la experiencia auditiva.

La programación de los audífonos se reajustará a medida que se complete la información auditiva o se modifiquen los umbrales. Es decir, el tratamiento protésico acompaña a la exploración audiológica continua, incide sobre sus resultados por la estimulación que proporciona y, a su vez, requiere ser modificado en función de la variación de resultados.

El equipo profesional que evalúa al niño debe saber identificar el momento en que la información de la evaluación es suficiente (aunque esté incompleta) para iniciar la estimulación auditiva. El resto de la información se obtendrá posteriormente, ya que lo más importante es comenzar con la estimulación precoz.

Consejo y orientación familiar

Imagen cedida por Diatec España.

Hasta hace unos años, los padres acudían a consulta por una sospecha de hipoacusia y el diagnóstico confirmaba una situación que ellos ya habían evidenciado.

Actualmente, los niños se someten al cribado neonatal y cuando se detecta una hipoacusia, el hecho resulta totalmente nuevo e inesperado para los padres, que no han tenido ocasión de observar respuestas auditivas inconsistentes o ausentes (Roush, Kamo, 2008). Aunque es evidente que esta detección precoz es absolutamente beneficiosa para el desarrollo del niño, requiere la consideración de la situación emocional de los padres por parte del audiólogo.

Ante la noticia que confirma un diagnóstico de hipoacusia se abre ante los padres un mundo desconocido, incierto, lleno de preocupación por saber cuál es el alcance real de la discapacidad auditiva de su hijo. La mayoría de los padres quieren conocer si su hijo podrá desarrollar el lenguaje y comunicarse de forma efectiva.

En algunas ocasiones, inician un recorrido de consultas a varios especialistas en busca de una segunda opinión, deseando convertir la pesadilla inicial en un «error de diagnóstico».

Así, las reacciones provocadas por la noticia de la hipoacusia van de un extremo a otro: familias que desean iniciar cuanto antes el procedimiento necesario para implementar el tratamiento o, por el contrario, familias que consideran precipitado el diagnóstico y lo toman con calma, esperando que el niño comience a desarrollar respuestas auditivas espontáneamente.

Imagen cedida por Diatec España.

La mínima discordancia entre la opinión de distintos profesionales es motivo suficiente para que los padres duden de los resultados y continúen realizando consultas y exploraciones audiológicas, no siempre en las manos de audiólogos expertos en pediatría. El resultado suele ser una lamentable pérdida de tiempo sumamente valioso para el inicio del tratamiento protésico y la estimulación auditiva.

Contener emocionalmente a los padres, informarles y guiarles sobre todos los aspectos que deben conocer y decidir como opción para el desarrollo de su hijo, orientarles hacia las elecciones más aconsejables según las características del niño y su entorno, etc., son, tal vez, las funciones más importantes del audiólogo pediátrico. Las necesidades de los padres pueden variar de una sesión a otra.

Las decisiones tomadas un día pueden ser desestimadas al siguiente en función de opiniones externas o información buscada a través de Internet.

Recorrer los primeros pasos en el camino de la pérdida auditiva de un hijo resulta, en ocasiones, tan difícil como desconcertante.La toma de decisiones que son de gran importancia para el desarrollo de los niños, requiere disponer de información suficiente para elegir las opciones más adecuadas. La confianza generada por los profesionales que intervienen en el proceso y el compartir experiencias con otras familias, ayuda a resolver dudas y facilita la toma de decisiones.

Referencias

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Extraído del libro Audiología: Teoría y Práctica, Egea Ediciones.

Autor: Lidia Rosselló

Licenciada en Fonoaudiología

Directora de RV Alfa, Centro de Audiología, Logopedia y Audioprótesis.

www.rvalfa.com

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¿Qué es la pérdida auditiva bilateral leve?

Aunque no es una discapacidad severa, la pérdida auditiva bilateral leve puede influir negativamente en la calidad de vida de los más pequeños. En los primeros meses de vida, la audición juega un papel fundamental en el aprendizaje del lenguaje. Un bebé con pérdida auditiva bilateral leve podría retrasar su capacidad de balbucear y, por consiguiente, de hablar. A medida que el niño crece, una hipoacusia de estas características no tratada, puede afectar a su habilidad para interactuar con otros niños o para desarrollar adecuadamente su vocabulario y comprensión del entorno. La pérdida auditiva bilateral leve se caracteriza por un umbral tonal promedio entre 20 y 40 dB en ambos oídos. Estudios recientes demuestran que aproximadamente un 0,05 % de los recién nacidos presenta este grado de hipoacusia (Sabbagh et al., 2021), mientras que entre los niños en edad escolar el porcentaje aumenta hasta el 9,2 % (Wang et al., 2019). Los métodos de screening auditivo neonatal puede que no descubran pérdidas auditivas leves en bebés, así como tampoco permiten detectar problemas auditivos progresivos o de aparición tardía. En estos casos, los niños evolucionan sin retrasos aparentes en el habla o el lenguaje en la edad preescolar. Cuando se detecta una pérdida auditiva leve en un bebé se suelen realizar múltiples exámenes para confirmar el diagnóstico con el consiguiente tiempo de espera entre las citas. Esto demora considerablemente el momento en que se adaptan los audífonos, cuando lo ideal es que, transcurrido un mes de la identificación de la hipoacusia, el bebé utilice ya sus audífonos de modo regular. Las pérdidas auditivas más severas se identifican con más facilidad por ser más evidentes. ¿Qué suponen las pérdidas auditivas leves? Las pérdidas auditivas leves comprometen la audibilidad de los sonidos más suaves del habla. Estos sonidos contienen rasgos distintivos que permiten diferenciar los fonemas con puntos y modos de articulación próximos, es decir, con gran similitud entre ellos. Una audibilidad reducida en bebés y niños de edad preescolar dificulta la adquisición del lenguaje y repercute negativamente en su desarrollo. Si bien los niños con hipoacusias leves no presentan dificultades en situaciones auditivas favorables y pueden responder bien al sonido, les resulta más difícil reconocer el habla en presencia de ruido y reverberación ya que no pueden percibir toda la información sonora necesaria para una discriminación eficiente. Además necesitan realizar un mayor esfuerzo auditivo, consumiendo mayores recursos cognitivos en condiciones sonoras adversas. Aproximadamente un 0,05 % de los recién nacidos presenta hipoacusia leve bilateral, mientras que entre los niños en edad escolar el porcentaje aumenta hasta el 9,2 %. La audición a distancia y el aprendizaje incidental se ven seriamente comprometidos. Un elevado porcentaje de lo que aprenden los niños procede de estímulos que se producen a distancia y de manera incidental, es decir, no se dirigen intencionadamente al niño, simplemente ocurren a su alrededor. Las pérdidas auditivas leves impiden que estos estímulos impacten en el cerebro del niño impidiendo los aprendizajes o adquisición de habilidades que resultan de los mismos. El uso de audífonos en este grupo de población es inferior al de los niños con pérdidas auditivas más severas. Entre los motivos más frecuentes que alegan los padres se recogen: la no recomendación por parte del otorrinolaringólogo o audiólogo, no percibir la necesidad de amplificación, estigma asociado con el uso de audífonos, coste elevado sin posibilidad de subvención, «esperar y ver» … Numerosos estudios actuales demuestran que los niños con hipoacusias leves pueden tener un bajo rendimiento escolar y del lenguaje, problemas psicosociales y peores habilidades lingüísticas que sus compañeros normoyentes. Se trata de niños a los que se les exige el mismo rendimiento que a sus compañeros sin considerar que ellos no parten de la misma situación y requieren de un mayor esfuerzo para realizar idénticas tareas. Los efectos de este esfuerzo solo son valorables a largo plazo, por eso resulta difícil tomar la decisión de adaptar audífonos cuando no se evidencian aún estas dificultades. Reconocer el impacto acumulativo sustancial de la hipoacusia en las habilidades lingüísticas y auditivas requiere tiempo, no es observable de manera inmediata. Cómo mejora la audibilidad con audífonos La mejoría de la audibilidad con el uso de audífonos puede manifestarse como un aumento de participación en conversaciones, mayor facilidad para seguir instrucciones, especialmente en entornos ruidosos, mayor claridad en el habla, etc. Pero sobre todo el niño dispondrá de un acceso más completo a los sonidos, posibilitando una mayor comprensión del habla y un desarrollo más completo de las habilidades auditivas superiores. El uso de audífonos en este grupo de población es escaso y los motivos citados principalmente son la ausencia de una recomendación por parte del otorrino, el estigma asociado o su coste elevado. Tomar consciencia de los posibles problemas asociados a las pérdidas auditivas leves en los niños permitirá lograr una intervención precoz y adecuada proporcionando las herramientas necesarias para nivelar sus condiciones de desarrollo y aprendizaje con el resto de sus compañeros con audición normal. Lidia RosellóFonoaudióloga CV Autor Licenciada en Fonoaudiología por la Universidad de Buenos Aires.Fundadora y directora de RV ALFA, Centro de Audiología, Logopedia y Audioprótesis.

Goya: ¿cómo le afectó su sordera en la pintura?

En 1792, a la edad de 46 años, Goya sufre una extraña enfermedad neurológica que le provoca fuertes dolores de cabeza, vértigo, alucinaciones y pérdida de audición en ambos oídos. Tras dos años de convalecencia, no llegó a recuperarse del todo y le quedaron importantes secuelas permanentes en forma de sordera. La coincidencia de este episodio de su vida con un cambio en su estilo pictórico hace pensar a sus estudiosos en una fuerte influencia de la enfermedad en la obra del artista. Su sordera le provocó inseguridad, aislamiento, soledad, tristeza y todo este conjunto de emociones fueron reflejadas en cada cuadro de esta época. No es únicamente el artista lo que nos importa en este artículo, sino también el hombre. Surgido de un ambiente modesto, consiguió sortear los peligros de una juventud borrascosa y supo dominar su miedo a la pobreza, evitando caer en la ambición material cuando su tenacidad se vio compensada con la fama. Sin embargo, sus idas y venidas con sus continuas depresiones donde se aislaba del mundo, provocaron en Goya una tendencia a encerrarse en sí mismo, inapreciable al principio de su vida, puesta de manifiesto como consecuencia de la grave enfermedad que le dejó sordo a los cuarenta y seis años de edad, y en progresiva acentuación como consecuencia de una serie de circunstancias, como la guerra, la muerte de su esposa, el destierro, y como no, su propio envejecimiento. Todo ello conlleva que Goya se encierre en sí mismo y su pesimismo le invada en su producción pictórica. ¿Cómo afectó la sordera a su pintura? Aunque la grave enfermedad que lo dejó sordo no fue obstáculo para su carrera, sí marcó un nuevo rumbo en su vida. Durante la larga convalecencia, tal como cuenta en una carta:  «una serie de cuadros de gabinete en que he logrado hacer observaciones a que regularmente no dan lugar las obras encargadas y en que el capricho y la invención no tienen ensanche». Son obras ejecutadas con extraña delicadeza y animadas por una especie de inquietud que en pinturas posteriores habrían de alcanzar una intensidad alucinante, culminando en la Quinta del Sordo. Fruto también de esta obsesión son los álbumes de dibujos de Sanlúcar, que constituyen el material preparatorio para su primera colección de grabados: «Los Caprichos». Cansado de convencionalismos académicos y de disimular sus sentimientos al mundo, sus retratos no respondieron a los gustos cortesanos del momento. A partir de aquí se acentuaría progresivamente su retraimiento, dedicándose a pintar a su aire y grabar otras dos series: la Tauromaquia y los Disparates. Dispuesto a retirarse definitivamente, adquirió la que sería conocida como la «Quinta del Sordo». Las pinturas que la decoran son una síntesis de la forma monumental desarrollada en sus anteriores obras murales. La desgraciada muerte de Pepe-Hillo en la plaza de Madrid.Francisco de Goya, 1816.Aguafuerte. Grabado número 33 de la serie.Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Negras por su temática más que por su colorido, parecen responder a una íntima necesidad de exponer las fuerzas que el artista consideraba motor elemental y terrible de la existencia humana. Su sordera le provocó inseguridad, aislamiento, soledad, tristeza y todo este conjunto de emociones fueron reflejadas en cada cuadro de esta época. Todo ello, más los acontecimientos que estaban ocurriendo en la España de aquella época, provocaron en Goya una sensación de inseguridad en sí mismo que le llevó a exiliarse en Francia. Incendio Este es uno de los célebres cuadros de gabinete pintados por Goya durante la convalecencia de la enfermedad que lo dejó sordo. Ejecutado con absoluta libertad, marca el inicio de la tendencia que, a falta de mejor término, podríamos calificar de «expresionista». Deja de lado todo anecdotismo para concentrarse en la representación de los impulsos que mueven a este grupo de seres humanos, presa del pánico. La composición, con la mayor parte de la superficie dedicada al humo y al resplandor de las llamas, transmite magistralmente la impotencia y el terror de los protagonistas del drama, que se apiñan en la zona inferior derecha. La pincelada, de gran precisión, confiere rotundidad a los volúmenes mediante nerviosos toques de luz, sobre la mancha que termina la masa de los cuerpos. Incendio es uno de los cuadros pintados por Goya durante la convalecencia, ejecutado con absoluta libertad, marca el inicio de la tendencia que podríamos calificar de «expresionista». Probablemente, lo que quería transmitirnos con esta obra, sería sus propios miedos. El miedo a quedarse completamente aislado por su sordera; en un silencio total, que no pudiera relacionarse con nadie. Terror, nerviosismo… Un cúmulo de sentimientos muy bien representados en esta obra pictórica.  Con su obra El Perro quiso hacer visible su soledad. La cabeza del perro solo ocupa un uno por ciento de la superficie del cuadro. El perro mira hacia arriba con ojos asustadizos y suplicantes que claman por su libertad, como si esperara algo, pero nadie le salva. No hay nadie. Así se tuvo que sentir Goya. Visión fantástica o Asmodea(fragmento).Francisco de Goya, 1823.Óleo sobre lienzo, Museo del Prado. Asmodea y La Leocadia Pinturas procedentes de la Quinta del Sordo. Las pinturas negras son la culminación de la personalidad del artista como creador imaginativo y como técnico de la expresión pictórica. Difíciles de interpretar, nos enfrentan a un mundo alucinante, plagado de seres elementales que actúan movidos por oscuras fuerzas instintivas. Se recoge en ellas la esencia de todo aquello que Goya expresó a través de sus pinceles, cuando pintaba con absoluta libertad: barbarie, insensibilidad, instinto sexual, incongruencia, misterio, brujería, retraimiento emotivo… En el aspecto técnico se llega aquí casi al límite de la audacia de la pincelada y del modelado, creándose la imagen por efectos de contrastes de las tintas planas. La seguridad del pintor es absoluta y las deformaciones nacen de la voluntad de expresar vida y energía. Resumiendo, con su sordera entró en un momento de pánico, pero también encontró libertad. Le daba igual lo que opinaran, dijesen y pensaran sobre sus obras. Encontró liberación para hacer lo que quería y cuando quería y como quería. Sus últimas obras son un canto a la belleza y a la vida. Goya empezó a buscar en sus obras intensificar al máximo los valores matéricos y textuales para transmitir la sensación de la vida. Carolina Caramés Posada, Licenciada en Historia, para revistadehistoria.es Bibliografía Carlos Carbonell Alfonseca y Carolina Caramés Posada: Historia de la Sordera: desde la Antigüedad hasta la Actualidad en Nonnullus, Revista de Historia nº 10, pp 74 – 75. 2012. Pies de foto portada: El pintor Francisco de Goya.Vicente López, 1826.Óleo sobre lienzo.Museo del Prado.

Cómo mejorar los resultados con audífonos reforzando las experiencias auditivas positivas

Estudios recientes han analizado las causas del escaso tiempo de uso de audífonos entre un importante porcentaje de pacientes a los que se les prescriben. Los expertos coinciden en que mejorar la percepción del beneficio obtenido por los pacientes es clave para incrementar la satisfacción y prolongar su uso, un objetivo que podría alcanzarse mediante un adecuado consejo terapéutico especializado. La importancia del consejo terapéutico (counseling), es hoy día incuestionable para todos los que trabajamos en el ámbito de la audiología. Sus aplicaciones han sido ampliamente estudiadas en las etapas iniciales por las que transita un paciente con hipoacusia, acompañándole desde el inicio del proceso para explicarle cuestiones relacionadas con la hipoacusia, bajo una perspectiva profesional, pero al mismo tiempo cercana y empática, favoreciendo la escucha activa, cuidando el lenguaje corporal y tratando de proporcionar respuestas a sus múltiples interrogantes e inquietudes, así como posibles alternativas de tratamiento. Sabemos también que algunas terapias concretas, como la T.R.T. (Tinnitus Retraining Therapy), aplican el consejo terapéutico como su herramienta principal. No obstante, las aplicaciones del consejo terapéutico van mucho más allá y, por supuesto, no terminan cuando el paciente toma la decisión de adaptarse unos audífonos, tanto si ya es usuario de estos previamente como si es la primera vez que los utiliza. Uno de los retos más importantes que se plantea en la rehabilitación auditiva con audífonos es que hay un porcentaje considerable de pacientes que no utiliza sus audífonos o que los usa esporádicamente. Un estudio de la EHIMA (European Hearing Instrument Manufacturers Association), cuyos datos se recogieron entre 2018 y 2022, concluyó que entre el 20 y el 40% de los usuarios de audífonos utilizaban sus prótesis auditivas menos de cuatro horas al día.  Numerosos estudios se han centrado en analizar no solo las causas de esta «desidia» en el uso de los audífonos, sino también y sobre todo, las posibles herramientas que permitan mejorar esta situación. Un estudio de la EHIMA concluyó que en torno al 40% de los usuarios de audífonos utilizan sus prótesis auditivas menos de cuatro horas al día. Todos ellos apuntan hacia la misma conclusión: enfatizar el beneficio obtenido con los audífonos puede incrementar la satisfacción y el tiempo de uso de nuestros pacientes. Por tanto, mejorar la percepción del beneficio que los usuarios obtienen de sus audífonos parece ser un camino certero hacia el éxito, y esto es algo que solo se puede conseguir a través del consejo terapéutico. El estudio realizado en 2022 por Rakita, Joy y Singh, arroja resultados esclarecedores en esta línea, concluyendo que aquellos pacientes que recibieron un consejo terapéutico positivo sobre los audífonos antes de la adaptación obtuvieron mejores resultados en el QuickSIN (una prueba estandarizada de inteligibilidad en ruido), que aquellos que recibieron un consejo neutro o negativo, utilizando los mismos audífonos en el grupo experimental y en el de control. Otras investigaciones realizadas la pasada década arrojan resultados similares, y si bien no hay unanimidad en lo que respecta a los argumentos o elementos narrativos más «efectivos», lo que sí parece evidente es que hay factores no audiológicos que pueden influir en la experiencia auditiva del usuario. Así las cosas, cabe preguntarse lo siguiente: ¿qué efectos puede tener que animemos a los usuarios a describir sus experiencias positivas de audición y a hablar sobre ellas? Es probable que si lo hacemos, aprecien más la ayuda que reciben de los audífonos y mejore su percepción de los mismos, frente a experiencias negativas que puedan «ensombrecer» este beneficio. Enfatizar el beneficio obtenido con los audífonos puede incrementar la satisfacción y el tiempo de uso de nuestros pacientes. En la práctica clínica sabemos que los usuarios tienden con frecuencia a magnificar sus experiencias negativas; en una primera revisión de sus nuevos audífonos, un paciente puede conceder importancia a la dificultad que encuentra para cambiar los filtros y no reparar en el hecho de que utiliza los audífonos 17 horas diarias y ya no puede vivir sin ellos. Un extraordinario trabajo realizado en este mismo año 2024 por Lelic, Parker et Al. y publicado en el International Journal of Audiology, aborda estas interesantísimas cuestiones, ya que según los propios autores, no existe hasta la fecha ningún estudio que evalúe específicamente en qué medida poner el foco repetidamente en las experiencias de escucha positivas de la vida cotidiana puede influir en la satisfacción de los usuarios y la percepción de los resultados con audífonos. Básicamente, en el estudio de Lelic y colaboradores, se seleccionó una muestra de 21 participantes a los que no se aclaró inicialmente el objetivo concreto del estudio para evitar sesgos de intención. Simplemente se les indicó que se pretendía aprender de las experiencias de los usuarios de audífonos para entender mejor sus demandas y necesidades. Los participantes se dividieron en dos grupos, uno de 10 usuarios (grupo de control) y otro de 11 (grupo experimental). Todos los integrantes de la muestra tenían experiencia con audífonos de al menos un año. Otros criterios de inclusión utilizados fueron: pérdida auditiva neurosensorial susceptible de adaptación de prótesis auditivas, dominio del idioma (danés, en este caso) y usuario hábil con la tecnología de aplicaciones móviles y smartphones. Se excluyó a los pacientes con deterioro cognitivo incompatible con el objeto de estudio, a los que no se podían desplazar al laboratorio de pruebas (tenían que hacerlo en dos ocasiones) y a los que padecían patologías auditivas complejas, como el síndrome de Ménière. Todos los participantes se descargaron una aplicación móvil, My Hearing Experience, a la que accedieron con un código individual. Una vez en la aplicación, rellenaron una serie de cuestionarios: a) En primer lugar, una encuesta sobre personalidad, llamada «Inventario Big 5», en la que, a través de 44 ítems, se evaluaba las cinco grandes dimensiones de la personalidad: extraversión versus introversión, amabilidad versus antagonismo, meticulosidad versus desorganización o neuroticismo versus estabilidad emocional.b) Una pregunta sobre su grado de satisfacción con los audífonos, a valorar en una escala de 1 a 10 (1 nada satisfecho y 10 extremadamente satisfecho). A través de esta pregunta se pretendía obtener una valoración global del beneficio subjetivo, no referida a escenarios o situaciones concretas.c) El International Outcome Inventory for Hearing Aids (IOI-HA) (Cox et al., 2000), un cuestionario con siete preguntas orientadas a evaluar la efectividad de la adaptación protésica, ampliamente utilizado en la investigación audiológica.d) Por último, el Hearing-Related Life style Questionnaire (HEARLY-Q) (Lelic et al., 2022), un cuestionario basado en el CoSS (Marco de Escenarios Sonoros Comunes), para evaluar el estilo de vida auditivo, las demandas, las necesidades y los beneficios que se obtienen en las situaciones auditivas cotidianas. Según los autores, este es el primer cuestionario que indaga en el día a día «auditivo» de cada usuario, utilizando 23 escenarios comunes en los que se les pide que evalúen cuatro factores: frecuencia con que se presentan, importancia de oír bien, dificultad para oír en esa situación concreta y grado de satisfacción con los audífonos. ¿Qué efectos puede tener que incitemos a los usuarios a describir sus experiencias positivas de audición y a hablar sobre ellas? El objetivo de recabar toda esta información inicial era comprobar que los dos grupos estaban equilibrados desde el punto de partida respecto a varios parámetros que pueden influir en la percepción del beneficio y la satisfacción con sus audífonos. Una vez cumplimentados los cuestionarios, se animó a los usuarios a contestar un formulario cada dos horas durante una semana a través de la aplicación móvil, desde las 9 de la mañana hasta las 9 de la noche (EMA). A través de esta herramienta, los autores pudieron recoger impresiones puntuales sobre situaciones auditivas inmediatas y diversas sin el sesgo de la memoria. Después de este primer proceso, los participantes visitaron el laboratorio. Se les realizó un estudio audiométrico de control, se les explicó que se les iban a adaptar nuevos audífonos a todos ellos y se les preguntó sobre sus expectativas. Igualmente, se aplicó a todos los pacientes el cuestionario COSI (Client-Oriented Scale of Improvement), en el que se instó a los participantes a identificar al menos 5 situaciones auditivas en las que les gustaría mejorar y a asignarles una puntuación en función de su importancia. A continuación, se adaptó a todos los participantes el mismo modelo de audífonos, con el mismo formato y el mismo software. Todos ellos fueron adaptados por el mismo audiólogo siguiendo las recomendaciones del fabricante, tanto en lo relativo a los adaptadores (olivas o micromoldes), como en lo relativo a la ganancia, ya que se permitió una desviación máxima de ± 6 dB. Se indicó a todos ellos que utilizaran estos audífonos durante las tres semanas siguientes y que pasados 15 días volvieran a rellenar los cuestionarios en la aplicación móvil. Igualmente, se instó al grupo experimental a prestar especial atención a aquellas situaciones auditivas en las que habían experimentado mejora o que valoraban como positivas, simplemente clicando en un icono sonriente que aparecía en la aplicación del grupo experimental, pero no en la del grupo control. Obviamente, al grupo control no se le dio esta instrucción. Después de dos semanas de uso, período que se considera suficiente para una persona con experiencia con audífonos, todos contestaron de nuevo los cuestionarios especificados previamente y volvieron a registrar sus experiencias auditivas durante la siguiente semana, la tercera, cada dos horas, de 9 de la mañana a 9 de la noche. Cuando el audiólogo anima al paciente a reflexionar sobre el beneficio concreto que le aportan las prótesis auditivas, se mejora considerablemente la aceptación de los audífonos. En su segunda y última visita al laboratorio, se revisó y rellenó de nuevo el cuestionario COSI, se repasaron las situaciones que los usuarios habían descrito inicialmente como «conflictivas» desde el punto de vista auditivo y se les animó a evaluar la evolución o el grado de cambio que habían experimentado y el nivel de satisfacción final para cada una de esas situaciones. Por último, se les realizó una entrevista semiestructurada para recoger sus impresiones generales del estudio y todos ellos devolvieron los audífonos adaptados para la prueba. El análisis de los datos reveló lo que los autores ya vaticinaban al inicio; reparar en las experiencias positivas de escucha mejora la percepción del beneficio con los audífonos. Esto se observó en el pretest-postest de los dos grupos, tanto en el registro diario de situaciones auditivas (EMA), como en los cuestionarios cumplimentados en la aplicación, y especialmente en el COSI, en el que se registró una relación estadísticamente significativa entre el grado de cambio a mejor en las situaciones auditivas y el número de veces que se clicó el icono sonriente en la aplicación. Es decir, los participantes que registraron más situaciones auditivas positivas tenían mejores puntuaciones en la escala COSI en lo relativo al cambio experimentado, respecto al grupo de control. Otro de los resultados esclarecedores de este estudio se relaciona con la entrevista semiestructurada final. El grupo de control habló del experimento en sí mismo, de la aplicación móvil, de los cuestionarios o las indicaciones, pero ninguno de ellos hizo mención alguna a los audífonos adaptados. Sin embargo, la mayor parte de los integrantes del grupo experimental, reportaron las experiencias positivas que habían tenido con los audífonos. Todo parece indicar que el hecho de tener que reparar en las experiencias positivas y reportarlas, mejora la percepción general del beneficio. Hay que reparar en el «efecto dominó» de esta práctica: es más probable que aquellos pacientes que están contentos con sus audífonos y los recomienden. Este enfoque de colaboración, en el que el audiólogo acompaña y anima al paciente a reflexionar sobre el beneficio concreto que le aportan las prótesis auditivas en diferentes situaciones parece erigirse como herramienta fundamental para mejorar su adaptación, su aceptación y el reconocimiento de que los audífonos se han convertido en una ayuda eficaz para su vida. Es importante señalar que simplemente escribir estas experiencias en un papel no parece tener el mismo efecto que compartirlas, bien presencialmente con el audiólogo o bien a través de la aplicación móvil (Lambert et al. 2012). Los autores reparan también en el «efecto dominó» que esta práctica puede aportar: es más probable que aquellos pacientes que están contentos con sus audífonos y que verbalizan sus experiencias positivas los recomienden a sus familiares y amigos, que aquellos que no lo están o que no hablan de ello. Considerando, por supuesto, las limitaciones de este estudio y la dificultad para extrapolar los resultados a todos los pacientes con hipocusia, sus conclusiones apoyan una idea que ya muchos otros autores habían avanzado previamente; nuestro trabajo como audiólogos y, concretamente, el beneficio que nuestros pacientes perciben está condicionado por factores «no audiológicos» de incuestionable importancia que tenemos que analizar, cuidar y revisar periódicamente. Cada centro auditivo puede buscar la herramienta más adecuada a sus circunstancias e idiosincrasia, pero la excelencia de nuestro trabajo, incluso ante otros potenciales usuarios, depende también de ello. Nuestro trabajo como audiólogos y el beneficio que nuestros pacientes perciben está condicionado por factores «no audiológicos» que tenemos que analizar, cuidar y revisar periódicamente. Referencias bibliográficas Dina Lelic, Daniel Parker, Petra Herrlin, Florian Wolters&KarolinaSmeds (2024) Focusing on positive listening experiences improves hearing aid out comesInexperienced hearing aidusers, International Journal of Audiology, 63:6, 420-430, DOI:10.1080/14992027.2023.2190006https://doi.org/10.1080/14992027.2023.2190006 Myriam GonzálezAudiólogo / Audioprotesista CV Autor Licenciada en Pedagogía y Máster de Logopedia.Técnico Superior en Audiología Protésica.Especializada en Audiología Infantil y Evaluación de los trastornos del PAC en RV Alfa Centros Auditivos.Docente en el Máster de Audiología de la Universidad Europea Miguel de Cervantes.

Doce razones para no esperar a usar audífonos si ya tienes pérdida auditiva

Aunque muchos especialistas de la salud recomiendan esperar antes de usar audífonos en casos de hipoacusia leve o moderada, la evidencia científica demuestra que esta decisión puede tener efectos muy negativos a medio plazo. Según diversas investigaciones, no tratar la pérdida auditiva a tiempo aumenta el riesgo de deterioro cognitivo y de aislamiento social. Las personas que presentan hipoacusia leve o moderada buscan la opinión de un especialista para valorar la necesidad de audífonos al detectarse el problema. No es infrecuente que en estos casos algunos profesionales formulen recomendaciones como «puedes esperar mientras te manejes», sugiriendo que, si la persona puede continuar con su vida cotidiana sin grandes dificultades, no es necesario el uso de audífonos de inmediato. Aunque estas palabras pueden parecer tranquilizadoras y probablemente reflejan el conocimiento del especialista sobre la reticencia de los pacientes a adaptarse audífonos debido al estigma asociado o a los aspectos económicos, la evidencia científica muestra que retrasar el uso de audífonos conlleva consecuencias negativas. El presente artículo recuerda los motivos principales por los cuales no es recomendable mantener una situación de privación auditiva en pacientes con hipoacusia leve o moderada. Estos pacientes, a menudo, presentan mayor incertidumbre sobre el momento adecuado para comenzar a usar audífonos y los profesionales de la salud muestran menos consistencia en sus recomendaciones, encontrando que al 28% de los pacientes se les indica no hacer nada cuando acuden al especialista buscando soluciones a su hipoacusia (Eurotrack, 2023). En estas líneas, vamos a analizar las consecuencias sociales de la privación auditiva, su impacto en el procesamiento auditivo y la neuroplasticidad, así como su influencia en el pronóstico a futuro del uso de dispositivos auditivos. Según el informe Eurotrack 2023, al 28% de los pacientes con hipoacusia leve o moderada no se les recomienda la adaptación cuando acuden al especialista. La deprivación auditiva, causada por la falta o deficiente estimulación sonora durante un período prolongado, tiene consecuencias notables en el procesamiento auditivo y la neuroplasticidad cerebral: «Más allá del impedimento obvio para la comunicación hablada, nos hemos dado cuenta de que también hay efectos ocultos de la pérdida auditiva que pueden tener consecuencias significativas tanto para la función cognitiva como para la integridad neuronal» (Wingfield&Peelle, 2012). La primera de las consecuencias es la degradación de la vía auditiva central (Simon et al, 2020). El cerebro depende de la estimulación auditiva constante para mantener la actividad de la vía auditiva. La deprivación auditiva conlleva degeneración en la actividad neuronal en la corteza auditiva, afectando a la capacidad del cerebro para interpretar los sonidos de manera eficiente. Este fenómeno puede resultar en el deterioro de las vías auditivas centrales, dificultando el procesamiento efectivo de los sonidos incluso cuando estos son introducidos al adaptar audífonos años más tarde. La deficiente estimulación auditiva causada por la hipoacusia genera también alteraciones en la plasticidad neuronal, es decir, en la capacidad natural del cerebro para adaptarse a cambios en el entorno. Cuando el cerebro no recibe la estimulación auditiva adecuada, su capacidad para reorganizarse y adaptarse al procesamiento de sonidos amplificados disminuye. Esto puede hacer que las personas que comienzan a usar audífonos tarde tengan mayores dificultades para adaptarse a los sonidos amplificados, debido a la deficiente estimulación previa durante el período con hipoacusia sin adaptar. La deprivación auditiva conlleva degeneración en la actividad neuronal en la corteza auditiva, afectando a la capacidad del cerebro para interpretar los sonidos. La tercera consecuencia, en términos de procesamiento y neuroplasticidad, afecta a la capacidad de resolución temporal y espacial. La capacidad de resolución temporal, entendida como la habilidad del cerebro para procesar cambios rápidos en los estímulos auditivos, así como la resolución espacial, que se refiere a la capacidad para localizar sonidos en el espacio, se ve comprometida en casos de hipoacusia no tratada. Numerosas investigaciones han demostrado que los individuos con pérdida auditiva prolongada presentan una disminución en estas capacidades, lo que impacta negativamente en su habilidad para discriminar entre sonidos rápidos y para identificar su ubicación en el entorno. Esto incide directamente en la capacidad para mantener conversaciones cruzadas o en ambientes ruidosos que requieren un procesamiento auditivo preciso, generando aislamiento en dichas situaciones. Otro efecto negativo es el aumento en la carga cognitiva por la falta de información auditiva. Ante la pérdida parcial de información auditiva el cerebro emplea más recursos cognitivos para interpretar el sonido, lo que resulta en una mayor carga mental y fatiga auditiva. Este esfuerzo adicional para comprender conversaciones en entornos ruidosos o seguir el habla rápida puede afectar a la capacidad de atención y concentración, contribuyendo a la fatiga general de la persona. Este efecto se denomina «esfuerzo cognitivo», definido por Pelle (2018) como «la demanda cognitiva para interpretar señales auditivas en condiciones subóptimas», y se manifiesta en términos de cambios cerebrales y efectos en el comportamiento del individuo. Siguiendo en esta línea, la hipoacusia no tratada puede generar una reorganización cortical significativa en el cerebro. ¿Esto qué significa? La ausencia prolongada de estímulos auditivos provoca cambios en las áreas cerebrales asociadas con la audición, como el córtex auditivo, que pueden experimentar una reducción en su actividad y densidad de materia gris. Este fenómeno lleva a una reasignación de funciones, en la que regiones del cerebro que normalmente procesan información auditiva pueden asumir roles en otras modalidades sensoriales, como la visión o el tacto. La reorganización cortical refleja la capacidad del cerebro para adaptarse a la falta de estímulos auditivos. Al respecto, Sharma & Campbell en sus estudios destacan que, aunque esta reorganización puede permitir cierta compensación, también puede complicar la rehabilitación auditiva. Sharma sugiere que las intervenciones tempranas y adecuadas, como el uso de audífonos y las terapias auditivas, son cruciales para mitigar los efectos negativos de la hipoacusia no tratada y facilitan una recuperación más efectiva del procesamiento auditivo. Por último, son numerosos los estudios que demuestran el vínculo entre la pérdida auditiva no tratada a largo plazo y el mayor riesgo de deterioro cognitivo y demencia. Las personas con pérdida auditiva presentan una probabilidad mayor de desarrollar deterioro cognitivo y demencia en comparación con aquellos de audición normal, debido a que la hipoacusia no tratada fomenta el aislamiento social y reduce la estimulación mental, factores que pueden aumentar el riesgo de deterioro cognitivo.  Ante la pérdida parcial de información auditiva el cerebro emplea más recursos cognitivos para interpretar el sonido, lo que provoca mayor fatiga auditiva. Pero, ¿qué observamos si ponemos el foco en el aspecto social y en la calidad de vida de las personas? ¿Cuáles son los efectos de la hipoacusia no tratada? La hipoacusia no tratada tiene graves consecuencias en la calidad de vida de las personas afectadas repercutiendo no solo en su bienestar individual, sino también en su entorno social y familiar. Esta condición, que varía desde una pérdida auditiva leve hasta una severa, puede desencadenar efectos negativos que van más allá de la simple dificultad para escuchar, afectando significativamente a la vida cotidiana y emocional de quienes la padecen. Uno de los principales efectos de esta hipoacusia no tratada es el aislamiento social. La audición es fundamental para la comunicación eficaz y cuando esta se ve comprometida, las personas experimentan dificultades para seguir conversaciones, especialmente en entornos ruidosos o cuando hay varias personas hablando simultáneamente. Esta dificultad en la comunicación puede llevar a desconexión y exclusión, haciendo que las personas afectadas eviten situaciones sociales. La evidencia muestra que este aislamiento se convierte en un círculo vicioso, donde el individuo evita más interacciones sociales, lo que a su vez incrementa su aislamiento y soledad privándole de la estimulación necesaria para que su sistema auditivo responda eficazmente en dichas situaciones. La dificultad para comunicarse puede provocar tensiones en las relaciones, generando frustración tanto en el individuo con pérdida auditiva como en sus familiares. Lo anteriormente expuesto hace que, a menudo, el impacto emocional de la hipoacusia no tratada se manifieste en forma de depresión y ansiedad. Al no poder participar plenamente en las actividades cotidianas y en las interacciones sociales, las personas pueden sentirse frustradas y desanimadas. La falta de comunicación efectiva también puede llevar a malentendidos y conflictos interpersonales, lo que exacerba el estrés emocional. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), existe una clara correlación entre la pérdida auditiva no tratada y un aumento en los síntomas de depresión y ansiedad, debido a la frustración y al sentimiento de aislamiento social. Todo ello hace que la hipoacusia no tratada tenga repercusiones significativas en la calidad de vida de la persona, de los miembros de su familia y de sus allegados. La dificultad para comunicarse puede provocar tensiones en las relaciones familiares, generando frustración tanto en el individuo con pérdida auditiva como en sus seres queridos. Esto puede generar que los familiares tengan que realizar ajustes constantes para facilitar la comunicación, lo que puede llevar a una sobrecarga emocional y física. En casos extremos, esta situación puede afectar al equilibrio familiar y al bienestar general de los miembros del hogar, generando un ambiente de estrés y conflicto. El impacto negativo de la hipoacusia no tratada también influye en el entorno laboral. Compañeros de trabajo pueden verse en la necesidad de repetir información, de ajustarse a las limitaciones auditivas del individuo y enfrentarse a la frustración derivada de la comunicación deficiente. Esto afecta a la dinámica de trabajo, pues puede influir en la productividad y en el ambiente laboral en general. Las dificultades de comunicación en el trabajo pueden contribuir a una mayor carga de estrés tanto para el individuo con hipoacusia como para sus compañeros, generando un impacto negativo en el rendimiento y en las relaciones laborales. En resumen, la hipoacusia no tratada tiene un impacto muy importante en la vida de las personas afectadas y en sus entornos. La reducción en la calidad de vida debido a la dificultad para comunicarse, el aislamiento social, el aumento en la incidencia de problemas emocionales como la depresión y la ansiedad, y el estrés adicional sobre familiares y compañeros, son consecuencias significativas de esta condición. Por lo tanto, es crucial considerar la intervención temprana y el tratamiento adecuado lo antes posible para mitigar estos efectos y mejorar tanto el bienestar personal como el social de quienes padecen pérdida auditiva y su entorno. La reorganización cortical refleja la capacidad del cerebro para adaptarse a la falta de estímulos auditivos. Aunque una adaptación tardía de audífonos puede ofrecer mejoras en la audición, no siempre revierte completamente los efectos negativos ya establecidos. Es por ello importante abordar las consecuencias de una intervención tardía sobre el pronóstico futuro con audífonos. Las investigaciones muestran que aquellos que comienzan la rehabilitación auditiva de manera temprana tienden a experimentar una mejor aclimatación a los audífonos, tienen adaptaciones más eficientes y su satisfacción con el uso de estos dispositivos es mayor. Esto se debe a que el cerebro, al recibir estimulación auditiva constante, mantiene y refuerza sus conexiones neuronales, lo que facilita el procesamiento de sonidos amplificados. Por otro lado, la privación prolongada del sonido tiene consecuencias perjudiciales para la adaptación y rehabilitación posterior con audífonos. La falta de estimulación auditiva durante un período extenso como se ha indicado unas líneas más arriba, reduce la plasticidad neuronal, lo que hace que el cerebro sea menos flexible para adaptarse a los nuevos sonidos amplificados proporcionados por los audífonos. Esto significa que las personas que comienzan a usar audífonos trascurrido un largo período de privación auditiva pueden enfrentarse a mayores dificultades en la adaptación, ya que las áreas del cerebro responsables del procesamiento auditivo pueden haber experimentado una reorganización o una pérdida funcional significativa (Jerger). Si la intervención se retrasa demasiado, el impacto de la deprivación auditiva puede ser tan profundo que las mejoras posibles con los audífonos se vuelven más limitadas. En conclusión, cuanto antes se inicie el uso de audífonos en personas que han comenzado a experimentar pérdida auditiva, mayor será la probabilidad de preservar tanto su salud auditiva como cognitiva. Además, la prolongada privación auditiva puede afectar de manera considerable a la capacidad de adaptación a los audífonos en etapas posteriores, limitando su efectividad. Es responsabilidad de los profesionales de la salud informar adecuadamente a los pacientes sobre estos riesgos, así como comprender los efectos negativos que puede tener la actitud de «no me adaptaré mientras me maneje» en su tratamiento y calidad de vida. Una adaptación tardía de audífonos puede ofrecer mejoras en la audición, pero no siempre revierte los efectos negativos que ya se hayan producido. Referencias Sharma, A et al. (2014). Cross-modal re-organization in adults with early-stage hearingloss. PLoS ONE, 9(2), e90594. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0090594 Glick, H. A., & Sharma, A. (2020). Cortical neuroplasticity and cognitive function in early-stagemild-to-moderatehearingloss: Evidence of neurocognitive benefit from hearingaid use. Frontiers in Neuroscience, 14, 93. https://doi.org/10.3389/fnins.2020.0009Peelle, J. E. (2018). Listeningeffort: Howthe cognitive consequences of acoustic challenge are reflected in brain and behavior. Ear and Hearing, 39(2), 204–214. https://doi.org/10.1097/AUD.0000000000000494 Sonia BajoAudióloga / Audioprotesista CV Autor Técnico Superior en Audiología Protésica.Diplomada en Logopedia.Habilitación Tinnitus & Hyperacusis Therapy MC.Experta en Acúfenos e Hiperacusia, tratamiento TRT, en RV Alfa Centros Auditivos.Docente en el Máster de Audiología Universidad Europea Miguel de Cervantes.
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